2 jul 2007

¡La Federación de capos?

Reportaje, Revista Proceso No. 1600, 1/07/2007;
Los capos se reparten territorios/Ricardo Ravelo
El breve intervalo de “calma” observado en los últimos días en el país en lo referente a la violencia del narcotráfico no es tanto obra de los operativos calderonistas como de un factor insólito: la voluntad de los capos para pactar una tregua en su guerra sangrienta por territorios. Confirmadas a este semanario por fuentes de inteligencia de Estados Unidos y publicadas incluso en un prestigiado diario de ese país, las versiones en este sentido dan cuenta de la realización de una cumbre de jefes de los cárteles de Sinaloa y del Golfo, en la cual pactaron repartirse territorios y “pacificar” el país a fin de proteger sus negocios ilícitos.

Plagadas de vicios y fallas
–corrupción, protección al narcotráfico, falta de controles internos y hasta enriquecimiento inexplicable de algunos altos mandos– las policías federales, en particular la PFP y la AFI, están sumidas en el desprestigio y la desconfianza.
Lo peor: este conjunto de males no se han podido resolver, pese a la multimillonaria inversión que el gobierno federal ha realizado en la última década para crear un modelo policial de excelencia.
Por estar presuntamente relacionados con el narcotráfico, el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, destituyó el pasado 25 de junio a todos los mandos de primer nivel de la AFI y de la PFP, pero hasta la fecha nadie ha sido procesado por ningún delito.
La remoción de los agentes –quienes ya promueven amparos para regresar a sus puestos– fue ordenada casi al mismo tiempo que comenzaron a surgir versiones respecto de una reunión entre narcotraficantes de los cárteles del Golfo y de Sinaloa.
Los jefes de estas organizaciones, según las mismas versiones, acordaron no sólo el reparto de territorios, sino también una tregua en todo el país a conveniencia de sus negocios ilícitos. La decisión de pacificar el territorio nacional –según esos acuerdos– sólo depende de ellos y no del gobierno federal.
Los datos históricos registran que la cumbre más célebre entre grupos antagónicos dedicados al tráfico de drogas fue la realizada luego de la caída de Miguel Ángel Félix Gallardo, quizá una de las mentes criminales más lúcidas en ese negocio y quien hasta abril de 1989 fue el jefe del cártel del Pacífico.
En aquella ocasión, Félix Gallardo logró reunir a todos los capos –los hermanos Arellano Félix, Rafael Aguilar Guajardo y El Güero Palma, entre otros–, a quienes les repartió el territorio. El encuentro se llevó a cabo en Acapulco y Aguilar Guajardo fue el encargado de realizar todos los preparativos. Las negociaciones resultaron exitosas, aunque tiempo después comenzó la disputa territorial, vigente hasta la fecha.
Versiones periodísticas difundidas tanto en México como en Estados Unidos, así como datos oficiales de la DEA, confirman que hace un mes, aproximadamente, se efectuó un encuentro entre los jefes de los cárteles del Golfo y de Sinaloa. La sede fue, según algunas fuentes, un rancho de Tamaulipas. Según otras, la capital de Aguascalientes. En cuanto a la finalidad, hay coincidencias: pactar una tregua, frenar la violencia y no estorbarse en sus respectivas operaciones de trasiego de drogas.
En una primera versión, publicada el lunes 25 de junio por el periódico The Dallas Morning News, se da como un hecho la cumbre de capos. Firmada por el reportero Alfredo Corchado, la nota destaca en sus partes medulares que “silenciosamente los enfrentados cárteles mexicanos de Sinaloa y del Golfo han declarado un cese al fuego en por lo menos dos estados, mientras negocian un acuerdo de paz que podría dividir las lucrativas rutas del narcotráfico, dijeron autoridades de inteligencia de Estados Unidos y México.
“El sorpresivo movimiento podría reducir drásticamente la violencia a lo largo y ancho de toda la nación, donde más de mil 300 personas han sido asesinadas este año. Pero las autoridades lo ven con cautela, porque cualquier acuerdo podría fácilmente venirse abajo, como ya ocurrió con esfuerzos similares en el pasado.”
