Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal (www.eluniversal.com.mx), 21 de septiembre de 2008;
AMLO condiciona y chantajea
FAP: mezquindad que pagará en 2009
Uno de los reflejos fundamentales de supervivencia de la especie humana es la unidad, reagruparse para enfrentar toda clase de adversidades.
En el ejercicio del poder, del gobierno, y sobre todo en la política, también resulta frecuente que se apele a la unidad y la solidaridad lo mismo ante desastres naturales que frente a emergencias sociales. Y es el caso luego del atentado de terror lanzado contra la población indefensa en la plaza principal de Morelia la noche del 15 de septiembre pasado, que hasta el momento ha cobrado ocho vidas de civiles.
En una respuesta que parece de elemental sentido común, el jefe del gobierno y del Estado mexicanos, Felipe Calderón, llamó a la unidad de todos los mexicanos frente al difícil momento que viven no sólo las víctimas, sus familias y Michoacán, sino el país entero. Y es que, en efecto, al aparecer el factor del terrorismo contra la sociedad en lo que sugiere una respuesta del crimen organizado y el narcotráfico contra el Estado, modifica radicalmente no sólo las prioridades del gobierno, sus estrategias y diseño de objetivos, sino que los ciudadanos también percibimos ese cambio en nuestra vida diaria, en cuestiones elementales, la seguridad y la tranquilidad.
El primer llamado a la “unidad” que envió el Presidente se produjo la mañana del 16 de septiembre, a unas horas del atentado en Morelia, en donde dijo: “Se puede discrepar pero no deliberadamente dividir y enconar… se puede opinar distinto en la libertad que nos han heredado nuestros próceres, en el marco de la libertad que el propio Estado garantiza, pero no se puede atentar contra el Estado”. También criticó severamente a quienes llevaron a cabo el atentado, a los que llamó “traidores a la patria… cobardes y asesinos sin escrúpulos”.
El segundo llamado se produjo el pasado viernes, durante la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, cuando dijo: “De nosotros depende convertirnos en la generación que enfrentó y derrotó con decisión, unidad y firmeza a los enemigos de México, la generación que por encima de diferencias políticas se supo unir en lo esencial en el momento histórico que se le exigió”.
¿CLAUDICAR POSTURAS?
Los llamados de unidad fueron respondidos positivamente por casi todos los sectores sociales y opositores políticos al gobierno, en tanto que el núcleo duro en torno al más radical de ellos, Andrés Manuel López Obrador, retorció las declaraciones presidenciales para justificar una mezquindad impensable, mientras el propio AMLO vio el momento no para la unidad, sino para el extremo del chantaje político.
Como si se tratara de mostrar la directriz sobre la postura que asumiría el grupo en torno a AMLO, en su editorial institucional el diario La Jornada —convertido desde hace mucho en el órgano de propaganda del tabasqueño— cuestionó el mensaje presidencial del 16 de septiembre porque Felipe Calderón “formuló severas descalificaciones contra los autores del atentado, lo vinculó de alguna forma con la fractura política que vive el país y exhortó a los opositores a renunciar a sus posturas”.
Está claro, por la lectura del discurso de Calderón, que no pide a nadie claudicar sus posturas. Reclama, sí, que ante la emergencia se coloque la unidad por sobre las diferencias. Y así pareció entenderlo Manuel Camacho, aliado de AMLO, miembro del FAP, quien dijo que ahora “se debe apoyar al gobierno federal” y cuestionó que existen “actores políticos que quieren sacar raja política de este asunto, lo cual es una posición errónea, ya que México necesita que todos nos enfoquemos en la seguridad y en fortalecer las instituciones”.
CHANTAJE Y MEZQUINDAD
A su vez, AMLO condicionó su apoyo al llamado de unidad que lanzó el Presidente. Dijo que habrá unidad si Calderón cambia el modelo económico de su gestión, si retira su propuesta de reforma, y si despide a todo su gabinete de seguridad. ¿Qué quiere decir lo anterior? No es otra cosa que la mayor muestra de mezquindad, de pretender sacar raja política, y es una postura emparentada con el chantaje.
Contrasta esa postura con el riesgo que veía el propio tabasqueño en los primeros meses de 1996 durante el gobierno de Ernesto Zedillo, cuando de manera pública denunció que había una amenaza de “tirar” al presidente y que era momento de sumar fuerzas en torno a él y a las instituciones. Y conste que en aquel 1996 no había aparecido el terrorismo de las bandas del crimen organizado, como ahora. Entonces, ante la emergencia que denunció AMLO en el gobierno de Zedillo, el tabasqueño no condicionó la unidad, porque él mismo entendió que en momentos de peligro para la República, las instituciones están por encima de las diferencias. ¿Por qué hoy parece recurrir al chantaje?
