6 feb 2010

Me pregunto si he aprendido algo

Me pregunto si he aprendido algo/ROSA MONTERO
Publicado en El País Semanal, 7/02/2010;
Yo suelo decir en las entrevistas que la escritura es un camino de conocimiento y que uno escribe novelas no para enseñar nada, sino para aprender. Y, más de una vez, los periodistas me han repreguntado algo bastante obvio: entonces, ¿qué has aprendido de tu último libro? Cosa que siempre me deja más o menos muda, porque la respuesta es dificilísima. Y el caso es que creo firmemente en lo que digo; sé con toda certidumbre que mis novelas me enseñan algo, pero cuesta mucho objetivar cuáles son los conocimientos adquiridos, de la misma manera que resulta enormemente complicado decir de qué manera nos educa la vida. Por ejemplo, ¿serías capaz de describir ahora lo que has aprendido en el último año? Seguramente te costará bastante hacerlo; tal vez, y tras reflexionar un buen rato, puedas llegar a precisar algunas experiencias adquiridas, pero en general lo que uno siente es una vaga sensación de saber más, de haber aumentado el catálogo emocional y la información almacenada en la memoria, sin que ese añadido vital pueda ser expresado en contenidos concretos.
Pensando en todo esto a veces me entra cierto desaliento, la desvaída sospecha de que a lo peor lo que sucede es que nunca aprendemos nada, o casi nada. Que tal vez esa mitificación de la experiencia y de la sabiduría que la vida te proporciona (idea en la que creo y que siempre sostengo con notable entusiasmo) no sea sino una manera de endulzar la amargura de envejecer. Una mentira piadosa que nos decimos a nosotros mismos. De hecho, demasiadas veces nos sorprendemos repitiendo los mismos errores una y otra vez a lo largo de nuestra existencia. Pero cómo he podido volver a caer en lo mismo, nos decimos desalentados; pero si yo ya sabía que esto iba a acabar así, por qué he vuelto a equivocarme. La repetición es una de las características del ser humano; sobre todo en el amor, sobre todo en las emociones, desde luego. Y las emociones lo atraviesan todo.
Hace cosa de un año, la muy prestigiosa Harvard Business School hizo público un trabajo sobre el aprendizaje en los negocios. Querían comprobar si del fracaso se podían extraer lecciones provechosas, y resultó que, según ese estudio, fracasar en una empresa no enseñaba nada a la hora de montar otros negocios; de hecho, lo único que parecía enseñar algo era el éxito. Y el pasado mes de julio, unos experimentos del Massachusetts Institute of Technology, el celebérrimo MIT de Estados Unidos, mostraron que en las células del cerebro se producen ciertos cambios neuronales después de los aciertos, pero no después de los errores. O lo que es lo mismo: que se aprende de los logros, pero no de los fracasos, como decían los de la Harvard School. Lo cual parece bastante injusto, además de deprimente. No sé hasta qué punto pueden ser fiables estos trabajos descorazonadores, pero, de todas formas, y como dice la sabiduría popular, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. De manera que vuelvo a plantear la misma pregunta: ¿hasta qué punto somos capaces de aprender en la vida? Bueno, claro, adquirimos conocimientos específicos y destrezas técnicas, estudiamos carreras universitarias, conseguimos hacernos expertos en la construcción de puentes o en las operaciones a corazón abierto. Pero estoy hablando del aprendizaje esencial, de la madurez emocional. Hablo de la sabiduría de vivir.
Por fortuna, hay otro estudio también publicado hace un año que resulta mucho más alentador. Está hecho por la universidad inglesa de Warwick y por el Darmouth College de Estados Unidos sobre una muestra de más de dos millones de sujetos procedentes de cerca de ochenta países, y al parecer demuestra que la felicidad tiene forma de “U” y que las personas somos más felices en la juventud y en la vejez, con un momento álgido de depresión y angustia en torno a los 44 años. De modo que la sabiduría popular también tendría razón con el tópico de la crisis de los cuarenta. Según esta investigación sorprendente y fascinante, los resultados se mantienen iguales en todos los países, en Albania lo mismo que en Zimbabue o en Francia, y por lo visto los momentos mejores de la vida se sitúan en torno a los veinte años y a los setenta. Lo cual parecería indicar que, después de todo, los humanos sí que somos capaces de aprender. Que, contra todo pronóstico, en el crepúsculo, sin vitalidad física, sin tiempo y sin futuro, despojados ya de casi todo, podemos sin embargo contar con el tesoro de una cierta y esencial sabiduría.

Arturo Valenzuela

ARTURO VALENZUELA Secretario de Estado Adjunto de EE UU
"No vamos a dictar cátedra a nadie"
JOSÉ MANUEL CALVO - Madrid -
El País, 07/02/2010
Arturo Valenzuela (Chile, 1944), el intelectual e investigador de la universidad de Georgetown al que el presidente Obama ha encargado las relaciones con Latinoamérica, tiene la experiencia de haber asesorado ya a Bill Clinton en estos asuntos y la voluntad de cambiar la relación "esporádica y discontinua" por un compromiso más firme. Valenzuela acaba de pasar por Madrid para "triangular esfuerzos" entre EE UU, España e Iberoamérica, empezando por lo más urgente, Haití.
Pregunta. -Los soldados de EE UU están en Haití "para ayudar a la ONU, no para suplantarla", dice usted. Hay quien lo ha visto de otra forma...
Respuesta. Pues no hay otra forma de verlo. El desafío humanitario es muy difícil. Puerto Príncipe es una ciudad devastada. Para distribuir alimentos y agua hace falta un esfuerzo enorme que requiere de una logística que sólo pueden dar las fuerzas armadas, pero que es netamente humanitario; no corresponde a los militares ocuparse de la seguridad de Haití, eso está en manos de la ONU y de los policías haitianos. El Ejército asegura la ayuda y otras cosas, como que funcione el aeropuerto, que recibía 20 vuelos diarios y en el que hoy están aterrizando más de 160. Las fuerzas armadas realizan un trabajo de apoyo, no de sustitución, que pidió Haití, un país soberano.
-¿Cómo ve Haití en un año, en cinco años?
- Había que responder inmediatamente al drama humanitario. La segunda fase tendrá que ser de estabilización. El compromiso tiene que ser más profundo para ayudar a que Haití vaya hacia un desarrollo sostenible. Se ha hablado, lo dijo el presidente Obama, de un esfuerzo de 10 años.
-¿Y qué se requiere?
-Ver cómo la comunidad internacional puede ayudar a que Haití tenga condiciones para generar empleos, reformas de fondo en el campo, en la energía... Para que todo eso funcione, lo que se requiere es fortalecer el Estado. El drama de Haití es que ha habido mucha cooperación internacional, pero si no se fortalece la capacidad del Gobierno, de la sociedad, a la larga esta ayuda no va a ser lo eficaz que debiera.
- Usted acaba de estar en Honduras, en la toma de posesión del nuevo presidente...
-La elección, en términos generales, fue relativamente bien. La participación fue similar a la de anteriores consultas. El candidato de oposición ganó, y ganó grande; el mismo que había perdido frente a Zelaya la vez anterior por tres puntos. El pueblo hondureño dio dos señales muy claras: que quería un cambio y que estaba expresando, y esto es muy importante, su voluntad soberana para buscar una salida a la situación provocada por el golpe de Estado. Ese proceso electoral venía de antes -no se hizo para blanquear el golpe- y era parte de la solución de la crisis. Pero no toda: para que Honduras se normalice debe dar pasos adicionales, que están en el acuerdo que firmaron las partes. El presidente Lobo ha dicho que quiere buscar la reconciliación, recuperar la democracia y volver al seno de la OEA.
-¿De eso depende que EE UU normalice su relación?
-Sí, creo que esos son los pasos para ir buscando cómo normalizar la situación. Hemos trabajado con consultas -en América, en España, con los centroamericanos- y basándonos en principios fundamentales, y con la concepción realista de buscar una salida.
-¿Y la que ha habido cómo le parece?
-Diría que no está mal. En gran parte por lo que apunté, porque se basa en el veredicto soberano del pueblo de Honduras en una elección que venía de mucho antes. Ahora, la lección es también que no puede tolerarse en América Latina un golpe de Estado a estas alturas, y que hay que buscar mecanismos para colaborar con los países y que esto no ocurra en el futuro. La lección para América Latina es que hay que profundizar en las instituciones.
-¿Hay motivos de preocupación por lo que está ocurriendo en Venezuela con las instituciones, la justicia, los medios...?
-Sí, yo creo que sí. Este último incidente de la proscripción de un canal de televisión en el cable y de otros canales tiende a atentar contra la libertad de prensa. Y son elementos importantes para todos nuestros países, tanto en lo que se refiere a la consolidación de instituciones como al respeto a los derechos fundamentales, como la libertad de expresión.
- EE UU mantiene una política de contención con el presidente Hugo Chávez.
-La política del presidente Obama es la de seguir adelante con colaboración con todos los países. No estamos en ningún proyecto de tratar de dictarle cátedra a nadie, estamos viendo cómo podemos colaborar con interlocutores válidos en la solución de problemas comunes. Muchos problemas tienen que ver con conflictos sociales, con retrasos, con dificultades económicas. Si otros tienen otras visiones, eso también es aceptable; estamos dispuestos a dialogar con todos.
-¿No hay decepción en Washington ante la falta de respuesta del Gobierno de Cuba a las aperturas de Obama?
- Hemos revertido la política anterior de congelar muchos de los intercambios entre las sociedades para permitir una mayor conexión. Y estamos dispuestos a recuperar incluso más que antes un diálogo directo con el Gobierno de Cuba en temas afines. Hemos tenido conversaciones sobre temas migratorios y habrá otros en la agenda. Pero es cierto que lo que se requiere es un diálogo con respuestas, y eso hasta la fecha no se ha visto. Probablemente tiene que ver con algunos cambios internos en Cuba en los que no está claro hacia dónde va la situación.
- ¿Cree que la UE debería cambiar la Posición Común sobre Cuba, en vigor desde 1996, que exige al Gobierno de la isla avances en democracia y derechos humanos?
- Éste es un tema que concierne a la UE y no a EE UU. Dicho esto, no nos queda claro cómo la intención de cambiar la Posición Común llevaría a un cambio significativo en la situación del respeto por los derechos humanos del pueblo cubano. Por nuestra parte, al querer profundizar un diálogo con Cuba lo hacemos conscientes de que éste se debiera realizar teniendo en cuenta nuestro acérrimo compromiso por esos derechos y por la liberalización del régimen cubano.
-Entonces, con Cuba, ¿diálogo a cambio de libertad? ¿Y cambiar la Posición sólo por razones de peso?
-
- En cuanto a México, en la emergencia en la que está, quizá había una expectativa de mayor ayuda por parte de EE UU.
-Ésa no es mi impresión. Estuve en México hace poco y creo que hay una satisfacción por ambas partes de que estamos encarando bien los desafíos, que son enormes, multidimensionales. Es algo que no sólo se puede encarar con el uso de la fuerza. Se requiere una reducción de la demanda; necesitamos mejor coordinación contra las organizaciones criminales, que se aprovechan de situaciones de debilidad institucional. México reconoce esos problemas, nosotros reconocemos nuestra corresponsabilidad, estamos en un proceso de colaboración muy fuerte y ya se ven logros, tanto en el esfuerzo por decapitar algunos de los grupos criminales como en el refuerzo de la cooperación. En última instancia, este es un tema policial, no militar. Y hay que ampliar el objetivo: queremos trabajar más hacia Centroamérica y el Caribe.
- ¿Cómo valora alguien nacido en Chile el cambio político que acaba de haber allí?
-Los líderes pasan; la calidad de la democracia en un país se debe a la calidad de sus instituciones. En Chile ha sido importante esta elección porque ha sido la primera vez que pierde la Concertación después del periodo militar, pero también se ve que no hay cambios significativos. Va a haber cambios de política, porque hay un nuevo gobierno, pero lo que no está en juego es la propia institucionalidad del país. Chile demuestra que un país latinoamericano puede consolidar una democracia fuerte y un Estado de derecho con un papel internacional, bajo el signo de un partido u otro.

