14 ago 2006

Medio Oriente: ¿alto al fuego?


Afortunadamente ayer llego el alto al fuego después de que el Gobierno israelí aceptase la resolución 1701, aprobada unánimemente por el Consejo de Seguridad de la ONU, que lleva a un cese inmediato de las hostilidades, así como al envío de una fuerza internacional al sur del Líbano.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, mostró su satisfacción en el Parlamento con las condiciones en las que se ha producido el alto el fuego en el Líbano. No obstante, afirmó que Israel se reserva el derecho a responder a cualquier violación de la tregua.

Con respecto a Hezbolá, Olmert aseguró que los líderes de la organización terrorista "huyeron a la clandestinidad y no serán perdonados". "Seguiremos persiguiéndolos en cualquier momento y en cualquier lugar, y no necesitamos licencia de nadie para hacerlo", afirmó.

Según las últimas cifras del Gobierno libanés, el enfrentamiento ha causado la muerte de 1,109 civiles —sin incluir en esta cifra a los desaparecidos—, casi 4,000 heridos y cerca de un millón de desplazados. Según el Ejército israelí, hay unos 530 milicianos muertos a raíz de los enfrentamientos.
Para el presidente de EE UU, George W. Bush, aseguró que la milicia Hezbolá ha sido la perdedora del conflicto. Bush manifestó su deseo de que se mantenga el cese de las hostilidades y de que el Gobierno libanés pueda actuar con libertad sin "un Estado dentro del Estado" como, según él, es Hezbolá.
Reacción de Nasralá:
Empero, en un discurso televisado, el secretario general del grupo chií Hizbulá, Hasan Nasralá, afirmó que la "victoria es para todo el Líbano y para toda la Resistencia". "Estamos ante una victoria histórica y estratégica, no es ninguna exageración, esta victoria es para todo el Líbano y para toda la Resistencia", dijo Nasralá en un discurso emitido por la televisión Al Manar, órgano de comunicación de Hezbolá

"Hubo un debate sobre el desarme de Hezbolá antes y después de la resolución, pero yo no quiero entrar en ese debate", explicó Nasralá.
El responsable chií explicó que su grupo prefiere no entrar en el debate porque "sirve al enemigo y no al interés del Líbano".
Nasralá aseguró que su grupo entregará sus armas al Ejército libanés cuando "los que soliciten las armas" lo hagan "con las granjas de Cheba (ocupadas por Israel, que las considera sirias como la ONU pero que Beirut reclama como propias) y el regreso de los prisioneros y garantías verdaderas para la estabilidad del Líbano".

Nasralá, quien además prometió que cada familia recibirá "dinero suficiente para alquilar una casa durante un año", pronunció su discurso en su habitual tono reposado y con su indumentaria habitual —traje y turbante negros— frente a un fondo en el que se veía la bandera de Líbano y el emblema amarillo de su organización.
Por su parte, el presidente del Líbano, Emile Lahud, aseguró que Israel ha fracasado en su objetivo de provocar una guerra religiosa entre los libaneses a través de los bombardeos contra el país.
Para el Ejército de Israel la retirada es una victoria. El general Ido Hehushtan describió a Hezbolá como una guerrilla que disponía de un sistema de comunicaciones muy avanzado, de infraestructuras, de armamento ("unos 1,000 misiles de largo alcance, algo que tienen pocos ejércitos",), que impresionaron a sus adversarios.

Tanto el general Ido Hehushtan como el general Yossi Kuperwasser aseguraron que habían logrado los objetivos de la operación contra Hezbolá, pese a que el grupo chíi conservó su capacidad de atacar Israel con misiles "casi hasta el último minuto", afirmó Hehushtan.
El objetivo de la operación contra el sur de Líbano, que se prolongó algo más de un mes, no era destruir "hasta el último misil de Hezbolá", algo que no se podría conseguir, reiteraron los militares, sino debilitarlo y, sobre todo, crear las condiciones para la solución política que se ha alcanzado en la ONU.

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