México podría aplicar las tácticas de EE UU en la lucha contra el terrorismo para lidiar con una crisis de violencia relacionada con el narcotráfico a lo ancho de la frontera binacional, dijo ayer viernes Michael Mullen presidente del Estado Mayor Conjunto del Pentagono.
El almirante no especificó los tipos ayuda en inteligencia o vigilancia que EE UU podría ofrecer, pero dijo que vio formas de utilizar la experiencia que su país ha ganado en la cacería de extremistas y terroristas que tiene en marcha.
"Obviamente esto nos afecta por la relación entre los dos países", dijo Mullen durante una conferencia telefónica mientras volaba a Washington después de una serie de reuniones en México, la última parada de su gira por América Latina
"Obviamente esto nos afecta por la relación entre los dos países", dijo Mullen durante una conferencia telefónica mientras volaba a Washington después de una serie de reuniones en México, la última parada de su gira por América Latina
Mullen se refirió a la intensificación en la violencia como a una "crisis" y dijo que ésta ocupó la mayor parte de sus discusiones con líderes militares mexicanos.
El Secretario de Defensa Robert Gates también hace poco que veía oportunidades para que militares estadounidenses ayuden con entrenamiento, recursos e inteligencia a México.
El Secretario de Defensa Robert Gates también hace poco que veía oportunidades para que militares estadounidenses ayuden con entrenamiento, recursos e inteligencia a México.
Mullen: promotor de la colombianización/Editorial de La Jornada, 7 de marzo de 2009;
La visita a México del jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Michael Mullen; las reuniones privadas que mantuvo con los titulares de la Secretaría de Marina, Mariano Francisco Saynez, y de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, así como las declaraciones del funcionario durante su estancia en Colombia, donde dijo que las fuerzas armadas mexicanas y estadunidenses deberían actuar mancomunadamente en la lucha contra el narcotráfico, son elementos sumamente alarmantes por cuanto refuerzan las versiones de que Washington prepara el terreno para acordar con el gobierno de Felipe Calderón el despliegue de efectivos militares de la nación vecina en territorio nacional, por vía de una ampliación de la llamada Iniciativa Mérida.
Tales sospechas se ven reforzadas por las declaraciones recientes del secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, de que algunos de los antiguos recelos contra la cooperación entre nuestros ejércitos están siendo superados; por las afirmaciones realizadas por el propio Mullen el mes pasado en el sentido de que el desastroso Plan Colombia debe ser visto como un ejemplo para México, así como por el empeño de algunos sectores de la clase política estadunidense por caracterizar a nuestro país, de manera equívoca y malintencionada, como un Estado fallido.
La situación que se comenta es indicativa de que la llamada guerra contra el narcotráfico, emprendida a inicios de la actual administración, no sólo ha resultado ineficiente para frenar la violencia en el país, sino que ha acabado por colocar a México en una incómoda posición entre Estados Unidos y Colombia, nación cuyo gobierno ha cedido a Washington grandes porciones de su soberanía en el contexto del referido acuerdo de lucha contra los cárteles de la droga. Al día de hoy existen, de hecho, elementos que apuntan a una participación cada vez mayor de efectivos policiales y militares del vecino país en labores de seguridad pública en México, como la presencia de unos 60 agentes de la DEA en territorio nacional, reconocida por el subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, Carlos Rico Ferrat (La Jornada, 05/03/09), y la asistencia tecnológica otorgada en el marco de la Iniciativa Mérida, lo cual supone un inevitable grado de supeditación de las autoridades mexicanas a las estadunidenses, por lo menos en lo referido a cuestiones operativas y de mantenimiento de los equipos entregados.
La posibilidad de que esta situación se profundice y amplíe, y que se llegue a la abierta participación de marines en tareas de patrullaje, significaría una renuncia inadmisible de la soberanía nacional, una aceptación de la total incapacidad de las autoridades mexicanas por hacer valer la ley y el estado de derecho, y una claudicación del principio que confiere al Estado el monopolio de la fuerza y de la violencia legítima.
Nada garantiza, por lo demás, que la aceptación de la asistencia militar en estos términos desemboque en una alianza estable con Washington, ni mucho menos en un restablecimiento de la legalidad en el país. El grupo gobernante tendría que verse en el espejo de Álvaro Uribe, quien, tras someterse a la aplicación del Plan Colombia, ha tenido que enfrentar las acusaciones de la Casa Blanca y el Capitolio por las sistemáticas violaciones a los derechos humanos registradas en su nación, en episodios muchas veces relacionados con el mencionado programa de cooperación bilateral.