Según el periódico estadunidense, los resultados del presunto acuerdo entre los narcos más poderosos de México parecen tener ya sus efectos en la seguridad del país, pues –señala el diario– “en contraste con la exacerbada violencia del pasado reciente, los asesinatos relacionados con las drogas han disminuido dramáticamente en las últimas dos semanas, según registros no oficiales que llevan a cabo diariamente periódicos de la Ciudad de México. Expertos en drogas y altas autoridades encargadas de aplicar la ley (en) ambos lados de la frontera, dijeron bajo condición de anonimato que al parecer el cese al fuego se está respetando”.
Un pacto “frágil”
Asesor de Jorge Carpizo cuando éste fue procurador general de la República, Eduardo Valle, El Búho, confirmó al mismo diario que, en efecto, la reunión se llevó a cabo, aunque no desmenuza los detalles del encuentro.
“El hecho de que la violencia haya hecho erupción de una forma tan alarmante a través del país –la costa del Golfo y la del Pacífico– se convirtió en un asunto de seria preocupación para los líderes más veteranos de los cárteles, quienes temen por la caída de su negocio en general”, comentó Eduardo Valle, quien junto con otras fuentes oficiales consultadas por el reportero Corchado dijeron que
“las pláticas incluyen a algunos funcionarios locales, estatales y federales”.
Eduardo Valle también le dijo al diario estadunidense: “En este momento las mentes más frías están prevaleciendo. Lo que tenemos ahora es un cese al fuego parcial y temporal, mientras las dos partes tratan de negociar un pacto duradero. Todo esto, sin embargo, sigue siendo muy frágil, en el mejor de los casos, y es muy improbable que se sostenga en el largo plazo”.
El exfuncionario de la Procuraduría General de la República, quien estuvo comisionado en 1993 para realizar investigaciones contra el cártel del Golfo, se refirió en otra parte de la entrevista a la participación de autoridades federales en la negociación entre los cárteles:
“El realineamiento que está en curso no es sólo dentro de los cárteles, sino también con algunos miembros del gobierno. Esta es la única forma en que cualquier pacto puede funcionar, debido a la vasta corrupción que se ha extendido en los sectores gubernamentales.”
El periodista del Dallas Morning News cita otra fuente que confirma la cumbre de capos. Es un oficial de inteligencia estadunidense que pidió no ser identificado. Dijo al periódico: “El acuerdo no es sólido, pero hay movimientos en ese sentido”.
En cuanto a los puntos que presuntamente se trataron en la narcocumbre, el diario señala que, según fuentes de inteligencia, los líderes de los cárteles de Sinaloa y del Golfo están negociando cómo subdividir los críticos estados norteños de Nuevo León y Tamaulipas, ambos limítrofes con Texas.
“Entre tanto, de acuerdo con esas mismas fuentes, Los Zetas, un violento grupo de sicarios integrado por desertores militares altamente entrenados, compartirían el estado de Tamaulipas con sus antiguos jefes del cártel del Golfo. Después podrían seguir negociaciones sobre otros estados, incluyendo Michoacán, Guerrero y Veracruz. Los Zetas –según el Dallas Morning News– desean el control sobre el codiciado Nuevo Laredo, escenario de algunos de los combates más sangrientos, y su puerta de entrada a la 1-35.”
De acuerdo con el periódico, el aparente cese al fuego es en parte una respuesta a la actual campaña militar del gobierno de Felipe Calderón, que ha frustrado algunas operaciones, y la perspectiva de un mayor involucramiento de Estados Unidos, tanto con un incremento de fondos como con asistencia en telecomunicaciones para el combate antidrogas en México.
En la información se resalta a Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, como el artífice de las negociaciones entre los cárteles del Golfo y Sinaloa, de quien se afirma: (es) “un poderoso narcotraficante originario de Badiraguato, Sinaloa, y reputado líder de la Federación, una organización de cárteles manejada de una manera muy similar a la mafia, mediante la extorsión y los lazos familiares.
“Según los reportes, la Federación incluye a los cárteles de Sinaloa y Sonora. Más que como un traficante de drogas, el señor Esparragoza, cuyo rostro aparece en la lista de los más buscados por el FBI con una recompensa de 5 millones de dólares, es reconocido por sus habilidades para negociar acuerdos de paz. Hace cinco años, dijeron las autoridades, el señor Esparragoza intentó y no logró alcanzar un acuerdo con Osiel Cárdenas, el antiguo jefe del cártel del Golfo, quien fue extraditado a Estados Unidos.
