La ley como el amor/ Wystan
Hugh Auden (1907-1974)
La
Ley, dicen los jardineros, es el sol,
la Ley
es aquello
que
todos los jardineros obedecen
mañana,
ayer, hoy.
La Leyes la sabiduría de los viejos,
rezongan
lánguidos los abuelos impotentes;
los
nietos sacan una lengua atiplada,
la Ley
es la razón de la juventud.
La
Ley, dice el sacerdote con mirada piadosa,
explicándose
ante una congregación impía,
la
Leyes las palabras en mi piadoso libro,
la Ley
es mi púlpito y mi campanario.
La
Ley, dice el juez con su mirada de menosprecio,
hablando
con claridad y suma dureza,
la Ley
es como ya os dije,
la Ley
es como, supongo, sabéis es
la
Ley, pero dejadme que os lo explique otra vez,
la Ley
es La Ley.
Sin
embargo, los eruditos cumplidores de la ley escriben:
la Ley
no acierta ni se equivoca,
la Ley
no es más que crímenes
castigados
por lugares y épocas,
la Ley
es la ropa que llevan los hombres
en
cualquier momento, en cualquier lugar,
la ley
es Buenos Días y Buenas Noches.
Otros
dicen, la Ley es nuestro Destino;
otros
dicen, la Leyes nuestro Estado;
otros
dicen, otros dicen
la Ley
ya no existe,
la Ley
ha desaparecido.
muy
furiosa y muy vociferante,
la Ley
somos nosotros,
y
siempre el débil idiota débilmente Yo.
Si
nosotros, cariño, sabemos que no sabemos más
que
ellos sobre la Ley,
si yo
no sé más que tú
qué
deberíamos y no deberíamos hacer
salvo
que todos aceptamos
de
buen grado o por fuerza
que la
Ley es
y que
todos lo sabemos,
si por
tanto pensando que es absurdo
identificar
la Ley con otra palabra,
a
diferencia de tantos hombres
no
puedo decir que la Ley es otra vez,
no más
que ellos podemos sofocar
el
deseo universal de descubrir
o
zafarnos de nuestra propia situación
hacia
una condición indiferente.
Aunque
al menos puedo limitar
tu
vanidad y la mía
a
expresar tímidamente
una
tímida similitud,
alardearemos
de todos modos:
como
el amor, digo yo.
Como
el amor que no sabemos dónde o por qué,
como
el amor que no podemos imponer ni abandonar,
como
el amor que a menudo lloramos,
como
el amor que rara vez conservamos.
Septiembre
de 1939
Wystan
Hugh Auden (1907-1974), británico nacionalizado estadounidense, es uno de los
mayores poetas del siglo pasado en lengua inglesa. Nacido en York, Yorkshire,
en 1907, difunto en Viena en 1973.
Entre
sus obras más destacadas se cuentan "Hombre doble" en
1941, "El escudo de Aquiles" en 1955, "Poemas extensos
completos" en 1969 y "La edad de la ansiedad" ganadora del
Premio Pulitzer en 1948. De 1954 a 1973 fue director ejecutivo de la Academia
Americana de Poetas y dividió la mayor parte se su tiempo entre Nueva York y
Austria.
En
1937 recibió la medalla de Oro del Rey a la poesía, máximo galardón en su país.
Tras viajar a Islandia y China escribió Letters From Iceland (1937) y Viaje a
una guerra (1939).
Dice
A. Chinchillas, que Auden guarda cierto parecido como poeta con T. S. Eliot, ya
que "al igual que éste, poseía un ingenio frío e irónico, a pesar de que
era profundamente religioso. Sin embargo, se preocupó mucho más por los
problemas sociales".
Una de
sus frases conocidas es: "Algunos libros son inmerecidamente olvidados;
ninguno es inmerecidamente recordado", pero me gusta más aquélla que dice:
"El amor y la verdad deben ir de la mano, pero cuando esto no es posible
es el amor el que debe prevalecer".
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