REPORTAJE: I. CRISIS. EL EXPERTO
SOROS. El millonario que quería ser filósofo
JOSÉ MANUEL CALVO
SOROS. El millonario que quería ser filósofo
JOSÉ MANUEL CALVO
Publicado en El País Semanal (www.elpais.com), 21/09/2008;
Hizo su fortuna como especulador y se dedica a la filantropía, pero le haría feliz que le reconocieran como filósofo. George Soros habla de la crisis económica, de Obama, y recuerda cómo su padre le salvó la vida en la ocupación nazi de Hungría.
¿Qué tal tiene la espalda hoy? Hoy está bien.
George Soros cumplió 78 años el pasado 12 de agosto. No es que esté mal de salud, aunque desde que se retiró de la gestión directa, en 2001, ya viene poco por aquí, por su despacho del Soros Fund Management en Manhattan; es que le gusta decir que siempre ha tomado sus decisiones más importantes en función de lo que le avisa su organismo.
-Normalmente me duele la espalda cuando cometo un error. El hecho de que ahora no me duela me hace pensar que he comprendido bastante bien lo que está pasando.
Soros cree haber comprendido bien de qué va la actual crisis económica y a eso ha dedicado su décimo libro, que acaba de publicar en España la editorial Taurus. Estamos ante una catástrofe, viene a ser su tesis. No es la primera vez que lo dice: ya hace diez años pronosticó el derrumbamiento del capitalismo global. Escuchan con atención sus predicciones los que recuerdan que hizo su fortuna con un golpe que rompió el espinazo del Banco de Inglaterra: el 16 de septiembre de 1992, el miércoles negro, Soros vendió más de 10.000 millones de libras esterlinas y forzó la devaluación de la divisa británica, un movimiento especulativo que le hizo ganar más de mil millones de dólares en 24 horas. Pero otros
-economistas, expertos, académicos- creen que exagera y que su activismo político nubla sus dotes de analista financiero. A él le divierte verse como el protagonista de Pedro y el lobo.
-Y recuerde que al final el lobo vino.
Vino, y usted podría estar en lo cierto, pero...Podría equivocarme.
Podría equivocarse. Podría equivocarme en lo que sostengo, pero mi espalda me está diciendo... Mejor dicho, mi espalda no me está diciendo que estoy equivocado.
¿A estas alturas de su vida presta cada vez más atención a su espalda? No, no, pero si mi espalda habla, yo la escucho. En todo caso, lo primero que uso es mi cabeza. Y cuando me equivoco, entonces habla mi espalda.
Si Soros estuviera sentado delante de su ordenador, en la mesa de su despacho, y mirara hacia la izquierda, vería todo Central Park, de sur a norte, desde esta planta 33 de un rascacielos que se levanta en la calle 57, a la altura de la Séptima Avenida. Si mirara hacia atrás, su vista cruzaría el río Hudson y llegaría hasta Nueva Jersey. Pero ahora mismo está sentado en otra mesa, en un extremo del despacho en cuyas paredes cuelgan originales de Kadar Bela y otros artistas húngaros, y sólo en ocasiones presta alguna atención al ordenador: cuando escucha el ping que indica que ha recibido un correo electrónico.
Aunque sus ojos azules son amistosos, tiene el gesto un poco tenso. "No están los tiempos como para sonrisas", fue la respuesta. ¿Por qué le cuesta tanto sonreír a este hombre que tiene una fortuna de 9.000 millones de dólares, según la revista Forbes? Quizá porque cree que tiene que acompañar así su mensaje de que estamos ante la peor crisis financiera desde los años treinta, que la superburbuja creada en los últimos 25 años ha estallado y que vamos hacia una recesión.
-Por desgracia, es verdad. Mire, he escrito este libro naturalmente por la crisis, pero también porque yo tengo una filosofía que no se limita al mercado. Es una interpretación diferente de la condición humana. El mercado es como un laboratorio en el que se pueden probar esas ideas. Y ésta es una prueba muy buena. La idea básica es que nuestra comprensión del mundo es siempre imperfecta, y que esa comprensión imperfecta ocupa un papel muy importante a la hora de configurar la historia. Lo que está ocurriendo ahora es un ejemplo estupendo, porque el sistema financiero global en los últimos 25 años se ha desarrollado sobre la base de conceptos equivocados en cuanto a los mercados. Y esos errores son los que han traído esta crisis. Eso es lo que yo llamo la superburbuja. En mi interpretación, cada burbuja tiene componentes basados en la realidad, en el mundo real. Pero hay una interpretación incorrecta de la realidad. Y las interacciones entre las falsas concepciones y la realidad causan...
Suena un ping desde el ordenador. Pero Soros está ya lanzado en su discurso.
... en otras palabras, todo lo que ocurre en el mundo real refuerza las malas interpretaciones, hasta que la distorsión de la realidad es tan grande que no se puede sostener. Y así es como se desarrollan, y al final estallan, las burbujas. Y los errores sobre el mercado consisten en pensar que tiende al equilibrio, y que las desviaciones del equilibrio son aleatorias. Todo lo que está ocurriendo ahora se debe a esos errores. Por esa razón se ha permitido que los mercados tengan mucha más libertad de la que tenían.
A usted no le gusta el fundamentalismo de los mercados, no le gusta el 'laissez faire', pero... Pero tampoco me gusta la regulación. De hecho, la regulación es peor aún que los mercados. Los reguladores son burócratas, y los burócratas son bastante lentos a la hora de responder a la realidad. Por consiguiente, las regulaciones pueden empeorar las cosas. Lo que hay que hacer es mantenerlas en un nivel mínimo. Por otra parte, ir demasiado lejos y eliminar las regulaciones, que es lo que ha pasado en los últimos 25 años, crea los problemas que tenemos ahora. Son los extremos.
