Revista
Proceso
# 2010, 18 de julio de 2015
Todos
los privilegios para “El Chapo”/ANABEL
HERNÁNDEZ
La
estancia de Joaquín El Chapo Guzmán en el Centro Federal de Readaptación Social
(Cefereso) número 1, el Altiplano, fue breve, pero estuvo llena de privilegios.
No se sabe que –como cuando estuvo en el penal de máxima seguridad de Puente
Grande, Jalisco– haya organizado fiestas, llevado grupos musicales o haya
tenido opíparas cenas de Navidad con su familia, pero sí tenía prebendas que
ningún otro reo podía comprar.
Desde
su llegada –aunque portaba el mismo uniforme color caqui que los demás, el suyo
con el número 3578–, para todos fue “un señor de respeto”, tratamiento que
costaba miles de dólares, sin que alguien se atreva a especular sobre una
cantidad precisa. Se afirma que nunca fue tratado como la mayoría de los
presos. Nunca.
Uno
de sus privilegios era el relativo al corte de cabello, algo importante para el
vanidoso capo. En el año y cinco meses que estuvo en el Altiplano, sólo se
recuerda haberlo visto una vez a rape, como lo mostró la procuradora Arely
Gómez en la conferencia de prensa del martes 14. A diferencia de los demás
presos, tenía abundante cabellera, algo prohibido en el Cefereso por cuestiones
de higiene.
En
el video en el cual se ve al preso momentos antes de su fuga, se aprecia que no
tenía rasurada la cabeza. La Secretaría de Gobernación (Segob) intentó una
explicación: ya le iba a tocar corte, pues éstos son cada 15 o 20 días. Sin
embargo, no hay cabellera que en ese tiempo crezca al tamaño de la que lucía el
reo antes de escapar.
Emma
Otro
privilegio: las visitas de su esposa, Emma Coronel.
La
llegada de Emma causaba un verdadero revuelo en el penal, no por el exuberante
cuerpo de la exreina de belleza de la Feria del Café y la Guayaba de Canelas, Durango
–con quien el narcotraficante se casó en julio de 2007 en una boda por todo lo
alto, pese a ser un prófugo buscado por autoridades federales (Proceso 1609)–,
sino por sus hijas: las gemelas de tres años que la acompañaban la mayoría de
las veces y por quienes el sinaloense tiene una particular debilidad.
Las
niñas –una de ellas llamada Joaquina– ponían de cabeza el Cefereso al correr y
gritar por todas partes. Siempre vestidas exactamente igual, con las mejores
marcas. Testigos afirman que iban impecables, con un ajuar perfectamente
combinado, desde el moño hasta los zapatos.
Emma
Coronel, de 24 años, comenzó a visitar al Chapo aproximadamente un mes y medio
después de su encarcelamiento. Para las esposas o familiares de otros internos
el trámite puede llevar meses.
Ella
iba la mayoría de las fechas de visita, cada nueve días.
Aunque
fuera de las últimas en llegar al penal, era de las primeras en entrar; y El
Chapo era uno de los primeros en ser llevado por los custodios al área de
visita y, por lo tanto, disponía de más tiempo. Se afirma incluso que sus
reuniones ocurrían en un espacio especial, no como el resto de los internos.
Quienes
coincidieron con Emma en esas esperas antes de la visita afirman que ella no es
prepotente; más bien sencilla y callada. Su rostro, de una belleza natural,
contrasta con la voluptuosa figura producto de evidentes cirugías.
Las
revisiones para entrar a la visita familiar o visita íntima son vejatorias para
las esposas e hijos de los demás; incluso se pide a los menores quitarse la
ropa interior y a las mujeres desnudarse y aflojar brasier y pantaleta. No era
el caso con Emma ni sus hijas.
Contrario
a lo que se permite a todos los demás visitantes, Emma entraba a ver a su
esposo acompañada por su madre, Blanca Estela Aispuro, quien se encargaba de
cuidar a sus inquietas nietas. En el penal, los menores sólo pueden entrar con
un adulto, no con dos, y la visita es máximo de tres familiares, no cuatro.
Visitas
atípicas
Mientras
permaneció preso, Guzmán Loera no dejó de ocuparse de sus otras mujeres, a
quienes enviaba constantes saludos y mensajes por medio de los abogados,
quienes lo visitaban diariamente. Éstos llegaron a comentar que El Chapo era
responsable económicamente de una familia muy grande. Ahora se sabe que tiene
al menos 18 hijos, y de todos se hace cargo.
Todos
los días su defensor, Óscar Gómez Núñez, iba a visitarlo a la zona de
locutorios para atender los asuntos jurídicos y personales del capo. Gómez
Núñez es el abogado de confianza de Ismael El Mayo Zambada y también lo fue de
Vicente Zambada Niebla cuando éste fue detenido en marzo de 2009 en la Ciudad
de México.
En
entrevista, el senador Alejandro Encinas –quien tras la fuga del capo recorrió
el penal junto con la Comisión Nacional de Seguridad– afirma que de acuerdo con
la información que obtuvo de la Segob, había muchas visitas atípicas para un
interno de alta peligrosidad.
Era
atípico “en cuanto a número de visitas y horas de duración de las entrevistas
con sus abogados y con personas que no debieron tener acceso a una entrevista
con él, como por ejemplo la diputada (panista Lucero Guadalupe Sánchez), quien
además cometió suplantación de personalidad”, señala Encinas, “y por la
información que obtuvimos, tuvo visitas recurrentes de distintas personas”.
El
senador detalló que las visitas de la diputada local sinaloense eran incluso en
una sala de visita familiar, y según los datos que obtuvo de las autoridades,
las reuniones con los abogados llegaban a durar hasta dos horas.
Respecto
a la alerta de fuga, Encinas señaló que no queda suficientemente claro el
momento en el cual se dio parte al Ejército, que cubre el perímetro exterior.
“Son vacíos de información que todavía existen”.
Los
privilegios del Chapo estaban a la vista de todos: abogados, familiares de
otros presos y actuarios que llevaban notificaciones.
También
de las autoridades del penal, del Centro de Investigación y Seguridad Nacional
–institución encargada de vigilar al capo– y de la Policía Federal, que todo lo
veía y oía por las cámaras de video y los micrófonos instalados en las celdas.
Además,
familiares de otros internos afirman que el Altiplano es como una caja de
resonancia, donde cada ruido, cada estornudo, cada plática se escucha; incluso
sólo se permite que los televisores sean usados con audífonos, para no
distorsionar u ocultar otros sonidos.
Si
hubiera habido golpeteos (como los necesarios para abrir el túnel por el cual
supuestamente se fugó el capo), se hubieran escuchado; sin embargo, hace cuatro
meses se iniciaron dentro del penal trabajos de impermeabilización, que se
hacían durante el día.
Las
celdas son revisadas periódicamente, por sopresa, a cualquier hora.
Se
desnuda al interno o los internos y se les hace abrir las piernas, se
inspecciona con perros cada milímetro de la celda para ver si hay sustancias o
artículos prohibidos. Hay presos que son amonestados incluso si se atrevieran a
tener una pluma; sólo tienen derecho a un repuesto y hojas para escribir,
libros y un televisor, sólo si lo aprueba el Consejo Técnico del Cefereso.
Sin
duda el preso 3578 era privilegiado.
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