Excelente y recomendable texto del profesor Carroll, lo publicó en inglésen NYT, días después, Sergio Sarmiento publica en su columna Jaque Mate uno muy similiar en Reforma: Cucharadas de café (18 May. 2015), obviamente lo cita..
“Mi jornada de trabajo empieza normalmente con un espresso sencillo y solo a las 5:45 de la mañana. No recuerdo cuándo empecé a beber café, sin duda muy chico. Sí recuerdo que me decían que eso detendría mi crecimiento. Alguna vez me pregunté: si mido 1.70 y mi hermano alcanza el 1.83, ¿será por haber bebido café de niño?
Muchas familias prohíben a sus niños tomar café. Si es una bebida estimulante, algo malo debe tener. Es como el alcohol y las drogas. En estos tiempos de nuevo moralismo, en que castigamos más severamente a un padre por permitir que su hijo tome una copa de vino que por cometer un homicidio, quizá deberíamos castigar de igual forma a quien sirve café a un menor.
Mientras sorbo mi espresso con ánimo culpable encuentro en el New York Times un artículo de Aaron E. Carroll de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana originalmente publicado el 11 de mayo. El autor presenta una reseña de estudios científicos que muestran que el café, lejos de ser dañino, tiene beneficios importantes para la salud.
Beber café es un hábito más saludable de lo que se piensa/ Aaron E. Carroll es profesor de pediatría en la escuela de medicina de la Universidad de Indiana. Es bloguero sobre investigaciones y políticas de salud en The Incidental Economist, y lo puede seguir en Twitter en @aaroncarroll.
“Mi jornada de trabajo empieza normalmente con un espresso sencillo y solo a las 5:45 de la mañana. No recuerdo cuándo empecé a beber café, sin duda muy chico. Sí recuerdo que me decían que eso detendría mi crecimiento. Alguna vez me pregunté: si mido 1.70 y mi hermano alcanza el 1.83, ¿será por haber bebido café de niño?
Muchas familias prohíben a sus niños tomar café. Si es una bebida estimulante, algo malo debe tener. Es como el alcohol y las drogas. En estos tiempos de nuevo moralismo, en que castigamos más severamente a un padre por permitir que su hijo tome una copa de vino que por cometer un homicidio, quizá deberíamos castigar de igual forma a quien sirve café a un menor.
Mientras sorbo mi espresso con ánimo culpable encuentro en el New York Times un artículo de Aaron E. Carroll de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana originalmente publicado el 11 de mayo. El autor presenta una reseña de estudios científicos que muestran que el café, lejos de ser dañino, tiene beneficios importantes para la salud.
Beber café es un hábito más saludable de lo que se piensa/ Aaron E. Carroll es profesor de pediatría en la escuela de medicina de la Universidad de Indiana. Es bloguero sobre investigaciones y políticas de salud en The Incidental Economist, y lo puede seguir en Twitter en @aaroncarroll.
The New York
Times | 11/05/15
Cuando
era niño mis padres no me dejaban tomar café porque creían que “atrofiaría mi
crecimiento”. Resulta que, por supuesto, eso es un mito. Una y otra vez, los
estudios no han podido demostrar que el consumo de café o cafeína esté
relacionado con la reducción de la masa ósea o la estatura.
El
café siempre ha tenido fama de no ser saludable. Pero, en casi todos los
sentidos, sucede lo contrario. Sus potenciales beneficios para la salud son
sorprendentemente grandes.
Cuando
me dispuse a investigar la relación entre el café y la salud, pensé que vería
algunos resultados buenos y otros malos, en reflejo de los contradictorios
reportes que solemos ver en los medios. No fue así.
Apenas el año
pasado se publicó una revisión sistemática y un metaanálisis de estudios sobre
el consumo de café, a largo plazo y el riesgo de sufrir enfermedades
cardiovasculares. Los investigadores encontraron 36 estudios que abarcaron más
de 1.27 millones de participantes. Los datos combinados muestran que quienes
consumen una cantidad moderada de café —de tres a cinco tazas al día— tenían
menos riesgos de tener problemas. Pero
los que bebían más de cinco tazas diarias no corrían mayores riesgos que
quienes no consumían ninguna.