En el fondo, lo que dice AMLO es que no está dispuesto a la unidad. ¿Por qué? Porque Calderón no modificará la política económica —que por cierto es la misma que tenía proyectada López Obrador en su gobierno, en la hipótesis de triunfo—, porque el Presidente no retirará su propuesta de reforma energética, y hasta el momento no hay nada seguro respecto a cambios en el gabinete de seguridad. La respuesta de AMLO es una grosera manera de regatear la unidad. Es la mejor muestra de mezquindad política.
Frente a ese regateo, el perredista René Arce dijo que López Obrador debe sumarse al llamado de unidad de Calderón, porque de lo contrario “aquel que se aísle quedará aislado de la sociedad, de la ciudadanía y finalmente será castigado por ésta… me parece que en esto algunos se sumarán a la unidad por convicción, y a otros no les quedará más remedio que sumarse, de lo contrario podrían ser señalados como cómplices por omisión y algunos otros por convicción”.
Y en medio del regateo de expresiones de unidad, el 18 de septiembre se reunieron con el Presidente la mayoría de los partidos con registro: PRI, PAN, PVEM, Panal y Alternativa Socialdemócrata. ¿Quiénes faltaron? En efecto, el FAP. ¿Por qué no acudió al encuentro? Unos dicen que no fueron convocados; otros, que, al desconocer la legitimidad del Calderón, no quieren ningún trato con su gobierno. Como sea, el mensaje que envían, otra vez, es de una grosera mezquindad, ya que al final de cuentas lo que está en juego es la seguridad de la sociedad en general, pero también la estabilidad del país, la seguridad nacional, la supervivencia de la naciente democracia mexicana.
CAMBIO RADICAL RUMBO AL 2009
Al final, lo que hagan o dejen de hacer tanto partidos como gobernantes en torno a la crisis de seguridad y violencia del país —de todos los colores y de los tres órdenes de gobierno— será percibido por los electores rumbo a la contienda federal de 2009, en la que se renovarán no sólo gobiernos municipales y estatales, sino la Cámara de Diputados.
Como no ha ocurrido en otros procesos electorales, en los de julio de 2009 los ciudadanos expresarán en las urnas su percepción sobre la eficacia y la capacidad de gobiernos municipales, estatales y federales, en general, pero en especial sobre los de Felipe Calderón, Marcelo Ebrard, Enrique Peña Nieto —entre otros que aspiran rumbo al 2012—, pero también sancionarán a partidos y líderes políticos. Al tiempo.
FAP: mezquindad que pagará en 2009
Uno de los reflejos fundamentales de supervivencia de la especie humana es la unidad, reagruparse para enfrentar toda clase de adversidades.
En el ejercicio del poder, del gobierno, y sobre todo en la política, también resulta frecuente que se apele a la unidad y la solidaridad lo mismo ante desastres naturales que frente a emergencias sociales. Y es el caso luego del atentado de terror lanzado contra la población indefensa en la plaza principal de Morelia la noche del 15 de septiembre pasado, que hasta el momento ha cobrado ocho vidas de civiles.
En una respuesta que parece de elemental sentido común, el jefe del gobierno y del Estado mexicanos, Felipe Calderón, llamó a la unidad de todos los mexicanos frente al difícil momento que viven no sólo las víctimas, sus familias y Michoacán, sino el país entero. Y es que, en efecto, al aparecer el factor del terrorismo contra la sociedad en lo que sugiere una respuesta del crimen organizado y el narcotráfico contra el Estado, modifica radicalmente no sólo las prioridades del gobierno, sus estrategias y diseño de objetivos, sino que los ciudadanos también percibimos ese cambio en nuestra vida diaria, en cuestiones elementales, la seguridad y la tranquilidad.
El primer llamado a la “unidad” que envió el Presidente se produjo la mañana del 16 de septiembre, a unas horas del atentado en Morelia, en donde dijo: “Se puede discrepar pero no deliberadamente dividir y enconar… se puede opinar distinto en la libertad que nos han heredado nuestros próceres, en el marco de la libertad que el propio Estado garantiza, pero no se puede atentar contra el Estado”. También criticó severamente a quienes llevaron a cabo el atentado, a los que llamó “traidores a la patria… cobardes y asesinos sin escrúpulos”.
El segundo llamado se produjo el pasado viernes, durante la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, cuando dijo: “De nosotros depende convertirnos en la generación que enfrentó y derrotó con decisión, unidad y firmeza a los enemigos de México, la generación que por encima de diferencias políticas se supo unir en lo esencial en el momento histórico que se le exigió”.
¿CLAUDICAR POSTURAS?
Los llamados de unidad fueron respondidos positivamente por casi todos los sectores sociales y opositores políticos al gobierno, en tanto que el núcleo duro en torno al más radical de ellos, Andrés Manuel López Obrador, retorció las declaraciones presidenciales para justificar una mezquindad impensable, mientras el propio AMLO vio el momento no para la unidad, sino para el extremo del chantaje político.