En suma, la presencia de soldados estadunidenses en el territorio nacional, de manera similar a lo ocurrido en el marco del Plan Colombia, implicaría para nuestro país un inaceptable retroceso en materia de seguridad, de soberanía y de vigencia de los derechos humanos, así como una evidente pérdida de capacidad para virar hacia una política de seguridad sensible a los factores sociales –miseria, desigualdad, marginación– que originan y alimentan la proliferación de expresiones delictivas. Por ello, el gobierno mexicano debe rechazar tajantemente la perspectiva de colombianizar el país.
La visita a México del jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Michael Mullen; las reuniones privadas que mantuvo con los titulares de la Secretaría de Marina, Mariano Francisco Saynez, y de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, así como las declaraciones del funcionario durante su estancia en Colombia, donde dijo que las fuerzas armadas mexicanas y estadunidenses deberían actuar mancomunadamente en la lucha contra el narcotráfico, son elementos sumamente alarmantes por cuanto refuerzan las versiones de que Washington prepara el terreno para acordar con el gobierno de Felipe Calderón el despliegue de efectivos militares de la nación vecina en territorio nacional, por vía de una ampliación de la llamada Iniciativa Mérida.
Tales sospechas se ven reforzadas por las declaraciones recientes del secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, de que algunos de los antiguos recelos contra la cooperación entre nuestros ejércitos están siendo superados; por las afirmaciones realizadas por el propio Mullen el mes pasado en el sentido de que el desastroso Plan Colombia debe ser visto como un ejemplo para México, así como por el empeño de algunos sectores de la clase política estadunidense por caracterizar a nuestro país, de manera equívoca y malintencionada, como un Estado fallido.
La situación que se comenta es indicativa de que la llamada guerra contra el narcotráfico, emprendida a inicios de la actual administración, no sólo ha resultado ineficiente para frenar la violencia en el país, sino que ha acabado por colocar a México en una incómoda posición entre Estados Unidos y Colombia, nación cuyo gobierno ha cedido a Washington grandes porciones de su soberanía en el contexto del referido acuerdo de lucha contra los cárteles de la droga. Al día de hoy existen, de hecho, elementos que apuntan a una participación cada vez mayor de efectivos policiales y militares del vecino país en labores de seguridad pública en México, como la presencia de unos 60 agentes de la DEA en territorio nacional, reconocida por el subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, Carlos Rico Ferrat (La Jornada, 05/03/09), y la asistencia tecnológica otorgada en el marco de la Iniciativa Mérida, lo cual supone un inevitable grado de supeditación de las autoridades mexicanas a las estadunidenses, por lo menos en lo referido a cuestiones operativas y de mantenimiento de los equipos entregados.
La posibilidad de que esta situación se profundice y amplíe, y que se llegue a la abierta participación de marines en tareas de patrullaje, significaría una renuncia inadmisible de la soberanía nacional, una aceptación de la total incapacidad de las autoridades mexicanas por hacer valer la ley y el estado de derecho, y una claudicación del principio que confiere al Estado el monopolio de la fuerza y de la violencia legítima.
Nada garantiza, por lo demás, que la aceptación de la asistencia militar en estos términos desemboque en una alianza estable con Washington, ni mucho menos en un restablecimiento de la legalidad en el país. El grupo gobernante tendría que verse en el espejo de Álvaro Uribe, quien, tras someterse a la aplicación del Plan Colombia, ha tenido que enfrentar las acusaciones de la Casa Blanca y el Capitolio por las sistemáticas violaciones a los derechos humanos registradas en su nación, en episodios muchas veces relacionados con el mencionado programa de cooperación bilateral.
En suma, la presencia de soldados estadunidenses en el territorio nacional, de manera similar a lo ocurrido en el marco del Plan Colombia, implicaría para nuestro país un inaceptable retroceso en materia de seguridad, de soberanía y de vigencia de los derechos humanos, así como una evidente pérdida de capacidad para virar hacia una política de seguridad sensible a los factores sociales –miseria, desigualdad, marginación– que originan y alimentan la proliferación de expresiones delictivas. Por ello, el gobierno mexicano debe rechazar tajantemente la perspectiva de colombianizar el país.
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Reunión del jefe del Estado Mayor Conjunto de EU con los titulares de Marina y Sedena
Pretende Washington labor militar compartida contra los narcos
Robert Gates asegura que Calderón revisa su política sobre una colaboración castrense amplia
Nota Georgina Saldierna
Pretende Washington labor militar compartida contra los narcos
Robert Gates asegura que Calderón revisa su política sobre una colaboración castrense amplia
Nota Georgina Saldierna
La Jornada, 7 de marzo de 2009;
El jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Michael Mullen, expresó este viernes que comparte la seria preocupación que causan en México el crimen organizado y el narcotráfico y manifestó su deseo de trabajar coordinadamente para encontrar maneras de mejorar la cooperación entre las fuerzas militares de nuestros dos países.
