17 abr 2007

Irán Vs GB

Irán contra Gran Bretaña: ¿quién pestañeó?/Francis Fukuyama
Publicado en EL PAÍS, 17/04/07):
Aunque los comentaristas han dicho que Gran Bretaña capituló ante Irán y les entregó una victoria humillante con la liberación de los 15 marinos británicos, da la impresión de que lo que ocurrió es más bien lo contrario. Pero, para entender por qué, tenemos que examinar la situación general de la política interna iraní.
El problema de Irán es, en realidad, el problema del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Iraní (CGRI o, en persa, Pasdaran) y las instituciones relacionadas como la milicia Basij. Son los organismos “con poder” que constituyen la base política de los conservadores en el país. A cambio de su apoyo, los dirigentes políticos como el ex presidente Akbar Hashemi Rafsanjani y el Líder Supremo, el ayatolá Ali Jamenei, han permitido que el CGRI creciera hasta convertirse en un Estado semiautónomo dentro del Estado. Hoy es una enorme empresa que controla sus propios servicios de inteligencia, su base industrial y sus compañías de exportación e importación, al estilo del Servicio Federal de Seguridad ruso y el ejército chino. Desde que llegó al poder el régimen de Ahmadineyad, ha concedido a empresas afiliadas al CGRI miles de millones de dólares en contratos sin subasta previa, una medida que ha contribuido a aumentar su imagen de corrupción, ya considerable a ojos del pueblo iraní.
La opinión más extendida es que el Líder Supremo Jamenei colocó en su cargo al enloquecido presidente actual, Mahmud Ahmadineyad, como contrapeso al ex presidente Rafsanjani, y que no ha dejado de arrepentirse desde entonces, a medida que Ahmadineyad se ha dedicado a soltar exabruptos sobre el Holocausto y a hundir a Irán cada vez más en el aislamiento. El presidente actual procede del CGRI (en concreto, de la Unidad Ramazan de la Fuerza Quds), y ha utilizado dicha organización y la milicia Basij para consolidarse en el poder y actuar en contra de sus opositores políticos más liberales.
Nadie sabe exactamente por qué la rama naval del CGRI capturó a los 15 marinos británicos a finales de marzo. Algunos han especulado que fue una decisión autónoma del mando del CGRI o de la marina ante una oportunidad inesperada. Es posible que el CGRI quisiera contar con un instrumento de negociación para conseguir la liberación de sus miembros capturados en Irak. En cualquier caso, no parece casualidad que la captura se produjera justo cuando el Consejo de Seguridad acababa de aprobar unas sanciones muy específicas contra Irán, que no sólo afectaban a empresas e instituciones económicas afiliadas al CGRI, como el Grupo de Industrias de Munición y Metalurgia y el Banco Sepah -dedicados a actividades relacionadas con misiles nucleares o balísticos-, sino a una serie de altos jefes del CGRI como Morteza Rezaei, número dos en el mando de los Guardias Revolucionarios; el vicealmirante Ali Ahmadian, jefe del estado mayor conjunto, y el general de brigada Mohammad Hejazi, jefe de los Basij. Al congelar los activos iraníes fuera del país, la ONU golpeó al CGRI donde más dolía, en la cartera.
Quienquiera que fuese el responsable de la decisión de capturar a los marinos británicos aspiraba a reavivar parte del fervor de la revolución de 1979 y aprovechar la situación para obligar al resto de los dirigentes a un enfrentamiento con Gran Bretaña y EE UU. De ahí las “confesiones” televisadas que recordaban a la toma de los rehenes en la Embajada norteamericana (el “nido de espías”) y las manifestaciones ante embajadas extranjeras. Pero el órdago no salió bien y está claro que se produjo en la trastienda una lucha de poder entre distintos sectores del régimen. Estaba previsto que Ahmadineyad pronunciase un gran discurso de masas en Teherán, pero lo canceló en el último momento y, cuando habló, fue para anunciar que pronto dejarían en libertad a los cautivos. A su vez, salieron en libertad los presos del CGRI en Irak, pero Gran Bretaña no pidió disculpas ni reconoció haber hecho nada mal. Por tanto, da la impresión de que fueron los iraníes los que pestañearon primero, antes de que el incidente pudiera degenerar en una crisis como la de los rehenes de 1979.
Todo esto no quiere decir que dentro del régimen clerical de Teherán haya necesariamente “radicales” y “moderados”. Los que se oponen al CGRI también tienen un programa revolucionario y, sin duda, quieren un arma nuclear tanto como los jefes del Pasadaran. Una de las supuestas razones por las que Jamenei no quería a Rafsanjani como presidente era que no persiguió el programa nuclear con suficiente ahínco. Ahora bien, el régimen iraní no es un monstruo totalitario; hay importantes divisiones dentro de la dirección y existe una facción significativa que no quiere que Irán permanezca aislado. El CGRI se ha convertido en una especie de organización mafiosa, con amplios intereses económicos que desembocan en la corrupción y la posible vulnerabilidad a las sanciones impuestas por la comunidad internacional.
Es
importante recordar que los responsables de la captura de los marinos buscaban una escalada del enfrentamiento, tanto para mejorar su situación interna como para vengarse de unas sanciones de las que empezaban a resentirse. De aquí puede deducirse que lo que ha hecho hasta ahora el Gobierno de Bush -ir aumentando poco a poco la presión, mediante la diplomacia, para crear una coalición internacional en la que ya están incluidos los rusos- es la vía adecuada.

