Donald
Trump y Hillary Clinton se acercan a la nominación
El
magnate neoyorquino y la exsecretaria de Estado ganan la mayoría de primarias
del Supermartes
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MARC
BASSETS
El País, Washington
2 MAR 2016 - 05:48 CST
La
candidata demócrata Hillary Clinton celebra su victoria en el supermartes desde
Miami. Daniel Acker
El
republicano Donald Trump, una de las figuras más estrambóticas de la política
estadounidense en las últimas décadas, y la demócrata Hillary Clinton, ex
primera dama y exsecretaria de Estado, están más cerca de ser los candidatos a
las presidenciales de noviembre. La victoria de ambos en el Supermartes, la
jornada con más elecciones primarias del proceso de nominación, les distancia
de sus rivales y complica la tarea de frenar su coronación.
Pero
no es un triunfo completo. Nadie está dispuesto a abandonar.
Los
senadores Marco Rubio, de Florida, y Ted Cruz, de Texas, donde se ha impuesto,
seguirán en la campaña, igual que el senador por Vermont Bernie Sanders, rival
de Clinton. Creen que pueden alargar la pelea hasta las convenciones
republicana y demócrata de julio, que deben coronar a los candidatos de ambos
partidos.
El
Supermartes era el primer examen a la nueva estrategia de los adversarios de
Trump. Hasta la semana pasada, habían evitado los ataques frontales. En los
últimos días sus máximos rivales, Rubio y Cruz han cuestionado su integridad
moral y su competencia empresarial. Han insinuado que ha cometido delitos
fiscales e incluso que ha mantenido vínculos con la mafia. La prensa ha
empezado a aplicar la lupa sobre sus manejos empresariales. Sus coqueteos con
la ultraderecha racista han merecido el repudio de dirigentes del partido.
Calma
y agitación
La
calma demócrata contrasta con la agitación republicana. El dominio de Clinton
encarrila la nominación. Sus planes se cumplen. Tras ganar con dificultad en
los caucus (asambleas electivas) de Iowa, que el 1 de febrero abrieron el
proceso, y perder en el segundo estado, Nuevo Hampshire, los estados más
diversos del sur y el oeste han sido el cortafuegos, el muro en el que Sanders
se ha estrellado. Pero su socialismo democrático, que apela al voto de la
generación millenial, ya ha forzado un giro a la izquierda del discurso
demócrata, incluido el de Clinton.
Clinton
y Trump se perfilan como los candidatos para noviembre. Ambos son neoyorquinos
y multimillonarios. Ambos pertenecen al círculo social en el que se cruza el
mundo del dinero y la política. Aquí terminan las semejanzas.
Trump
es un novato de la política, un hombre sin experiencia, con posiciones
erráticas, de extrema derecha en asuntos como la inmigración y próximas a la
izquierda sindical en su defensa del proteccionismo comercial, un nacionalpopulista
que con frecuencia exhibe un conocimiento precario de los temas de los que
habla.
Clinton
—demócrata desde sus años universitarios, a finales de los sesenta— es lo
opuesto. Seguramente es una de las candidatas presidenciales con más
experiencia en la historia reciente: colaboró con su marido, Bill Clinton,
cuando este era presidente en los años noventa, fue senadora por Nueva York,
buscó sin éxito la nominación de su partido en 2008 y fue secretaria de Estado
con el presidente Barack Obama, que le había derrotado en las primarias.
Si
las alarmas ya llevaban días sonando en el Partido Republicano, que ve en Trump
un infiltrado que amenaza con destruirlo por dentro, ahora es el momento del
pánico, de buscar estrategias a la desesperada. En la hora del descontento con
las élites y del malestar por las desigualdades y la erosión de las clases
medias, los demócratas optan por un apellido conocido, el de los Clinton,
representante del establishment y progresista pragmática.
Los
demócratas son hoy el partido del orden; los republicanos, el de la revolución.
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