El
'Chapo' Guzmán, el poderoso señor de los túneles
La
historia del narcotraficante que ha hecho de los ductos bajo tierra su mejor
arma.
Por: DIEGO ALARCÓN | Tiempo | 19 de julio de 2015
Lupillo
Rivera es un hombre conocido en México, una estrella de los corridos que suenan
en los bazares y en las ferias. No es un músico de bajo perfil, en especial
desde que con su álbum 'Tu esclavo' y amo ganó un premio Grammy en el 2010.
También es un artista atento al mercado: pasaron apenas 2 días desde que
Joaquín Guzmán Loera –el ‘Chapo’– se fugara de la cárcel de máxima seguridad de
El Altiplano (municipio de Almoloya de Juárez), y la voz de Rivera ya se oía
cantando El Chapo, otra fuga más, su último hit. “Vamos a ver con qué sale don
Enrique Peña Nieto (el presidente mexicano). Por el aire y por el agua se han
movido toneladas, un túnel muy bien pensado puede llegar a donde sea. El señor
se les pasó por debajo de la tierra”, dice un estribillo. (Vea: Así se ve, por
dentro, el túnel por el que se escapó el 'Chapo' Guzmán)
“El
señor” es Guzmán y los detalles de su escape ya son bien conocidos: salió por
un túnel que desde la ducha de su celda comunicaba con una casa a 1,5 km de la
cárcel, que contaba con ventilación y unos rieles en los que se desplazaba un
carrito impulsado por una motocicleta. Toda una obra de alta ingeniería que
servía para completar el recorrido entre el encierro y la libertad en menos de cinco
minutos.
La
huida no podría tener un sello más característico que el del ‘Chapo’, para de
paso poner en duda el compromiso de las autoridades y el gobierno de Peña Nieto
con la justicia. Fue el más reciente golpe del ‘capo’, el bandido que solía pasarse
bien escoltado en camionetas en la superficie, pero moviendo los hilos del
tráfico desde abajo. Los informes de la DEA hablan del sistema de túneles que
Guzmán ideó en 1990, cuando ya era un ‘narco’ consumado y con el que conectó
sus fronteras con los Estados Unidos, desde Agua Prieta (Sonora) hasta Douglas
(Arizona).
Los
guardias fronterizos veían calma desde sus puestos de vigilancia, pero bajo
tierra pasaban kilos y kilos de cocaína que el entonces cartel de Guadalajara
recibía de sus socios de Cali y de Medellín. Del otro lado de la frontera, para
completar el ciclo, volvían fajos de dólares. (Lea también: La fuga del 'Chapo'
es una campanada de alerta para México)
Transitar
por donde nadie pudiera ver parecía la máxima del ‘Chapo’. Una apuesta que ha
mantenido por más de dos décadas, y repitió no solo en su fuga, sino incluso
antes de su segunda captura, la que lo llevaría a El Altiplano. El 22 de
febrero del 2014 la Marina lo atrapó en un complejo de viejos edificios en
Mazatlán (Sinaloa), luego de recabar meses de inteligencia y golpes paulatinos
a su estructura criminal. El procurador general de la República (PGR), Jesús
Murillo Karam, reconoció que apenas días antes de la euforia de la captura la
Marina se había encontrado con varias frustraciones. Ya habían identificado las
casas por las que se movía, pero cuando intentaron dar el golpe en una, se
encontraron con puertas reforzadas con acero, por lo que él tuvo tiempo
suficiente para escaparse por un túnel que lo conectaba con otras siete casas y
que empleaba parte del alcantarillado municipal.
Hoy,
la celda 20 del pasillo 2 de máxima seguridad de El Altiplano está vacía, con
el orificio rectangular de 50 centímetros que sirvió para que el ‘Chapo’
estuviera bajo tierra sin haber muerto. Atrás dejó a otros capos con los que
compartía instalaciones, incluido Miguel Ángel Félix Gallardo, el ‘Padrino’, el
zar de la cocaína que en los 80 lo introdujo a las grandes ligas del negocio.
Guzmán vuelve a estar afuera, libre por cuenta de un operativo cinematográfico
que parece gritar que sigue siendo el rey.
El
hombre de la montaña
A
Joaquín Archivaldo Guzmán Loera le dicen ‘Chapo’ por su baja estatura: 1,55
metros. Aunque es su alias internacional, en México también es conocido como el
‘Hombre de la montaña’. La razón está en su pueblo de origen, Badiraguato
(Sinaloa), donde nació el 4 de abril de 1957. Era el hijo de una familia pobre
que desde niño comenzó a trabajar vendiendo naranjas en esta región montañosa y
agrícola de México. Trabajaba también recogiendo cosechas en los cultivos
cercanos, hasta que a finales de la década de los 60 en los plantíos comenzaba
a llegar el rumor de que en ciertos cultivos, de ciertas plantas, la labor de
recogida era mucho más rentable que en los campos de cítricos. Guzmán había
estudiado solo hasta primero de bachillerato y, claro, había aprendido a sumar.