265 asesinatos en Rusia

¿Quién asesina a los periodistas rusos?/Monika Zgustova, escritora; su última novela es La mujer silenciosa, Acantilado
OPublicado en EL PAÍS, 17/04/2007;
¿Quién en Rusia no quiere que se sepa la verdad? Demasiada gente, si contamos uno a uno los 256 periodistas asesinados desde la caída de la Unión Soviética. Ivan Safronov es el último periodista ruso muerto en circunstancias extrañas, y es que ¿quién sale a comprar una bolsa de naranjas para regresar a casa y arrojarse por la ventana desde una quinta planta?
Safronov, corresponsal en materia de defensa de Kommersant, uno de los diarios más importantes, revelaba con frecuencia en su periódico los detalles del negocio del armamento que algunos querían mantener secretos. Antes de su misteriosa muerte, este militar convertido en periodista investigaba la venta de armamento y aviones militares rusos a Siria e Irán por medio de Bielorrusia. Parece que los servicios secretos le hicieron llegar una advertencia para que no publicara la trama. Y ahora la policía está investigando su “suicidio forzado”.
Esta investigación es en sí algo excepcional, porque muy pocos de los 265 asesinatos de periodistas rusos se han sometido a investigación. Según un reciente estudio del International Safety Institute, Rusia ocupa el segundo lugar del mundo entre los países que se desembarazan violentamente de sus periodistas, después de Irak y seguido por Colombia. Por todo eso, en la actualidad hay más periodistas rusos en el exilio que en las redacciones de los periódicos.
Aunque la Rusia contemporánea ofrece a los ciudadanos más libertad que la que les brindaba la Unión Soviética, sus métodos de prescindir de los que le resultan incómodos son más difíciles de predecir y sondear. Si las autoridades soviéticas enviaban a los disidentes al exilio, al gulag o los encerraban en los manicomios, hoy en Rusia se liberan de sus críticos a base de una paliza mortal, un tiro, un veneno o una explosión. O los arrojan por la ventana, como a Ivan Safronov.
Uno de los periodistas rusos amenazados de muerte por el FSB (Servicio Federal de Seguridad), Andrey Babitski, me confesó recientemente, en el CCCB barcelonés, tras haber participado en un entrañable homenaje a Anna Politkovskaia, la periodista asesinada en Moscú el pasado mes de octubre: “Vivo en el exilio en Praga. Y puesto que no puedo vivir en Rusia, me da igual donde resido”. Babitski añadió que se alimentaba de la esperanza de poder volver a Rusia, un día, cuando la situación haya cambiado.
Muchas veces he oído esa historia de la boca de los exiliados rusos: ¡volver, tan pronto la situación haya cambiado! Y muchas veces la he leído en la literatura producida por el exilio ruso de los siglos XIX y XX. Al igual que a Babitski, también a aquellos refugiados les importaba poco el lugar de su residencia en el exilio; sólo soñaban con poder regresar a Rusia. Esa noche en el CCCB, Babitski me dijo que, sumido en la tristeza y la depresión por no poder ir a Rusia, el ambiente intelectual del país que le brindaba refugio le dejaba indiferente, y agregó que vivía en la capital checa igual que podría vivir en cualquier otro lugar del mundo fuera de Rusia: solitario y automarginado, soñando con su retorno.