¿Y usted aboga por un punto intermedio, por una especie de capitalismo maduro? Sí, eso es. El hecho de que yo critique el capitalismo no quiere decir que me oponga al capitalismo: lo que quiero es que funcione bien, quiero mejorarlo. Todas las creaciones humanas son imperfectas; cuando uno busca la perfección es cuando se encuentra con problemas. El comunismo ofreció un mundo ideal perfecto, pero la realidad era completamente distinta. Y esta fe en la perfección de los mercados y en que no hace falta regulación, en que no es necesaria la intervención del Estado, es otro error de exceso.
Dice usted que estamos al final de una era. ¿Qué es lo que está muriendo? Una manera concreta de organización global basada en el dominio del dólar. El consenso de Washington impuso una disciplina de mercado a todos los miembros de la economía global, a todos los países, excepto EE UU. Estados Unidos tenía el dólar, la divisa que todos los demás aceptaban; sus únicas limitaciones eran las que se imponía a sí mismo. Y esto resultó no ser muy eficaz. Estados Unidos acabó utilizando todos los ahorros del mundo para apoyar el consumo interno. Al final consumimos un 6% más de lo que producíamos. Esto podría haber continuado así, porque había países como China, y antes Japón, encantados de proporcionar crédito y acumular riqueza, pero entonces las familias se vieron desbordadas por la deuda, debido a la burbuja inmobiliaria.
Y ahora... Ahora estamos en un periodo de incertidumbre, porque no está claro qué es lo que viene y no es algo que sea posible pronosticar. Es imposible predecir el futuro: la idea de que podemos predecirlo es también una falsa idea. Depende de lo que hagamos, de cómo respondemos a la crisis. El mundo será muy diferente, por ejemplo, si es presidente Obama o si lo es McCain. Pero también es muy importante, quizá más importante, cómo responde China a la actual situación. Porque ahora mismo América no tiene demasiadas opciones, debido a los límites que se han desarrollado: no podemos rebajar ya más los tipos de interés, no podemos aumentarlos tampoco... estamos atascados.
El margen de maniobra es estrecho. Muy estrecho. China tiene mucho más margen que EE UU, más capacidad, debido a su gran superávit, así que debería tomar iniciativas...
Habrá que ver qué iniciativas, porque usted sugiere una posible crisis de tipo capitalista como desenlace final del régimen chino... Si China maneja mal la situación, habrá una crisis política, además de una crisis financiera, porque no hay democracia en China. Por tanto, no hay manera de que la gente exprese su descontento. Tienen, de hecho, un sistema muy extraño de creación de consensos; el comunismo chino es muy diferente del modelo estalinista. Los líderes chinos escuchan muy cuidadosamente a todas las partes y se mueven con mucha cautela. Pero si fracasan a la hora de lidiar con esta situación, habrá una gran rebelión.
Hay analistas que creen que es exagerado hablar de recesión cuando la economía, con los precios a los que ha llegado el barril de petróleo, la crisis inmobiliaria y las restricciones de crédito, sigue relativamente bien. Más débil, con más inflación y menos crecimiento, pero sigue tirando. Y que se trata más de una parte baja del ciclo que de una recesión... Yo estoy en desacuerdo. Quizá no estemos aún en una recesión, pero avanzamos hacia ella. El presente indica de manera anticipada lo que puede ocurrir en el futuro. Y todos los indicadores señalan que estamos avanzando hacia la recesión. No reconocerlo supondrá que pasaremos más tiempo en esa recesión.
¿Cuál es el mejor país para invertir ahora mismo, el más atractivo? El euro está en mejor posición que el resto de las divisas, pero ahora mismo el mejor país es China.
¿Qué es lo que sabe de España, en donde la construcción ocupa una parte notable de la actividad económica? España tiene un problema, pero es diferente. Por una parte, tiene una crisis inmobiliaria, y, como dice usted, el peso del sector de la construcción representa una proporción mucho mayor en la economía española que en la de los otros países. Pero no tiene la crisis bancaria que nosotros sí tenemos, porque los bancos españoles no incurrieron en las prácticas de otros bancos ingleses y americanos y están ahora en una posición más sólida. En España hay un sistema distinto de financiación inmobiliaria que no ha causado los problemas que tenemos en Estados Unidos y el Reino Unido. Por otra parte, España está en la UE y en el euro, con lo que su capacidad de maniobra es restringida: no puede alterar ni el tipo de cambio ni el tipo de interés, no hay demasiadas armas a mano. Pero no tiene mucho déficit, con lo que cuenta con un cierto margen para aplicar estímulos económicos basados en el déficit presupuestario. Por todo esto, España tendrá una fase de economía débil; la clave residirá en lo flexible que pueda ser la fuerza de trabajo...
Usted pronostica que la crisis podría crear una recesión global y, como consecuencia, un declive relativo de EE UU y un ascenso de China y otros países. ¿El siglo XXI no va a ser otro siglo americano? No me siento capaz de hacer esa predicción incondicional. El mundo está muy interconectado, pero los Estados soberanos que lo conforman necesitan liderazgo. Si Estados Unidos proporciona el liderazgo adecuado, podría recuperar su posición de preeminencia. O sea, que yo aún tengo confianza en EE UU. Pero lo que creo es que se ha cometido un gran error político que empezó con Reagan, con el fundamentalismo de mercado. Luego con Bush, con el Bush actual, tratando de usar nuestra superioridad militar para imponer sus dictados al mundo. Ése ha sido un error terrible. Pero es algo que ya estamos empezando a asumir, con lo que podemos ser capaces de corregirlo.
Ha mencionado a George Bush. Creo que usted se gastó más de 20 millones de dólares en la campaña electoral de 2004... 26 millones y medio.
... veintiséis millones y medio para que Bush no fuera reelegido en 2004. ¿Fue tirar el dinero? No, no lo fue. No es tirar el dinero porque defiendes tus principios, porque apoyas los principios adecuados, aunque luego no tengas éxito.
¿La historia podrá ofrecernos en el futuro una imagen algo mejor de la que actualmente tiene George W. Bush? La imagen actual es bastante clara.
¿Cómo la ve? Creo que se puede decir que es el peor presidente de la historia de Estados Unidos.