Pasó
entonces a las plantaciones de marihuana y amapola, cuyos productos, al ser
recogidos, cruzaban de manera ilegal la frontera con Estados Unidos. Allí,
Guzmán fue encontrando los insumos para tejer su propia historia, en especial
desde que Miguel Ángel Félix Gallardo, jefe del cartel de Guadalajara, le vio
potencial a ese joven sin complejos. Lo hizo su chofer, lo que a la vez lo
convertía en sicario. Sin aspavientos fue conduciendo a donde su jefe le
ordenara y matando a quienes el ‘Padrino’ considerara. (Lea también: Primeras
capturas de funcionarios por fuga del 'Chapo' Guzmán)
Después
de su última captura, en el 2014, la cadena Televisa, citando fuentes de seguridad
federal, reveló que Guzmán reconocía que por mano propia o por órdenes suyas
entre 2.000 y 3.000 personas habían sido ejecutadas. Los agentes describían a
Guzmán como un hombre “tranquilo y respetuoso. Franco y carismático” y sugerían
que esas características al final habían sido la clave para negociar con sus
socios y ganar adeptos. El periodista británico Malcom Beith, autor del libro
biográfico The Last Narco: Hunting ‘El Chapo’, The World’s Most Wanted Drug
Lord (El último narco: cazando a ‘El Chapo’, el narcotraficante más buscado) lo
describe como un hombre “muy inteligente, muy calculador, que en otro universo
podría haber sido presidente de una empresa multinacional”. En 2005, un informe
de la Procuraduría General de México describía su perfil psicológico: “Su
tenacidad es producto del sentimiento de inferioridad que le produce el factor
endógeno de su baja estatura, que refleja mediante una expresión de
superioridad intelectual y de ambición desmedida por el poder”.
Despiadado.
Para la organización de Guadalajara parecía claro que el muchacho tenía madera.
Con el tiempo, Félix Gallardo lo convirtió en lugarteniente de sus feudos y en
el jefe de logística del cartel, un puesto en el que se le ocurrió la idea de
construir túneles para hacerle trampa a la frontera. No obstante, la captura
del ‘Padrino’ en 1989 le dio un giro a la organización, que, ya sin un líder
que cohesionara los intereses, empezó a resquebrajarse.
La
caída del líder fue para el cartel como si una chispa hubiera desatado un incendio
en la fábrica de pólvora: los hermanos Arellano Félix, sobrinos de Félix
Gallardo, se separaron para fundar el cartel de Tijuana. Amado Carrillo
Fuentes, el ‘Señor de los Cielos’, sobrino de Ernesto Fonseca Carrillo –socio
del ‘Padrino’– creó el cartel de Juárez. Guzmán, por su parte, aliado con otro
de los lugartenientes del antiguo cartel, Héctor el ‘Güero’ Palma, con quien se
había hecho compadre, dio vida finalmente al cartel de Sinaloa. Todos tenían
algo en común: controlaban un sector de las rutas que llevaban la droga hacia
el norte, así que tenían mucho dinero y unas ganas enormes de matarse entre sí.
La
guerra fue sin cuartel por las plazas fronterizas que no tenían un control
definido. Balas y atentados fueron y vinieron, a la par que el ‘Chapo’ se hacía
fuerte en su feudo, pero la cooperación internacional contra el crimen lo llevó
a la cárcel el 9 de junio de 1993, cuando fue detenido en Guatemala y luego fue
extraditado a México. Guzmán caía, pero no su organización, que, liderada por el
‘Güero’ hasta 1995, cuando fue capturado, y por el ‘Chapo’ desde la cárcel,
dicen los rumores, crecía y los corridos insinuaban que en prisión la gente de
Guzmán “siguió operando, así lo ordena el señor” (El Chapo Guzmán, Los Tucanes
de Tijuana).
Fueron
alrededor de 8 años de encierro tras su primera captura, hasta que el 18 de
enero del 2001 se fugó de la cárcel de máxima seguridad de Puente Grande
(Jalisco) escondido en otro carrito, esta vez cargado de ropa sucia, que salía
del penal hacia la lavandería. (Lea también: 'El Chapo' podría seguir en
México, aseguran funcionarios oficiales)
Al
margen de las sospechas que apuntaban a que el dinero de Guzmán había cooptado
al personal de seguridad de la cárcel (las investigaciones concluirían que 71
personas participaron en el operativo, 15 funcionarios del penal incluidos), él
estaba afuera de nuevo y con pocas ganas de perder el tiempo. Buscó a los
hermanos Beltrán Leyva, que en Sinaloa ya habían construido otra organización
de tráfico poderosa y a Ismael el ‘Mayo’ Zambada, un viejo conocido del antiguo
cartel de Guadalajara. La inteligencia estadounidense bautizaría a esta nueva
alianza como ‘La Federación’.
Unidos
se hicieron fuertes: en Chiguagua y en Durango desplazaron al cartel de Juárez;
al cartel de Tijuana, de Baja California y se enfrentaron a Los Zetas, quienes
después de ser el brazo armado del cartel del Golfo habían dado un paso
adelante hacia la autonomía criminal, con antiguos miembros de las fuerzas
armadas en sus filas, dinero y un arsenal de armas de última tecnología.