Babitski es uno de esos miles de rusos que, desde la época de los zares hasta hoy, fueron expulsados o se vieron obligados a abandonar su país por haber desarrollado un pensamiento crítico o una actitud disidente. El pensador Gertsen, en el siglo XIX, tras ser expulsado de Rusia, vivió en Polonia, abatido y melancólico a pesar de la adoración que por sus ideas le profesaron los polacos. Tras la revolución rusa, olas de exiliados pasaron el resto de su vida en las ciudades receptoras de refugiados como París, Berlín, Praga y Nueva York, en un exilio doble: el de hallarse fuera de Rusia y el de automarginarse en un gueto dentro del país de acogida. Entre los muchos disidentes expulsados de la Unión Soviética de la época poststalinista, el cineasta Tarkovski realizó en Suecia la última parte de su obra, invadida por la melancolía del desarraigo; el escritor Solzhenitsin en su exilio americano perdió su orientación.
Mientras los habitantes de la Rusia actual viven en un país que carece de libertad de expresión y que no es en absoluto un Estado de derecho, y tienen que soportar esa “bacanal xenófoba”, según la expresión de A. Piontkovski, miembro del PEN Club Internacional, y ese clima de amenaza y temor, también los rusos exiliados experimentan su condición de manera trágica. En las capitales americanas, por ejemplo en Trento, en las afueras de Filadelfia o en Brighton Beach, cerca de Nueva York, los emigrados han construido sus guetos, sus pequeñas Rusias con bibliotecas, periódicos y cadenas de televisión, escuelas, gimnasios y no sé si hasta morgues propios, donde viven como si estuvieran en su país, generalmente sin aprender el inglés, esperando en secreto ese milagroso cambio, del que me habló Babitski, para poder volver a Rusia. Los rusos comprenden la tragedia de su país -una tragedia que ya dura siglos- y la expresan con esa frase que al oído occidental suena algo melodramática, además de fatalista: “Rusia es un país que Dios ha maldecido”.
La ola de asesinatos contra periodistas y disidentes ha empezado a cobrarse vidas incluso entre ciudadanos de otros países. Hace unas semanas, en Estados Unidos, unos supuestos ladrones mataron a Paul Joyal frente a su casa de Maryland, sin molestarse siquiera en robarle la cartera. Joyal, muy crítico con el poder actual en Rusia, fue ex miembro del comité de inteligencia del Senado y amigo de Alexander Litvinenko, asesinado en Londres por envenenamiento mediante radiación.
¿Es posible detener o reducir esa creciente ola de asesinatos? Lo desearían todos aquellos que en Rusia mantienen el pensamiento democrático, y la UE debería presionar a Putin en este sentido. Pero probablemente a estas alturas es difícil detener los asesinatos del todo: el poder del servicio secreto ha crecido tanto bajo la influencia de Putin que sus agentes actúan por su cuenta y su actuación está descontrolada. Como ya sucedía bajo los zares, como ocurría en todas las épocas en ese país acostumbrado a la tiranía. Putin no es el único que desencadenó recientemente ese infierno de asesinatos impunes. Ya bajo Yeltsin, distintos grupos de presión mataron a decenas de personas que les resultaban incómodas.
En Rusia, otra vez se vive el miedo. ¿Pero no tenemos miedo de algunos grupos de presión, aunque en menor medida, incluso aquí, en el Occidente europeo? Los periodistas occidentales, ¿acaso comentamos en nuestros medios todo lo que deberíamos comentar? ¿No actuamos también nosotros, a veces, bajo el impacto del miedo?

