Cuando informar se convierte en "terrorismo"
La Navidad en Coatzacoalcos no trajo paz, sino una muestra más del rostro más autoritario del poder. El pasado 24 de diciembre, mientras las familias se reunían, el periodista Rafael León Segovia, conocido por todos como "Lafita", fue privado de su libertad. No por un error, sino por un montaje que huele a venganza.
La Fiscalía de Veracruz, bajo el mando de Lisbeth Aurelia Jiménez, le ha colgado lápidas jurídicas pesadísimas: terrorismo, encubrimiento y delitos contra las instituciones. ¿Su pecado? Haber hecho su trabajo. El 16 de diciembre, "Lafita" transmitió en vivo un accidente vial. En ese video quedó registrada no solo la noticia, sino la prepotencia; se presume que en el incidente estaba involucrada la hija de una abogada con mucho peso político en la región, Leticia Zurita Dávila.