La
mirada de Jesús hacia las personas no es la de un “sociólogo o de un
fotoreportero, porque Él siempre mira con los ojos del corazón”, dijo el papa Francisco en el breve discurso que precedió el Ángelus, este domingo 19 de julio de 2015, en la Plaza de San Pedro.
Al
comentar el Evangelio del día, Francisco recordó que Jesús mira siempre “con
los ojos del corazón”. Y que los verbos: 'ver' y 'tener compasión', configuran
a Jesús como el Buen Pastor. O sea, enseñar la palabra de Dios a la gente.
Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña. ¡Que bello es esto!
El texto
completo del ángelus
«Queridos
hermanos y hermanas. Buenos días.
¡Veo
que son muy valientes con este calor de playa. Felicitaciones!
El
Evangelio de hoy nos dice que los apóstoles después de la experiencia de la misión,
están contentos pero cansados. Y Jesús lleno de comprensión quiere darles un
poco de alivio. Entonces les lleva a aparte, un lugar apartado para que puedan
reposarse un poco. “Muchos entretanto los vieron partir y entendieron... y los
anticiparon”.
Y
a este punto el evangelista nos ofrece una imagen de Jesús de particular
intensidad, 'fotografiando' por así decir sus ojos y recogiendo los
sentimientos de su corazón. Dice así el evangelista: “Al desembarcar, Jesús vio
una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin
pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”.
Retomemos
los tres verbos de este sugestivo fotograma: ver, tener compasión, enseñar. Los
podemos llamar los 'verbos del Pastor'.
El
primero y el segundo están siempre asociados a la actitud de Jesús: de hecho su
mirada no es la de un sociólogo o la de un fotoreportero, porque Él mira siempre
“con los ojos de corazón”.
Estos
dos verbos: 'ver' y 'tener compasión', configuran a Jesús como el Buen Pastor.
También su compasión no es solo un sentimiento humano, pero es la conmoción del
Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el
deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra.
O
sea, enseñar la palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión;
Jesús enseña. ¡Que bello es esto!
Y
he pedido al Señor que el espíritu de Jesús, el Buen Pastor, me guiase durante
el viaje apostólico que realicé los días pasados en América Latina, que me
permitió visitar Ecuador, Bolivia y Paraguay.
Agradezco
a Dios con todo el corazón por este don. Agradezco a los pueblos de estos tres
países, su cariñosa y calurosa acogida y por su entusiasmo.
Y
renuevo mi agradecimiento a las autoridades de estos países por su acogida y
colaboración. Con gran cariño agradezco a mis hermanos obispos, sacerdotes, a
las personas consagradas y a todas las poblaciones por el calor humano con el
que han participado.
Con
estos hermanos y hermanas he alabado al Señor por las maravillas que ha obrado
en el Pueblo de Dios en camino en aquellas tierras. Por la fe que ha animado y
anima su vida y su cultura. Y lo hemos alabado también por las bellezas
naturales con las cuales ha enriquecido a estos países.
El
continente latinoamericano tiene grandes potencialidades humanas y
espirituales, custodia los valores cristianos profundamente radicados, pero
vive también graves problemas sociales y económicos.
Para
contribuir a su solución, la Iglesia está empeñada en movilizar las fuerzas
espirituales y morales de sus comunidades, colaborando con todas las
componentes de la sociedad.
Ante
los grandes desafíos que el anuncio del Evangelio tiene que enfrentar, he
invitado a alcanzar de Cristo Señor, la gracia que salva y que da fuerzas al
empeño del testimonio cristiano, a desarrollar la difusión de la palabra de
Dios, para que la importante religiosidad de aquellas poblaciones pueda siempre
ser testimonio fiel del Evangelio.
A
la materna intercesión de la Virgen María, que toda América latina venera como
patrona con el título de Nuestra Señora de Guadalupe, confío los frutos de este
inolvidable viaje apostólico».
Después
de rezar el ángelus el Papa dice las siguientes palabras.
«Queridos
hermanos y hermanas.
Saludo
a todos cordialmente, romanos y peregrinos. Saludo en particular a los jóvenes
de la Diócesis Pamplona y Tudena, de España.
Saludo
a las hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret reunidas en Roma con motivo del
capítulo general; a la orquesta de Offanengo-Casalbuttano; a los coros de Vigo
Cavedine (Trento); a los jóvenes voluntarios en el Convento di Arco di Trento,
a los jóvenes de Meana Sardo y a aquellos que participan a la vacación
organizada por el INPS de Pomezia; a los jóvenes de la Acción Católica de
Mellaredo y Rivale (Padua).
Les
deseo a todos un buen domingo, y no se olviden de rezar por mi. Y ¡'Buon pranzo
e arrivederci!».
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