“Con el señor Cárdenas fuera de la película, la Federación, encabezada por el señor Esparragoza, está ahora dialogando con Eduardo Costilla-Sánchez, conocido como El Coss, el famoso líder del cártel del Golfo, y con Heriberto Lazcano, conocido como El Verdugo y líder de Los Zetas”, dijeron los oficiales.
La nota incluye la opinión de un oficial estadunidense, quien afirmó: “El Azul es el único tipo que puede tratar con ambas partes. Él es el negociador de la paz y ha constituido un buen enlace que puede comunicarse con ambas partes, El Coss y Lazcano y el Ejército Mexicano”.
En su edición del 25 de junio, la columna Templo Mayor, publicada por el diario Reforma, también se refirió a “la cumbre de narcos” como un hecho y calificó como “novedad” la presencia en ésta de un alto funcionario federal que presuntamente acudió en calidad de réferi.
Al día siguiente, Fernando Arias Pérez, director general de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación, negó “categóricamente la participación de funcionario federal alguno en los hechos” referidos, aunque no negó el dato concreto: la reunión entre narcotraficantes.
Los datos de Proceso
Hace aproximadamente 20 días, este semanario obtuvo informes sobre la negociación entre los cárteles de Sinaloa y del Golfo. La versión que se hizo llegar a este semanario indica que el encuentro se llevó a cabo en un rancho del estado de Tamaulipas; que el día del cónclave (ocurrido la primera semana de junio) hubo un gran movimiento de vehículos de lujo, a bordo de los cuales llegaron altas figuras del narcotráfico con sus respectivos cuerpos de seguridad.
Los datos referidos indican además que Gregorio Sauceda, El Caramuela, y su hermano Tomás Sauceda, El Caris, establecieron contacto con un viejo conocido suyo: Edgar Valdés Villarreal, La Barbie, quien habría sido el primer enlace para efectuar la negociación entre ambos cárteles. En una primera fase, el acuerdo se habría llevado a cabo aparentemente sin el consentimiento de Los Zetas.
El encuentro, se afirma, fue un tanto ríspido, pues inicialmente las peticiones de El Chapo Guzmán fueron que le entregaran Tamaulipas y Veracruz, y que se eliminara a varios miembros de Los Zetas (como ha ocurrido en las últimas fechas); es decir, puso muchas condiciones para aceptar que su gente se sentara a negociar con los miembros del cártel del Golfo.
La Barbie, identificado como un primer enlace entre las dos bandas, estuvo afincado en Tamaulipas desde finales de los noventa y hasta 2003, “y tiene buenas relaciones con los actuales jefes del cártel del Golfo”, refiere la información obtenida por Proceso. Después, los hermanos Beltrán Leyva lo enviaron a Guerrero, su nuevo feudo.
De acuerdo con un alto funcionario de la DEA entrevistado por Jesús Esquivel, corresponsal de Proceso en Washington, la agencia antinarcóticos está al tanto de los intentos de los cárteles mexicanos por repartirse territorios.
La misma fuente añade que durante los últimos meses la agencia ha tenido noticias de reuniones entre capos. Más aún, añade, el tema se ha tratado en encuentros sostenidos entre autoridades de los dos países para intercambiar información.
Según el funcionario, la DEA considera que los eventuales acuerdos entre capos se explican por el temor que tienen al embate militarizado en su contra. Sin embargo, dice, la agencia cree que es difícil que los cárteles lleguen a formar una especie de federación, pues están muy divididos en todos los ámbitos del negocio de las drogas, por lo que “sería terrible que se pusieran de acuerdo para repartirse el territorio”.
Explica: “El gobierno mexicano tiene todos los detalles” sobre las reuniones entre capos y es al que le corresponde informar sobre ello. “Lo que nosotros sabemos es que julio y agosto serán meses muy difíciles en la campaña del gobierno mexicano contra el narco y en la disputa entre varios cárteles”.
Desbarajuste policiaco
A siete meses de que el presidente Felipe Calderón le declaró la guerra a los siete cárteles que operan en México, continúa la descomposición en los cuerpos nacionales de seguridad, así como las fallas en los proyectos policiacos recientemente propuestos al presidente por el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quien ha generado molestia en Los Pinos por la falta de resultados contra el crimen.
