El informe de The New York Times sobre la autorización secreta de la administración Trump a la CIA para realizar operaciones encubiertas, incluso letales, en Venezuela es más que una noticia; es una peligrosa declaración de prioridades que amenaza con incendiar aún más a la región. Al otorgar a la CIA un "cheque en blanco" bajo la figura de un "hallazgo presidencial", la Casa Blanca ha optado por la vía más opaca, unilateral y potencialmente destructiva para "expulsar a Maduro del poder".
La Falacia del "Puñal Secreto"
La estrategia se disfraza con la lucha antidrogas en el Caribe, con la imponente presencia de 10.000 soldados y buques de guerra. Sin embargo, esta coartada es insostenible. El objetivo político de derrocar a Maduro y las operaciones "antidrogas" se han fusionado en una mezcla tóxica. Esta táctica no solo vulnera el derecho internacional —especialmente al considerar la legalidad de usar fuerza letal en aguas internacionales contra sospechosos no detenidos— sino que también es históricamente ineficaz.
La historia de las intervenciones secretas en América Latina es un manual de cómo generar trauma, inestabilidad y conflictos paramilitarizados. El costo humano ya se percibe, con reportes de víctimas.
La decisión de Trump es una apuesta desesperada donde el riesgo de sumir a Venezuela en un conflicto civil supera con creces cualquier beneficio táctico a corto plazo.
Un dictador no se reemplaza con un asesinato selectivo, sino con la articulación de una presión política, cohesión democrática y transparencia que mine las bases de su poder.
Frente a esta escalada militar encubierta, la postura de la líder opositora Corina Machado es clave y, paradójicamente, una bocanada de aire fresco. Aunque celebra que Trump esté "activamente desmantelando una estructura criminal" —lo que enmarca como un "tema de justicia elemental"—, rechaza categóricamente especular o involucrarse en la política de seguridad nacional de EU.
Su enfoque es claro: la salida es política y su máxima es "Si Maduro quiere la paz que se vaya ya". Al confirmar que los canales de negociación con "sectores dentro del régimen" se han acentuado, Machado subraya que la solución debe ser venezolana y que "con o sin negociación, Maduro se va".
Su postura marca una distancia necesaria de la peligrosa vía militarista y recalca que la única responsable de la crisis es la figura de Nicolás Maduro.
En resumen, la maniobra de la CIA es una bomba de tiempo diplomática y humanitaria. Si bien la presión internacional es vital, la experiencia histórica exige que se prioricen los caminos de la presión política, las sanciones transparentes y el apoyo a la cohesión democrática interna, en lugar del "puñal secreto" que solo promete desestabilización a largo plazo.
Cuidado!
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