Revista
Proceso
# 2020, 18 de julio de 2015
Disfrazada,
fue la DEA la que lo pescó en 2014/J.
JESÚS ESQUIVEL
Tras
la reciente fuga de Joaquín Guzmán Loera del penal del Altiplano, dos
funcionarios del gobierno de Barack Obama detallan a Proceso los entretelones
del operativo que culminó con la captura del capo sinaloense en febrero de 2014
y en el cual participaron tres agencias de seguridad : la DEA, la Oficina
Federal de Alguaciles y otra cuyo nombre se reservaron.
WASHINGTON.-
A Joaquín El Chapo Guzmán Loera lo capturaron agentes de la DEA y de la Oficina
Federal de Alguaciles (US Marshals) la madrugada del 22 de febrero de 2014.
Iban armados y vestidos con el uniforme de los marinos mexicanos. El operativo
fue tan secreto, que la PGR y la Secretaría de Gobernación lo conocieron hasta
que ya estaba consumado.
Dos
funcionarios del gobierno estadunidense revelan los entretelones de ese
episodio a Proceso, a condición de mantenerlos en el anonimato. Uno de ellos
relata:
“Esa
madrugada de febrero nuestros agentes fueron los que irrumpieron en el
condominio del edificio donde se encontraba Guzmán Loera, inhabilitaron al
escolta que lo estaba resguardando y sin hacer un solo disparo lo arrestaron.”
Su
compañero sostiene: “Sólo dos elementos de un grupo especial de la Marina
mexicana, que ayudó con logística y el establecimiento de un perímetro de
seguridad alrededor del edificio donde se encontraba Guzmán Loera, fueron
avisados momentos antes de que se llevara a cabo la operación esa madrugada en
Mazatlán”.
Poco
más de 16 meses después de aquella captura, que el gobierno mexicano consideró
un gran éxito en la lucha contra el tráfico de drogas, El Chapo Guzmán se fugó
del penal de alta seguridad de El Altiplano a través de un túnel.
Según
los funcionarios estadunidense consultados, los agentes de la DEA y de la
Oficina de Alguaciles tenían perfectamente bien ubicados los movimientos del
capo sinaloense desde tres semanas antes; sólo esperaron el momento preciso
para atraparlo.
Lo
ubicaron, dicen, por medio de sistemas de intercepción de llamadas y rastreo
satelital, así como con información obtenida de una decena de informantes
infiltrados en el Cártel de Sinaloa (la propia organización del Chapo) y con lo
que declararon Jesús Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, y Serafín Zambada,
los hijos de Ismael El Mayo Zambada García que están siendo procesados en
cortes federales de Estados Unidos. El primero en Chicago y el segundo en
California.
No
obstante, los agentes se abstuvieron de compartir la información de
inteligencia con los altos mandos del gobierno de Peña Nieto, según comentan a
Proceso.
“Se
enteró quien se tenía que enterar. Nadie en el DF sabía nada; ni la PGR ni
Gobernación. Teníamos temor de que se filtrara la información y como en otras
ocasiones se vinieran abajo los planes”, apunta uno de funcionarios de la administración Obama.
Sin
entrar en detalles sobre la recolección de información, los entrevistados
admiten que el arresto del Chapo fue exitoso gracias a la captura de varios
criminales los días previos al 22 de febrero de 2014, y mencionan los nombres:
Daniel
Fernández Domínguez, El Pelucas, cayó el día 12 de ese mes; Joel Enrique
Sandoval Romero, El 19, el 13; Mario Hidalgo Argüello, Nariz, y Manuel López
Osorio, El Picudo, el 17; así Kevin Alonso y Karim Elías Gil Acosta, el 19 y el
20 de febrero, respectivamente.
“Junto
con la Marina de México, unos 10 u ocho días antes de la operación, nuestros
agentes llevaron a cabo varios operativos en Culiacán, donde ubicaron casas de
seguridad. En éstas se recolectó información muy importante, que en su momento
sólo se compartió con el grupo especial de los marinos mexicanos con quienes se
trabajó el día de la captura; con nadie más”, dice uno de los entrevistados.
Según
el relato de los funcionarios, entre el 17 y el 22 de febrero del año pasado,
en una casa de seguridad ubicada en la colonia Libertad, de Culiacán, el grupo
de agentes de la DEA dedicados exclusivamente a capturar a El Chapo, estuvieron
a punto de atraparlo el día 17; no obstante eludió el cerco porque minutos
antes de la llegada de los agentes “alguien” le dio el pitazo y logró escapar.
“Se
fugó por un sistema de enlace que tenía esa casa y que conectaba con túneles y
el sistema del drenaje de la ciudad. Salió corriendo junto con El Picudo y
fueron nuestros agentes quienes iban corriendo tras él. Lamentablemente lo
perdieron por ese laberinto de escaparates que conocía a la perfección El
Picudo”, afirma uno de los
entrevistados.
