4 abr 2006

Alfredo Jiménez Mota

Más de cien medios de comunicación de México y otros países vinculados a la Sociedad Interamericana de Prensa(SIP) publicaron en forma conjunta este lunes 3 de abril los avances de la investigación sobre la desaparición hace un año de Alfredo Jiménez Mota.
El 2 de abril de 2005, Jiménez Mota, reportero del diario El Imparcial en Hermosillo, Sonora desapareció en oscuras circunstancias.
La publicación conjunta sobre avances en la indagación del caso forma parte del Proyecto Fénix, apoyado por la SIP; también forma parte de un compromiso que realizaron unos 40 editores de la frontera Norte de México en agosto de 2005, al firmar la "Declaración Hermosillo", en la que establecieron lineamientos para hacer valer el derecho del público a la información y como una forma de enfrentar al crimen organizado y la autocensura.
Me sumo desde esta bitácora al proyecto Fenix y reproduzco como todos el primer reporte, difundido en El Universal.
El Universal, Lunes 03 de abril de 2006
PROYECTO FÉNIX/ESPECIAL


HERMOSILLO, Son.- La desaparición del reportero Alfredo Jiménez Mota, ocurrida hace un año en esta ciudad, el 2 de abril de 2005, detonó una serie de ejecuciones y ajustes de cuentas entre miembros de una célula del narcotráfico asentada en Sonora y puso al descubierto el florecimiento de los cárteles de la droga en la entidad.
La violencia desatada desde esa fecha en territorio sonorense ha cobrado la vida de 74 personas, 63 de ellas a manos de sicarios al servicio del crimen organizado, de acuerdo con los datos recabados por autoridades federales y estadísticas del diario El Imparcial, de Hermosillo, la casa editorial donde laboraba Jiménez Mota, quien al desaparecer contaba con 26 años de edad.
Algunas de las líneas de investigación de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), dependiente de la PGR, están orientadas hacia los trabajos hechos por Jiménez Mota sobre las familias que manejan el tráfico de drogas en Sonora, entre ellas las de Adán Salazar Zamorano y de Raúl Enríquez Parra; otras apuntan a presuntas actividades ilícitas de funcionarios locales y federales.
Los responsables de investigar el caso exploran seis hipótesis de las 10 con las que iniciaron. Pero aún no tienen claridad sobre cuál pudo haber sido la suerte del reportero; quién o quiénes lo privaron de su libertad y, posiblemente, de la vida.
Las autoridades han establecido la hipótesis de que un narcotraficante ejecutado en noviembre pasado, cuyo cuerpo torturado fue arrojado en un paraje cercano a donde agentes policiacos realizaban una inspección, pudo haber sido el autor de la desaparición de Jiménez Mota. Y estiman como una versión sólida que en ello pudieron haber colaborado funcionarios policiacos que nutrían de información al joven reportero y en quienes se apoyaba como fuentes confiables.
El caso Jiménez Mota ha resultado emblemático del ciclo de atentados que durante los dos últimos años ha cortado la vida de una docena de trabajadores de la prensa en México. Ello alertó a organismos gremiales y de derechos humanos en todo el mundo que, como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), han elevado constantes reclamos al gobierno del presidente Vicente Fox para erradicar estos y otros casos ocurridos en el pasado, todos los cuales permanecen en la impunidad.
El enigma de Enríquez ParraLas venganzas entre los jefes del narcotráfico que operan en la entidad produjeron en noviembre un caso singular en la persona de uno de los capos locales, Raúl Enríquez Parra, líder de una banda conocida como Los Güeritos o Los Números.
Este último aparece en las investigaciones de la PGR como uno de los sospechosos de la privación de la libertad de Jiménez Mota, reportero especializado en temas de seguridad pública y narcotráfico.
El cuerpo de Raúl Enríquez Parra apareció en un predio de la comunidad de Masiaca, municipio de Navojoa, la última semana de noviembre de 2005, junto a los de otros tres hombres envueltos en cobijas. Para que no hubiera alguna duda sobre su identidad, portaba distintas credenciales -incluida la del IFE y otra de una tienda departamental- y una tarjeta bancaria expedida en Estados Unidos.
Los cadáveres de los cuatro presuntos integrantes de la banda de narcotraficantes fueron arrojados desde una avioneta, luego de ser sometidos a tortura.
Los restos de Enríquez, conocido como El Nueve o El Rolando, son al parecer la pista más sólida con la que cuenta la SIEDO para esclarecer la desaparición del periodista.
La dependencia ha informado que ha investigado a este grupo delictivo formado en San Bernardo, municipio de Álamos, por el trasiego de droga en el corredor de Sonora, dominado por los hermanos Beltrán Leyva, una célula que tuvo ramificaciones con el cártel de Juárez y que ahora tiene nexos con Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
Desde enero de 2005, Jiménez Mota publicó en El Imparcial una radiografía sobre las actividades de los hermanos originarios de Sinaloa, conocidos como Los Tres Caballeros.
Los textos del periodista tendieron un puente entre las actividades delictivas de los integrantes de las familias Beltrán Leyva y Enríquez Parra, cuyo resultado ahora se expresa en más de 70 ejecuciones en el estado por el control del tráfico de enervantes.

