La
Historia que “Spotlight” no cuenta/ POR KARNA SWANSON
Publicado
en El Pueblo Católico.com, 20 de noviembre de 2015.
Micheal
Keaton y Mark Ruffalo en el papel del jefe de Spotlight Walter (Robby)
Robinson, y el reportero Mike Rezendes, respectivamente, en
"Spotlight".
Foto
por Open Road Films Micheal Keaton y Mark Ruffalo en el papel del jefe de
Spotlight Walter (Robby) Robinson, y el reportero Mike Rezendes,
respectivamente, en "Spotlight".
Fue
al final de otoño de 2001. La cobertura de noticias sobre los ataques del 11 de
septiembre perdía fuerza, y media docena de periodistas de investigación se
apiñaban en una sala de prensa de Boston. Estaban reunidos en torno a la
siguiente gran historia.
Desde
principios del verano, el equipo había rastreado evidencias creíbles de abusos
sexuales perpetrados por más de 70 sacerdotes en esa Arquidiócesis. Ninguno de
los casos había salido nunca a la luz. La historia era grande, pero
todavía no era suficiente.
Según
la película “Spotlight,” que relata cómo el Boston Globe destapó el escándalo
de abusos sexuales del clero en 2002, el editor Marty Baron no solo estaba
interesado en darle un golpe a la iglesia. Él quería hacer más daño.
En
una escena clave, Baron dice a su equipo que “vayan a por la institución,” y
que prueben que “los sacerdotes estaban siendo protegidos de ser procesados, y
que eran reasignados una y otra vez”
La
película termina cuando la primera edición del Globe sobre el escándalo llega a
la calle el Domingo 6 de Enero de 2002. La cabecera dice así: “La Iglesia
permite abusos de los sacerdotes durante años: Consciente de los antecedentes
de Geoghan, la arquidiócesis lo reasigna de parroquia en parroquia.”
Como
el título de la película sugiere, el film “destaca” (spotlights) el trabajo de
los periodistas para sacar a la luz la mala gestión de las denuncias de abusos
sexuales en Boston al más alto nivel. Sin embargo, lo que no hace la película,
es contar la historia de lo que pasó después
Después
de las revelaciones sobre las investigaciones del Globe, el Obispo de
Belleville Wilton Gregory, entonces presidente de la Conferencia Episcopal de
Estados Unidos de América, emitió una declaración formal expresando “dolor
profundo por la responsabilidad de estos abusos por parte de algunos de
nuestros sacerdotes bajo nuestra vigilancia.”
En
junio de ese año, los obispos de los Estados Unidos decidieron que era
necesaria una política coordinada y una respuesta por parte de la conferencia
episcopal, y aprobaron por unanimidad la “Carta para la Protección de los Niños
y Jóvenes”
Es
importante entender que antes de 2002, la manera en que una diócesis manejaba
las acusaciones de abusos sexuales se dejaba a discreción del obispo local (la
Arquidiócesis de Denver emitió primero su Código de Conducta en 1991).
Con
la nueva Carta, se pusieron en marcha procedimientos uniformes para gestionar
las acusaciones de abusos sexuales no sólo del clero, sino también de maestros
laicos, empleados de las parroquias, y cualquier otro adulto que tuviese
contacto con la juventud en nombre de la Iglesia. En una acción sin
precedentes, se comprometieron a proveer un “ambiente seguro” para todos los
niños en las actividades patrocinadas por la Iglesia.
Otros
componentes importantes incluyeron una política de “tolerancia cero” para
abusos sexuales, investigación de antecedentes para todos los empleados de la
Iglesia, obligación de informar a las autoridades civiles, retiro inmediato de
su ministerio a los acusados, mejoras en la formación en el seminario, y lo más
importante, ayuda a las víctimas.
En
2015, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos de América ha informado que
2.4 millones de adultos y 4.4 millones de niños han sido formados para detectar
y reportar abusos. Casi todas las diócesis han establecido una oficina para
coordinar la formación sobre un ambiente seguro y para proporcionar apoyo a las
víctimas de abusos. Cada diócesis informa de todas las denuncias a las
autoridades civiles, y trabaja con la ley en casos de conducta sexual impropia.
De acuerdo con las cifras dadas a conocer por los obispos de Estados Unidos, la
Iglesia ha gastado 2.8 mil millones de dólares para hacer frente al escándalo.
Desde
2003, el primer año de aplicación de la carta, la Arquidiócesis de Denver ha
formado a más de 65.000 adultos y continúa entrenando 4.000-5.000 cada año.
Unos 23.000 niños están capacitados y son re-entrenados cada año, en su nivel
de grado correspondiente.
La
Arquidiócesis de Denver también colabora con el Estado de Colorado, en su
esfuerzo para combatir el abuso de niños en todo el estado. La novedad de este
año es un número de teléfono para todo el estado (1-844-CO-4-KIDS) que
cualquiera puede utilizar para informar de los casos de negligencia o abuso de
niños.
La
serie del Boston Globe sobre el escándalo de abusos por parte del clero fue
exactamente lo que todo periodista espera que sea su trabajo—el catalizador que
provoque el cambio en un sistema que está fallando.
¿Por
qué la película “Spotlight” ha ignorado los efectos duraderos que siguieron a
la investigación del Globe? No se sabe , pero lo que es evidente es que se ha
hecho mucho bien para corregir los errores del pasado, y eso es una victoria
para el Globe, para las víctimas, y para todos nosotros.
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