Usted proclamó hace ya meses sus simpatías por Obama. También por algunos más... Bueno, desde luego McCain sería una mejoría con respecto a Bush. Pero no hay ninguna duda de que estoy a favor de Obama.
¿Las elecciones de noviembre se decidirán sobre la base de la economía? Es algo que cada vez parece estar más claro.
¿Le gusta lo que se conoce de las propuestas económicas de Obama? Son aún vagas, pero apuntan a medidas de respaldo al sector inmobiliario, iniciativas sobre energía, un segundo paquete de estímulos fiscales... Creo que Obama, aunque apoye un segundo paquete, se comportó como un auténtico hombre de Estado cuando se opuso a la reducción de los impuestos de la gasolina [tanto Hillary Clinton como McCain estaban a favor]. Y creo que en la actual situación, tan negativa, tendrá que recurrir a soluciones más radicales para abordar la crisis económica. Con el calentamiento global, que es la verdadera crisis que se le viene encima a la economía mundial. Tenemos que hacer grandes inversiones en energías limpias. Creo que esas inversiones deberían sustituir el consumo como motor de la economía global. Y confío que él tenga la visión de abrazar este tipo de ideas.
¿Apostaría dinero por una victoria de Obama? Ahora sí lo apostaría. Pero cuando hice público mi respaldo por él, no. Le apoyé no porque creí que podría ganar, sino porque creí que era el hombre que América necesita.
¿Por qué? La razón principal es que representaría una ruptura con el gobierno de Bush. Hay que llevar a cabo esa ruptura. Además, Obama tiene algunas cualidades, debido a su historia personal, que le permiten ver el mundo no desde un punto de vista rígido, sino desde muchos puntos de vista diferentes. Y eso es lo que necesitamos ahora, porque Estados Unidos tiene que dirigir el mundo admitiendo, teniendo en cuenta, los puntos de vista de otros países. Y yo creo que él es el hombre que puede hacer eso.
A usted le gustaría ser recordado como un hombre de ideas, como un filósofo... pero se le ve como un especulador, un millonario... y ahora como un filántropo. ¿Le duele que no se tengan más en cuenta sus puntos de vista? Ya estoy acostumbrado. Estoy intentando que mis ideas se conozcan mejor. Hay muchas resistencias, pero estoy haciendo algunos progresos...
Bueno, hace poco declaró ante el Comité de Comercio del Senado de Estados Unidos... Eso no es una cosa muy seria, en el Senado escuchan a mucha gente... No, mire, yo soy una persona polémica porque expreso mis opiniones sobre muchos asuntos, por lo que tengo muchos enemigos. Pero también me da la impresión de que hay mucha gente que quizá está de acuerdo con mis opiniones.
Hablando de sus opiniones, creo que en buena medida se forjaron por las experiencias familiares. Su padre, Tivadar, fue, además de abogado, escritor en esperanto y se empeñó en que usted lo hablara desde niño. ¿Aún lo habla? No, ya no lo hablo, pero lo hice y podría volver a hacerlo. Es una lengua fascinante, una invención fascinante, pero ahora mismo no tiene ninguna utilidad. Su papel como lengua universal ha sido sustituido por el inglés; inglés mal hablado, pero que es la lengua universal que tenemos ahora mismo.
Tivadar, que ya había tenido una juventud llena de aventuras [un judío húngaro que se alistó voluntario en la Primera Guerra Mundial y fue prisionero en Siberia], salvó la vida de toda la familia y de cientos de personas cuando la ocupación nazi de Hungría, en 1944... Es cierto, mi filosofía se ha desarrollado a partir de mis experiencias vitales. Y la más importante fue la ocupación. Yo soy judío; si mi padre no hubiera tenido la previsión que le permitió salvar a su familia, yo no estaría aquí ahora mismo; es así de sencillo. Y esa experiencia, sobre todo el ejemplo de mi padre, de cómo manejó aquella situación, es la experiencia educativa más importante de mi vida. Yo tenía 13, 14 años cuando eso ocurrió; mi padre entendió que hay ocasiones en las que lo anormal se convierte en normal y, por tanto, el comportamiento normal no es apropiado. Y tienes que tomar las riendas de tu vida y hacer lo que es necesario. Así que él consiguió que nos proporcionaran una falsa identidad a todos nosotros... Bueno, usted puede leer todo eso en el libro que escribió mi padre y que yo creo que está bastante bien. Lo lee en el avión de vuelta a España y así podrá tener una idea de cómo salimos adelante gracias a una mejor comprensión de la realidad para sobrevivir y superar el peligro. Realmente fue una experiencia educativa.
La más importante de su vida. Sin duda. La más valiosa. La más valiosa.
¿Recuerda bien aquellos años? Sí, sí. ¡Y desde luego me acuerdo mucho mejor de todo aquello que de lo que ocurrió el año pasado! ¡Es un signo de la edad! [Por fin Soros se ríe con ganas].
Horas después, en la tediosa espera de casi dos horas para despegar en las pistas del aeropuerto Kennedy, Masquerade, de Tivadar Soros, comienza así: "La vida es hermosa, llena de diversidad y aventuras. Pero tienes que tener la suerte de tu lado".
Soros se salvó gracias a la adopción de una identidad falsa -"es casi un sacrilegio decirlo, pero aquellos diez meses fueron los más felices de mi vida", escribe en la introducción al libro de su padre-, hizo sus primeros pinitos especulativos cambiando moneda en la época de la hiperinflación, entre la ocupación nazi y la soviética de Hungría, escapó de los soviéticos en 1946 gracias a su asistencia a un congreso de esperanto que se celebraba en Occidente y llegó a Londres en 1947. Mientras trabajaba en lo que le salía
-desde maletero de estación hasta camarero-, estudió en la London School of Economics. El profesor que más le marcó fue Karl Popper. A él debe muchas de sus elaboraciones posteriores, desde la reflexividad [las percepciones cambian la manera de actuar, y esos actos, posteriormente, modifican las percepciones] hasta la teoría de las sociedades abiertas. Desde Londres se trasladó a Nueva York, en 1956. Allí trabajó en los mercados financieros, y en torno a 1963 elaboró sus primeras reflexiones filosóficas. Hubo un momento, lo ha dicho y escrito en muchas ocasiones, en el que comprendió que era mejor inversor que filósofo, que manejaba mejor el dinero que las ideas...
