El viaje del papa a Bosnia-Herzegovina, pequeño país de los Balcanes.
Sábado 6 de junio.
La
religión está profundamente ligada con la etnicidad en el país. De los 3.8
millones de habitantes, el 40 por ciento son musulmanes/bosnios, 40 por ciento
son ortodoxos/serbios y el 15 por ciento son católicos/croatas.
Después de la guerra guerra la Iglesia católica se redujo de 800 a 400 mil fieles.
Bosnia Herzegovina formó parte de la antigua Yugoslavia y sufrió una cruenta guerra a inicios de la década de 1990, luego de la caída del comunismo en Europa del Este.
En Sarajevo, conviven bosnios, serbios y croatas.
La visita papal tiene por lema “La paz sea con ustedes”.
Este será el octavo viaje internacional del Papa Francisco y el undécimo país que visita. Entre los acompañantes del Pontífice estarán el Cardenal Jean Lous Tauran, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso; y el Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos.
Entre otras actividades, el programa contempla un encuentro ecuménico e interreligioso en el Centro internacional estudiantil franciscano, un encuentro con los jóvenes y una Misa en el Estadio Koševo.
La
visita del papa llega 20 años después del final de la Guerra Bosnia
de tres años, que acabó con la vida de cerca de 100 mil personas, y desplazó a
un millón más. Aunque la violencia étnica y religiosa ha disminuido luego del
tratado de paz de 1995-96, las profundas divisiones culturales y religiosas son
duraderas.
¿Cuándo fue la última vez que un Papa visitó el país?
San
Juan Pablo II visitó Bosnia-Herzegovina en 1997, cuando tenía 76 años. Su
visita fue programada para dos años antes, pero tuvo que ser cancelada por
motivos de seguridad, debido a que en ese momento aún se producían bombardeos
en la zona.
Al
inicio de su homilía en el aeropuerto de Sarajevo, en 1997, Juan Pablo II
expresó su cercanía a todos los que han sufrido en la guerra:
“Quisiera
abrazar a todos los habitantes de esta región tan probada y, en particular, a
los que han perdido prematuramente algún ser querido, a cuantos llevan en su
carne los estigmas que la guerra les ha dejado, y a los que han tenido que
abandonar sus casas durante estos largos años de violencia. Que estas personas
sepan que tienen un lugar privilegiado en el corazón del Papa. En mis
intervenciones para favorecer la paz en este país, me ha guiado la preocupación
por garantizar el respeto a todo hombre y a sus derechos, sin distinción de
pueblo o religión, interesándome, sobre todo, por los más pobres y
necesitados”.
En
la parte de su discurso donde directamente habló a los líderes del país, dijo:
“¡Nunca
más la guerra!, ¡nunca más el odio y la intolerancia! Es lo que nos enseña este
siglo, este milenio que ya está a punto de concluir. Con este mensaje me
dispongo a comenzar mi visita pastoral. Es necesario sustituir la lógica
inhumana de la violencia con la lógica constructiva de la paz. El instinto de
venganza debe dar lugar a la fuerza liberadora del perdón, que ponga fin a los
nacionalismos exasperados y a las consiguientes controversias étnicas. Como en
un mosaico, es indispensable garantizar a cada componente de esta región la
salvaguardia de su identidad política, nacional, cultural y religiosa. La
diversidad es riqueza, cuando se transforma en complementariedad de esfuerzos
al servicio de la paz, para la edificación de una Bosnia-Herzegovina
verdaderamente democrática”.
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