Un cabildero con excelentes relaciones con representantes y senadores se declaró culpable tras ser acusado de delitos federales y se comprometió a testificar sobre miembros del Congreso atrapados en la telaraña de corrupción; su nombre: Jack Abramoff de 47 años.
La caída del cabildero es sin duda, un acontecimiento dramático. ''Es un caso que crecerá y se multiplicará'', dijo Bill Mateja, ex funcionario de alto nivel del Departamento de Justicia del gobierno de Bush, que en la actualidad trabaja como abogado en Dallas. ''Si yo estuviera en el Capitolio, estuviera temblando. Porque si alguien conoce bien los secretos de la ciudad, ese alguien es Jack Abramoff''.
El caso Abramoff podría rivalizar o incluso ser más grande que el caso Abscam, que aconteció en 1980, y en el cual una redada de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) arrestó a miembros del Congreso que aceptaban sobornos. En ese caso, fueron hallados culpables seis miembros de la Cámara de Representantes y un senador.
El escándalo amenaza con llevarse consigo a varios legisladores de alto nivel de ambos partidos, entre los que se encuentran: el representante Bob Ney, republicano por Ohio, director del Comité de Administración de la Cámara; el representante Tom DeLay, republicano por Texas, que el otoño pasado se vio obligado a renunciar a su cargo como líder de la mayoría de la Cámara cuando fue acusado y procesado por irregularidades en su campañ; el representante John Doolittle, republicano por California, secretario de la Conferencia Republicana de la Cámara, que aceptó contribuciones de campaña de Abramoff; el senador Harry Reid, demócrata por Nevada, líder de la minoría del Senado, quien ha rechazado más de una vez que su participación en una decisión sobre un casino indigena, entre otros.
Abbe Lowell, abogado de Abramoff, dijo en una declaración que su cliente "pretende continuar trabajando con el Departamento de Justicia y otros organismos para resolver por completo todos los asuntos de interés, para restituir a cualquiera que haya dañado, y buscar absolución de todo''.
Abramoff podría cumplir entre nueve y medio y 11 años de su condena. Además se enfrenta a una multa de más de 750,000 y una restitución obligatoria que se estima en unos $26.7 millones, de los cuales deberá pagar $1,7 millones al Servicio de Rentas Internas (IRS) por evasión de impuestos, más una cantidad indeterminada de impuestos de años anteriores.
El cabildero se veía muy arrepentido cuando se enfrentó a la jueza de Distrito Ellen Segal Huvelle. ''Su Señoría, no tengo palabras suficientes para expresar todo lo que siento lo ocurrido, y decirle el profundo dolor que tengo por la enormidad de errores y todo el daño que he causado'', dijo Abramoff. "Siento una tristeza tremenda y un gran arrepentimiento por mi conducta y por lo que he hecho. Lo único que espero es que pueda merecer el perdón del Todopoderoso y de todos aquéllos a los que hice daño o les causé algún sufrimiento. Voy a trabajar muy duro para ganarme esa redención''.
''Abramoff y otros le ofrecían cosas de valor a funcionarios públicos, como por ejemplo viajes, contribuciones de campaña, cenas y entretenimiento a cambio de acuerdos con los funcionarios públicos de que utilizarían sus cargos y posiciones para beneficiar los clientes y negocios de Abramoff'', dice el documento oficial del encausamiento.
De hecho, dice un reporjae de El País que Jack Abramoff se veía a sí mismo como el frío Michael Corleone de El Padrino.
Una reconstrucción de la ascensión y caída de Abramoff fued realizada por el periódico The Washington Post la semana pasada muestra sus dotes como habilidoso negociador que explotó la maquinaria del poder hasta sus límites y pisoteó las normas de cómo hacer negocios en Washington, en ocasiones en beneficio de sus clientes, pero en la mayoría de los casos para servir a sus propios intereses y ambiciones.
Abramoff era dueño de restaurantes, una flota de barcos casino, fue producytor en Hollywood, en suma fue un generoso benefactor en la comunidad judía.
Representaba el ejemplo extremo del tipo de influencia que creció a la sombra del Partido Republicano. Según informaba ayer el Post, algunos estrategas del partido del presidente George W. Bush temen que el caso Abramoff impida mantener el control del Congreso en las elecciones de noviembre. Abramoff ofrecía empleos y otros favores -viajes, entradas para costosos eventos deportivos, comidas en restaurantes de lujo- a congresistas y funcionarios del Ejecutivo, y conseguía cargos públicos para sus propios socios a cambio de influencia.
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