Dudas sobre la imagen mesiánica de Barack Obama/Por Henry Kamen, historiador y su último libro es Imagining Spain: Historical Myth & National Identity, Yale University Press, 2008
Publicado en EL MUNDO (www.elmundo.es), 09/10/08;
Cuando falta menos de un mes para que se celebren las elecciones presidenciales de Estados Unidos, es oportuno preguntarse por qué existe la tendencia en sectores de la prensa europea de presentar al senador de Illinois, Barack Obama, como un nuevo salvador del Occidente. El presidente del Gobierno español ha declarado que le gustaría que éste ganara, pero sería interesante saber por qué él, como antiamericano convencido, expresa de repente interés en los candidatos que se presentan al público americano. ¿Por qué tantos europeos, antes hostiles a América, ponen ahora sus esperanzas en Obama? Una reciente encuesta Gallup de los cuatro principales países europeos -Reino Unido, Francia, Alemania e Italia- revelaba que si se les permitiera sólo a los europeos votar en las elecciones de Estados Unidos, Obama las ganaría por una gran mayoría.
La verdad es que estas opiniones pro-Obama nada tienen que ver con lo que en realidad está pasando en Estados Unidos. Algunos europeos son fuertemente anti-Bush y, por tanto, creen que un candidato, cualquier candidato, del partido opuesto corregirá la política americana. Otros piensan que ya es hora de que un hombre de color tome el liderazgo en América. Otros opinan que la retórica de Obama producirá una nueva América que será la sucesora de la que JF Kennedy pudo haber conseguido. La lista de razones en favor de Obama es larga. Pero está claro que cada una de las razones que los europeos citan se basa más en esperanzas que en la realidad.
Obama no ha conseguido nada significativo en su muy corta carrera política, y tal vez sea ese el motivo de su atractivo. La encuesta de opinión Gallup de esta semana muestra que tiene una ligera ventaja en intención de voto, y es posible que gane las elecciones. El propósito de este artículo -escrito desde un Estado donde la intención de los votantes esta dividido casi por un igual entre los dos principales candidatos- es el de sugerir que Obama probablemente no sea el salvador que aparece en la prensa europea (y, por supuesto, la española). En la práctica, casi nada diferencia a Obama de McCain.
¿Favorecen los europeos al candidato demócrata porque creen que la política exterior en Irak cambiará de pronto? Obama ha sugerido que las tropas americanas serán retiradas de Irak hacia el año 2010, pero sin ningún compromiso claro. En realidad, como acaba de publicar el New York Post, ha pedido al ministro de exteriores iraquí, Hoshyar Zebari, que demore cualquier retirada hasta que su propio Gobierno esté en el poder. Esto significa que no se iniciaría ninguna retirada hasta 2009, lo cual convierte la fecha de 2010 en un mero ejercicio de propaganda, imposible de cumplir. De hecho, los dos candidatos presidenciales están de acuerdo en una retirada de Irak, y sólo disienten sobre cuándo debe producirse. Sin embargo, Obama ha dejado claro que cuando ésta tenga lugar, deberá quedarse en territorio iraquí un gran número de efectivos (un consejero de Obama ha indicado la cifra de 80.000, una cantidad impresionante), estacionados en el país por «seguridad». Cada semana, Obama cambia su posición y especifica menos. Su última declaración es: «Debemos ser tan cuidadosos al salir de Irak como descuidados fuimos al entrar». Nada más preciso que eso. Efectivamente, uno de sus más prominentes consejeros dijo hace algún tiempo que Obama no tenía intención de cumplir ninguna promesa. Y aseguró a la BBC: «El, por supuesto, no confiará en ningún plan que haya elaborado como candidato presidencial o como senador americano. Confiará en un plan que decidirá consultando con los militares de allí». La ventaja de tener a Obama en lugar de a McCain en términos de política exterior es casi cero. Porque en todos los asuntos principales, tienen ideas muy parecidas.