 Así es.

Beisbol; serie del Caribe

Serie del Caribe
TERMINAN ASPIRACIONES MEXICANAS.
El ex cañero Heath Phillips domina a Naranjeros y Gana Dominicana.
Por Jesús Álvarez Palafox
Isla Margarita, Ven. 6 feb. 2010.- Primero fue un ex naranjero y este sábado un ex cañero. El zurdo norteamericano Heath Phillips, maniató a los Naranjeros de Hermosillo y los Leones del Escogido de Republica Dominicana sacaron un triunfo de 7-2 para colocarse como virtual campeón de la Serie del Caribe que se lleva a cabo en Venezuela.
Con esta derrota, las aspiraciones de los Naranjeros de pelear por el campeonato se ven desvanecidas y hoy cerrarán su compromiso en la Serie del Caribe enfrentando a los Indios de Mayagüez de Puerto Rico a las 13:30 horas.
El norteamericano que en par de ocasiones hizo el pisa y huye dentro de la organización de los Cañeros de Los Mochis, salió más que inspirado ante los Naranjeros y si en el primer enfrentamiento entre Mexicanos y Dominicanos, Nelson Figueroa los maniató, Heth Phillips no se quiso quedar atrás lanzando esa joya de pitcheo.
El zurdo se sobrepuso a un ataque en la primera entrada y después hizo lo que quiso con la ofensiva naranjera, después de una base por bolas que le entregó a Luis Alfonso García en la tercera entrada, ya no permitió nada y alcanzó a retirar a 13 naranjeros en forma consecutiva, completó su labor con siete entradas, tres imparables, par de carreras y siete ponches.
Mostró un gran control ya que no regaló una sola base para llevarse la victoria, Joel Peralta lanzó una entrada con un hit y terminó Julio Mañón con una base por bolas.
Por su parte, el mazatleco Walter Silva no pudo enseñar su calidad en un juego donde temprano le hicieron ver su suerte.
Silva fue el derrotado con trabajo de cuatro y un tercio, ocho imparables con seis carreras y cuatro ponches, al rescate vinieron Juan Pablo Oramas con dos entradas, par de hits y una carrera, Jesús Castillo con dos tercios y “El Choco” Héctor Navarro con una entrada y una base.
ABREN MUY BRAVOS
Los Mexicanos hicieron albergar esperanzas cuando en la primera entrada “Agarraron frío” a Phillips cuando Chris Roberson abrió con sencillo, Phillips metió el brazo ponchando en forma consecutiva a Karim García y Vinny Castilla pero hubo daño de por medio cuando llegó Luis Alfonso García y despertó con su primer cuadrangular de la serie.
Poco les duró el gusto a los mexicanos cuando en la misma primera entrada, el mazatleco Walter Silva enseñó que traía pelota jonronera y todo después de dos auts, dominó a Fredy Guzmán y Ramón Santiago en forma relativamente fácil, pero Juan Francisco conectó de hit y el ex algodonero Kevin Barker conectó su segundo jonrón de la serie para empatar el encuentro.
En la tercera entrada los dominicanos se despegaron con una carrera cuando Pablo Ozuna abrió con sencillo y Fredy Guzmán lo imitó, Ramón Santiago los adelantó con toque y Juan Francisco con línea al derecho empujó la carrera del despegue. En la cuarta entrada después de ponche a Willis Otañez, Fernando Martínez conectó jonrón para la cuarta anotación.
En la quinta, Silva explotó cuando abrió Fredy Guzmán con hit, Ramón Santiago se sacrificó y Juan Francisco le prendió el lanzamiento al pitcher mexicano depositándola al otro lado de la barde para el 6-2 y que hizo explotar a Silva, vino Juan Pablo Oramas a sacar los dos auts, tres de la sexta pero en la séptima le hicieron una carrera cuando sacó el primer aut, vino el doblete de Ramón Santiago, infieldhit de Juan Francisco y la base a Kevin Barker para llenar los senderos, sale Oramas y vino Jesús Castillo que dominó a Willis Otañez con rola a tercera pero eso no evitó que entrara la séptima carrera.
Mientras tanto, la ofensiva mexicana se vio maniatada ya que después de la base a Luis Alfonso García en la tercera entrada, fue hasta la octava cuando conocieron las bases cuando Adán Amezcua abrió con doblete, pero ahí se quedó cuando fueron dominados en forma consecutiva Heber Gómez, Chris Roberson y Karim García.