-La práctica me convenció. Tuve mucho éxito a la hora de hacer dinero y no lo tuve cuando quise expresar mis ideas. Hasta cierto punto, eso siguió siendo así después, aunque creo que he mejorado en la expresión de mi filosofía. Me he considerado toda mi vida un filósofo fracasado, pero creo que ahora eso ya no es así. Creo que este libro es más fácil de leer; al leerlo se entiende lo que pretendo decir mejor que en mis libros anteriores.
A la hora de explicar cómo se hizo rico, dice que fue porque siempre ha sabido cuándo se equivoca... Sí.
Alguna razón más habrá habido, ¿no? Bueno, es la más importante. Me da la impresión de que mi filosofía es muy negativa. Yo digo que todas las creaciones humanas son imperfectas; que la perfección es imposible de conseguir; que no podemos basar nuestras decisiones en el conocimiento... ¿Ve? Son todas conclusiones negativas. Ahora bien: no podemos alcanzar la perfección, pero sí mejorar nuestra comprensión a través del pensamiento crítico. Y el pensamiento crítico implica admitir que uno puede estar equivocado y buscar en qué se está equivocado. Eso es, claramente, lo que ha hecho que tuviera éxito como inversor.
Usted es un pionero de la filantropía, como otros millonarios en EE UU. Lo primero que hay que decir es que en EE UU hay leyes que favorecen el desarrollo del gasto en filantropía a cambio de ahorros fiscales. No creo que esto se pueda hacer en España.
Así que no se trata de que los corazones de los ricos sean más generosos en EE UU... No, en España seguro que hay generosidad de sobra. Pero gracias a estas leyes la filantropía se ha establecido más en EE UU, y es también un signo de preeminencia social.
Soros hace filantropía social y también política. Ha dado millones de dólares, a través de la fundación que lleva su nombre, en varios países del este de Europa y del Instituto Open Society, para el desarrollo de la democracia en Rusia, en los países que fueron dictaduras bajo la URSS, para las campañas electorales norteamericanas...
-Hay básicamente un solo tipo de filantropía, la política. Todo es política.
¿Todo? Las ayudas para facilitar la vivienda en los barrios de Nueva York y el desarrollo de la democracia en Hungría? Todo. Todo es filantropía política.
¿Y con qué criterios la aplica, cómo reparte su dinero? Mediante la prueba y el error.
Popper de nuevo... Sí, siguiendo las recomendaciones de Popper, aprendiendo de mis errores y tratando de tener éxito. Eso es lo que funcionó en mi trabajo. Y así salió muy bien toda la inversión filantrópica en Hungría y en muchos otros sitios. Nunca me compensó nada tanto como lo de Hungría. Fue algo que me sedujo. Normalmente, la filantropía se topa con una serie de dificultades: la gente te dice lo que tú quieres oír y luego hace lo que le da la gana, te engaña, te torea... por lo que te tienes que proteger, tienes que ir con mucho cuidado. En Hungría di un montón de dinero y la gente se preocupó de gastarlo bien. Me propuse respaldar a la sociedad civil contra un régimen que no gustaba a nadie. Y la gente vio la fundación como un maná que tenían que proteger. No había presupuesto, no había controles, y la sociedad se encargó de ello, asumió la tarea de controlarlo. Es algo único, no me ha vuelto a pasar en ningún lugar del mundo.
Supongo que es una fuente de felicidad ver que el dinero se gasta bien. Ya le digo, una experiencia única. Yo di el dinero, me fui, y cuando volví estaba hecho. No sé cómo lo hicieron, pero funcionó. Hice lo mismo en Rusia, y hasta cierto punto funcionó, pero hubo también una serie de experiencias negativas que jamás tuve en Hungría, como algún fraude que otro... Usé los mismos métodos, pero el resultado no fue igual de bueno.
¡Ping! Otro correo electrónico llega. Este capta más la atención de Soros, que intercambia una mirada con su asistente. Un par de minutos más.
Dígame, ¿qué mundo cree que tendremos dentro de 25 años? Ni idea. Realmente no puedo saberlo, no tengo la menor idea.
Bueno, entonces, ¿cómo le gustaría que fuera? A mí me gustaría una humanidad que se mueva de la edad de la razón a la edad de la falibilidad, que reconozca que la razón no siempre funciona, que no podemos controlar todo para que marche a la perfección y que lo que tenemos que hacer es desarrollar un pensamiento crítico que nos permita una mejor comprensión de la realidad, incluyendo de nuevo que jamás podemos alcanzar la perfección.
En su libro dice que los norteamericanos hacen lo imposible por negar la realidad de la muerte, que hacen cualquier cosa para olvidar esa realidad. ¿Y usted? ¿Piensa en la muerte? Yo creo... quizá sea una exageración, pero creo que he resuelto, por lo menos teóricamente, el problema de la muerte... [silencio]. Sabiendo que mi punto de vista del mundo no se corresponde con la realidad, que es una distorsión de la realidad, también comprendo que la muerte como desaparición, la idea de la muerte, no es lo mismo que la muerte real, la muerte como un hecho. La idea de la muerte es un anatema de la conciencia; mi conciencia no puede admitir la no existencia, le resulta imposible. Pero la muerte es un hecho, es la continuación de la vida, no es una denegación de la vida, es la consecuencia normal de estar vivo. Así que, después de haber vivido, mueres; tampoco es tan malo. La idea de la muerte es algo con lo que, de manera consciente, no puedo vivir; pero a lo que yo tengo miedo no es exactamente lo mismo que lo que me aguarda... No sé si me sigue. Naturalmente, en la realidad, la perspectiva de la muerte es una presencia amenazadora en mi mente, pero me ha permitido liberarme del miedo a la muerte. He llegado a aceptar que morir forma parte de la vida. Es... es una solución personal que otra gente no encontrará necesariamente satisfactoria. Pero a mí me ha ayudado. Y usted, ¿qué piensa de esto?...