Desde que asumió la titularidad de la SSP, García Luna no ve la suya: En el Congreso sigue estancada la reforma para crear el Cuerpo Federal de Policía, otra de sus aventuras policiacas; la violencia del narco continúa brotando por todas partes, sin control, y, por si fuera poco, tronó la crisis al interior de las policías federales –AFI y PFP– debido a la corrupción que ya contaminó a todos sus altos mandos.
No es todo: hace dos meses García Luna reforzó a la PFP con el traspaso de 10 mil militares, lo que convierte a la corporación prácticamente en una extensión del Ejército, con altos costos presupuestales. Sin embargo, esto no ha bastado para detener la ola delictiva que azota al país.
En lo que constituye una severa crisis policiaca, el lunes 25 de junio García Luna removió a los 34 mandos de la PFP y de la AFI en todo el país por haber reprobado los exámenes de confianza. Y otros 284 agentes –la mayoría mandos medios de ambas corporaciones– también fueron cambiados por las mismas razones.
Ese mismo día, el secretario de Seguridad Pública anunció que los relevos estaban listos para ocupar los puestos vacantes, después de ser seleccionados mediante la aplicación de rigurosos exámenes, como el polígrafo (detector de mentiras), toxicológicos y de entorno social, entre otros.
Sin embargo, la crisis en la SSP es aún más grave de lo que parece. Tras la destitución de los jefes policiacos, brotó el encono en el seno de la dependencia. El jueves 28, por ejemplo, los policías inconformes con su remoción hicieron circular un documento en el que acusan a su jefe, García Luna, de “mentiroso” y de “engañar al presidente de la República”.
Exponen: “No es válido el indebido manejo de la destitución de los mandos medios operativos de la Policía Federal Preventiva, pues el secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal ha engañado al presidente de la República, a las instituciones… a la ciudadanía, al tratar de justificar sus indebidas acciones…”
No es todo: el documento incluye la lista de los nuevos mandos que, a partir del martes 26, ocuparon las plazas de los agentes destituidos. En el texto figura al menos una decena de policías recientemente nombrados en cargos de primer nivel pero que, según sus antecedentes, reprobaron todos los exámenes de confianza desde el año 2000.
Se trata de Miguel Ángel Quezada Colombo (coordinador regional de Oaxaca), Fernando Flavio Fernández Ramírez (Campeche), Juan Ignacio Muciño (Jalisco), Antonio Caballero Acevedo (Guanajuato), Gabriel Fermín Martínez Cancino (Querétaro) y Víctor Guillermo Gutiérrez Ramírez (Veracruz). A pesar de sus antecedentes, todos ellos fueron presentados por García Luna con sus mejores credenciales.
Mexican cartels in talks to split turf
Violence falls as rivals aim to divide drug routes, preserve future
San Antonio Express News, June 25, 2007
By ALFREDO CORCHADO / The Dallas Morning News
acorchado@dallasnews.com
NUEVO LAREDO – Mexico's warring Sinaloa and Gulf drug cartels have quietly declared a cease-fire in at least two states as they negotiate a peace agreement that could divide the nation's lucrative drug routes, U.S. and Mexican intelligence authorities said.
The surprising move could dramatically reduce violence across a nation where more than 1,300 people have been killed this year. But authorities caution that any agreement could easily be derailed like similar past efforts.
In contrast to the raging violence of the recent past, drug-related killings have fallen dramatically in the last two weeks, according to Mexico City newspapers that conduct unofficial daily tallies. Drug experts and senior law enforcement authorities on both sides of the border, speaking on condition of anonymity, said the cease-fire appears to be holding.
"The fact that violence had erupted across the country – from the Gulf Coast to the Pacific Coast – in such alarming fashion, became an issue of serious concern for veteran cartel leaders who fear for the demise of their overall business," said Eduardo Valle, a former assistant to the Mexican attorney general who now writes a column for El Universal newspaper in Mexico City and El Manana in Nuevo Laredo.
"Cooler heads, for now, are prevailing," he said. "What we have is a temporary, partial cease-fire as the two sides try to negotiate a lasting pact. All this, however, remains tenuous at best and perhaps not sustainable in the long run."
Said a U.S. intelligence official who asked not to be identified: "The agreement is not solidified yet, but moves are under way."
Official cautious
Over the weekend, Reforma newspaper listed 44 deaths between June 16 and 22, compared with an average week's toll of 60, marking one of the lowest death rates in recent months. No police officers were killed during that period.
