6 mar 2012

Wystan Hugh Auden


La ley como el amor/ Wystan Hugh Auden (1907-1974)
La Ley, dicen los jardineros, es el sol,
la Ley es aquello
que todos los jardineros obedecen
mañana, ayer, hoy.

La Leyes la sabiduría de los viejos,
rezongan lánguidos los abuelos impotentes;
los nietos sacan una lengua atiplada,
la Ley es la razón de la juventud.

La Ley, dice el sacerdote con mirada piadosa,
explicándose ante una congregación impía,
la Leyes las palabras en mi piadoso libro,
la Ley es mi púlpito y mi campanario.
La Ley, dice el juez con su mirada de menosprecio,
hablando con claridad y suma dureza,
la Ley es como ya os dije,
la Ley es como, supongo, sabéis es
la Ley, pero dejadme que os lo explique otra vez,
la Ley es La Ley.
Sin embargo, los eruditos cumplidores de la ley escriben:
la Ley no acierta ni se equivoca,
la Ley no es más que crímenes
castigados por lugares y épocas,
la Ley es la ropa que llevan los hombres
en cualquier momento, en cualquier lugar,
la ley es Buenos Días y Buenas Noches.
Otros dicen, la Ley es nuestro Destino;
otros dicen, la Leyes nuestro Estado;
otros dicen, otros dicen
la Ley ya no existe,
la Ley ha desaparecido.
 Y siempre la muchedumbre furiosa y vociferante,
muy furiosa y muy vociferante,
la Ley somos nosotros,
y siempre el débil idiota débilmente Yo.
Si nosotros, cariño, sabemos que no sabemos más
que ellos sobre la Ley,
si yo no sé más que tú
qué deberíamos y no deberíamos hacer
salvo que todos aceptamos
de buen grado o por fuerza
que la Ley es
y que todos lo sabemos,
si por tanto pensando que es absurdo
identificar la Ley con otra palabra,
a diferencia de tantos hombres
no puedo decir que la Ley es otra vez,
no más que ellos podemos sofocar
el deseo universal de descubrir
o zafarnos de nuestra propia situación
hacia una condición indiferente.
Aunque al menos puedo limitar
tu vanidad y la mía
a expresar tímidamente
una tímida similitud,
alardearemos de todos modos:
como el amor, digo yo.
Como el amor que no sabemos dónde o por qué,
como el amor que no podemos imponer ni abandonar,
como el amor que a menudo lloramos,
como el amor que rara vez conservamos.
Septiembre de 1939

Wystan Hugh Auden (1907-1974), británico nacionalizado estadounidense, es uno de los mayores poetas del siglo pasado en lengua inglesa. Nacido en York, Yorkshire, en 1907, difunto en Viena en 1973.
Entre sus obras más destacadas se cuentan "Hombre doble" en 1941, "El escudo de Aquiles" en 1955, "Poemas extensos completos" en 1969 y "La edad de la ansiedad" ganadora del Premio Pulitzer en 1948. De 1954 a 1973 fue director ejecutivo de la Academia Americana de Poetas y dividió la mayor parte se su tiempo entre Nueva York y Austria. 
En 1937 recibió la medalla de Oro del Rey a la poesía, máximo galardón en su país. Tras viajar a Islandia y China escribió Letters From Iceland (1937) y Viaje a una guerra (1939).
Dice A. Chinchillas, que Auden guarda cierto parecido como poeta con T. S. Eliot, ya que "al igual que éste, poseía un ingenio frío e irónico, a pesar de que era profundamente religioso. Sin embargo, se preocupó mucho más por los problemas sociales".
Una de sus frases conocidas es: "Algunos libros son inmerecidamente olvidados; ninguno es inmerecidamente recordado", pero me gusta más aquélla que dice: "El amor y la verdad deben ir de la mano, pero cuando esto no es posible es el amor el que debe prevalecer".

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