Nueva era de los derechos humanos

Derechos humanos: nueva era/Michel Wieviorka
Publicado en LA VANGUARDIA, 04/02/10;
Los derechos humanos fueron pensados esencialmente durante mucho tiempo en el marco del Estado nación y realmente no podían ejercerse más que en el interior del país que los reconocía, por ejemplo la Francia de la revolución con su célebre Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
El proyecto de extenderlos a todo el mundo, con una declaración llamada, precisamente, universal, se concretizó en 1948 especialmente gracias a René Bassin en el marco de la posguerra y de la creación de las Naciones Unidas y de las esperanzas que la ONU suscitaba; pero en ese momento los depositarios seguían siendo los estados.
En los años 70, la cuestión de los derechos humanos ganó una fuerza considerable, ayudada por dos tipos de razones. Unas eran políticas y afectaban en primer lugar a las dictaduras y a los regímenes comunistas. Las otras eran sobre todo humanitarias. En ambos casos la toma en consideración de los derechos humanos se ha traducido en importantes rupturas.
Por un lado los derechos humanos acompasaron el reencuentro, en los años 70, de dos temáticas: la de la denuncia de las dictaduras de esa época, especialmente en América Latina pero también en Europa, en la península Ibérica y en Grecia, y la del declive histórico del comunismo. Los intelectuales, así como numerosos actores políticos en diversas sociedades occidentales, denunciaban a menudo los horrores de la arbitrariedad, la tortura, la violencia de Estado que practicaban los regímenes dictatoriales, pero también no menos frecuentemente vacilaban a la hora de denunciar con la misma fuerza el régimen totalitario de la Unión Soviética y de los países bajo su órbita, pues el comunismo, el socialismo real, estaba envuelto en un aura considerable y, al menos en algunos países europeos, el concepto de totalitarismo no gustaba, precisamente porque colocaba en el mismo plano el nazismo y el comunismo. Debido a que aceleraron su alejamiento y su ruptura con este último, y quizá incluso con la idea de revolución, estos actores pudieron dar a los derechos humanos toda su dimensión. Su compromiso ya no debía referirse a un proyecto revolucionario o a un modelo socialista o comunista para ser legítimo; ya no había nada que oponer a este tipo de modelo o de proyecto para fundamentar las críticas a las dictaduras. Uno podía meterse con ellas esgrimiendo los derechos humanos; fuera cual fuera la referencia política, trascendía la política. En este sentido, la fecha del 18 de diciembre de 1976 es simbólicamente importante. Vladimir Bukovski, el disidente soviético, y Luis Corvalán, el secretario del Partido Comunista chileno encarcelado por Pinochet, fueron canjeados ese día en la pista del aeropuerto de Zurich, lo que constituía un éxito de los derechos humanos y la señal de la impotencia o de un final cercano para los dos sistemas políticos implicados.
Y por otra parte, en esos mismos años 70, los derechos humanos progresaron al desprenderse de la sujeción del Estado nación y al afirmar su preeminencia sobre la razón de Estado desde el momento en que hay vidas humanas en juego. Es la época en la que los French Doctors rompen la prudencia política y diplomática de la Cruz Roja para afirmar el “derecho de injerencia”, que consiste en colocar la salvación de vidas humanas por encima de los imperativos estatales, esquivándolos si es necesario.
A lo largo de los años 80 y 90 los derechos humanos prosperaron al tiempo que la guerra fría se acababa y con ella las tomas de posición ideológicas y políticas que amenazaban con hacerlos pasar a un segundo plano. Cuando se trataba de defender un imperialismo u otro, un sistema u otro, no había más que un pequeño lugar para los derechos humanos. Además, la globalización se tradujo también en la expansión de las ONG humanitarias, muchas de las cuales sobrepasaron el estadio artesanal para convertirse en potentes organizaciones supra o transnacionales.
Pero el terrorismo global de Al Qaeda, a partir de los atentados del 11 de septiembre del 2001, comenzó a firmar el regreso de los estados, que encontraron en la lucha antiterrorista y sus modalidades extremas – guerra en Iraq, en Afganistán-buenos argumentos para limitar el espacio del derecho de injerencia. Desde entonces las ONG humanitarias han perdido la latitud que les era propia en el pasado y en las situaciones más tensas han sido obligadas a someterse y a aceptar ser embedded,embarcadas y por tanto controladas en los furgones de los ejércitos regulares de las naciones democráticas. La crisis financiera y económica, desde septiembre del 2008, ha acelerado este movimiento de regreso del Estado, acabando con el neoliberalismo si no en la práctica al menos en la ideología, volviendo a dar una gran legitimidad a la idea del Estado intervencionista. Desde entonces los derechos humanos han sido invitados a verterse en el molde de los estados nación.
Y en la actualidad el mundo parece estructurarse según el principio de la multipolaridad, con estados emergentes que se afianzan en materia económica pero también geopolítica, empezando por los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). En este contexto, los derechos humanos no encuentran las condiciones ideológicas tan favorables a su desarrollo como en los años 70, cuando se hundía el ideal comunista o revolucionario; les resulta un poco mas difícil que entonces imponerse a los estados, especialmente a través de las grandes ONG. Ciertamente han de enfrentarse a situaciones más o menos lejanas, siempre externas, cuando reina la guerra civil, los desplazamientos de población, la violencia multiforme, el hambre… Pero también han de enfrentarse a desafíos internos en las democracias, especialmente a propósito de los que, en ellas, son más débiles: los inmigrantes y todos los sin:sin papeles, sin casa, sin trabajo…
Lo que lleva a una conclusión paradójica. Los derechos humanos conocieron una primera edad de oro en los años 70 por el agotamiento de las ideologías revolucionarias y comunistas, desembarazándose de la sujeción de los estados y de sus relaciones internacionales y alejándose de la política. Sin abandonar los postulados supranacionales más decisivos, podrían conocer hoy en día un nuevo periodo fausto articulándose en proyectos políticos susceptibles de aportar principios sociales y culturales en el propio país, en el interior del marco de los estados nación democráticos, y contribuyendo a refundar el debate sobre el acceso al empleo, a la sanidad, a la vivienda, a la educación, a la información, e incluso a todo aquello que toca el hecho religioso o las diferencias culturales, todos ellos temas altamente politizados que al mismo tiempo no se conciben sin la ética y la preocupación de los derechos humanos.

Desayuno de Oración en EE UU

Zapatero y su desayuno con ‘La Familia’/Henry Kamen, historiador británico. Su último libro publicado es El enigma del Escorial, Espasa Calpe, 2009
Publicado en EL MUNDO, 04/02/10);
Hoy, 4 de febrero, el jefe del Ejecutivo español se encuentra, junto a cientos de personas más, participando en el Desayuno Nacional de Oración que organiza la Fellowship Foundation, y que se celebra en el hotel Hilton en Washington DC. Gracias a su cargo como presidente de turno de la Unión Europea, ha sido invitado a desayunar en presencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Sin embargo, este acontecimiento no es lo que parece a simple vista. Este artículo es un intento de examinar cómo Zapatero ha caído en la trampa al aceptar esta invitación.
El dirigente español debería saber por qué se llama Desayuno Nacional de Oración. Se trata de un acontecimiento en el que todos los invitados, dirigidos por el presidente de EE UU, ruegan públicamente a Dios para que les ayude con sus problemas actuales. La primera vez que se celebró fue en 1945, último año de la Segunda Guerra Mundial. ¿Quién lo inspiró? No fue el presidente Truman, sino un grupo de acaudalados políticos y hombres de negocios de derechas.
Muchos años después, estas personas han seguido invitando a políticos extranjeros a los que esperan influenciar con su participación en el acto. Como su nombre indica, el leitmotiv es la oración. Cada invitado debe recordar, cuando comiencen los discursos, que debe inclinar la cabeza, cerrar los ojos y decir «amén» al final de cada oración del resto de invitados. Si hoy se le pide al dirigente español que rece, éste deberá por supuesto hacerlo en inglés.
Además, tal vez se pregunte por qué Obama le ha invitado. Pero la realidad es que no fue él quien invitó a Zapatero. Una investigación publicada en el diario Los Angeles Times deja perfectamente claro cómo se emiten las invitaciones. La responsable de decidir quién reza y quién no es la Fellowship Foundation, no Obama.
Por eso no es correcto decir que ha sido el presidente de EEUU el que ha apostado por la participación de Zapatero. Eso puede verificarlo fácilmente la oficina de prensa del jefe del Ejecutivo español si así lo desea. Dejen que cite los detalles que publicó Los Angeles Times: «Más de 8.000 personas de 170 países fueron invitadas al Desayuno Nacional de Oración este año; alrededor de 3.000 aceptaron».
El diario asegura que «la invitación estampada en relieve procede de ‘miembros del Congreso de Estados Unidos de América’. Pide a los invitados que se unan al presidente, vicepresidente ‘y otros líderes nacionales de las ramas ejecutivas, judiciales y legislativas de nuestro Gobierno’ para una oración matinal».
«Rúbricas presidenciales decoran las estancias en las que se celebra el acto, desde el podio y la mesa de inscripción hasta el programa oficial. No sorprende, pues, que muchos piensen que es una cita oficial del Gobierno». Pero, por supuesto, no lo es. Jefes de prensa de políticos de pequeños países piensan y hacen pensar que es una invitación de Obama. No lo es.
¿Pero qué es la Fellowship Foundation, organizadora de la cita? Ha tenido muchos nombres a lo largo de los años y aún se la conoce por mucho de ellos. Este grupo, compuesto por dirigentes potentados y empresarios americanos, se refiere a sí mismo sencillamente como La Familia». Y La Familia, dicen, tiene un solo objetivo: amar a Jesús. Doug Coe, su actual líder, explica que tienen como meta «Jesús y nada más».
Pero la religión no es la única ideología del movimiento. La Familia fue fundada en abril de 1935 en Seattle por Abraham Vereide, un emigrante noruego que se ganaba la vida como predicador ambulante. Una noche, descansando en la cama y profundamente preocupado por la expansión del socialismo y el comunismo en el planeta, Vereide recibió una revelación: una voz y una luz en la oscuridad, brillante y cegadora.
Al día siguiente se encontró con un amigo, un rico empresario. Los dos acordaron un plan espiritual. Alistaron a 19 altos ejecutivos en un encuentro de desayuno semanal y juntos oraron, convencidos de que sólo Jesús podría destruir la subversión socialista y aplastar los sindicatos radicales. La iniciativa se extendió con rapidez. Desde 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando los grandes enemigos de Estados Unidos eran el fascismo y el socialismo, el Senado de Estados Unidos puso en marcha desayunos de oración anuales; el primero, en 1945.
La iniciativa triunfó en poco tiempo y, ya en la Guerra Fría, la Fellowship se expandió, sumando miembros por todo el mundo cristiano. Se convirtió en una activa organización internacional.
Ahora opera desde una multimillonaria mansión con finca propia situada sobre el río Potomac, cerca de Washington DC. Está exenta de impuestos porque está registrada como iglesia y desempeña un activo papel político en el Congreso. Coe asegura que la misión del grupo es crear una «familia de amigos mundial» que propague las palabras de Jesús a todos aquellos que ostentan el poder.
Cree que las personas, cualesquiera que sea su religión, -incluyendo a musulmanes, judíos e hindúes- están influidas por Jesús. Si puede cambiar los corazones de los líderes, afirma, entonces los beneficios fluirán de forma natural hacia los oprimidos y desfavorecidos.
Sin embargo, los que realmente quieren profundizar en las tradiciones de La Familia no hallarán muchos datos en la mansión sobre el río Potomac, sino en una modesta casa situada al final de la calle 24 Norte de Arlington, Virginia. Allí es donde La Familia prepara a los voluntarios que desean descubrir a Jesús. Y los voluntarios han de ser varones, de habla inglesa, ricos, influyentes y cristianos.
Esas son las personas a quienes, según ellos, Jesús desea hablar. Cuando uno entra en La Familia, se le organiza en una célula. Algunos miembros de estas células forman parte, a su vez, de un grupo en la sombra que dirige la organización llamado the Core [el Núcleo]. Tal vez el presidente José Luis Rodríguez Zapatero ya conozca la orientación política de La Familia, pero, si es así, ¿por qué ansía tanto estar presente en el desayuno que hoy se celebra en Washington?
Otra pregunta que quizá él se haga es: «¿Por qué me han invitado?». Cuando le preguntaron sobre esto en una rueda de prensa, Zapatero lo atribuyó a la «grandeza democrática» de Estados Unidos y a la tradición de este país de acoger a «personas de distintas convicciones».
Desafortunadamente, como hemos visto, la invitación no vino de Estados Unidos sino del elitista movimiento conservador. La explicación de la invitación se encuentra en un documento privado, titulado Creencias y Principios de La Familia, que el grupo emplea en sus cursos privados en la ciudad de Arlington.
El punto 20 del documento declara: «Reconocemos el lugar y responsabilidad de los líderes laicos nacionales en la labor de hacer progresar el reino de Jesús». En otras palabras, Zapatero tal vez no lo sepa, pero por el mero hecho de responder a la invitación del desayuno está reconociendo el poder de Jesús. No importa que no crea en Él. Yendo al desayuno está ayudando a que el poder de La Familia y, por tanto, el de Jesús avance.
Rezando con cristianos y reuniéndose con ellos, tal vez encontrándose con un presidente también cristiano, un líder laico permitirá que Jesús le ayude a la hora de tomar decisiones. Es por eso que La Familia está contenta por la asistencia hoy del líder español. En el fondo no les preocupa mucho si va o no va, porque acuden cientos de personas poderosas procedentes de todo el mundo. Pero, de todas maneras, les gusta verle allí. Un miembro de La Familia declaró que incluso invitaría al terrorista Osama Bin Laden si eso fuera posible.
Un artículo en la revista Harper’s Magazine explica así el verdadero propósito del desayuno: «La única reunión que La Familia notifica es el Desayuno Nacional de Oración que, con el patrocinio del Congreso, continúa organizándose cada febrero en Washington DC. Cada año, 3.000 dignatarios, representando a numerosas naciones, pagan cada uno 350 euros aproximadamente para asistir. La Familia considera la cita sólo como un instrumento que tiene un propósito más amplio: reclutar a sus poderosos asistentes para que, en pequeños grupos y con más frecuencia, puedan reunirse en oración, y así ‘encontrase con Jesús cara a cara’».
Jesús triunfará, y también así La Familia. Dese cuenta, presidente: ¡Todo empieza sólo con un desayuno!