¿Qué tal tiene la espalda hoy? Hoy está bien.
George Soros cumplió 78 años el pasado 12 de agosto. No es que esté mal de salud, aunque desde que se retiró de la gestión directa, en 2001, ya viene poco por aquí, por su despacho del Soros Fund Management en Manhattan; es que le gusta decir que siempre ha tomado sus decisiones más importantes en función de lo que le avisa su organismo.
-Normalmente me duele la espalda cuando cometo un error. El hecho de que ahora no me duela me hace pensar que he comprendido bastante bien lo que está pasando.
Soros cree haber comprendido bien de qué va la actual crisis económica y a eso ha dedicado su décimo libro, que acaba de publicar en España la editorial Taurus. Estamos ante una catástrofe, viene a ser su tesis. No es la primera vez que lo dice: ya hace diez años pronosticó el derrumbamiento del capitalismo global. Escuchan con atención sus predicciones los que recuerdan que hizo su fortuna con un golpe que rompió el espinazo del Banco de Inglaterra: el 16 de septiembre de 1992, el miércoles negro, Soros vendió más de 10.000 millones de libras esterlinas y forzó la devaluación de la divisa británica, un movimiento especulativo que le hizo ganar más de mil millones de dólares en 24 horas. Pero otros
-economistas, expertos, académicos- creen que exagera y que su activismo político nubla sus dotes de analista financiero. A él le divierte verse como el protagonista de Pedro y el lobo.
-Y recuerde que al final el lobo vino.
Vino, y usted podría estar en lo cierto, pero...Podría equivocarme.
Podría equivocarse. Podría equivocarme en lo que sostengo, pero mi espalda me está diciendo... Mejor dicho, mi espalda no me está diciendo que estoy equivocado.
¿A estas alturas de su vida presta cada vez más atención a su espalda? No, no, pero si mi espalda habla, yo la escucho. En todo caso, lo primero que uso es mi cabeza. Y cuando me equivoco, entonces habla mi espalda.
Si Soros estuviera sentado delante de su ordenador, en la mesa de su despacho, y mirara hacia la izquierda, vería todo Central Park, de sur a norte, desde esta planta 33 de un rascacielos que se levanta en la calle 57, a la altura de la Séptima Avenida. Si mirara hacia atrás, su vista cruzaría el río Hudson y llegaría hasta Nueva Jersey. Pero ahora mismo está sentado en otra mesa, en un extremo del despacho en cuyas paredes cuelgan originales de Kadar Bela y otros artistas húngaros, y sólo en ocasiones presta alguna atención al ordenador: cuando escucha el ping que indica que ha recibido un correo electrónico.
Aunque sus ojos azules son amistosos, tiene el gesto un poco tenso. "No están los tiempos como para sonrisas", fue la respuesta. ¿Por qué le cuesta tanto sonreír a este hombre que tiene una fortuna de 9.000 millones de dólares, según la revista Forbes? Quizá porque cree que tiene que acompañar así su mensaje de que estamos ante la peor crisis financiera desde los años treinta, que la superburbuja creada en los últimos 25 años ha estallado y que vamos hacia una recesión.
-Por desgracia, es verdad. Mire, he escrito este libro naturalmente por la crisis, pero también porque yo tengo una filosofía que no se limita al mercado. Es una interpretación diferente de la condición humana. El mercado es como un laboratorio en el que se pueden probar esas ideas. Y ésta es una prueba muy buena. La idea básica es que nuestra comprensión del mundo es siempre imperfecta, y que esa comprensión imperfecta ocupa un papel muy importante a la hora de configurar la historia. Lo que está ocurriendo ahora es un ejemplo estupendo, porque el sistema financiero global en los últimos 25 años se ha desarrollado sobre la base de conceptos equivocados en cuanto a los mercados. Y esos errores son los que han traído esta crisis. Eso es lo que yo llamo la superburbuja. En mi interpretación, cada burbuja tiene componentes basados en la realidad, en el mundo real. Pero hay una interpretación incorrecta de la realidad. Y las interacciones entre las falsas concepciones y la realidad causan...
Suena un ping desde el ordenador. Pero Soros está ya lanzado en su discurso.
... en otras palabras, todo lo que ocurre en el mundo real refuerza las malas interpretaciones, hasta que la distorsión de la realidad es tan grande que no se puede sostener. Y así es como se desarrollan, y al final estallan, las burbujas. Y los errores sobre el mercado consisten en pensar que tiende al equilibrio, y que las desviaciones del equilibrio son aleatorias. Todo lo que está ocurriendo ahora se debe a esos errores. Por esa razón se ha permitido que los mercados tengan mucha más libertad de la que tenían.
A usted no le gusta el fundamentalismo de los mercados, no le gusta el 'laissez faire', pero... Pero tampoco me gusta la regulación. De hecho, la regulación es peor aún que los mercados. Los reguladores son burócratas, y los burócratas son bastante lentos a la hora de responder a la realidad. Por consiguiente, las regulaciones pueden empeorar las cosas. Lo que hay que hacer es mantenerlas en un nivel mínimo. Por otra parte, ir demasiado lejos y eliminar las regulaciones, que es lo que ha pasado en los últimos 25 años, crea los problemas que tenemos ahora. Son los extremos.
¿Y usted aboga por un punto intermedio, por una especie de capitalismo maduro? Sí, eso es. El hecho de que yo critique el capitalismo no quiere decir que me oponga al capitalismo: lo que quiero es que funcione bien, quiero mejorarlo. Todas las creaciones humanas son imperfectas; cuando uno busca la perfección es cuando se encuentra con problemas. El comunismo ofreció un mundo ideal perfecto, pero la realidad era completamente distinta. Y esta fe en la perfección de los mercados y en que no hace falta regulación, en que no es necesaria la intervención del Estado, es otro error de exceso.