El mismo problema surge cuando intentamos ver en qué difieren McCain y Obama respecto a los temas domésticos. Y lo hacen claramente en las políticas que siempre han separado a los demócratas de los republicanos, tales como la seguridad social. Pero no hay diferencia alguna en cuanto a los problemas que en estos momentos son la prioridad del ciudadano, como la economía y el precio de la gasolina. La enorme crisis financiera que se está produciendo en Estados Unidos es la prueba, si ésta fuera necesaria, de los inmensos recursos de este país, porque la economía de cualquier otro país se habría colapsado bajo el peso de tanta deuda. Esta habría sido la ocasión para Obama de demostrar que él es más radical que McCain, de exhibirse como un héroe de la izquierda socialista. Sin embargo, los dos candidatos han hecho casi las mismas declaraciones, dando su apoyo al regalo financiero de 700.000 millones de dólares que el presidente Bush ha hecho a los grandes bancos, y que el Congreso aprobó finalmente el viernes pasado.
Sólo McCain tuvo el coraje de declarar que la crisis la había causado la avaricia de los bancos, y que no era obligación del país rescatarles. Obama, por su parte, hizo discursos vacíos. Evidentemente, ambos confían en los votos y en el dinero de las empresas capitalistas, y ambos tienen que cantar la misma canción.
La imagen favorable de Obama se basa hasta cierto punto en la creencia de que procede de orígenes humildes y que no representa a los ricos. Es cierto que sus padres no lo eran, pero él ha ascendido en el mundo. Si nos fijamos en las cifras oficiales que el propio candidato ha dado, veremos que Obama ha comunicado propiedades de alrededor de un millón de dólares. En 2006, él y su esposa tenían, además, un ingreso anual total de 984.000 dólares. Eso es más dinero del que algunos de nosotros ganamos en toda nuestra vida. Por supuesto, la fortuna personal de Obama es bastante más pequeña que la del candidato republicano, McCain, quien ha comunicado propiedades de alrededor de 30 millones de dólares. El hecho cierto es que nadie puede llegar a ser candidato presidencial en América sin tener mucho dinero.
Es evidente que muchos españoles creen que Obama es el mejor candidato porque una mayoría de la población hispana de Estados Unidos ha expresado su preferencia por él. Hay al menos 10 millones de votantes latinos en este país y su voto podría afectar el resultado en algunos estados cruciales, como Florida, Colorado y Nuevo México. Según las encuestas Gallup, más del 60% de votantes hispanos dicen que votarán por Obama. Sin embargo, el voto hispano no es igual en todas partes, y debemos recordar que la votación es de circunscripción estatal, no nacional. En Florida, tal vez el Estado latino más crucial, una mayoría de hispanos están en favor de McCain. Lo mismo se puede decir de Arizona. Y no debemos asumir que los hispanos necesariamente apoyan a Obama. En la contienda entre Hillary Clinton y él, por cada dos hispanos que apoyaban a Clinton, sólo uno lo hacía por Obama. Asimismo, en las últimas elecciones presidenciales, el 40% del voto hispano fue a Bush.
La imagen del sueño Obama no se limita sólo a España o Europa. No seamos injustos con los europeos porque hayan creado una imagen ficticia del aspirante afroamericano. Dentro de Estados Unidos, también su atractivo procede de tres razones principales que nada tienen que ver con temas políticos reales. Primero, ha conseguido casi con solidez el voto de los afroamericanos. El 90% de ellos dicen que le apoyarán, y muchos le consideran un salvador. Ha habido una polarización radical según el color de la piel, y muchos afroamericanos han desertado del candidato republicano. Pero es válido preguntarse si el color de la piel, blanco o negro, tiene algo que ver con la capacidad política. Segundo, muchos le apoyan porque es joven, y el 60% de los votantes menores de 30 años expresan su preferencia por él. Pero, ¿acaso los políticos jóvenes no pueden cometer los mismos errores que los viejos? Uno puede inclinarse a pensar que tal vez estén más expuestos a ello.
Tercero, a muchos les gusta su retórica, porque promete cambiarlo todo y crear una mejor América. Esta es quizás la razón más peligrosa, ya que traiciona la conmovedora fe en la habilidad de un hombre para cambiar una nación, un escenario que jamás se ha dado en la historia humana. La experiencia más común es que los políticos hacen promesas que saben que no cumplirán. Cualquier duda que uno pueda tener sobre Obama es, por supuesto, igualmente válida para McCain. Y gane uno u otro, la situación no cambiará. Muchos votantes estadounidenses saben esto, y por ello no se comprometen con ninguno.