"La DEA los busca por introducir drogas a Estados Unidos por medio de avionetas y aviones Velocity, según consta en las órdenes de aprehensión que por lo menos dos de los Beltrán Leyva tienen", explicó en la publicación.
Con la colaboración y testimonios de las hermanas Elva Nidia y Johanna Guadalupe Palma Morquecho, presuntamente secuestradas por narcotraficantes que las amenazaron con la frase "les va a pasar lo mismo que al reportero", la SIEDO dispuso un operativo en julio de 2005 en seis ranchos en San Bernardo, propiedad de la familia Enríquez Parra.
Los peritos encontraron algunas piezas óseas en una de las propiedades cateadas. Los restos son objeto de pruebas de ADN, pero hasta el momento no han arrojado pruebas contundentes que permitan suponer la identidad de las víctimas sepultadas en esos terrenos.
La desaparición del reportero y, consecuentemente, las pesquisas para su localización llevaron a las autoridades federales a percatarse del grado de impunidad con el que opera el narcotráfico en Sonora.
Decenas de ranchos, propiedades urbanas, automóviles, droga y armas de fuego fueron decomisados en los cateos hechos en el último semestre de 2005. La realidad que aparentemente nadie veía se manifestó de pronto ante los ojos de los fiscales del caso Jiménez Mota.
Entre los aseguramientos destacan siete ranchos y cinco casas habitación de la organización criminal de los hermanos Enríquez Parra en Álamos, Navojoa y Ciudad Obregón.
También a la familia de Adán Salazar Zamorano, presunto narcotraficante y a quien también se le relaciona con la desaparición de Jiménez Mota, se le incautaron cuatro ranchos y siete casas en Navojoa y Álamos.
Los elementos de la Agencia Federal de Investigación descubrieron en el rancho Las Tierritas, ubicado en la carretera Ciudad Obregón-Navojoa, información y hechos que eran del dominio público, pero que ninguna policía local o federal investigaba: un pequeño zoológico con leones y tigres, propiedad de los presuntos narcotraficantes.
En total, la SIEDO incautó bienes por más de 46 millones 199 mil pesos, propiedad de quienes se dedican al narcotráfico en la entidad. Uno de los investigadores federales, que pidió no ser identificado, considera que el asesinato de Raúl Enríquez Parra, uno de los principales sospechosos de la desaparición de Jiménez Mota, podría ser un mensaje de "tregua" de los narcos, un "dejen de molestar".
Pero el dato más relevante de esta historia es que ha pasado ya un año desde que el reportero fue privado de su libertad y la PGR no tiene nada sobre su paradero.

El Universal, Lunes 03 de abril de 2006

Principal operador de la organización criminal conocida como Los Números o Los Güeritos , Raúl Enríquez Parra nació el 8 de febrero de 1971 en la comunidad de San Bernardo, Álamos, Sonora.
Apodado El Nueve o El Rolando, fue el menor de los hombres de la dinastía Enríquez Parra: Ildefonso (23 de junio de 1965), Wilfrido El Siete (7 de diciembre de 1968) e Irene (2 de febrero de 1975).
A principios de esta década, los hermanos Enríquez Parra comenzaron a controlar el negocio de la droga desde el sur de Sonora hasta la frontera de Sonoyta y Cananea, plazas operadas por Enrique El Kiki Mota o El Cienfuegos, y Francisco Hernández García El Panchillo o El 2000, respectivamente.
Los Enríquez Parra mantenían relaciones con los hermanos Alfredo, Alberto y Carlos Beltrán Leyva Los Tres Caballeros, originarios de Sinaloa y con operaciones en la entidad, así como con Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada o MZ.
Su centro de operación principal fue Navojoa, plaza que disputaban con Adán Salazar Zamorano, por lo que Los Güeritos fueron señalados como los autores intelectuales y materiales de varias ejecuciones de familiares y trabajadores de la familia de Don Adán.
El 22 de octubre de 2005 se localizó en un rancho de la comisaría de Masiaca el cadáver de Raúl Enríquez Parra, que junto con otros tres hombres sufrió tortura y murió a consecuencia de los golpes.
Sus cuerpos habían sido envueltos en cobijas y transportados en avioneta hasta el rancho donde los abandonaron.


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