Laicismo, opinión de Mons, Arizmendí

Laico, ca.
(Del lat. laĭcus).
1. adj. Que no tiene órdenes clericales. U. t. c. s.
2. adj. Independiente de cualquier organización o confesión religiosa. Estado laico. Enseñanza laica.
Laicismo.
(De laico).
1. m. Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.
El temino laicidad, no está registrado en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
**
Dice Wikipeida que los términos laicidad y laicismo se utilizan, a veces como sinónimos y a veces como antónimos, o al menos como de sentido divergente dentro de su campo semántico común.

"Aunque laicidad es término cada vez más frecuentemente utilizado en español y se encuentra registrado en los correspondientes bancos de datos de la Real Academia, aún no ha sido objeto de acogida oficial en el Diccionario de ésta (el DRAE) , en el que sólo encontramos precisamente laicismo. Esto sin duda explica que sea este término -laicismo- el que todavía más se utiliza para significar también esa nota positiva del Estado que aquí consideramos mejor expresada con el término laicidad. ***
Laicismo o laicidad/Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 6 de febrero de 2010
VER
Son recurrentes las quejas de que los obispos violamos el laicismo, cuando defendemos la vida y el matrimonio. Siguen machacando que pretendemos imponer el catolicismo a todos los mexicanos, lo cual es falso. Quisieran encerrarnos en las sacristías y en los hogares. Siguen resentidos contra la reforma del año 1992, que aligeró las injusticias religiosas de la Constitución de 1917.
Ya el artículo tercero ordena al Estado, sin tener en cuenta los derechos de los padres, imponer en sus escuelas una educación laica, entendida como "ajena a cualquier doctrina religiosa; el criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios". ¡Cómo se refleja el prejuicio de que la fe está en contra de la ciencia, fomenta la servidumbre y el fanatismo! Si conocieran la verdadera religión, no se harían estas afirmaciones.
Varios enemigos de la Iglesia Católica se han aglutinado para reforzar el laicismo en la Constitución, llamándole laicidad. Es la misma trampa de cambiar conceptos, como lo han hecho al llamar salud reproductiva al aborto. Quieren que se agregue al artículo 40 la palabra "laica", quedando así: "Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal...". Y para asegurar lo que quieren, proponen este agregado al artículo 130: "El Estado mexicano, cuya legitimidad política proviene de la soberanía popular, asume el principio de laicidad como garantía de la libertad de conciencia de todas las personas y, en consecuencia, de los actos que de ésta se deriven. Garantiza también la autonomía de sus instituciones frente a las normas, reglas y convicciones religiosas o ideológicas particulares, así como la igualdad de todas las personas ante la ley, independientemente de sus convicciones o creencias". ¿Y dónde queda el derecho a la libertad religiosa? Reducirla a la libertad de conciencia y de credo, es quedarse en el pasado, es repetir lo que ya está en el artículo 24, es tener miedo a que las iglesias tengamos plena libertad, no para imponer una religión, sino para ofrecerla en igualdad de libertades que tienen otros grupos, partidos y organizaciones sociales. ¡Ellos sí tienen libertad para reprimirnos; y nosotros no, para profesar y compartir plenamente nuestra fe!
JUZGAR
Dice el Papa Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in veritate: "La negación del derecho a profesar públicamente la propia religión y a trabajar para que las verdades de la fe inspiren también la vida pública, tiene consecuencias negativas sobre el verdadero desarrollo. La exclusión de la religión del ámbito público, así como, el fundamentalismo religioso por otro lado, impiden el encuentro entre las personas y su colaboración para el progreso de la humanidad. La vida pública se empobrece de motivaciones y la política adquiere un aspecto opresor y agresivo. En el laicismo y en el fundamentalismo se pierde la posibilidad de un diálogo fecundo y de una provechosa colaboración entre la razón y la fe religiosa. La ruptura de este diálogo comporta un coste muy gravoso para el desarrollo de la humanidad" (56).
Y expresó al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede: "Es urgente definir una laicidad positiva, abierta, y que, fundada en una justa autonomía del orden temporal y del orden espiritual, favorezca una sana colaboración y un espíritu de responsabilidad compartida" (11-I-2010).
ACTUAR
¡Estén alertas, diputados y senadores creyentes! Si se quieren hace modificaciones a la legislación religiosa, tengan en cuenta y escuchen a las diferentes confesiones, a los líderes de las distintas iglesias, a quienes sabemos algo de religión, y no sólo a quienes la atacan y desconocen. Comparen legislaciones con países europeos y americanos y tengan apertura a una verdadera libertad religiosa. ¡Rusia acaba de aprobar que en las escuelas públicas se pueda impartir religión! ¡Brasil acaba de dar reconocimiento oficial incluso a los estudios hechos en los Seminarios!