Es uno de los grandes misterios de Estados Unidos, la nación más democrática del mundo, pero con un sistema político que con frecuencia produce líderes desastrosos, como George W. Bush. A priori, están abiertas todas las posibilidades de que Obama o McCain sean tan desastre como Bush. Muy pronto lo veremos, tal vez cuando ya sea demasiado tarde.
La verdad es que estas opiniones pro-Obama nada tienen que ver con lo que en realidad está pasando en Estados Unidos. Algunos europeos son fuertemente anti-Bush y, por tanto, creen que un candidato, cualquier candidato, del partido opuesto corregirá la política americana. Otros piensan que ya es hora de que un hombre de color tome el liderazgo en América. Otros opinan que la retórica de Obama producirá una nueva América que será la sucesora de la que JF Kennedy pudo haber conseguido. La lista de razones en favor de Obama es larga. Pero está claro que cada una de las razones que los europeos citan se basa más en esperanzas que en la realidad.
Obama no ha conseguido nada significativo en su muy corta carrera política, y tal vez sea ese el motivo de su atractivo. La encuesta de opinión Gallup de esta semana muestra que tiene una ligera ventaja en intención de voto, y es posible que gane las elecciones. El propósito de este artículo -escrito desde un Estado donde la intención de los votantes esta dividido casi por un igual entre los dos principales candidatos- es el de sugerir que Obama probablemente no sea el salvador que aparece en la prensa europea (y, por supuesto, la española). En la práctica, casi nada diferencia a Obama de McCain.
¿Favorecen los europeos al candidato demócrata porque creen que la política exterior en Irak cambiará de pronto? Obama ha sugerido que las tropas americanas serán retiradas de Irak hacia el año 2010, pero sin ningún compromiso claro. En realidad, como acaba de publicar el New York Post, ha pedido al ministro de exteriores iraquí, Hoshyar Zebari, que demore cualquier retirada hasta que su propio Gobierno esté en el poder. Esto significa que no se iniciaría ninguna retirada hasta 2009, lo cual convierte la fecha de 2010 en un mero ejercicio de propaganda, imposible de cumplir. De hecho, los dos candidatos presidenciales están de acuerdo en una retirada de Irak, y sólo disienten sobre cuándo debe producirse. Sin embargo, Obama ha dejado claro que cuando ésta tenga lugar, deberá quedarse en territorio iraquí un gran número de efectivos (un consejero de Obama ha indicado la cifra de 80.000, una cantidad impresionante), estacionados en el país por «seguridad». Cada semana, Obama cambia su posición y especifica menos. Su última declaración es: «Debemos ser tan cuidadosos al salir de Irak como descuidados fuimos al entrar». Nada más preciso que eso. Efectivamente, uno de sus más prominentes consejeros dijo hace algún tiempo que Obama no tenía intención de cumplir ninguna promesa. Y aseguró a la BBC: «El, por supuesto, no confiará en ningún plan que haya elaborado como candidato presidencial o como senador americano. Confiará en un plan que decidirá consultando con los militares de allí». La ventaja de tener a Obama en lugar de a McCain en términos de política exterior es casi cero. Porque en todos los asuntos principales, tienen ideas muy parecidas.
El mismo problema surge cuando intentamos ver en qué difieren McCain y Obama respecto a los temas domésticos. Y lo hacen claramente en las políticas que siempre han separado a los demócratas de los republicanos, tales como la seguridad social. Pero no hay diferencia alguna en cuanto a los problemas que en estos momentos son la prioridad del ciudadano, como la economía y el precio de la gasolina. La enorme crisis financiera que se está produciendo en Estados Unidos es la prueba, si ésta fuera necesaria, de los inmensos recursos de este país, porque la economía de cualquier otro país se habría colapsado bajo el peso de tanta deuda. Esta habría sido la ocasión para Obama de demostrar que él es más radical que McCain, de exhibirse como un héroe de la izquierda socialista. Sin embargo, los dos candidatos han hecho casi las mismas declaraciones, dando su apoyo al regalo financiero de 700.000 millones de dólares que el presidente Bush ha hecho a los grandes bancos, y que el Congreso aprobó finalmente el viernes pasado.