Confusión
informativa
En
México, varios medios de comunicación reportaron días después de la captura del
Chapo, que El Picudo, su jefe de seguridad personal, sacó a su jefe por un
alcantarillado que estaba a la altura del kilómetro 24 de la carretera
Culiacán-Mazatlán, y que en ese punto ya lo esperaba una camioneta en la que se
fue a la turística ciudad del estado de Sinaloa, donde finalmente fue apresado
por los agentes extranjeros.
“Como
iban corriendo y con nuestros agentes a sólo unos metros de ellos, El Chapo se
quitó un chaleco blindado y lo dejó en el túnel del desagüe de Culiacán”,
apunta uno de los funcionarios.
Desde
su llegada a Mazatlán, los agentes de la DEA y de la Oficina de Alguaciles,
junto con otras agencias de inteligencia de Estados Unidos, dedicaron la semana
del 17 al 22 de febrero de 2014 a rastrear señales de telefonía celular o
satelital para ubicar el escondite del Chapo.
“La
señal esperada llegó la noche del viernes 21 de febrero”, sostiene el
declarante. Esa misma noche, el grupo de agentes de la DEA y de los Alguaciles
prepararon el asalto. Fue hasta la madrugada del sábado 22 cuando notificaron a
sus dos colegas del grupo especial de la Marina mexicana sobre el operativo,
sin darles los pormenores.
“No
queríamos que hubiera filtraciones, y no fue porque nuestros agentes no
confiaran en esos dos elementos de la Marina. De hecho los habían sometido a un
riguroso escrutinio y a varias pruebas de polígrafo, pero persistía el riesgo
de que al ordenar el operativo y con éste su participación directa, alguien más
del grupo de marinos pudiera dar el pitazo.”
Gracias
a los sistemas de inteligencia estadunidenses y a una señal de teléfono
satelital, los agentes estadunidenses ubicaron al líder del Cártel de Sinaloa
en el edificio de condominios Miramar, en el número 608 de la Avenida del Mar,
entre Avenida de los Deportes y Río Elote, en Mazatlán.
Minutos
después de la localización de su objetivo por medio de “una señal satelital”
que salió del inmueble, supieron que el capo estaba en el condominio 401. Y de
inmediato pusieron en marcha el operativo.
Los
agentes de la DEA y de la Oficina de Alguaciles se vistieron con el uniforme de
la Marina de México, tomaron sus armas, se cubrieron el rostro con pasamontañas
negros y pidieron únicamente apoyo logístico (automóviles oficiales) a sus
pares de la Marina para acordonar el entorno de un edificio en Avenida del Mar,
pero sin darles el número del inmueble donde harían el allanamiento.
En
10 minutos los agentes estadunidenses arribaron en tres unidades móviles de la
Marina de México blindadas y artilladas y bloquearon la entrada del condominio.
Unos se colocaron en la puerta de entrada, otros en la parte trasera del
edificio, mientras un par de agentes de cada una de las dependencias
estadunidenses –la DEA y los Alguaciles– y dos más de otra agencia de
inteligencia subieron por las escaleras al condominio 401.
Con
rifles de alto poder y equipo especial para derribar puertas, incluso
blindadas, segundos después los agentes entraron al condominio y encontraron
casi en la entrada a Carlos Manuel Hoco Ramírez, el único guardaespaldas que
cuidaba al Chapo. Estaba durmiendo. Lo
inutilizaron y le dijeron que se entregara; luego se dirigieron a la habitación
principal donde, mediante una señal con la cabeza, Hoco Ramírez les indicó
dónde estaba su jefe.
Al
entrar a la habitación, El Chapo, quien estaba desnudo, se rindió. Estaba con
su esposa, Emma Coronel, de 22 años, quien se cubrió el cuerpo con las sábanas.
Tenía el rostro desencajado y no dejaba de temblar. En una habitación contigua
estaban las gemelas procreadas por el matrimonio: Mali y María Joaquina,
nacidas en Estados Unidos.
Esposado
y en calzoncillos, los agentes bajaron al Chapo al estacionamiento del
edificio. Después de asegurarse de que no había un grupo de sicarios del
narcotraficante en los alrededores, los agentes comenzaron a tomarle fotos.
“La
primera fotografía de su captura se filtró a la agencia de noticias Associated
Press (AP). Es la que se le tomó al agente que esposó al Chapo. En ella se
observa la mano derecha de un marino sobre la cabeza del detenido. Esa mano es
la de nuestro agente que lo atrapó y esposó”, sostiene uno de los funcionarios.
Al
concluir la sesión de fotos, los agentes estadunidenses se comunicaron con el
grupo especial de marinos mexicanos para que llegaran al edificio y se hicieran
cargo de los detenidos y de la seguridad del edificio.
Los
entrevistados comentan al corresponsal que ni los elementos de la DEA ni los de
la Oficina de los Alguaciles filtraron la famosa foto a la AP. Según ellos, lo
hizo otra agencia federal estadunidense cuyo nombre no quisieron revelar.
