Fallo de seguridad o desinterés en los protocolos?
La reciente denuncia de acoso presentada por la Presidenta Claudia Sheinbaum, a raíz de un "lamentable episodio" en el Centro Histórico, no solo subraya la urgente problemática de violencia de género en México, sino que también desata serios cuestionamientos sobre la efectividad de su equipo de seguridad y la pertinencia de sus protocolos.
Sheinbaum optó por no reforzar su seguridad, argumentando que "no podemos estar lejos de la gente" y que aislarse "sería negar de dónde venimos y cómo somos". Si bien la cercanía con la ciudadanía es un valor político encomiable, esta postura levanta una bandera roja que expone un riesgo innecesario.
Cuestionando la seguridad presidencial
El acoso, que incluyó tocamientos sin consentimiento por parte de una persona que la propia Sheinbaum describió como "totalmente alcoholizada" o "drogada", ocurrió a plena luz del día y en un entorno donde se esperaría un blindaje preventivo total.
¿Dónde estaban los protocolos preventivos? La pregunta es ineludible. Un individuo en estado de alteración evidente pudo acercarse a tal grado de vulnerar el "espacio personal" de la Presidenta. Esto evidencia una falla palpable en el primer círculo de seguridad. La función primaria de la Ayudantía y los elementos de protección es neutralizar amenazas antes de que escalen a contacto físico, especialmente en multitudes y con personas visiblemente inestables.
Se está priorizando la imagen sobre la seguridad física? La decisión de "no cambiar la manera en que somos" y de no reforzar el esquema de protección, a pesar del incidente, podría interpretarse como una apuesta arriesgada que prioriza la narrativa política de la "austeridad" y la "cercanía" por encima de la seguridad integralde la Jefa de Estado.
¿Es sostenible la política de "riesgo no conocido"? La Presidenta asegura "no tener ningún riesgo conocido"y que el Gabinete de Seguridad informaría de lo contrario. Sin embargo, el acoso sufrido es, por definición, un riesgo materializado. El hecho de que no haya una "alerta conocida" no exime al equipo de prevenir el riesgo latente y obvio que representa la interacción sin barreras en espacios públicos.
La Denuncia: un Acto de género que no debe eclipsar la falla operativa
La Presidenta ha decidido enfocar el incidente en la denuncia como un acto de solidaridad y representación para todas las mujeres mexicanas, bajo la premisa: "Si esto le hacen a la Presidenta, pues qué va a pasar con todas las jóvenes mujeres en nuestro país". Es una postura valiente y necesaria en el contexto de la crisis de violencia de género.
No obstante, esta loable causa no debe eclipsar la responsabilidad institucional.
La denuncia aborda la faceta delictiva y social del acoso, pero deja sin respuesta la faceta operativa y de inteligencia de los encargados de la seguridad presidencial (Ayudantía).
Se anunció una campaña y la revisión legal para tipificar el acoso en todos los estados. Pero la pregunta inmediata es:
¿Qué consecuencias habrá, a nivel de mandos y operación, para el equipo de seguridad que permitió esta vulneración?
La retórica de que "nadie debe vulnerar nuestro espacio personal" es poderosa, pero en el caso de la figura presidencial, esta máxima debe ser garantizada por profesionales. El incidente deja una inquietud: ¿La seguridad de la Mandataria es tan inquebrantable como sus declaraciones sugieren, o simplemente tuvo suerte de que el agresor no representara un peligro mayor? La seguridad nacional no debería depender de la suerte.