Por
supuesto, todo lo que estoy escribiendo se refiere al café: el café negro. No
estoy hablando de las bebidas con base de café, leche y azúcar que consumen
muchas personas. Éstas pueden ser, por ejemplo, cosas como el moca grande de McDonald’s
(500 calorías, 17 gramos de grasa, 72 gramos de carbohidratos), el moca chocolate blanco Venti de
Starbucks (580 calorías, 22 gramos de grasas, 79 gramos de carbohidratos) y
el café grande de caramelo congelado Coolatta de Dunkin’ Donuts (670 calorías,
8 gramos de grasas, 144 gramos de carbohidratos).
Y
eso por no referirme al café con leche caramelizado Lotta de Cold Stone
Creamery, tamaño Gotta Have It (1,790 calorías, 90 gramos de grasa, 223 gramos
de carbohidratos). Un café colado normal tiene menos de cinco calorías y nada
de grasas o carbohidratos.
Regresemos
a los estudios. Hace años se publicó un metaanálisis que examinó si el consumo
de café estaba relacionado con el derrame cerebral. Se encontraron once estudios que implicaron a casi 480.000
participantes. Al igual que en las investigaciones anteriores, el consumo de
dos a seis tazas por día estuvo asociado con un menor riesgo de enfermedad,
en comparación con quienes no tomaban nada. Otro metaanálisis publicado un año
después confirmó esos hallazgos.
Respecto
a las preocupaciones sobre los efectos del café en el corazón, otro
metaanálisis examinó si su consumo estaba asociado con fallas cardiacas. Otra
vez quienes ingieren moderadamente esta infusión corren un riesgo menor, sobre
todo aquellos que beben cuatro tazas al día.
El consumo tendría que ser de unas diez tazas diarias para que hubiesen efectos
nocivos.
Nadie
está diciendo que hay que beber más café por salud. Sin embargo, tomar una
cantidad moderada está relacionado con índices más bajos en casi todas las
enfermedades cardiovasculares, contrario a lo que muchos podrían haber
escuchado sobre los peligros del café y la cafeína. Incluso los consumidores en
el extremo más alto del espectro parecen tener efectos nocivos mínimos, si es que
los hay.
Pero
no seamos selectivos. Hay resultados fuera de la salud que son importantes.
Muchos piensan que el café podría estar asociado con el aumento del riesgo de
cáncer. Ciertamente, estudios individuales han encontrado que así es, y estos
resultados son los que aparecen en los medios informativos. Pero en términos
generales, la mayoría de esos resultados negativos desaparecen.
Un
metaanálisis publicado en 2007 encontró que
aumentar el consumo de café en dos tazas diarias estaba asociado con menor riesgo
de cáncer de hígado por más de 40 por ciento. Otros dos estudios recientes
confirmaron esos hallazgos. Los resultados de otros análisis que examinaron
el cáncer de próstata encontraron que en los estudios de alta calidad, el
consumo de café no estaba relacionado con resultados negativos.
Lo
mismo se aplica al cáncer de mama, donde las asociaciones no tuvieron
importancia estadística. Es verdad que los datos sobre cáncer de pulmón
muestran un mayor riesgo, a mayor
consumo de café, pero eso solo entre las personas que fuman. Tomar café podría
proteger a los no fumadores. De todos modos los autores de ese estudio
advierten que deben interpretarse con cautela, debido a que los efectos del
fumar son un factor de confusión.
Una
investigación que examinó todos los tipos de cáncer apunta a que el café podría
estar asociado con una menor incidencia de cáncer en general y que, mientras
más se consuma, más protegido se está.
