El papa
Francisco sostuvo hoy un encuentro ecuménico e interreligioso en el Centro
Estudiantil Franciscano Internacional, durante su visita apostólica a
Bosnia-Herzegovina.
Jorge Mario Bergoglio, el Francisco llegó este sábado a las 9 horas… al aeropuerto internacional de Sarajevo (Bosnia Herzegovina), donde fue recibido por las autoridades locales para realizar su visita pastoral de un día bajo el lema “La Paz sea con ustedes”.
El programa incluye una ceremonia de bienvenida por las autoridades del país.
Por la tarde Una hora más tarde participará al encuentro ecuménico e interreligioso en el Centro Internacional estudiantil franciscano.
Terminado ese encuentro regresó a Roma a las 20 horas.
Texto completo del discurso del papa en el encuentro ecuménico e
interreligioso en el Centro Estudiantil Franciscano Internacional:
Señor Cardenal,
Ilustres
autoridades religiosas,
Queridos amigos:
Me alegro de
poder participar en este encuentro, que reúne a los representantes de las
confesiones religiosas presentes en Bosnia y Herzegovina. Saludo cordialmente a
cada uno de ustedes y a sus comunidades, y agradezco en particular sus amables
palabras y las reflexiones que me han propuesto.
El encuentro de
hoy es signo de un deseo común de fraternidad y de paz; y da fe de una amistad
que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo y que ya vivís en la
convivencia y la colaboración cotidianas. Estar aquí es ya un «mensaje» de ese
diálogo que todos buscamos y por el que estamos trabajando.
Quisiera
recordar especialmente, como fruto de este deseo de encuentro y reconciliación,
la institución, en 1997, del Consejo local para el Diálogo Interreligioso, que
reúne a musulmanes, cristianos y judíos. Me congratulo por la obra que el
Consejo está desarrollando en la promoción de varias actividades de diálogo, la
coordinación de iniciativas comunes y las conversaciones con las Autoridades
estatales.
Su trabajo es de
gran valor para esta región, y en Sarajevo particularmente, cruce de pueblos y
culturas, donde la diversidad, por un lado, constituye un gran recurso que ha
permitido el desarrollo social, cultural y espiritual de esta región y, por
otro, ha sido motivo de dolorosas heridas y sangrientas guerras.
No es casualidad
que el Consejo para el Diálogo Interreligioso y las otras valiosas iniciativas
en el campo interreligioso y ecuménico surgieran al final de la guerra, como
una respuesta a la exigencia de reconciliación y para hacer frente a la
necesidad de reconstruir una sociedad desgarrada por el conflicto armado. De
hecho, el diálogo interreligioso, tanto aquí como en cualquier parte del mundo,
es una condición indispensable para la paz, y por eso es un deber para todos
los creyentes (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 250).
El diálogo
interreligioso, antes incluso de ser una discusión sobre los grandes temas de
la fe, es una «conversación sobre la vida humana» (ibid.). En él se comparte el
día a día de la vida concreta, en sus gozos y sus tristezas, con sus angustias
y sus esperanzas; se asumen responsabilidades comunes; se proyecta un futuro
mejor para todos.
Se aprende a
vivir juntos, a conocerse y aceptarse con las propias diferencias, libremente,
por lo que cada uno es. En el diálogo se reconoce y se desarrolla una
convergencia espiritual, que unifica y ayuda a promover los valores morales, la
justicia, la libertad y la paz. El diálogo es una escuela de humanidad y un
factor de unidad, que ayuda a construir una sociedad fundada en la tolerancia y
el respeto mutuo.
Por este motivo,
el diálogo interreligioso no puede limitarse solo a unos pocos, a los
responsables de las comunidades religiosas, sino que debería extenderse en lo
más posible a todos los creyentes, involucrando las distintas esferas de la
sociedad civil. Y una atención particular merecen en este sentido los jóvenes,
llamados a construir el futuro del País.
Sin embargo, es
bueno recordar que el diálogo, para que sea auténtico y eficaz, presupone una
identidad formada: sin una identidad formada, el diálogo es inútil o
perjudicial. Esto lo digo pensando en los jóvenes, pero vale para todos.
Aprecio
sinceramente todo lo que han hecho hasta ahora y les animo en este compromiso
por la causa de la paz, de la que ustedes, como líderes religiosos, son los
primeros custodios aquí en Bosnia y Herzegovina. Les aseguro que la Iglesia
Católica seguirá dando su pleno apoyo y asegurando su completa disponibilidad.
Todos somos
conscientes que todavía hay mucho camino por recorrer. Pero no nos dejemos
desanimar por las dificultades y continuemos con perseverancia por el camino
del perdón y de la reconciliación. Al hacer justa memoria del pasado, también
para aprender las lecciones de la historia, evitemos los reproches y
recriminaciones; más bien, dejémonos purificar por Dios, que nos da el presente
y el futuro, Él es nuestro futuro: Él es la fuente última de la paz.
Esta ciudad, que
en los últimos tiempos se ha convertido tristemente en un símbolo de la guerra
y de su devastación, hoy, con su variedad de pueblos, culturas y religiones,
puede llegar a ser nuevamente signo de unidad, lugar en el que la diversidad no
represente una amenaza, sino una riqueza y una oportunidad para crecer juntos.
En un mundo
desgraciadamente todavía herido por los conflictos, esta tierra puede
convertirse en un mensaje: dar fe que es posible vivir uno junto a otro, en la
diferencia pero en la humanidad común, construyendo juntos un futuro de paz y
de hermandad.
Les doy las
gracias a todos por su presencia y por las oraciones que tendrán la bondad de
ofrecer por mi servicio. Por mi parte, les aseguro que rezaré también por
ustedes. El Señor les bendiga a todos.
Oración
Dios
todopoderoso y eterno,
Padre bueno y
misericordioso;
Creador del
cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles;
Dios de Abrahán,
Dios de Isaac, Dios de Jacob,
Rey y Señor del
pasado, del presente y del futuro;
único juez de
todos los hombres,
que recompensas
a tus fieles con la gloria eterna.
Nosotros,
descendientes de Abrahán según la fe en ti, único Dios,
judíos,
cristianos y musulmanes,
humildemente nos
ponemos en tu presencia
y con confianza
te pedimos
por este país,
Bosnia y Herzegovina,
para que puedan
habitarlo en paz y armonía
hombres y
mujeres creyentes de distintas religiones, naciones y culturas.
Te pedimos,
Padre, que esto mismo suceda
en todos los
países del mundo.
Refuerza, en
cada uno de nosotros, la fe y la esperanza,
el respeto
recíproco y el amor sincero
por todos
nuestros hermanos y hermanas.
Haz que, con
valentía, nos comprometamos
a construir la
justicia social,
a ser hombres de
buena voluntad,
llenos de
comprensión recíproca y de perdón,
pacientes
artesanos de diálogo y de paz.
Que todos
nuestros pensamientos, palabras y obras
estén en armonía
con tu santa voluntad.
Todo sea para tu
honor y gloria, y para nuestra salvación.
A ti sea la alabanza y la gloria, por los siglos de
los siglos, Dios nuestro. Amén
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