Dice usted que estamos al final de una era. ¿Qué es lo que está muriendo? Una manera concreta de organización global basada en el dominio del dólar. El consenso de Washington impuso una disciplina de mercado a todos los miembros de la economía global, a todos los países, excepto EE UU. Estados Unidos tenía el dólar, la divisa que todos los demás aceptaban; sus únicas limitaciones eran las que se imponía a sí mismo. Y esto resultó no ser muy eficaz. Estados Unidos acabó utilizando todos los ahorros del mundo para apoyar el consumo interno. Al final consumimos un 6% más de lo que producíamos. Esto podría haber continuado así, porque había países como China, y antes Japón, encantados de proporcionar crédito y acumular riqueza, pero entonces las familias se vieron desbordadas por la deuda, debido a la burbuja inmobiliaria.
Y ahora... Ahora estamos en un periodo de incertidumbre, porque no está claro qué es lo que viene y no es algo que sea posible pronosticar. Es imposible predecir el futuro: la idea de que podemos predecirlo es también una falsa idea. Depende de lo que hagamos, de cómo respondemos a la crisis. El mundo será muy diferente, por ejemplo, si es presidente Obama o si lo es McCain. Pero también es muy importante, quizá más importante, cómo responde China a la actual situación. Porque ahora mismo América no tiene demasiadas opciones, debido a los límites que se han desarrollado: no podemos rebajar ya más los tipos de interés, no podemos aumentarlos tampoco... estamos atascados.
El margen de maniobra es estrecho. Muy estrecho. China tiene mucho más margen que EE UU, más capacidad, debido a su gran superávit, así que debería tomar iniciativas...
Habrá que ver qué iniciativas, porque usted sugiere una posible crisis de tipo capitalista como desenlace final del régimen chino... Si China maneja mal la situación, habrá una crisis política, además de una crisis financiera, porque no hay democracia en China. Por tanto, no hay manera de que la gente exprese su descontento. Tienen, de hecho, un sistema muy extraño de creación de consensos; el comunismo chino es muy diferente del modelo estalinista. Los líderes chinos escuchan muy cuidadosamente a todas las partes y se mueven con mucha cautela. Pero si fracasan a la hora de lidiar con esta situación, habrá una gran rebelión.
Hay analistas que creen que es exagerado hablar de recesión cuando la economía, con los precios a los que ha llegado el barril de petróleo, la crisis inmobiliaria y las restricciones de crédito, sigue relativamente bien. Más débil, con más inflación y menos crecimiento, pero sigue tirando. Y que se trata más de una parte baja del ciclo que de una recesión... Yo estoy en desacuerdo. Quizá no estemos aún en una recesión, pero avanzamos hacia ella. El presente indica de manera anticipada lo que puede ocurrir en el futuro. Y todos los indicadores señalan que estamos avanzando hacia la recesión. No reconocerlo supondrá que pasaremos más tiempo en esa recesión.
¿Cuál es el mejor país para invertir ahora mismo, el más atractivo? El euro está en mejor posición que el resto de las divisas, pero ahora mismo el mejor país es China.
¿Qué es lo que sabe de España, en donde la construcción ocupa una parte notable de la actividad económica? España tiene un problema, pero es diferente. Por una parte, tiene una crisis inmobiliaria, y, como dice usted, el peso del sector de la construcción representa una proporción mucho mayor en la economía española que en la de los otros países. Pero no tiene la crisis bancaria que nosotros sí tenemos, porque los bancos españoles no incurrieron en las prácticas de otros bancos ingleses y americanos y están ahora en una posición más sólida. En España hay un sistema distinto de financiación inmobiliaria que no ha causado los problemas que tenemos en Estados Unidos y el Reino Unido. Por otra parte, España está en la UE y en el euro, con lo que su capacidad de maniobra es restringida: no puede alterar ni el tipo de cambio ni el tipo de interés, no hay demasiadas armas a mano. Pero no tiene mucho déficit, con lo que cuenta con un cierto margen para aplicar estímulos económicos basados en el déficit presupuestario. Por todo esto, España tendrá una fase de economía débil; la clave residirá en lo flexible que pueda ser la fuerza de trabajo...
Usted pronostica que la crisis podría crear una recesión global y, como consecuencia, un declive relativo de EE UU y un ascenso de China y otros países. ¿El siglo XXI no va a ser otro siglo americano? No me siento capaz de hacer esa predicción incondicional. El mundo está muy interconectado, pero los Estados soberanos que lo conforman necesitan liderazgo. Si Estados Unidos proporciona el liderazgo adecuado, podría recuperar su posición de preeminencia. O sea, que yo aún tengo confianza en EE UU. Pero lo que creo es que se ha cometido un gran error político que empezó con Reagan, con el fundamentalismo de mercado. Luego con Bush, con el Bush actual, tratando de usar nuestra superioridad militar para imponer sus dictados al mundo. Ése ha sido un error terrible. Pero es algo que ya estamos empezando a asumir, con lo que podemos ser capaces de corregirlo.
Ha mencionado a George Bush. Creo que usted se gastó más de 20 millones de dólares en la campaña electoral de 2004... 26 millones y medio.
... veintiséis millones y medio para que Bush no fuera reelegido en 2004. ¿Fue tirar el dinero? No, no lo fue. No es tirar el dinero porque defiendes tus principios, porque apoyas los principios adecuados, aunque luego no tengas éxito.
¿La historia podrá ofrecernos en el futuro una imagen algo mejor de la que actualmente tiene George W. Bush? La imagen actual es bastante clara.
¿Cómo la ve? Creo que se puede decir que es el peor presidente de la historia de Estados Unidos.
Usted proclamó hace ya meses sus simpatías por Obama. También por algunos más... Bueno, desde luego McCain sería una mejoría con respecto a Bush. Pero no hay ninguna duda de que estoy a favor de Obama.
¿Las elecciones de noviembre se decidirán sobre la base de la economía? Es algo que cada vez parece estar más claro.