Sólo McCain tuvo el coraje de declarar que la crisis la había causado la avaricia de los bancos, y que no era obligación del país rescatarles. Obama, por su parte, hizo discursos vacíos. Evidentemente, ambos confían en los votos y en el dinero de las empresas capitalistas, y ambos tienen que cantar la misma canción.
La imagen favorable de Obama se basa hasta cierto punto en la creencia de que procede de orígenes humildes y que no representa a los ricos. Es cierto que sus padres no lo eran, pero él ha ascendido en el mundo. Si nos fijamos en las cifras oficiales que el propio candidato ha dado, veremos que Obama ha comunicado propiedades de alrededor de un millón de dólares. En 2006, él y su esposa tenían, además, un ingreso anual total de 984.000 dólares. Eso es más dinero del que algunos de nosotros ganamos en toda nuestra vida. Por supuesto, la fortuna personal de Obama es bastante más pequeña que la del candidato republicano, McCain, quien ha comunicado propiedades de alrededor de 30 millones de dólares. El hecho cierto es que nadie puede llegar a ser candidato presidencial en América sin tener mucho dinero.
Es evidente que muchos españoles creen que Obama es el mejor candidato porque una mayoría de la población hispana de Estados Unidos ha expresado su preferencia por él. Hay al menos 10 millones de votantes latinos en este país y su voto podría afectar el resultado en algunos estados cruciales, como Florida, Colorado y Nuevo México. Según las encuestas Gallup, más del 60% de votantes hispanos dicen que votarán por Obama. Sin embargo, el voto hispano no es igual en todas partes, y debemos recordar que la votación es de circunscripción estatal, no nacional. En Florida, tal vez el Estado latino más crucial, una mayoría de hispanos están en favor de McCain. Lo mismo se puede decir de Arizona. Y no debemos asumir que los hispanos necesariamente apoyan a Obama. En la contienda entre Hillary Clinton y él, por cada dos hispanos que apoyaban a Clinton, sólo uno lo hacía por Obama. Asimismo, en las últimas elecciones presidenciales, el 40% del voto hispano fue a Bush.
La imagen del sueño Obama no se limita sólo a España o Europa. No seamos injustos con los europeos porque hayan creado una imagen ficticia del aspirante afroamericano. Dentro de Estados Unidos, también su atractivo procede de tres razones principales que nada tienen que ver con temas políticos reales. Primero, ha conseguido casi con solidez el voto de los afroamericanos. El 90% de ellos dicen que le apoyarán, y muchos le consideran un salvador. Ha habido una polarización radical según el color de la piel, y muchos afroamericanos han desertado del candidato republicano. Pero es válido preguntarse si el color de la piel, blanco o negro, tiene algo que ver con la capacidad política. Segundo, muchos le apoyan porque es joven, y el 60% de los votantes menores de 30 años expresan su preferencia por él. Pero, ¿acaso los políticos jóvenes no pueden cometer los mismos errores que los viejos? Uno puede inclinarse a pensar que tal vez estén más expuestos a ello.
Tercero, a muchos les gusta su retórica, porque promete cambiarlo todo y crear una mejor América. Esta es quizás la razón más peligrosa, ya que traiciona la conmovedora fe en la habilidad de un hombre para cambiar una nación, un escenario que jamás se ha dado en la historia humana. La experiencia más común es que los políticos hacen promesas que saben que no cumplirán. Cualquier duda que uno pueda tener sobre Obama es, por supuesto, igualmente válida para McCain. Y gane uno u otro, la situación no cambiará. Muchos votantes estadounidenses saben esto, y por ello no se comprometen con ninguno.
Es uno de los grandes misterios de Estados Unidos, la nación más democrática del mundo, pero con un sistema político que con frecuencia produce líderes desastrosos, como George W. Bush. A priori, están abiertas todas las posibilidades de que Obama o McCain sean tan desastre como Bush. Muy pronto lo veremos, tal vez cuando ya sea demasiado tarde.
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