El
poder disparado del cartel se alimentaba de una diversificación del negocio que
resultó natural para la mayoría de las organizaciones criminales. El ‘Chapo’
incluyó en su ‘portafolio’ sustancias como la metanfetamina y otras drogas
sintéticas y de mirar solo hacia Estados Unidos giró la vista también al
oriente, a Europa y Asia, donde los nuevos mercados crecían. Solo en suelo
norteamericano, el Departamento de Justicia de Washington calcula que entre
1990 y el 2008 Guzmán y sus aliados contrabandearon más de 200 toneladas de
cocaína por la frontera y unos 5.800 millones de dólares en efectivo. (Lea
también: Hasta pájaros fueron empleados en el escape del 'Chapo')
No
obstante, el negocio del narcotráfico en México ha demostrado que las alianzas
son endebles. A comienzos del 2008, el Ejército capturó a Alfredo Beltrán
Leyva, el ‘Mochomo’. Sus hermanos, que eran cinco en total, sospecharon de una
traición del ‘Chapo’ para unificar el poder alrededor suyo y del ‘Mayo’ Zambada.
La guerra estalló, más sangrienta que nunca, cuando en mayo del mismo año,
Édgar Guzmán Salazar, uno de los nueve hijos del capo, de 22 años, fue
emboscado en su carro en el parqueadero de un centro comercial de Culiacán.
Recibió más de 500 impactos de bala. La guerra con sus exsocios le ha dejado
derrotas también; la pérdida de su hijo y de su hermano, Arturo Guzmán Loera,
han sido las más dolorosas. Su hermano fue asesinado en 2004, adentro de la
cárcel Puente Grande.
Algunos
lugareños, en un relato que bordea la leyenda, cuentan que el día del asesinato
del joven Édgar no quedó en Culiacán una sola rosa roja, porque todas fueron
enviadas al velorio. En otra canción, 50 mil rosas rojas, Lupillo Rivera cuenta
que todas las flores fueron enviadas al hijo del ‘Señor de la Montaña’.
¿El
‘Pablo Escobar’ mexicano?
La
imagen de Joaquín Guzmán ha crecido entre el mito y la realidad. Ser y haber
sido el narcotraficante más buscado del mundo ha hecho aparecer historias que
hablan de sus excesos, de sus excentricidades y de sus conquistas. En 1993,
tras su primera captura, las autoridades mexicanas incautaron un zoológico en
una de sus residencias, como lo hiciera también Pablo Escobar en los años 80
con la hacienda Nápoles. No encontraron hipopótamos, pero sí tres osos negros,
tres pumas, tres tigres, dos jaguares, cuatro leones y manadas de ciervos,
borregos y hasta pavos reales.
A
la par que ahora la prensa recuerda las habladurías que dicen que una noche del
2008 entró a un restaurante de Durango escoltado por 100 hombres, decomisó los
celulares de los asistentes y pagó todas las cuentas; las comparaciones con
Escobar también abundan. Ambos, de origen humilde, llevaron ‘el negocio’ un
paso adelante que sus socios y rivales, los dos se arraigaron a sus tierras (Sinaloa
y Antioquia), las hicieron centro de operaciones y cooptaron sus autoridades;
ambos tuvieron novias de la farándula (la última esposa de Guzmán es la exreina
de belleza Emma Coronel Aispuro); y cada uno, en épocas distintas, fueron el
objetivo número uno de la DEA y amasaron fortunas que superaron los 1.000
millones de dólares. De hecho, en el 2011, el ‘Chapo’ fue incluido por la
revista Forbes en la lista de los hombres más ricos e influyentes del mundo,
con un patrimonio cercano a esa cifra.
Sin
embargo, la comparación entre los dos capos no es exacta para Malcolm Beith:
“Creo que es equivocado comparar a México con Colombia. El ‘Chapo’ e Ismael el
‘Mayo’ Zambada son hombres de negocios, no quieren tomar el poder. Pablo
Escobar quería tener influencia en la política”. De hecho, entre estas
salvedades, como recoge la BBC, cabe anotar también que las guerras de Guzmán
se ejecutaban por el control territorial de los enclaves importantes para el
tráfico, ocurrían entre criminales y no declaraban a las fuerzas oficiales como
objetivos militares. Escobar, en cambio, desafió al Estado en todas sus
estructuras. (Vea: Gobierno mexicano revela video de la fuga del 'Chapo'
Guzmán)
Lo
cierto es que la historia que encarnaba Escobar se cerró con su muerte el 2 de
diciembre de 1993, aunque dejó así mismo una estela mítica de canciones,
documentales y programas de televisión. El ‘Chapo’ hoy sigue libre mientras el
golpeado gobierno de Enrique Peña Nieto busca a los culpables de la fuga,
reactiva la búsqueda con más de 10.000 policías en la tarea y revisa los más de
50 tomos que tiene su prontuario. Hasta ahora le siguen componiendo canciones y
en la televisión se resumen sus cuentas pendientes. Su historia aún no tiene
final. Al contrario, un nuevo capítulo acaba de empezar.
DIEGO
ALARCÓN
Redacción
Domingo
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