¿Le gusta lo que se conoce de las propuestas económicas de Obama? Son aún vagas, pero apuntan a medidas de respaldo al sector inmobiliario, iniciativas sobre energía, un segundo paquete de estímulos fiscales... Creo que Obama, aunque apoye un segundo paquete, se comportó como un auténtico hombre de Estado cuando se opuso a la reducción de los impuestos de la gasolina [tanto Hillary Clinton como McCain estaban a favor]. Y creo que en la actual situación, tan negativa, tendrá que recurrir a soluciones más radicales para abordar la crisis económica. Con el calentamiento global, que es la verdadera crisis que se le viene encima a la economía mundial. Tenemos que hacer grandes inversiones en energías limpias. Creo que esas inversiones deberían sustituir el consumo como motor de la economía global. Y confío que él tenga la visión de abrazar este tipo de ideas.
¿Apostaría dinero por una victoria de Obama? Ahora sí lo apostaría. Pero cuando hice público mi respaldo por él, no. Le apoyé no porque creí que podría ganar, sino porque creí que era el hombre que América necesita.
¿Por qué? La razón principal es que representaría una ruptura con el gobierno de Bush. Hay que llevar a cabo esa ruptura. Además, Obama tiene algunas cualidades, debido a su historia personal, que le permiten ver el mundo no desde un punto de vista rígido, sino desde muchos puntos de vista diferentes. Y eso es lo que necesitamos ahora, porque Estados Unidos tiene que dirigir el mundo admitiendo, teniendo en cuenta, los puntos de vista de otros países. Y yo creo que él es el hombre que puede hacer eso.
A usted le gustaría ser recordado como un hombre de ideas, como un filósofo... pero se le ve como un especulador, un millonario... y ahora como un filántropo. ¿Le duele que no se tengan más en cuenta sus puntos de vista? Ya estoy acostumbrado. Estoy intentando que mis ideas se conozcan mejor. Hay muchas resistencias, pero estoy haciendo algunos progresos...
Bueno, hace poco declaró ante el Comité de Comercio del Senado de Estados Unidos... Eso no es una cosa muy seria, en el Senado escuchan a mucha gente... No, mire, yo soy una persona polémica porque expreso mis opiniones sobre muchos asuntos, por lo que tengo muchos enemigos. Pero también me da la impresión de que hay mucha gente que quizá está de acuerdo con mis opiniones.
Hablando de sus opiniones, creo que en buena medida se forjaron por las experiencias familiares. Su padre, Tivadar, fue, además de abogado, escritor en esperanto y se empeñó en que usted lo hablara desde niño. ¿Aún lo habla? No, ya no lo hablo, pero lo hice y podría volver a hacerlo. Es una lengua fascinante, una invención fascinante, pero ahora mismo no tiene ninguna utilidad. Su papel como lengua universal ha sido sustituido por el inglés; inglés mal hablado, pero que es la lengua universal que tenemos ahora mismo.
Tivadar, que ya había tenido una juventud llena de aventuras [un judío húngaro que se alistó voluntario en la Primera Guerra Mundial y fue prisionero en Siberia], salvó la vida de toda la familia y de cientos de personas cuando la ocupación nazi de Hungría, en 1944... Es cierto, mi filosofía se ha desarrollado a partir de mis experiencias vitales. Y la más importante fue la ocupación. Yo soy judío; si mi padre no hubiera tenido la previsión que le permitió salvar a su familia, yo no estaría aquí ahora mismo; es así de sencillo. Y esa experiencia, sobre todo el ejemplo de mi padre, de cómo manejó aquella situación, es la experiencia educativa más importante de mi vida. Yo tenía 13, 14 años cuando eso ocurrió; mi padre entendió que hay ocasiones en las que lo anormal se convierte en normal y, por tanto, el comportamiento normal no es apropiado. Y tienes que tomar las riendas de tu vida y hacer lo que es necesario. Así que él consiguió que nos proporcionaran una falsa identidad a todos nosotros... Bueno, usted puede leer todo eso en el libro que escribió mi padre y que yo creo que está bastante bien. Lo lee en el avión de vuelta a España y así podrá tener una idea de cómo salimos adelante gracias a una mejor comprensión de la realidad para sobrevivir y superar el peligro. Realmente fue una experiencia educativa.
La más importante de su vida. Sin duda. La más valiosa. La más valiosa.
¿Recuerda bien aquellos años? Sí, sí. ¡Y desde luego me acuerdo mucho mejor de todo aquello que de lo que ocurrió el año pasado! ¡Es un signo de la edad! [Por fin Soros se ríe con ganas].
Horas después, en la tediosa espera de casi dos horas para despegar en las pistas del aeropuerto Kennedy, Masquerade, de Tivadar Soros, comienza así: "La vida es hermosa, llena de diversidad y aventuras. Pero tienes que tener la suerte de tu lado".
Soros se salvó gracias a la adopción de una identidad falsa -"es casi un sacrilegio decirlo, pero aquellos diez meses fueron los más felices de mi vida", escribe en la introducción al libro de su padre-, hizo sus primeros pinitos especulativos cambiando moneda en la época de la hiperinflación, entre la ocupación nazi y la soviética de Hungría, escapó de los soviéticos en 1946 gracias a su asistencia a un congreso de esperanto que se celebraba en Occidente y llegó a Londres en 1947. Mientras trabajaba en lo que le salía
-desde maletero de estación hasta camarero-, estudió en la London School of Economics. El profesor que más le marcó fue Karl Popper. A él debe muchas de sus elaboraciones posteriores, desde la reflexividad [las percepciones cambian la manera de actuar, y esos actos, posteriormente, modifican las percepciones] hasta la teoría de las sociedades abiertas. Desde Londres se trasladó a Nueva York, en 1956. Allí trabajó en los mercados financieros, y en torno a 1963 elaboró sus primeras reflexiones filosóficas. Hubo un momento, lo ha dicho y escrito en muchas ocasiones, en el que comprendió que era mejor inversor que filósofo, que manejaba mejor el dinero que las ideas...