Como si se tratara de mostrar la directriz sobre la postura que asumiría el grupo en torno a AMLO, en su editorial institucional el diario La Jornada —convertido desde hace mucho en el órgano de propaganda del tabasqueño— cuestionó el mensaje presidencial del 16 de septiembre porque Felipe Calderón “formuló severas descalificaciones contra los autores del atentado, lo vinculó de alguna forma con la fractura política que vive el país y exhortó a los opositores a renunciar a sus posturas”.
Está claro, por la lectura del discurso de Calderón, que no pide a nadie claudicar sus posturas. Reclama, sí, que ante la emergencia se coloque la unidad por sobre las diferencias. Y así pareció entenderlo Manuel Camacho, aliado de AMLO, miembro del FAP, quien dijo que ahora “se debe apoyar al gobierno federal” y cuestionó que existen “actores políticos que quieren sacar raja política de este asunto, lo cual es una posición errónea, ya que México necesita que todos nos enfoquemos en la seguridad y en fortalecer las instituciones”.
CHANTAJE Y MEZQUINDAD
A su vez, AMLO condicionó su apoyo al llamado de unidad que lanzó el Presidente. Dijo que habrá unidad si Calderón cambia el modelo económico de su gestión, si retira su propuesta de reforma, y si despide a todo su gabinete de seguridad. ¿Qué quiere decir lo anterior? No es otra cosa que la mayor muestra de mezquindad, de pretender sacar raja política, y es una postura emparentada con el chantaje.
Contrasta esa postura con el riesgo que veía el propio tabasqueño en los primeros meses de 1996 durante el gobierno de Ernesto Zedillo, cuando de manera pública denunció que había una amenaza de “tirar” al presidente y que era momento de sumar fuerzas en torno a él y a las instituciones. Y conste que en aquel 1996 no había aparecido el terrorismo de las bandas del crimen organizado, como ahora. Entonces, ante la emergencia que denunció AMLO en el gobierno de Zedillo, el tabasqueño no condicionó la unidad, porque él mismo entendió que en momentos de peligro para la República, las instituciones están por encima de las diferencias. ¿Por qué hoy parece recurrir al chantaje?
En el fondo, lo que dice AMLO es que no está dispuesto a la unidad. ¿Por qué? Porque Calderón no modificará la política económica —que por cierto es la misma que tenía proyectada López Obrador en su gobierno, en la hipótesis de triunfo—, porque el Presidente no retirará su propuesta de reforma energética, y hasta el momento no hay nada seguro respecto a cambios en el gabinete de seguridad. La respuesta de AMLO es una grosera manera de regatear la unidad. Es la mejor muestra de mezquindad política.
Frente a ese regateo, el perredista René Arce dijo que López Obrador debe sumarse al llamado de unidad de Calderón, porque de lo contrario “aquel que se aísle quedará aislado de la sociedad, de la ciudadanía y finalmente será castigado por ésta… me parece que en esto algunos se sumarán a la unidad por convicción, y a otros no les quedará más remedio que sumarse, de lo contrario podrían ser señalados como cómplices por omisión y algunos otros por convicción”.
Y en medio del regateo de expresiones de unidad, el 18 de septiembre se reunieron con el Presidente la mayoría de los partidos con registro: PRI, PAN, PVEM, Panal y Alternativa Socialdemócrata. ¿Quiénes faltaron? En efecto, el FAP. ¿Por qué no acudió al encuentro? Unos dicen que no fueron convocados; otros, que, al desconocer la legitimidad del Calderón, no quieren ningún trato con su gobierno. Como sea, el mensaje que envían, otra vez, es de una grosera mezquindad, ya que al final de cuentas lo que está en juego es la seguridad de la sociedad en general, pero también la estabilidad del país, la seguridad nacional, la supervivencia de la naciente democracia mexicana.
CAMBIO RADICAL RUMBO AL 2009
Al final, lo que hagan o dejen de hacer tanto partidos como gobernantes en torno a la crisis de seguridad y violencia del país —de todos los colores y de los tres órdenes de gobierno— será percibido por los electores rumbo a la contienda federal de 2009, en la que se renovarán no sólo gobiernos municipales y estatales, sino la Cámara de Diputados.
Como no ha ocurrido en otros procesos electorales, en los de julio de 2009 los ciudadanos expresarán en las urnas su percepción sobre la eficacia y la capacidad de gobiernos municipales, estatales y federales, en general, pero en especial sobre los de Felipe Calderón, Marcelo Ebrard, Enrique Peña Nieto —entre otros que aspiran rumbo al 2012—, pero también sancionarán a partidos y líderes políticos. Al tiempo.
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