Vatican Insider, 06/
5/2015
Las
once horas de Francisco en la «Jerusalén de Europa»
El
Papa parte hacia Sarajevo, para contribuir a la «consolidación de la
fraternidad, de la paz, del diálogo interreligioso y de la amistad»
ANDREA
TORNIELLI, ENVIADO
A SARAJEVO
Once
horas en la “Jerusalén de Europa”, la ciudad en la que se encendió la centella
de la Gran Guerra y teatro, en épocas más recientes, de un terrible conflicto
fratricida, tristemente famoso por los francotiradores, que desde las colinas
disparaban a todo lo que se moviera, y por las violaciones étnicas. Once horas
en un país que se está islamizando y en el que aumenta el extremismo de
carácter wahabita. Once horas para encontrarse con autoridades políticas, con el
pueblo católico, con hombres de las diferentes religiones y con los jóvenes, y
para tratar de sanar las heridas todavía abiertas con una invitación al perdón
y a la convivencia pacífica.
Papa
Francisco partirá mañana por la mañana hacia Sarajevo, capital de un país
conformado por dos entidades territoriales (la Federación de Bosnia-Herzegovina
y la República Serbia de Bosnia-Herzegovina). Será otro de sus viajes relámpago
a la Europa herida. El viaje fue anunciado el pasado primero de febrero, durante
el Ángelus, en el que el Papa pidió oraciones para que anime «a los fieles
católicos, suscite fermentos de bien y contribuya a la consolidación de la
fraternidad, de la paz, del diálogo interreligioso y de la amistad». Y
justamente se necesita paz, diálogo y fraternidad en esta tierra, a veinte años
del sangriento conflicto civil en el que se enfrentaron diferentes
nacionalidades (croata, bosnio-musulmana y serbia) y que concluyó con la
intervención de las Naciones Unidas y de la Otan.
«Este
país, después de la dura y sangrienta guerra –afirmó el cardenal Vinko Puljić, arzobispo de
la ciudad de Sarajevo–, todavía no se ha curado de las heridas profundas.
Aunque el conflicto se haya detenido, no se creó un estado de derecho capaz de
defender a cada identidad personal, religiosa y étnica. Las grandes potencias
que impusieron los Acuerdos de Dayton dejaron a los políticos locales el
encargo de construir el futuro; pero estos fueron solo observadores. Esto no
podrá nucna llevar a una paz estable, justa y próspera».
Las
consecuencias de la guerra, explicó recientemente el cardenal Secretario de
Estado Pietro Parolin, «se hicieron sentir sobre todo en la comunidad católica,
que prácticamente (desde que comenzaron los años noventa y hasta ahora) se ha
reducido casi a la mitad: de 800 mil a 400 mil personas. En algunas parroquias
ya no quedan más que pocas familias, y sobre todo ancianos. Hoy se registra,
sobre todo, el fenómeno de la migración de los jóvenes, provocada por el
desempleo, por la falta de trabajo y por la búsqueda de perspectivas mejores en
otros ambientes».
Entre
los fenómenos de los últimos años, los cristianos tienen muchas dificultades
para construir Iglesias, mientras que los lugares de culto musulmanes son
financiados «por los petroleros saudíes», como repitió el arzobispo Puljić. Pero también
hay signos de esperanza. Como el hecho de que todos esperan la presencia del
Papa, e incluso las autoridades musulmanas consideran a Francisco como
«hermano, mensajero de paz», y aprecian particularmente su mensaje a favor de
los pobres.
La
visita de Bergoglio a Bosnia-Herzegovina es la tercera de un Papa en los últimos
18 años. En abril de 1997 visitó Sarajevo Juan Pablo II, después de haber
debido renunciar al viaje tres años antes porque los serbios habían advertido
que no habrían sido capaces de garantizar la seguridad. Un día antes de que
Wojtyla llegara, se descubrió un explosivo en uno de los puentes por los que
habría pasado el Papa. Le recomendaron en aquella ocasión que no siguiera el
recorrido programado, pero no quiso escuchar consejos. Y desde Sarajevo Juan
Pablo II gritó: «¡Nunca más la guerra!», recordando que «Dios perdona solo a
quienes tienen la valentía para perdonar».
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