Lectura laica de la Biblia

No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades. En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado. Dt. 24,14-15
Lectura laica de la Biblia(Juan José Tamayo
El País, 6/02/2010
En reiteradas ocasiones he criticado con severidad desde estas páginas la política religiosa del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, sobre todo por los privilegios concedidos a la Iglesia católica -sobre todo a su jerarquía- en materia económica y educativa. Críticas todas ellas a mi juicio justificadas y ampliamente compartidas por sectores laicos y religiosos, y que seguiré haciendo mientras no se revise el anacrónico e inconstitucional Concordato con la Santa Sede y no se establezca la igualdad de todas las religiones.
Hoy, sin embargo, tengo que felicitar a Rodríguez Zapatero por el acierto en la elección del texto del Deuteronomio en su prédica del Desayuno de Oración en Estados Unidos y por la certera lectura que ha hecho del mismo en un marco religioso claramente conservador. Yo había pensado en la Parábola del Buen Samaritano y bien creía que ése iba a ser el texto elegido, por su fuerte carga humanista y compasiva; un texto que pone como ejemplo de comportamiento ético-compasivo no a un creyente judío cumplidor de la ley, sino a un hereje, a un samaritano. Pero eligió otro de los textos clave de la Biblia hebrea, que tiene profundas resonancias en los profetas de Israel, en los salmistas, en la literatura sapiencial, en el Testamento cristiano, en el mensaje y la praxis de Jesús, en el movimiento cristiano primitivo y que es de extraordinaria actualidad por la dramática situación de los inmigrantes y por el creciente número de desempleados.
Zapatero leyó sólo una parte de ese texto: "No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en las ciudades de tu país. Págale su jornal ese mismo día, antes de que se ponga el sol, porque está necesitado, y de ese jornal depende su vida" (Dt. 24,14-15). Creo que debería haber seguido unas líneas más: "No torcerás el derecho del extranjero, ni del huérfano, ni tomarás en prenda el vestido de la viuda. Acuérdate de que fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahvé tu Dios te rescató de allí" (Dt. 24,17-18).
Estas disposiciones humanitarias aparecen en todos los códigos legislativos del Pentateuco: el de la Alianza, el Dodecálogo de Siquem, la Ley de Santidad y el Deuteronomio. Son todos ellos textos de un fuerte componente utópico y de un innegable contenido liberador. Constituyen, en muchos aspectos, la vanguardia en la defensa de los sectores más desprotegidos de la sociedad. Cuatro son las razones que dichos códigos dan para tratar bien a los extranjeros. La primera es histórica: vosotros fuisteis extranjeros en Egipto y no podéis tratar a los forasteros como os trataron a vosotros cuando erais esclavos en el país de los faraones; es la ley de la reciprocidad. La segunda es antropológica: los extranjeros tienen la misma dignidad que los nativos y no hay razón para discriminarlos. La tercera es que Dios opta por los excluidos y marginados, por las personas más vulnerables, como los huérfanos, las viudas, los trabajadores por cuenta ajena, los esclavos y los extranjeros; la cuarta, en fin, porque toda la tierra es de Dios y nadie puede apropiarse de ella como si fuera su dueño absoluto.
Al elegir este texto Zapatero se sitúa en la mejor tradición de la filosofía de la alteridad, representada por Emmanuel Lévinas, quien comienza su emblemática e influyente obra Totalidad e infinito (Sígueme, Salamanca, 1977, 9) hablando de la "responsabilidad por el prójimo", de la "epifanía del rostro, pero el rostro en cuanto rostro es la desnudez -y el desnudamiento- del 'pobre, de la viuda, del huérfano, del extranjero". El comentario del presidente me parece todo un ejemplo de lectura laica de las Escrituras judías en clave de liberación, en perspectiva humanista y en el horizonte de la utopía.
Pero eso no significa dar un cheque en blanco a Zapatero. Su discurso no puede quedarse en meras palabras. Le compromete personal y políticamente, ¡y mucho!, si no quiere ser acusado de inconsecuente. Le obliga a la hospitalidad con los inmigrantes y a la no discriminación de los "sin papeles", a eliminar de la Ley de Extranjería ciertos tonos xenófobos, a incumplir la normativa europea en materia de inmigración, claramente lesiva de los derechos de los migrantes, a mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora, de las personas desempleadas, a no revisar a la baja las pensiones de la clase trabajadora. Le obliga a asegurar la satisfacción de las necesidades básicas de la población migrante: residencia estable, vivienda digna, trabajo, alimentación, salud, acceso a la educación y a la cultura en las mismas condiciones que los nativos. Sin olvidar el reconocimiento de los derechos políticos.
De lo contrario a Zapatero podría aplicársele lo que los feligreses dicen con frecuencia tras oír el sermón de los curas: "No es lo mismo predicar que trigo dar" o lo que afirma el, a veces sabio, refranero español: "Consejos vendo y para mí no tengo".

Vidas rotas

Vidas rotas de Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García
Vidas rotas narra la historia de las víctimas de ETA. Es una rigurosa crónica de crímenes políticos, pero también un incentivo para preguntarse cómo es posible que terminado el franquismo se multiplicasen los "patriotas de la muerte"
ANTONIO ELORZA
Babelia, 06/02/2010
Existe una abundante bibliografía acerca de la historia de ETA, pero hasta ahora faltaba un libro en el que la historia de todas y cada una de sus víctimas mortales fuera reconstruida siguiendo el hilo de los atentados. En un libro sobrecogedor, Vidas rotas, tres especialistas en el análisis del terrorismo nacionalista han conseguido efectuar esa necesaria reconstrucción histórica. Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey atienden con un encomiable nivel de profesionalidad a la exigencia formulada por el hijo de una de las víctimas, el político socialista Fernando Múgica Herzog: "Se tiene que saber quiénes son las víctimas, sus nombres y apellidos, su historia anónima de persecución, de humillación y de ofensa. Y quiénes son los victimarios, que tienen también su nombre y apellidos, por qué están en la cárcel y qué es lo que hicieron. Hay que saber quién murió y quién mató".
Vidas rotas es una rigurosa crónica de crímenes políticos, pero también un incentivo para preguntarse cómo es posible que en una sociedad, especialmente cuando acaba el franquismo y llega la democracia, y con especial intensidad justo entonces, se multiplicasen esos "patriotas de la muerte", por usar el término de Fernando Reinares, los cuales con toda frialdad asesinaron uno tras otro a cientos de ciudadanos que en la mayoría de los casos no podían tener responsabilidad personal alguna en la supuesta opresión sufrida por Euskadi. Hubo arrepentimientos, incluso pagados con la vida como el de Yoyes, pero en general tropezamos con creyentes empapados en una religión del odio, algo que han vivido en sus hogares o en los círculos de socialización como adolescentes. Habida cuenta del tipo de reacción complementaria de tantos nacionalistas ajenos a ETA -ejemplo la actitud de los miembros de PNV y de EA en Andoain con ocasión del asesinato de Pagaza-, resulta lícito apuntar al efecto perverso de una mentalidad forjada en el tipo de nacionalismo totalitario de Sabino Arana, creador de una auténtica identidad asesina. No es posible de otro modo explicar la conversión de tantos jóvenes, inicialmente de existencia normal, en criminales sanguinarios legitimados por la búsqueda de un objetivo político que nunca ha sido ni será real. Tal y como resume el autor del prólogo, Fernando García de Cortázar, "aquí se ha matado por un concepto aberrante de patria".
Cuando el asesinato tuvo especial relevancia ante la opinión pública o se encuentra disponible información adicional acerca de lo sucedido a los familiares, o de sus juicios sobre los sucesivos casos, el relato efectúa una oportuna detención, casi siempre esclarecedora al dar cuenta pormenorizada de los terribles efectos del crimen. Ello es siempre también motivo de desolación para el lector que tenga un mínimo de sensibilidad. Después de cada episodio, uno siente el deseo de ir a ver, a hablar, a abrazar a esos supervivientes, en ocasiones mutilados, tantas otras veces afectados psicológicamente para siempre por el impacto del momento crítico en que recibieron la noticia, contemplaron el cadáver de la víctima o vivieron en primera persona de un modo u otro el atentado.
Conviene destacar que a pesar de lo delicado del tema, Alonso, Domínguez y García Rey no cierran los ojos ante las actitudes contradictorias. Ahí está la reseña del homenaje a Ernest Lluch, con la reproducción de las famosas palabras de una conocida periodista, alusivas a que Lluch hubiera dialogado con los etarras incluso en el instante de ser asesinado. Despropósito explicable por el dramatismo de la situación, pero que es reducido a su significado preciso por los datos ofrecidos en el libro de Edurne Uriarte acerca de la forma en que sus asesinos arrastraron al ex ministro por el garaje hasta llegar a un punto en que las balas no rebotaran contra ellos. Los killers de ETA no concedían espacio para el diálogo.
La lectura de esa riada interminable de tragedias personales y familiares, y sobre todo el interés que revisten anotaciones como la citada, llevan a pensar que en el libro se da la ausencia de un componente que habría resultado imprescindible para situar esos crímenes en su tiempo real, en el marco de la opinión pública y de las circunstancias políticas cambiantes. Alguna vez hay informaciones de este género, siempre valiosas, que subrayan la importancia de conocer cómo reaccionaron los partidos políticos y las organizaciones sociales a los sucesivos crímenes. De ese modo hubiera sido posible establecer un balance de conjunto, así como reconstruir las probables líneas de continuidad o cambio, especialmente importantes por lo que toca al Gobierno Vasco y al PNV. Al no haber sido cubierto este vacío, queda en la sombra el principal interlocutor institucional de las víctimas, el nacionalismo democrático, a quien muchos reprochamos haber elaborado un discurso ambivalente respecto del terror, con el rechazo formal de ETA siempre acompañado a continuación de la justificación indirecta del "conflicto". Sólo mediante esa inclusión los lectores llegarían a entender las causas del inhumano aislamiento a que fueron sometidos tantos allegados de las víctimas en los pueblos vascos y navarros. Es preciso ir, pues, a las raíces, porque según advertía Heine, citado por Primo Levi, "la violencia es una semilla que no muere".