Posicionamiento de la CEM

"No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu vida tu derecho a decirlo": Voltaire.
Posicionamiento de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en torno al aborto.
Lago de Guadalupe, Estado de México., 17 de abril de 2007
En defensa de los más pequeños
Los Obispos mexicanos, reunidos en Asamblea Plenaria, nos dirigimos al Pueblo de México para compartir nuestra grave preocupación sobre el tema de la Vida, y exhortar a su defensa, como lo hicimos en el año 2000, en nuestra Carta Pastoral Del Encuentro con Jesucristo a la Solidaridad con Todos: “Por lo que se refiere al derecho a la vida, es preciso denunciar el estrago que se hace de ella en nuestra sociedad: además de las (…) diversas formas de violencia, hay muertes silenciosas provocadas por el hambre, el aborto, la experimentación sobre los embriones y la eutanasia”.
Vivimos días de constantes iniciativas, declaraciones y medidas concretas para la protección de los derechos humanos. Sin embargo, y de manera contrastante, como sociedad estamos dejándonos invadir por modos de pensar y actuar que van configurando una “cultura de la muerte”. No se trata tan sólo del fenómeno de la violencia que sufrimos en diferentes partes de nuestra Nación, sino de normas legales que pretenden consagrar principios contrarios al derecho fundamental de la vida. Aún en la sociedad mexicana, caracterizada por la humanidad y la fe de su gente, por los esfuerzos en defensa de la vida y la familia; se escuchan voces en favor de la legalización del aborto, en nombre de una mal entendida libertad y defensa de la mujer.
Ninguna motivación, por legítima que parezca, justifica el aborto directamente provocado. Nadie es propietario de la vida de un ser humano, ni siquiera el padre o la madre; y nadie puede ponerse en lugar del ser concebido para preferir en su nombre la muerte o la vida (cfr. Declaración de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el aborto, Nro. 14, l8.XI.74).
La defensa de la vida no parte de un dogma religioso, sino de un principio de derecho natural, accesible a la razón, fundado en la realidad del hombre y su dignidad, y que, en consecuencia, no es una verdad dependiente de solas convicciones religiosas. La defensa de la vida humana desde su concepción ha sido asumida por la misma ciencia. Es la ciencia la que nos confirma que aun antes de nacer, el ser concebido es una persona, y sujeto de pleno e inalienable derecho a la vida. El deber de la sociedad es protegerlo adecuadamente. Los códigos civiles de varios estados, e incluso el del Distrito Federal así lo entienden y lo establecen; “Desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley y se le tiene por nacido” (Artículo 22 del Código Civil del DF). Negar este deber del ordenamiento jurídico es arbitrario e ilegal.
Es claro que como pastores no nos podemos desentender de las personas en delicadas y penosas situaciones que afectivamente podrían impulsarlas a la drástica decisión del aborto. De ellas debemos preocuparnos efectivamente con justicia, amor y solidaridad. No obstante; tampoco estos casos nos pueden hacer vacilar en la protección de quien sin culpa alguna sería llevado a la muerte. Por los casos que en el ejercicio de nuestro ministerio nos ha tocado acompañar, los Obispos sabemos del daño que produce en la conciencia y en la mente de una mujer la realización de un aborto. Lo que parecía una solución, no fue más que la agudización de un conflicto interno. Es una doble cruz que le imponemos cuando estamos más atentos a eliminar un “problema” (aunque este sea una personita), que a legislar para asegurar a todas las madres la posibilidad de criar a sus hijos en un marco de seguridad social, o permitir que puedan dar su hijo en adopción sabiendo que tendrá el amor y la atención necesarias para crecer sano, desplegando todos las potencialidades que lleva en su código genético desde el momento de la fecundación y que su madre biológica, por alguna limitación no puede brindarle. En esta línea, son muchas las iniciativas que se podrían y deberían discutir en favor de la vida del niño por nacer y de su madre, sin desproteger a ninguno.
Tienen razón aquellos que afirman que esta ley no obligaría a nadie a abortar, pero también es verdad que "las leyes desempeñan un papel muy importante y a veces determinante en la promoción de una mentalidad y de unas costumbres" (Juan Pablo II, Evangelium Vitae, nº 90). Por eso es difícil aceptar la contradicción en el hecho de que legisladores que fueron elegidos para preservar el bien común, legislen violando el derecho natural a la vida de un inocente. Cualquier legislación en favor del aborto es una contradicción con la función propia del Estado, que existe total y exclusivamente al servicio de la persona y de la comunidad. El Estado no es fuente originaria de los derechos innatos e inalienables de la persona, ni creador y árbitro absoluto de esos derechos, a los que debe reconocimiento, tutela y promoción.
Autorizando el aborto, el Estado introduciría el principio que legitima la violencia contra el inocente indefenso, y, por lo tanto, renunciaría a defender el derecho de los más débiles, dejando de ser "Estado de Derecho" para convertirse en un Estado de la “ley del más fuerte”.
Como pastores de la Iglesia Católica que peregrina en México hacemos un llamado a la sociedad entera a custodiar y transmitir los grandes valores del hombre, es necesario que las familias, las instituciones culturales y educativas, así como los responsables de los medios de comunicación social contribuyan a sostener en la conciencia de nuestro pueblo la estimación de la vida humana desde sus comienzos. Tenemos la esperanza de que nuestro pueblo pueda superar estos momentos de debate permaneciendo fiel a sus convicciones en favor de la vida y de la paz. Actuar en contra de estos principios, como dice el Papa Juan Pablo II, “podría llevar a la humanidad hacia una derrota, y cuya primera victima sería el hombre mismo” (cfr. Carta a los Jefes de Estado; 9.III.1994).
Pedimos a la Virgen de Guadalupe, Madre de Dios, que custodie en su pueblo el amor a la vida, y lo acompañe en su amorosa lucha por defenderla. Los saludamos con todo afecto, rezamos por ustedes y les damos nuestra bendición de pastores que, junto a ustedes, quieren estar siempre del lado de la vida.
Por los Obispos de México,
+ Carlos Aguiar RetesObispo de Texcoco, Pte. de la CEM
+ osé Leopoldo González González, o
bispo Auxiliar de Guadalajara, Srio. General de la CEM

Hoy es el recorrido de "La novia de Culiacán"

Guadalupe Leyva, o mejor conocida como «Lupita, la novia de Culiacán» es una leyendas de de la capital del estado.  Este domingo 22 de dicie...