La
obsesión de los orígenes/Michel Wieviorka, sociólogo. Profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.
La
Vanguardia | 25 de diciembre de 2014
Vivimos
en una época en que los orígenes son objeto de una curiosidad compulsiva. La
obsesión funciona a todas las escalas y desemboca generalmente en el mismo
resultado: la génesis de un discurso incierto y mítico en sentido amplio por
más que la aspiración quiera presentarse como una vía científica.
En
un extremo del abanico topamos con la cuestión de los orígenes del universo. El
discurso religioso, en este caso, no ha desaparecido, pero ha tenido que dejar
un espacio considerable al análisis científico, empezando por el de los
astrofísicos. La ciencia permite reconstituir procesos; por ejemplo, los que
han dado origen a una estrella o a un planeta. Pero de ahí a pensar el origen
del universo hay un paso que parece difícil de franquear: qué causas constituirían
su momento inicial (el punto cero, si se quiere); qué podría permitir definir
un comienzo absoluto, una creación ex nihilo; qué es la nada que podría haber
precedido a la aparición del universo… ¿Qué o quién podría haberle dado origen?
Este tipo de preguntas atormenta notablemente a los genios o a las mentes
preclaras, sin posible respuesta que sea indiscutible.