Reunión en Quéretaro, posicionamientos

Celebración del XCIII aniversario de la Constitución en Querétaro.
Como cada año se celebró ayer en el Teatro de la República, estuvo el Presidente Calderón acompañado del gobernador de Querétaro y representantes de los tres Poderes de la Unión, de los órganos autonomos entre ellos Leonardo Valdés Zurita, Consejero Presidente del IFE .; Agustín Carstens, Gobernador del Banco de México; Raúl Plascencia, Presidente de la CNDH ; Jacqueline Peschard, Presidenta del IFAI; María del Carmen Alanís, Presidenta del Tribunal Federal Electoral .
comparto parte del discurso del Presidente Calderón, del gobernador Leonel Godoy, de Carlos Navarrete en representación del Senado, de Francisco Ramírez Acuña, por parte de la Cámara baja y, el texto completo del Presidente de la SCJN.
El Presidente dijo ayer:
1. "Honramos a quienes, a pesar de sus diferencias y desencuentros, supieron ponerse de acuerdo para construir un país más libre, más justo, democrático y equitativo. Los Constituyentes sembraron semilla de futuro, eran plenamente conscientes de que de sus resoluciones dependía el porvenir de la Patria, y por eso no dejaron de lado ninguno de los temas cruciales de la Nación. En este Teatro de la República asumieron el reto de otorgar más libertades y más derechos a los ciudadanos; establecieron los derechos sociales que México privilegió en su Carta Magna e introdujeron, precisamente, una nueva dimensión en la organización de la sociedad y de las relaciones entre ésta y el Gobierno. Trabajaron arduamente para diseñar un sistema democrático que impidiera la concentración del poder; discutieron y definieron los pesos y contrapesos entre los poderes y las facultades de cada uno de ellos; protagonizaron debates históricos sobre la economía del país, sobre el papel del Estado en el desarrollo del campo y en los recursos naturales (...) Intercambiaron argumentos sobre la importancia de la educación, el papel del Estado en la materia y el carácter laico de su naturaleza...."
2. "Los mexicanos hemos demostrado una y otra vez que sí es posible hacer a un lado las diferencias y trabajar unidos en una causa común. Lo hemos hecho en nuestra historia y lo hemos hecho en el pasado reciente, a través de reformas importantes que dejarán estela de beneficio a las futuras generaciones de mexicanos...
3. "Los temas realmente importantes se ven permanentemente desafiados o incluso sustituidos por la agenda pública, por la contienda electoral en algún punto del país, por temas de coyuntura, por descalificaciones, no siempre acompañadas de propuestas; y lamentablemente, el encono, en no pocas ocasiones, termina sustituyendo la razón.
4. "Se requieren cambios de fondo para que la voluntad ciudadana esté debidamente representada en las decisiones democráticas, y para que la democracia misma le resulte útil y le resulte eficaz al ciudadano en su vida cotidiana.
Tenemos diferencias sobre cómo abordar estos temas, sí; pero me parece que lo importante es analizarlos desde la pluralidad, discutirlos con razones y argumentos, y resolverlos asumiendo la capacidad de las instituciones, de los Poderes y de los partidos para tomar decisiones.
5. "Una fecha tan singular, como el Bicentenario y el Centenario, debe ser, sin lugar a dudas, ocasión para poder distinguir con nitidez lo que es de la República y lo que es de los partidos; los temas que requieren como condición indispensable la unidad de todos, por encima de las diferencias, y aquellos que corresponden a la válida estrategia electoral de cada quien(...) Por eso, hoy nuestra obligación es estar a la altura de aquella generación valiosa de Constituyentes, y discutir abierta y francamente lo que sea mejor para México....
7. "Como generación debemos decidir si queremos dejar las cosas como están y que nos lleve años o décadas para superar los desafíos enormes que México tiene, o si somos capaces de tener la altura de miras necesaria para derribar los obstáculos que inhiben el desarrollo humano sustentable del país.
Antes hablaron:
1. José Eduardo Calzada Rovirosa, Gobernador del Estado de Querétaro. (no dijo nada de fondo)
2. Leonel Godoy Rangel, Gobernador del Estado de Michoacán y Presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores, dijo:
"Los Constituyentes tuvieron el talento y la sabiduría de plasmar los anhelos de quienes ofrendaron su vida por un país democrático, con profundo sentido social.
Estamos en pleno Siglo XXI y, por ello, es necesario reflexionar qué de ese consenso nacional, surgido de los sentimientos profundos de la Revolución Mexicana, nos sirven para avanzar y cuales deben de ser revisados y proponer nuevos acuerdos para enfrentar mejor los retos de esta nueva centuria.
De unos años para acá se ha discutido si debe de darse una nueva Constitución o sólo hacerle modificaciones a la actual para adecuarla a nuestros tiempos.
En estricta teoría constitucional no puede derogarse la actual Carta Magna, sólo puede reformarse. A mi juicio, dejando para otro momento ese debate, lo que está claro es que sí se requieren cambios constitucionales.
Cuáles.
Primero. Plantearía qué es lo que está vigente conforme al desarrollo actual de México. Creo, sin duda, que los derechos sociales, las garantías individuales y los derechos humanos, las garantías procesales, los derechos políticos, la división de poderes y la separación Estado-Iglesia son conquistas del pueblo que están vigentes y, por tanto, no deben modificarse.
Por ejemplo, nadie pone en duda que en un país pobre la educación pública, el sistema de salud, la seguridad social, el ejido, la comunidad indígena, la pequeña propiedad, las libertades públicas de expresión y asociación, el sistema de justicia basado en la presunción de inocencia, la soberanía nacional, los derechos laborales y el Estado laico deben prevalecer, pues le dan certeza a los más pobres y evitan riesgos de inestabilidad social y política.
Qué se requiere revisar.
Según nosotros, el procedimiento judicial, el régimen político, el sistema electoral, el sistema de partidos, urgen las candidaturas independientes; el modelo económico, el Régimen Fiscal y el Hacendario, y las modalidades del Pacto Federal.
Hoy son tiempos de cambio en base a profundas reflexiones, debates serios y responsables, en donde debe de plantearse un nuevo pacto social propio de este Siglo XXI.
Cómo lograrlo.
En base a grandes acuerdos nacionales, donde prevalezca el interés público sobre cualquier interés personal, de grupo o de partido. Debe de sobreponerse el interés de la Nación para darle oportunidades al pueblo mexicano: oportunidades de desarrollo, de igualdad, de justicia y de democracia.
Los grandes retos nacionales, como la pobreza, la democracia, la seguridad y la Independencia de México, se enfrentan mejor respetando el Estado de Derecho, que para mí es el respeto a la Constitución Mexicana.
Este es el significado concreto, no abstracto, de un país de leyes. Sin duda, debe de sufrir cambios nuestra Constitución, pero hoy, por ser Ley Suprema vigente debe de observarse. Sólo así México tendrá certeza jurídica y rumbo seguro. Nada por encima de la Constitución.
Hoy invito a velar por el respeto irrestricto a nuestra Constitución, tal como juramos al rendir protesta en nuestro cargos.
La Conferencia Nacional de Gobernadores surge con el noble fin de respetar el Federalismo, para llegar a acuerdos mediante los consensos entre las entidades y el Gobierno Federal, siempre pensando en México más allá de intereses partidistas o regionales. Mejorar el Pacto Federal es su objetivo.
Como Presidente en turno de este espacio de ejecutivos locales, convoco a que busquemos las soluciones que el país requiere, estemos a la altura, que el México del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, de las mujeres y de los hombres que nos han dado patria.
Este será el mejor homenaje que les debemos a los revolucionarios que hace 100 años lucharon por un México sin desigualdades, y que los Constituyentes del 17 de manera genial plasmaron en el Documento Patrio suscrito ese 5 de febrero aquí, en el Querétaro Constituyente.
3. Carlos Navarrete Ruiz, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, señaló:
El 5 de febrero, al final de los trabajos, los diputados aprobaron no una reforma, sino una nueva Constitución, que sustentada en la de 1857, recogió los ideales y los anhelos revolucionarios (....) Ellos eran impacientes y románticos y sólo confiaban en la ley como palanca inmediata del cambio revolucionario. No representaban a la Reforma. Representaban a la Revolución. Sí, así fue, porque los Constituyentes de 1917, provenían de la vida, no de la academia. Por eso, hicieron una Constitución social..."
Señoras y señores:
En la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, una generación brillante de compatriotas introdujo la separación del Estado y de la Iglesia. Hoy, tenemos que reafirmar con toda energía el carácter laico del Estado mexicano.
Es necesario reafirmarlo. El Estado laico no es religioso, pero tampoco anticlerical; desde la ley garantiza la plena libertad y el respeto a cada mexicano para profesar la religión que desee, así como la más libre expresión de sus puntos de vista y convicciones sin que creyentes o iglesias tengan que enfrentar persecución, hostigamiento o censura.
Hoy, en 2010, la aseveración de que a partir de la pluralidad y la alternancia en el Gobierno existe parálisis legislativa y que no han existido reformas de fondo a nuestra Constitución, resulta equivocado.
