11 oct 2025

Negociar con el crimen? Por Fred Álvarez / Retrospectiva

 Negociar con el crimen? Por Fred Álvarez, publicado  en Código Topo de Excélsior, 2 de mayo de 2011, págs. 18-23.

El doloroso contexto de la violencia criminal en México ha reavivado el debate sobre una pregunta que, por años, ha dividido a la opinión pública y a los especialistas: ¿debe el Estado negociar o pactar con el crimen organizado?

El debate resurgió con particular fuerza a raíz del lamentable asesinato de Juan Francisco Sicilia y seis personas más a manos de la delincuencia organizada, un suceso que cimbró a la nación en marzo de 2011 y motivó la creación del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), liderado por el poeta y escritor Javier Sicilia.

La Propuesta de Javier Sicilia: Pacto Nacional vs. Pacto Criminal

En medio del profundo dolor por la pérdida de su hijo, Sicilia hizo inicialmente un llamado a las autoridades a considerar un "pacto con el crimen organizado" para detener la espiral de violencia. Expresó: "Hablemos claro otra vez: ahí están, tenemos que convivir con ellos. Y, si no están haciendo bien la guerra, pues vamos a los pactos. Las guerras terminan en pactos al final de cuentas... Y esto va a terminar en un pacto, tarde o temprano".

Sin embargo, el poeta rápidamente rectificó y clarificó su postura, enfocando su propuesta en la urgente necesidad de un "Pacto Nacional" para fortalecer el tejido social. Este pacto convocaría a todos los actores de la nación —desde el Presidente de la República, partidos políticos, empresarios y sindicatos, hasta organizaciones sociales y las familias víctimas— para acordar cinco ejes prioritarios: seguridad, la problemática de las drogas, trabajo, educación y cultura. Su fin último: corregir el rumbo del país y transitar hacia la paz, la justicia y la dignidad.

Lamentablemente, como suele suceder en el calor del debate, una parte de la discusión se centró únicamente en su primera y más polémica frase: la de negociar con criminales.

Precedentes Históricos: El Riesgo de Pactar

La opinión mayoritaria de especialistas y el propio autor de este análisis coinciden: no se puede ni se debe negociar con criminales. Pactar, en este contexto, no es ético ni moralmente justificable y, en el largo plazo, resulta contraproducente. Los ejemplos históricos son aleccionadores:

  • Italia: La infiltración de la Cosa Nostra en esferas de poder, permitida por sectores de la Democracia Cristiana, socavó las instituciones democráticas.

  • Colombia: El poder que llegó a ejercer Pablo Escobar Gaviria sobre las instituciones políticas del país demostró la peligrosidad de legitimar a la criminalidad.

  • Rusia: Las concesiones otorgadas por el presidente Boris Yeltsin a la Mafya Rusa (antiguos cuadros de la KGB) resultaron en un incremento desastroso de los índices delictivos.

En estos casos, si bien pudo haber una reducción de la violencia en el muy corto plazo, el costo a largo plazo fue la duplicación de los niveles de violencia y la captura de las instituciones democráticas. Los criminales no son "caballeros"; cualquier pacto lo utilizan como una estrategia para asegurar impunidad y consolidar su poder.

El Caso Paradigmático de Brasil y el PCC

Existe un caso que se cita a menudo como una "negociación coyuntural": la crisis en São Paulo, Brasil, en mayo de 2006.

Durante cuatro días, la ciudad se paralizó por una ola de violencia —274 ataques y 147 muertos, entre ellos policías, civiles y presos—, orquestada por el Primer Comando de la Capital (PCC), liderado por Marcos William Herbas Camacho, alias Marcola. El motivo de la violencia fue la decisión de trasladar a 775 de sus presos a penales de alta seguridad.

La violencia cesó "como cosa de magia" tras una llamada telefónica. El PCC logró, a cambio, que las fuerzas policiales no ingresaran a las cárceles en motín, que se relajara el régimen de visitas a familiares y que se aplicara un "régimen de adaptación" (condiciones menos duras) a los presos a trasladar.

Aunque el pacto sirvió para aplacar la tempestad inmediata, generó un rechazo total entre los especialistas y una gran indignación en la sociedad brasileña, pues validó un "Estado mafioso dentro de la sociedad". Como dijo el exministro de Seguridad Pedro Franco de Campos: "El Estado no puede acobardarse ante la presión de los marginales". Este tipo de reconocimiento termina por fortalecer a la delincuencia organizada a largo plazo.

La Postura del Presidente Calderón: No a la Cladicación

La crítica hacia la estrategia del presidente Felipe Calderón a menudo lo señala como "responsable" por el número de muertos. Si bien el gobierno debe cumplir su responsabilidad en seguridad, el Presidente ha sido firme: no se puede pactar con el crimen organizado.

Calderón ha reiterado que pensar que la violencia desaparecerá si el gobierno "dobla las manos" y deja de actuar es ingenuo, pues significaría "darles el paso franco y licencia para matar". Además, ha subrayado que muchos delitos son del orden común, por lo que los gobiernos locales y municipales deben dejar de ser omisos, depurar y fortalecer a sus cuerpos policiales, citando como ejemplo el caso de San Fernando, Tamaulipas, donde policías municipales fueron señalados de proteger a Los Zetas.

El Presidente ha sido consistente desde 2006, al señalar que la lucha contra el crimen organizado sería costosa en vidas humanas, pero que no había alternativa: "no podemos dejar a nuestro país en manos de la delincuencia".

A modo de conclusión: la vía del Pacto Social y la estrategia inteligente

Cuando se le preguntó a Javier Sicilia si consideraba a Calderón culpable de la violencia, el poeta jugó con las palabras: "Creo que Calderón es responsable, no culpable... él decidió ir a esta guerra y es responsable porque la planteó mal, desató a los demonios". Sin embargo, también incluyó a la clase política y a la sociedad por su silencio.

La gran verdad de Sicilia es que no podemos quedarnos callados; la movilización es el gran antídoto contra el miedo. Como dijo Martin Luther King: "Nuestras vidas empiezan a acabarse el día que guardamos silencio sobre las cosas que realmente importan". La fuerza de su movimiento radica en el "Estamos hasta la madre..."

La solución es PACTAR CON LA SOCIEDAD y exigirle resultados a todos los niveles de gobierno:

  1. Revisar la Estrategia Federal: El gobierno federal debe invertir más en inteligencia y actuar de manera quirúrgica, sin operativos aparatosos, para que el Estado se sienta en todo el territorio.

  2. Fortalecer la Justicia y las Finanzas: Es urgente una ley más fuerte contra el lavado de activos y reformar la Ley Federal de Extinción de Dominio, golpeando al crimen organizado donde más le duele: en el bolsillo. La reciente medida del Consejo de la Judicatura Federal para solicitar información financiera de jueces es un paso necesario.

  3. Abrir el Debate de la Legalización: Finalmente, es necesario reabrir seriamente el debate sobre la despenalización y legalización de las drogas. Como señalaba el periodista Tomás Eloy Martínez, cuando Franklin D. Roosevelt derogó la Ley Seca en 1933, el crimen violento descendió dos tercios. La vía más efectiva para arruinar el negocio de los capos es legalizar el consumo para controlarlo mejor e invertir en campañas de salud pública.

Hay mucho por hacer, pero la conclusión es inamovible: NO se debe negociar con las mafias. La conciencia mexicana, a través de la movilización cívica, debe despertar.


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