En su primera visita a México, se reunió en privado con los secretarios de la Defensa Nacional (Sedena), general Guillermo Galván Galván, y de Marina, almirante Mariano Francisco Saynez. Más tarde convivió con veteranos del Escuadrón 201, sin la presencia de los medios de información.
Un comunicado de la embajada de Estados Unidos dio cuenta del pronunciamiento del funcionario en el sentido de mejorar la cooperación bilateral en materia militar y su reconocimiento de que une a ambos países una larga frontera y responsabilidades compartidas.
Comparto la seria preocupación que les causa el crimen organizado y el narcotráfico, y aprecio sus vigorosos esfuerzos por mejorar la seguridad. Más que nada deseo que trabajemos conjuntamente para encontrar maneras de mejorar la cooperación entre las fuerzas militares de nuestros vecinos, puntualizó.
Expuso que para Estados Unidos, México no sólo es un vecino. Es nuestro buen amigo y una nación con la que nos une una larga frontera y responsabilidades compartidas. Vengo a escuchar, a aprender y a tratar de ver a través de los ojos de los líderes mexicanos los retos de seguridad que enfrentamos.
En el encuentro con Saynez se habló de la necesidad de continuidad en la cooperación entre las fuerzas armadas de ambos países, con el fin de fortalecer la defensa y seguridad bilateral, además de incrementar la colaboración en la lucha contra amenazas comunes que afectan no sólo a Estados Unidos y México, sino a toda América.
La Secretaría de Marina informó que en la reunión de Mullen y Saynez se trató la importancia de acrecentar en un futuro la interoperabilidad entre las fuerzas armadas de los dos estados y fomentar una relación de respeto mutuo. Asimismo, evaluaron algunos puntos de la Iniciativa Mérida, aunque no especificó cuáles.
Con su estancia en México, Mullen concluyó una gira de trabajo por Brasil, Chile, Perú y Colombia, que tuvo el objetivo de acercarse a los altos mandos de sus fuerzas armadas.
La visita ocurrió dos días después de que el presidente Felipe Calderón formuló severas criticas a Estados Unidos, en una entrevista con la agencia Afp, en la que también reclamó un cambio de actitud de la sociedad estadunidense y refirió que el narcotráfico obedece también a un fenómeno de corrupción de autoridades del país vecino.
De igual manera, el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, sostuvo que es innecesario que Estados Unidos refuerce con tropas la frontera norte, pues México tiene fuerzas de seguridad suficientes para controlar el tráfico de enervantes.
Mientras, el secretario de Defensa estadunidense, Robert Gates, aseguró que el gobierno de Calderón empieza a revisar su política respecto de una colaboración militar amplia. Algunos de los antiguos recelos contra la cooperación entre nuestros ejércitos están siendo superados, enfatizó.
En los últimos días se han registrado en Washington cuestionamientos y preocupación por el aumento de la violencia en México, derivada del narcotráfico; la corrupción en las policías y la impunidad que persiste en el ámbito judicial. Se calificó al Estado mexicano de fallido y hubo ex funcionarios que advirtieron que la preocupación fundamental de Estados Unidos no debe ser Irak, sino su vecino del sur.
De lo poco que ayer trascendió de las reuniones entre los militares, es que Mullen insistió en que es vital fortalecer la relación bilateral.
Por la mañana, el estadunidense tuvo otras actividades. Ofreció a los alumnos del Centro de Estudios Superiores Navales de la Armada de México una conferencia magistral sobre la seguridad nacional en su país; visitó el Cementerio Americano, y rindió honores a los miembros de la fuerza expedicionaria del Escuadrón 201, en el monumento ubicado en la primera sección del Bosque de Chapultepec.
Ahí saludó de mano a los nueve ex integrantes de la Fuerza Aérea de México que apoyaron al ejército estadunidense durante la Segunda Guerra Mundial.
Acompañado de Leslie Basset, encargada de negocios de la embajada estadunidense, y del agregado militar, Jeffrey Jore, departió con los veteranos del escuadrón original y sus familias. Fue para mí un gran honor conversar con estos héroes que volaron y combatieron junto con nuestros pilotos en la Segunda Guerra Mundial.
Expresó que las águilas aztecas no sólo protegieron a nuestras tropas en tierra, sino que también volaron misiones en apoyo a nuestras operaciones navales. Estar hoy aquí con ellos fue para mí motivo de orgullo y humildad.
Esta es la primera visita del almirante Mullen a México desde que asumió el cargo de jefe del Estado Mayor Conjunto. La última vez que vino fue en septiembre de 2005, cuando era jefe de operaciones navales y fue invitado a presenciar la ceremonia del Grito de Independencia.