-La práctica me convenció. Tuve mucho éxito a la hora de hacer dinero y no lo tuve cuando quise expresar mis ideas. Hasta cierto punto, eso siguió siendo así después, aunque creo que he mejorado en la expresión de mi filosofía. Me he considerado toda mi vida un filósofo fracasado, pero creo que ahora eso ya no es así. Creo que este libro es más fácil de leer; al leerlo se entiende lo que pretendo decir mejor que en mis libros anteriores.
A la hora de explicar cómo se hizo rico, dice que fue porque siempre ha sabido cuándo se equivoca... Sí.
Alguna razón más habrá habido, ¿no? Bueno, es la más importante. Me da la impresión de que mi filosofía es muy negativa. Yo digo que todas las creaciones humanas son imperfectas; que la perfección es imposible de conseguir; que no podemos basar nuestras decisiones en el conocimiento... ¿Ve? Son todas conclusiones negativas. Ahora bien: no podemos alcanzar la perfección, pero sí mejorar nuestra comprensión a través del pensamiento crítico. Y el pensamiento crítico implica admitir que uno puede estar equivocado y buscar en qué se está equivocado. Eso es, claramente, lo que ha hecho que tuviera éxito como inversor.
Usted es un pionero de la filantropía, como otros millonarios en EE UU. Lo primero que hay que decir es que en EE UU hay leyes que favorecen el desarrollo del gasto en filantropía a cambio de ahorros fiscales. No creo que esto se pueda hacer en España.
Así que no se trata de que los corazones de los ricos sean más generosos en EE UU... No, en España seguro que hay generosidad de sobra. Pero gracias a estas leyes la filantropía se ha establecido más en EE UU, y es también un signo de preeminencia social.
Soros hace filantropía social y también política. Ha dado millones de dólares, a través de la fundación que lleva su nombre, en varios países del este de Europa y del Instituto Open Society, para el desarrollo de la democracia en Rusia, en los países que fueron dictaduras bajo la URSS, para las campañas electorales norteamericanas...
-Hay básicamente un solo tipo de filantropía, la política. Todo es política.
¿Todo? Las ayudas para facilitar la vivienda en los barrios de Nueva York y el desarrollo de la democracia en Hungría? Todo. Todo es filantropía política.
¿Y con qué criterios la aplica, cómo reparte su dinero? Mediante la prueba y el error.
Popper de nuevo... Sí, siguiendo las recomendaciones de Popper, aprendiendo de mis errores y tratando de tener éxito. Eso es lo que funcionó en mi trabajo. Y así salió muy bien toda la inversión filantrópica en Hungría y en muchos otros sitios. Nunca me compensó nada tanto como lo de Hungría. Fue algo que me sedujo. Normalmente, la filantropía se topa con una serie de dificultades: la gente te dice lo que tú quieres oír y luego hace lo que le da la gana, te engaña, te torea... por lo que te tienes que proteger, tienes que ir con mucho cuidado. En Hungría di un montón de dinero y la gente se preocupó de gastarlo bien. Me propuse respaldar a la sociedad civil contra un régimen que no gustaba a nadie. Y la gente vio la fundación como un maná que tenían que proteger. No había presupuesto, no había controles, y la sociedad se encargó de ello, asumió la tarea de controlarlo. Es algo único, no me ha vuelto a pasar en ningún lugar del mundo.
Supongo que es una fuente de felicidad ver que el dinero se gasta bien. Ya le digo, una experiencia única. Yo di el dinero, me fui, y cuando volví estaba hecho. No sé cómo lo hicieron, pero funcionó. Hice lo mismo en Rusia, y hasta cierto punto funcionó, pero hubo también una serie de experiencias negativas que jamás tuve en Hungría, como algún fraude que otro... Usé los mismos métodos, pero el resultado no fue igual de bueno.
¡Ping! Otro correo electrónico llega. Este capta más la atención de Soros, que intercambia una mirada con su asistente. Un par de minutos más.
Dígame, ¿qué mundo cree que tendremos dentro de 25 años? Ni idea. Realmente no puedo saberlo, no tengo la menor idea.
Bueno, entonces, ¿cómo le gustaría que fuera? A mí me gustaría una humanidad que se mueva de la edad de la razón a la edad de la falibilidad, que reconozca que la razón no siempre funciona, que no podemos controlar todo para que marche a la perfección y que lo que tenemos que hacer es desarrollar un pensamiento crítico que nos permita una mejor comprensión de la realidad, incluyendo de nuevo que jamás podemos alcanzar la perfección.
En su libro dice que los norteamericanos hacen lo imposible por negar la realidad de la muerte, que hacen cualquier cosa para olvidar esa realidad. ¿Y usted? ¿Piensa en la muerte? Yo creo... quizá sea una exageración, pero creo que he resuelto, por lo menos teóricamente, el problema de la muerte... [silencio]. Sabiendo que mi punto de vista del mundo no se corresponde con la realidad, que es una distorsión de la realidad, también comprendo que la muerte como desaparición, la idea de la muerte, no es lo mismo que la muerte real, la muerte como un hecho. La idea de la muerte es un anatema de la conciencia; mi conciencia no puede admitir la no existencia, le resulta imposible. Pero la muerte es un hecho, es la continuación de la vida, no es una denegación de la vida, es la consecuencia normal de estar vivo. Así que, después de haber vivido, mueres; tampoco es tan malo. La idea de la muerte es algo con lo que, de manera consciente, no puedo vivir; pero a lo que yo tengo miedo no es exactamente lo mismo que lo que me aguarda... No sé si me sigue. Naturalmente, en la realidad, la perspectiva de la muerte es una presencia amenazadora en mi mente, pero me ha permitido liberarme del miedo a la muerte. He llegado a aceptar que morir forma parte de la vida. Es... es una solución personal que otra gente no encontrará necesariamente satisfactoria. Pero a mí me ha ayudado. Y usted, ¿qué piensa de esto?...
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