La milicia libanesa se instaló en la triple frontera en los 80, se ha extendido a los países del ALBA con la complicidad del chavismo y ahora refuerza sus vínculos con los cárteles mexivanos
EVA SAIZ
El Pais, Washington 22 JUL 2013
El informe de Alberto Nisman, el fiscal especial argentino encargado de investigar el ataque terrorista a la sede de la Asociación Mutual Israelita (AMIA) en Buenos Aires -que en 1994 acabó con la vida de 85 personas e hirió a otras 300-, en el que se alertaba de la presencia de cédulas extremistas en al menos 12 países de la región, reavivó el pasado mes de junio el debate sobre la presencia y el grado de la amenaza de la milicia libanesa chií Hezbolá en América Latina. El documento de Nisman se sumaba a los últimos estudios del Departamento de Seguridad Nacional y del Tesoro de EE UU sobre la expansión de la organización en Venezuela y los países del ALBA, gracias a la relación labrada entre el fallecido Hugo Chávez y el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad -cuyo país es el principal patrocinador de Hezbolá- y sobre los vínculos entre la milicia y los cárteles de la droga mexicanos y la guerrilla colombiana de las FARC, para lavar dinero y financiar sus actividades terroristas.