Para demostrarlo, basta recordar que de 2000 a 2006, con un Gobierno sin mayoría en las Cámaras del Congreso se hicieron 17 reformas. Y de 2006 a la fecha, con una situación similar en el Congreso, han sido aprobados y publicados 22 decretos con diversas modificaciones a nuestra Carta Magna.
Ya transcurrió la primera década de este siglo, son tiempos difíciles para la Nación. Los 20 años de paulatino avance hacia la democracia no han propiciado un mejoramiento significativo de las condiciones de vida de un importante segmento de la población que hoy, pese a los esfuerzos de diferentes gobiernos, sigue viviendo en condiciones de pobreza y desigualdad.
Desde finales de 2008, el país atraviesa por una crisis económica que ha afectado severamente a todos los sectores de la economía; ha propiciado el cierre de empresas y la pérdida de empleos, y ha mermado los niveles de vida de los mexicanos.
Por si esto fuera poco, el país padece la violencia del crimen organizado y el embate de fenómenos naturales y epidemias. Hoy mismo el ciudadano Presidente de la República, deberá atender la emergencia en Michoacán, porque las cosas están difíciles.
Ante estos retos necesitamos tener la altura de miras de los Constituyentes. El país exige políticos con visión de Estado y no jefes de facción que sólo vean por la defensa de su tendencia política.
Los políticos que estén en el Gobierno o los políticos que estemos en la oposición, a todos nos exige lo mismo.
Estoy seguro que con responsabilidad y trabajo los grupos parlamentarios, representados en el Senado de la República, en una relación de respeto, sin sumisión, con los otros poderes de la Unión, podrán lograr los acuerdos para el beneficio del país y de los mexicanos.
4 . Francisco Javier Ramírez Acuña, dijo:
"Este aniversario es también una oportunidad para un ejercicio de reflexión sobre el México que queremos construir y que queremos dejar a las nuevas generaciones. El Constituyente de Querétaro resolvió las diferencias ideológicas, puso por encima el bien de todos los mexicanos, la construcción del México que hoy gozamos.
Agrego : "Hoy los mexicanos nos exigen que atendamos requerimientos sociales, que resolvamos de manera puntual la necesidad de una mayor seguridad, que brindemos una mejor atención a las víctimas del delito y que devolvamos a través de ejercicios políticos los derechos libertarios a cada uno de los ciudadanos.
"El Constituyente de Querétaro plasmó su huella de pasión e ingenio, traduciendo el reclamo social de la ciudadanía en la norma fundamental de los mexicanos, tomando en cuenta postulados tan importantes, como el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la vida y a la educación, los derechos agrarios y laborales y la consolidación de los derechos del ciudadano.
5. Ministro Guillermo Iberio Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Que todo aquel que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario. Con esta frase que hemos repetido en todos los tribunales y juzgados federales, don José María Morelos y Pavón preconizó para todos el Derecho de Acceso a la Justicia.
(...)
Distinguidos asistentes.
Congregados en este recinto, los tres Poderes de la Unión regresan a la Ciudad de Querétaro donde fueron reconstituidos hace exactamente 93 años por el Congreso Constituyente de 1917, resultado del Movimiento Revolucionario de 1910, cuyo Centenario conmemoramos este mismo año junto con el Bicentenario el inicio del Movimiento de la Independencia.
Es así que en este histórico Teatro de la República se une, en nuestra mente y en nuestro recuerdo el corazón y la sangre, el alma y el espíritu, la idea y la palabra de quienes nos precedieron, de aquellos que hace 93 años discutían aquí el futuro de México, convencidos en hacer de la ley justicia, de la Constitución garantía y protección, de la igualdad y la libertad una convicción y del orden jurídico un instrumento de convivencia y de solución, y no un motivo de conflictos. Esa misma esencia constituyente se respira en esta fecha y nos invita a reflexionar en el siglo por venir.
Conmemorar a nuestra Constitución, a la Revolución que le dio origen y al movimiento que nos dio nombre como mexicanos, significa ser los responsables de la gran herencia recibida y del legado que estamos obligados a transmitir a quienes nos sigan.
La Independencia dio curso a la voluntad nacional de hacerse cargo del destino propio y a la determinación de reconocer la soberanía del pueblo en la igualdad y en la libertad del otro.
La Revolución fue el reconocimiento de las legítimas diferencias que organizan a la sociedad en grupos, que debemos convivir con mucho más compromiso que la simple y pasiva tolerancia, para sabernos y sentirnos socios en lo económico, corresponsables en lo político, copropietarios de la gran riqueza nacional y, sobre todo, parientes y hermanos unidos en el linaje de la historia y del futuro de México, porque para nuestra Constitución todos somos iguales, por nuestra propia decisión soberana.
Nuestra esencia constitucional mexicana nació, seguramente desde la abolición de la esclavitud decretada por don Miguel Hidalgo y Costilla en 1810. Está en los Sentimientos de la Nación de 1813 y en la Constitución de Apatzingán de 1814. Está en el Acta Constitutiva y en la Constitución Federal de 1824; en las Siete Leyes Constitucionales de 1836, en las Bases Orgánicas de 1843, en el Acta Constitutiva de 1847 y en la Constitución de 1857.
Todos ellos, antecedentes evolutivos del texto sancionado en este Teatro de la República, que a su vez ha merecido innumerables reformas que lo adaptan a nuevas condiciones, siempre para dar respuesta y solución pacífica a los problemas que enfrentamos.
Por eso, conmemorar nuestra historia constitucional es recordar la decisión nacional de convertir nuestros más graves enfrentamientos y conflictos en soluciones normativas exigibles mediante procedimientos jurídicos.
Ese es el relato de los caminos de la justicia en México; esa es la historia del acceso a la justicia y la razón de ser del Poder Judicial de la Federación. Por eso, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como tributo respetuoso a las conmemoraciones centenarias y como exhorto público para que los mexicanos sigamos defendiendo nuestros derechos y libertades, hemos designado al 2010 como el Año del Acceso a la Justicia.
Señoras y señores:
La justicia no se reduce a su expresión jurídica, demanda una convicción social, un compromiso de la sociedad consigo mismo y un ideal compartido.
Sea este día una fecha propicia para refrendar nuestra voluntad individual y colectiva, para seguir construyendo con ahínco el país que nació hace 200 años y que ha tenido la capacidad de reconstituirse para bien y para darnos cobijo.
Es preciso que todos veamos en las leyes y en la Constitución una cultura y un modo de vida digno de ser enseñado, transmitido y compartido.
Es preciso que la legalidad se ostente como virtud social para que la ilegalidad no sea admiraba como válida astucia.
Es preciso que proclamemos juntos que nadie tiene jamás derecho ni razón para hacerse justicia por propia mano, ni hay cabida para que mecanismos o corporaciones paralelas, resuelvan nuestros problemas individuales o colectivos.
Es preciso que todo individuo se sujete al orden previsto en las leyes, porque ese es el equilibrio que nos garantiza la tranquilidad y la seguridad como sociedad.
Es preciso que los derechos humanos y las libertades fundamentales sean nuestro más valioso tesoro en lo más cotidiano de nuestra existencia social.
Así, la justicia no estará únicamente en las sentencias y en los procesos judiciales, porque se volverá parte de nuestro código moral de convivencia.
El valioso aprendizaje revolucionario que culminó aquí, en esta sede, es que sólo la discusión democrática y la deliberación Constituyente son el camino para ordenar nuestra vida pública y nuestro entorno social. Sólo la Constitución garantiza paz y orden, y fuera de ella la justicia no puede tener lugar.
Revolución es cambio. Actualmente importantes iniciativas buscan modificar el Juicio de Amparo, ampliar el acceso a la justicia mediante acciones colectivas, hacer posible la defensa de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales ante los tribunales y hacer más dinámica la jurisprudencia para que sea más útil a la sociedad en cada región.
La justicia penal, también está en proceso de renovación. La Constitución, ella misma, nos ha ordenado a todos los poderes y órdenes de Gobierno a concurrir en una instancia de coordinación para ello.
El fortalecimiento y modernización de la justicia es objetivo común de todos, absolutamente todos los juzgadores mexicanos.
Distinguido auditorio:
La Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Poder Judicial de la Federación en su conjunto, son producto de la Constitución; son baluarte de la Constitución y son fieles custodios de los grandes anhelos que nos mueven a seguir avanzando y construyendo los caminos de la justicia en México.
A nosotros nos corresponde garantizar que todo aquél que se queje con justicia tenga un Tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario.
Esa es nuestra esencia Constitucional, esa es nuestra razón de ser, ese es nuestro compromiso y en eso estamos empeñados, porque somos convencidos de que el mejor homenaje que podemos rendirle a nuestra Constitución es honrar la protesta de cumplirla y hacer cumplir las disposiciones que emanan de ella.
Muchas gracias.