En su primera visita a México, se reunió en privado con los secretarios de la Defensa Nacional (Sedena), general Guillermo Galván Galván, y de Marina, almirante Mariano Francisco Saynez. Más tarde convivió con veteranos del Escuadrón 201, sin la presencia de los medios de información.
Un comunicado de la embajada de Estados Unidos dio cuenta del pronunciamiento del funcionario en el sentido de mejorar la cooperación bilateral en materia militar y su reconocimiento de que une a ambos países una larga frontera y responsabilidades compartidas.
Comparto la seria preocupación que les causa el crimen organizado y el narcotráfico, y aprecio sus vigorosos esfuerzos por mejorar la seguridad. Más que nada deseo que trabajemos conjuntamente para encontrar maneras de mejorar la cooperación entre las fuerzas militares de nuestros vecinos, puntualizó.
Expuso que para Estados Unidos, México no sólo es un vecino. Es nuestro buen amigo y una nación con la que nos une una larga frontera y responsabilidades compartidas. Vengo a escuchar, a aprender y a tratar de ver a través de los ojos de los líderes mexicanos los retos de seguridad que enfrentamos.
En el encuentro con Saynez se habló de la necesidad de continuidad en la cooperación entre las fuerzas armadas de ambos países, con el fin de fortalecer la defensa y seguridad bilateral, además de incrementar la colaboración en la lucha contra amenazas comunes que afectan no sólo a Estados Unidos y México, sino a toda América.
La Secretaría de Marina informó que en la reunión de Mullen y Saynez se trató la importancia de acrecentar en un futuro la interoperabilidad entre las fuerzas armadas de los dos estados y fomentar una relación de respeto mutuo. Asimismo, evaluaron algunos puntos de la Iniciativa Mérida, aunque no especificó cuáles.
Con su estancia en México, Mullen concluyó una gira de trabajo por Brasil, Chile, Perú y Colombia, que tuvo el objetivo de acercarse a los altos mandos de sus fuerzas armadas.
La visita ocurrió dos días después de que el presidente Felipe Calderón formuló severas criticas a Estados Unidos, en una entrevista con la agencia Afp, en la que también reclamó un cambio de actitud de la sociedad estadunidense y refirió que el narcotráfico obedece también a un fenómeno de corrupción de autoridades del país vecino.
De igual manera, el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, sostuvo que es innecesario que Estados Unidos refuerce con tropas la frontera norte, pues México tiene fuerzas de seguridad suficientes para controlar el tráfico de enervantes.
Mientras, el secretario de Defensa estadunidense, Robert Gates, aseguró que el gobierno de Calderón empieza a revisar su política respecto de una colaboración militar amplia. Algunos de los antiguos recelos contra la cooperación entre nuestros ejércitos están siendo superados, enfatizó.
En los últimos días se han registrado en Washington cuestionamientos y preocupación por el aumento de la violencia en México, derivada del narcotráfico; la corrupción en las policías y la impunidad que persiste en el ámbito judicial. Se calificó al Estado mexicano de fallido y hubo ex funcionarios que advirtieron que la preocupación fundamental de Estados Unidos no debe ser Irak, sino su vecino del sur.
De lo poco que ayer trascendió de las reuniones entre los militares, es que Mullen insistió en que es vital fortalecer la relación bilateral.
Por la mañana, el estadunidense tuvo otras actividades. Ofreció a los alumnos del Centro de Estudios Superiores Navales de la Armada de México una conferencia magistral sobre la seguridad nacional en su país; visitó el Cementerio Americano, y rindió honores a los miembros de la fuerza expedicionaria del Escuadrón 201, en el monumento ubicado en la primera sección del Bosque de Chapultepec.
Ahí saludó de mano a los nueve ex integrantes de la Fuerza Aérea de México que apoyaron al ejército estadunidense durante la Segunda Guerra Mundial.
Acompañado de Leslie Basset, encargada de negocios de la embajada estadunidense, y del agregado militar, Jeffrey Jore, departió con los veteranos del escuadrón original y sus familias. Fue para mí un gran honor conversar con estos héroes que volaron y combatieron junto con nuestros pilotos en la Segunda Guerra Mundial.
Expresó que las águilas aztecas no sólo protegieron a nuestras tropas en tierra, sino que también volaron misiones en apoyo a nuestras operaciones navales. Estar hoy aquí con ellos fue para mí motivo de orgullo y humildad.
Esta es la primera visita del almirante Mullen a México desde que asumió el cargo de jefe del Estado Mayor Conjunto. La última vez que vino fue en septiembre de 2005, cuando era jefe de operaciones navales y fue invitado a presenciar la ceremonia del Grito de Independencia.
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