3 jun 2006

¿Y el silencio de la Iglesia qué?


En su discurso en Auschwitz Benedicto XVI circunscribió la responsabilidad del holocausto a "un grupo de criminales" y absolvió al pueblo alemán "que puedo ser usado y se abusó de él, como un instrumemento" de los nazis.
Pero ...¿por qué Benedicto XVI, en vez de su dramática pregunta sobre el silencio de Dios,no se plantea una más modesta sobre el silencio de su predecesor?", se pregunta el filósofo italiano Umberto Galimberti en el diario La Repubblica
Reproduzco una parte del editorial del periódico La Vanguardia este 3 de junio:
"El filósofo germano Jürgen Habermas, conmovido, ha alabado la profundidad del discurso, pero ha lamentado esa visión del pueblo alemán cautivo de una banda de malhechores. "Quizá la visión de Joseph Ratzinger del periodo nazi procede de su ambiente familiar, de la honesta familia católica de sus padres", aventura Habermas en la prensa italiana, recordando que el régimen nazi gozó de amplio apoyo entre la población.
Añade el editorial que "en cualquier caso, el propio Benedicto XVI indicó hasta qué punto le atormenta la cuestión del exterminio de los judíos y de las reflexiones teológicas que suscita, y por un triple motivo, como se desprende de las palabras que eligió para iniciar su parlamento, en las que confesó que "es particularmente difícil y opresivo para un cristiano, para un Papa que procede de Alemania" tomar la palabra en Auschwitz.
Que el plan nazi de aniquilación de los judíos merece no sólo análisis histórico sino también teológico se hizo evidente a pensadores judíos de todo el mundo y a teólogos cristianos alemanes acabada la guerra, cuando surgió la teología del holocausto, también llamada Theologie nach Auschwitz (teología después de Auschwitz).
"Los rabinos dieron varias interpretaciones: un temporal eclipse de Dios - momentos en que Dios se halla inexplicamente ausente de la historia-; el holocausto como precio que pagar por el libre albedrío concedido al hombre por Dios, quien por tanto no interfiere en el devenir de la historia; un castigo divino por presuntos pecados de los judíos de Europa, e incluso el destino del pueblo elegido de sufrir por los pecados de la humanidad.

Muchísimos judíos perdieron la fe, y concluyeron que el holocausto demostraba la no existencia de Dios. De hecho, la pregunta formulada por Benedicto XVI incumbe a las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam), cuyo Dios único es visto como omnipotente, omnisciente y misericordioso, lo cual hace difícil al creyente aceptar que permita la maldad en el mundo. "La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo", reza el catecismo de la Iglesia católica, que señala que "Dios no es, en modo alguno, ni directa ni indirectamente, la causa del mal". Asunto bien distinto es el comportamiento humano - silencio incluido-, que sí merece el juicio de la historia."

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