"You cannot overlook the fact that executions have leveled off dramatically in recent days," said a senior Mexican federal law enforcement official on condition of anonymity. "But we're a long way from declaring victory. Nothing is concrete as far as we're concerned. One thing is sure: These people hate each other with a vengeance, and the killings can resume at any moment, anywhere."
In the past six years, nearly 10,000 people have been killed in every imaginable way – from beheadings to being tossed from planes – according to Alejandro Gutierrez, author of Narcotraffickers: [Mexican President Felipe] Calderón's Big Challenge.
The killings have come as the Gulf cartel battled the Sinaloa cartel for control of key drug distribution routes, including Interstate 35, which begins across the border from Nuevo Laredo. So far, most of those killed have been drug traffickers, soldiers and law enforcement officials.
Leaders from the Sinaloa and Gulf cartels are negotiating over carving up the critical northern states of Nuevo Leon and Tamaulipas, both of which border Texas, intelligence officials said.
Meanwhile, according to these sources, the Zetas, a violent enforcement group formed by highly trained military deserters, would share the state of Tamaulipas with their old bosses, the Gulf cartel. Negotiations over other states could follow, including Michoacan, Guerrero and Veracruz, the officials said.
According to intelligence officials, the Zetas want control over coveted Nuevo Laredo – site of some of the bloodiest battles – and its port of entry onto I-35.
The talks include some local, state and federal officials in Mexico, Mr. Valle and authorities said.
"The realignment under way is not just within the cartels, but also with some members of the government," said Mr. Valle. "That's the only way any pact can work because of the vast corruption within sectors of the government."
The apparent cease-fire is partly a response to the Calderón government's current military campaign, which has disrupted some operations, and the prospect of greater U.S. involvement – both in increased funding and telecommunications assistance for Mexico's anti-drug fight.
Still, the main reasons for the cease-fire appear to be more practical, authorities said.
"The cartels are losing too many lives and too much money," said the senior Mexican law enforcement official. "Our actions have made their lives more difficult, but not enough to force them to the negotiation table. If anything, the cartels are proving that only they have the power to halt the violence. But these people have taken stock of the dire situation and said, 'Hey, this is not good for business. Let's talk and divide up the pie.' "
Adding to the pressure, Colombian cocaine producers are increasingly reluctant about doing business with Mexican cartel leaders, officials say. Because cocaine purchases are usually paid for after the merchandise is sold, the increased drug seizures and interceptions have meant less revenue for the Colombian suppliers, who often walk away empty-handed and angry, authorities say.
"The Colombians want their money up front," said the U.S. intelligence official. "Not even the Colombians feel safe, which tells you a lot about how bad things have become."
Trafficker, peacemaker
Leading the negotiations, according to intelligence officials, is Juan Jose Esparragoza Moreno, alias El Azul, a powerful drug trafficker originally from Badiraguato, Sinaloa, and reputed leader of the Federation, a cartel organization run much like the Mafia – through extortion and family ties.
The Federation reportedly includes the Sinaloa, Juarez and Sonora cartels. More than a drug trafficker, Mr. Esparragoza, whose face is plastered on the FBI's most wanted list with a $5 million bounty, is also known for his skills as a peacemaker. Five years ago, authorities said, Mr. Esparragoza tried and failed to forge an agreement with Osiel Cardenas, the former Gulf cartel leader who was extradited to the U.S. in January.
With Mr. Cardenas out of the picture, the Federation, led by Mr. Esparragoza, is now talking to Jorge Eduardo Costilla-Sanchez, known as El Coss, the reputed leader of the Gulf cartel, and Heriberto Lazcano, known as El Verdugo, "The Executioner," and head of the Zetas, officials said.
"El Azul is the only guy who can deal with both sides," said a U.S. law enforcement official. "He's the peacemaker and has been a good liaison who can communicate with both El Coss and Lazcano and the Mexican military."
Calls to the military seeking comment were not returned.
The negotiations are strewn with roadblocks. While the talks are aimed mainly at deciding on drug distribution routes across Mexico and along the U.S.-Mexico border, deep rifts remain among the drug traffickers. Ill feelings have been exacerbated by deeply personal feuds among men reeling from the violent deaths of siblings and close friends.
"Too much blood has been spilled, too many grudges remain," said Mr. Valle.

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