Con
la llegada de los marinos mexicanos al condominio 401 del edificio Miramar, no
concluyó la participación de los agentes estadunidenses. El que arrestó al
narcotraficante y otro agente acompañaron a los marinos mexicanos en el
helicóptero que se llevó al Chapo Guzmán y a su pistolero hasta el hangar de la
PGR de la Ciudad de México.
Y
cuando Guzmán Loera volaba hacia la Ciudad de México, “los agentes
estadunidenses notificaron a los niveles más altos del gobierno de México la
captura del capo sinaloense”, comenta uno de los entrevistados.
Al
llegar a su destino y luego de que el detenido fue trasladado a las oficinas
gubernamentales de la PGR, los agentes estadunidenses se quitaron el
pasamontañas. Varios funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto se
sorprendieron al ver que era agentes extranjeros, aunque no preguntaron por qué
iban vestidos como marinos.
Horas
después, en conferencia de prensa, el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam,
acreditó a la Marina de México la operación total que culminó con el arresto
del líder del Cártel de Sinaloa. Posteriormente el funcionario mencionó ante
los reporteros nacionales y extranjeros la participación de agentes de la DEA y
de agencias de seguridad e inteligencia
de Estados Unidos.
“Eso
no nos importó, lo que nosotros queríamos era capturar al Chapo. Eso ya lo
habíamos logrado; lo demás es política”, precisa uno de los dos funcionarios
del gobierno de Obama.
Semanas
después, los agentes estadunidenses que participaron en la captura del Chapo
Guzmán regresaron a Estados Unidos y fueron ascendidos de puesto.
Declaraciones
reveladoras
La
noche del miércoles 15, cuatro días después de la fuga del Chapo del penal del
Altiplano, luego de que en Estados Unidos varios medios informaron –citando
siempre a funcionarios estadunidenses que pidieron el anonimato– que el
gobierno de Peña Nieto rechazó la ayuda de Washington para recapturar al líder
del Cártel de Sinaloa, Jack Riley, el jefe de Operaciones de la DEA, se
presentó al estudio de la cadena de televisión Fox News para hablar sobre el
tema.
“Uno
de los mejores días que he tenido durante los 30 años que llevo en este trabajo
fue hace un año, cuando lo capturamos. Uno de los peores días que he tenido fue
el sábado pasado (el 11), cuando recibí una llamada telefónica a las dos de la
mañana en la que me dijeron que otra vez estaba huyendo”, respondió Riley a la
pregunta de Greta Van Sestaren, la conductora del programa.
Al
día siguiente por la mañana, el jefe de Operaciones de la DEA fue entrevistado
por una reportera de la cadena de televisión CNN:
“Yo
no tengo conocimiento de que el gobierno mexicano esté rechazando la ayuda
–expuso Riley–. Por el contrario, estamos en contacto con ellos diariamente en
esta investigación, como en otras. Cuando tenemos información de inteligencia
aquí en Estados Unidos o en otras partes del mundo, rutinariamente la
compartimos con ellos. Hay cooperación y habrá cooperación, así fue como lo
agarramos la primera vez, y creo que esto tendrá un final similar.”
La
reportera preguntó a Riley cómo aprehendieron al Chapo en Mazatlán. Él
respondió: “Mejor hablemos de cómo lo vamos a volver a detener… Estamos
buscando en todos lados, estamos observando a gente que ayuda a su
organización, a sus familiares que podrían estar involucrados; a sus ex
asociados, a cárteles rivales (al de Sinaloa) que posiblemente puedan hablar
con algunos de sus subalternos”.
El
21 de noviembre de 2014, The Wall Street Journal publicó un artículo titulado:
“Personal de la Oficina de los Alguaciles se visten como marinos mexicanos para
perseguir a los capos de los cárteles”.
Según
el artículo, firmado por Devlin Barret, “gente familiarizada con este trabajo
(dice) que cuatro veces al año la Oficina de los Alguaciles envía a un puñado
de especialistas a México para que vistan los uniformes (de los marinos) y se
armen, con el propósito de esconder su papel en la cacería de sospechosos;
incluidos los criminales que no están en la lista de los más buscados por
Estados Unidos. Las fuentes dicen que el Buró Federal de Investigación (FBI) y
la DEA juegan un papel de respaldo similar”.
Los
dos funcionarios que conversaron con el corresponsal admiten que la versión de
que en marzo 2014 se le advirtió al gobierno mexicano que el Cártel de Sinaloa
planeaba la fuga de su líder es cierta.
`“Nuestros
agentes compartieron esa información con el procurador Murillo Karam, pero este
señor, con su sentimiento antiestadunidense, dijo que no; que los gringos
estaban exagerando y que El Chapo nunca se podría escapar (por segunda vez) de
una prisión de alta seguridad”, remata uno de los entrevistados.
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