He perdido la cuenta de las acusaciones dirigidas contra Al-Yazira y los episodios de coacción que ha sufrido desde su fundación en 1996. Se rumoreó que había sido creada por el Mossad con la intención de mejorar la reputación de Israel en el mundo árabe. También ha sido acusada de ser un instrumento diseñado por la CIA para difundir la cultura occidental entre los árabes. Algunos han sugerido que es parte de una conspiración internacional para dividir al mundo árabe sembrando la discordia entre sus regímenes. Otros dicen que es una fachada de Osama Bin Laden y los talibanes o que fue fundada por Sadam Hussein». Quien así se expresa es Wadah Khanfar, director general de Al-Yazira, cadena que ha conseguido sobrevivir a diez años de adversidades y convertirse en un referente informativo, no sólo para el mundo árabe sino también para buena parte de los medios de comunicación occidentales.
Cincuenta millones de televidentes diarios y centenares de miles de antenas parabólicas dan cuenta del éxito de este canal nacido en 1996 en Qatar -una pequeña petromonarquía con menos de un millón de habitantes- bajo la protección del emir Hamad Bin Jalifa al-Thani. Tras alcanzar el poder, el emir decidió apadrinar un canal de televisión que emitiera noticias durante 24 horas siguiendo el ejemplo de la CNN, pero teniendo en cuenta la óptica árabe. En esta aventura informativa se hizo acompañar de refutados periodistas, la mayor parte de ellos proveniente del canal árabe de la BBC. Cuando comenzó sus emisiones, el canal qatarí sorprendió por su frescura y su libertad, ya que abordaba casi todos aquellos temas que eran evitados por espinosos por las cadenas oficiales: el avance del Islam político, la perpetuación en el poder de gobernantes autoritarios o la persecución de disidentes políticos. Su tendencia a respetar el lema de la cadena - ‘La opinión y la otra opinión’- le llevó a incluir en sus famosos debates voces oficialistas, pero también la de activistas que aprovechaban la ocasión para arremeter contra la dirigencia árabe.
Por lo tanto, no nos debe extrañar que, en sus primeros años de vida, fuera elogiada a menudo por EE UU que la consideró un bastión de libertad en un mundo árabe demasiado acostumbrado a la mordaza. Por el contrario, en buena parte de los países árabes los periodistas de Al-Yazira fueron considerados personas ‘non gratas’ por su tendencia a abordar ciertos tabúes. Arabia Saudí, Argelia, Bahrein, Jordania, Irak, Kuwait, Marruecos o Siria, por citar tan sólo algunos ejemplos, han protestado contra sus emisiones cerrando sus delegaciones, lo que le ha costado a Qatar más de un quebradero de cabeza y no pocos conflictos diplomáticos.
El devenir de Al-Yazira cambió el 11 de septiembre de 2001. Tras los atentados terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono, la cadena decidió emitir una entrevista con Osama Bin Laden realizada por el periodista de origen sirio Taysir Alouni (posteriormente condenado en España a siete años de prisión al considerárselo vinculado con organizaciones terroristas). A partir de entonces se convirtió, para la Administración de Bush, en un instrumento propagandístico que incitaba a la violencia contra Occidente. Su militante cobertura de las guerras de Afganistán, Palestina e Irak no ayudó a mejorar su imagen.
Por lo tanto, no nos debe extrañar que, en sus primeros años de vida, fuera elogiada a menudo por EE UU que la consideró un bastión de libertad en un mundo árabe demasiado acostumbrado a la mordaza. Por el contrario, en buena parte de los países árabes los periodistas de Al-Yazira fueron considerados personas ‘non gratas’ por su tendencia a abordar ciertos tabúes. Arabia Saudí, Argelia, Bahrein, Jordania, Irak, Kuwait, Marruecos o Siria, por citar tan sólo algunos ejemplos, han protestado contra sus emisiones cerrando sus delegaciones, lo que le ha costado a Qatar más de un quebradero de cabeza y no pocos conflictos diplomáticos.
El devenir de Al-Yazira cambió el 11 de septiembre de 2001. Tras los atentados terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono, la cadena decidió emitir una entrevista con Osama Bin Laden realizada por el periodista de origen sirio Taysir Alouni (posteriormente condenado en España a siete años de prisión al considerárselo vinculado con organizaciones terroristas). A partir de entonces se convirtió, para la Administración de Bush, en un instrumento propagandístico que incitaba a la violencia contra Occidente. Su militante cobertura de las guerras de Afganistán, Palestina e Irak no ayudó a mejorar su imagen.
En estos diez años, la cadena no ha dejado de sumarse enemigos, aunque probablemente nadie haya ido tan lejos como el presidente George W. Bush. Según un informe confidencial hecho público por ‘The Daily Mirror’, el presidente Bush llegó a plantear a Tony Blair el 16 de abril de 2004 la posibilidad de bombardear las instalaciones de la cadena en Doha, la capital qatarí. La gota que desbordó el vaso fue la cobertura de la cadena al asedio de Faluya, que fue reducida a escombros para acabar con la insurgencia iraquí parapetada en la ciudad; anteriormente, también Colin Powell y Donald Rumsfeld habían criticado duramente que la cadena emitiese vídeos de los secuestrados por Al-Zarqawi, el hombre de Al-Qaida en Irak. No por casualidad, las oficinas de Al-Yazira ya habían sido bombardeadas en dos ocasiones: la primera en 2001 en Kabul durante la ofensiva americana contra los talibanes (en el curso de la cual Samir al-Hayy, un cámara de la cadena, fue capturado y recluido en Guantánamo), la segunda en 2003 cuando las tropas americanas entraron en Bagdad y causaron la muerte de Taysir Ayoub, su corresponsal en Irak (exactamente el mismo día del ataque al hotel Palestina en el que perdió la vida el cámara José Couso).
En los últimos años, la Casa Blanca no ha cesado de atacar a la cadena qatarí por considerar que, con sus informaciones, da alas a la insurgencia y fomenta el sentimiento antiamericano en el mundo árabe. Un botón de muestra de esta posición beligerante puede encontrarse en un editorial del semanario neoconservador ‘The Weekly Standard’ que interpreta que «hay evidencias de que Al-Yazira está actuando de manera coordinada con los terroristas para generar reportajes y noticias abiertamente falsos y engañosos ( ) La lección es clara: el medio más poderoso que tienen los insurgentes es la ayuda de canales afines como Al-Yazira y Al-Arabia, que son empleados para crear corrientes de opinión en Irak y en el exterior. Con el propósito de asegurarse un respaldo popular a largo plazo y afianzar la estabilidad regional, la Coalición debe hacer algo más que ganar en el terreno militar; debe buscar un medio de superar el efecto Al-Yazira». Dicho y hecho, porque la Administración de Bush ha lanzado Al-Hurra, un canal en árabe que pretende contrarrestar, con escaso éxito hasta el momento, la influencia de la cadena qatarí. Tampoco Al-Arabia, creada con idénticos propósitos por hombres de negocios saudíes, lo ha conseguido. Pensar que la imagen de EE UU podría mejorar en el caso de que Al-Yazira se mostrara más benigno con Bush y sus múltiples errores en Oriente Medio muestra a las claras el desconocimiento generalizado del mundo árabe que existe en la Administración americana. El mantenimiento de la cruenta ocupación de Irak o el sostén a las políticas anexionistas de Israel, amén de su respaldo a prácticamente todos los regímenes autoritarios árabes, explican la indignación de la calle árabe con Washington.
*Profesor de Estudios Árabes e Islámicos, Universidad de Alicante.
Tomado de EL CORREO DIGITAL, 05/11/2006.
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