Beber
café está asociado con mejores resultados de laboratorio en las personas con
riesgo de enfermedades hepáticas. En pacientes que ya sufran una enfermedad
hepática, está asociado con la reducción del avance de la cirrosis. En los
enfermos que ya tienen cirrosis, está asociado con menor riesgo de muerte y de
contraer cáncer de hígado. En pacientes con hepatitis C se relaciona con
mejores respuestas a la terapia antiviral y mejores resultados en pacientes con
hepatitis no alcohólica. Los autores de esta revisión sistemática sostienen que
debe fomentarse el consumo diario de esta infusión, en pacientes con enfermedad
hepática crónica.
Los
metaanálisis más recientes sobre trastornos neurológicos han encontrado que la
ingestión de café estaba asociada con menor riesgo de mal de Parkinson, menos
declive cognoscitivo y un posible efecto protector contra el mal de Parkinson
(y ningún daño).
Otra
metódica revisión publicada en 2005 encontró que el consumo regular de café
estaba asociado con una significativa reducción en el riesgo de contraer
diabetes tipo 2, y un riesgo relativo más bajo (una reducción de una tercera
parte) se notó en quienes bebían al menos seis o siete tazas al día. El estudio
más reciente, publicado en 2014, usó datos actualizados y consideró 28 estudios
con más de 1.1 millones de participantes. Aquí también, mientras más café se bebe,
menos posibilidades de tener diabetes. Esto se refiere tanto al café normal
como al descafeinado.
¿Está
asociado el café con el riesgo de muerte en todas las causas? Al respecto
existen dos metaanálisis publicados en el último año. En el primero se revisaron
veinte estudios, que implicaron a casi un millón de personas. En el segundo se
analizaron 17 estudios que involucraron a más de un millón de personas. Los dos
encontraron que beber café está asociado con una posibilidad muy reducida de
muerte. No puedo pensar en ningún otro producto que tenga tanta evidencia
epidemiológica a su favor.
Admito
que, básicamente, ninguna de las investigaciones mencionadas contiene ensayos
aleatorios de control. Es importante recordar que generalmente esos ensayos se
llevan a cabo para ver, si se sostiene lo que observamos en los estudios
epidemiológicos. Empero, la mayoría de la gente no bebe café porque piense que
eso la va a proteger. De hecho, a la mayoría les preocupa que les haga daño.
Pero casi no hay evidencias de eso.
Si
cualquier otro factor de riesgo modificable tuviera ese tipo de asociaciones
positivas en todos los sentidos, los medios estarían encima de él. Se lo
estaríamos recomendando a todo el mundo. Se organizarían intervenciones
completas a su alrededor. Y sin embargo, por demasiado tiempo el café ha sido
considerado un vicio, no como algo que pudiera ser saludable.
Eso
podría cambiar pronto. El más reciente reporte científico de los lineamientos
nutritivos del departamento de Agricultura de Estados Unidos, de los que ya he
hablado, señala que el café no solo está bien sino que acepta que podría ser
bueno. Ésta es la primera vez que el comité asesor de lineamientos dietéticos
revisa los efectos del café en la salud.
Siempre
existe el peligro de ir demasiado lejos en la otra dirección. No estoy
proponiendo que empecemos a darles café a los niñitos. La cafeína, como quiera,
tiene numerosos efectos que los padres quieren evitar en sus hijos. Los
lineamientos también recomiendan que las mujeres embarazadas no beban más de
dos tazas al día.
Tampoco estoy
proponiendo que empecemos a beber café a litros. El exceso de
cualquier cosa puede ser malo. Por último, si bien el café puede ser saludable,
eso no necesariamente se aplica al azúcar que se le añade, ni a las grasas que
mucha gente les pone a las bebidas de café.
Pero
sí es hora de que dejemos de ver al café como una sustancia cuyo consumo
debemos reducir. Es un complemento razonable para una dieta saludable con más
beneficios potenciales, vistos en las investigaciones, que ninguna otra bebida
que consumamos. Ya es tiempo de empezar a tratarlo así.
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