Reunión de la República en Quéretaro

Celebración del XCIII Aniversario de la promulgación de la Constitución Política.
En el Teatro de la República, acompañado del gobernador de Querétaro y ante representantes de los tres Poderes de la Unión, el Presidente señaló que es momento de debatir, pensar, proponer y tener la madurez política para encontrar consensos y, quienes por su mandato representan a los mexicanos, deben logar acuerdos medulares que permitan transitar del conflicto político y la amenaza de la parálisis a la cooperación.
Discurso del Presidente
Señor Diputado Francisco Ramírez Acuña, Presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Diputados.
Señor Senador Carlos Navarrete, Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Señor Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señor licenciado José Eduardo Calzada Rovirosa, Gobernador del Estado de Querétaro.
Maestro Leonel Godoy Rangel, Gobernador del Estado de Michoacán y Presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
Señores Gobernadores.
Maestro Leonardo Valdés Zurita, Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral.
Doctor Agustín Carstens, Gobernador del Banco de México.
Doctor Raúl Plascencia, Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Doctora Jacqueline Peschard, Presidenta del Instituto Federal de Acceso a la Información.
Licenciada María del Carmen Alanís, Presidenta del Tribunal Federal Electoral.
Señoras y señores legisladores.
Señores magistrados y ministros, integrantes del Poder Judicial.
Señoras y señores:
Nos hemos congregado en esta sesión solemne, a fin de conmemorar el XCIII Aniversario de la Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Hoy recordamos y recordamos con honda gratitud a nuestros Constituyentes del 17, que reunidos, precisamente, en este mismo recinto, supieron dar rumbo y dar destino a México.
Honramos a quienes, a pesar de sus diferencias y desencuentros, supieron ponerse de acuerdo para construir un país más libre, más justo, democrático y equitativo. Los Constituyentes sembraron semilla de futuro, eran plenamente conscientes de que de sus resoluciones dependía el porvenir de la Patria, y por eso no dejaron de lado ninguno de los temas cruciales de la Nación.
En este Teatro de la República asumieron el reto de otorgar más libertades y más derechos a los ciudadanos; establecieron los derechos sociales que México privilegió en su Carta Magna e introdujeron, precisamente, una nueva dimensión en la organización de la sociedad y de las relaciones entre ésta y el Gobierno.
Trabajaron arduamente para diseñar un sistema democrático que impidiera la concentración del poder; discutieron y definieron los pesos y contrapesos entre los poderes y las facultades de cada uno de ellos; protagonizaron debates históricos sobre la economía del país, sobre el papel del Estado en el desarrollo del campo y en los recursos naturales.
Acordaron que éstos debían ser propiedad de la Nación, para que de ellos nos beneficiásemos todos los mexicanos.
Intercambiaron argumentos sobre la importancia de la educación, el papel del Estado en la materia y el carácter laico de su naturaleza.
Sabían que en la formación de nuestros niños y jóvenes radicaba el porvenir de la Patria, y por eso, establecieron también el mismo carácter a la instrucción pública.
Ningún ámbito de la vida nacional, de los relevantes, quedó fuera, entonces, de la discusión de los legisladores de 1917.
En este Teatro de la República se discutió, desde luego, con pasión e incluso con rispidez, pero también con altura de miras y con franqueza y, sobre todo, con generosidad y con un profundo amor a México.
Los Constituyentes sabían que lo que estaba de por medio era el proyecto de nuestra Nación. Hoy, nosotros recordamos a los legisladores del 17 por su patriotismo y porque supieron estar a la altura de la historia.
En este 2010, en el que celebramos el Bicentenario del Inicio de la Independencia y el Centenario de la Revolución, las mexicanas y los mexicanos debemos honrar la memoria de nuestros Constituyentes, enarbolando sus ideales y luchando por darles cumplimiento.
No sólo tenemos el compromiso de hacer realidad el espíritu y el mandato de la Constitución, sino que además debemos ser capaces de construir los acuerdos que nos permitan responder a los grandes retos que enfrenta la Nación.
Los mexicanos hemos demostrado una y otra vez que sí es posible hacer a un lado las diferencias y trabajar unidos en una causa común. Lo hemos hecho en nuestra historia y lo hemos hecho en el pasado reciente, a través de reformas importantes que dejarán estela de beneficio a las futuras generaciones de mexicanos.
Fue precisamente esa unidad y ese impulso lo que nos permitió construir, con grandes esfuerzos, la democracia plural y vibrante que hoy tenemos, y gracias a la cual todos podemos expresarnos, participar, opinar y votar con libertad; buscar el legítimo acceso al ejercicio del poder, ejercerlo y vigilar también el poder que se ejerce.
Sin embargo, también debemos reconocer que el actual diseño no permite generar todos los consensos que México necesita para poder resolver las necesidades de su gente.
La dinámica de la competencia democrática hace también muy difícil la construcción de consensos entre los actores políticos. La falta de estímulos e incentivos que permitan la construcción de políticas generales más allá de las contiendas electorales, impacta, precisamente, en que México no realice las transformaciones con la profundidad y la velocidad que necesita.
Los temas realmente importantes se ven permanentemente desafiados o incluso sustituidos por la agenda pública, por la contienda electoral en algún punto del país, por temas de coyuntura, por descalificaciones, no siempre acompañadas de propuestas; y lamentablemente, el encono, en no pocas ocasiones, termina sustituyendo la razón.
No hemos podido hacer de nuestra democracia un ejercicio de disenso fértil que genere, a partir del contraste razonado de ideas y de propuestas, mejores leyes, instituciones más efectivas y gobiernos con más capacidad de respuesta.
Ante esto, no es extraño que los ciudadanos expresen cada vez mayor insatisfacción. Es claro que ellos perciben que la brecha entre sus necesidades y preocupaciones, y la política y los políticos, es cada vez mayor.
Muestran su rechazo a la situación, absteniéndose de votar, anulando su voto o simplemente dándole la espalda a la política y a los asuntos públicos.
Se requieren cambios de fondo para que la voluntad ciudadana esté debidamente representada en las decisiones democráticas, y para que la democracia misma le resulte útil y le resulte eficaz al ciudadano en su vida cotidiana.
Tenemos diferencias sobre cómo abordar estos temas, sí; pero me parece que lo importante es analizarlos desde la pluralidad, discutirlos con razones y argumentos, y resolverlos asumiendo la capacidad de las instituciones, de los Poderes y de los partidos para tomar decisiones.
No por otra razón hemos propuesto al Poder Legislativo una iniciativa de Reforma Política que tiene dos propósitos fundamentales. Por un lado, dar más poder al ciudadano para participar en la toma de decisiones y hacer, por otro, más eficientes y más representativas las instituciones democráticas del país.
Se busca crear mecanismos institucionales que faciliten los acuerdos y que permitan a México avanzar más rápido hacia el progreso y la equidad.
El espíritu de la reforma es llevar al sistema político al Siglo XXI, transformándolo para que tenga como eje principal a los ciudadanos, dar más voz y más voto a los electores, oxigenar la vida pública con las ideas y las propuestas de la ciudadanía, y abrir nuevas avenidas a la participación de la gente en los asuntos que son de todos, a fin de cerrar la brecha que existe, efectivamente, entre política y sociedad.
Pero más importante que ello, señoras y señores, es poder asumir en la vida nacional, con claridad, las diferencias entre los asuntos que son de Estado, que corresponden estrictamente al interés nacional, de aquellos temas que son de competencia y diferencia político partidista.
Cada vez que los mexicanos hemos sabido hacer esta valiosa distinción, cada vez que hemos asumido en nuestros actos las consecuencias de esta verdad elemental, de saber distinguir los asuntos que son de interés nacional de aquellos que son de interés político partidista, México ha avanzado, ha podido construir consensos, ha impulsado reformas indispensables y, en suma, se ha fortalecido como Nación.
Por el contrario, el no saber distinguir entre ambos el interés nacional y el interés parcial, por legítimo que éste sea, ha hecho que nuestro país limite su capacidad de avanzar y ha provocado que México sufra limitaciones que le han impedido, durante décadas salir más rápido del subdesarrollo, de la pobreza.
Una fecha tan singular, como el Bicentenario y el Centenario, debe ser, sin lugar a dudas, ocasión para poder distinguir con nitidez lo que es de la República y lo que es de los partidos; los temas que requieren como condición indispensable la unidad de todos, por encima de las diferencias, y aquellos que corresponden a la válida estrategia electoral de cada quien.
Si ello no fuera posible, si el empeño por destruir al adversario prevaleciera, incluso en los temas que requieren la unidad de todos, la vida de la Nación se debilitaría, la política se empobrece y queda convertida en alternativas que están lejos de la dimensión de la dignidad de los ciudadanos. Lo más grave es que se pierde en el momento de la historia que nos toca vivir la oportunidad de avanzar y de transformar.
Este XCIII Aniversario de nuestra Carga Magna nos invita a una reflexión histórica, no sólo del pasado, sino del presente. Aquellos mexicanos del 17 tenían ante sí una tarea titánica; sin duda estaban obligados a discutir temas complejos para la Nación.
Tenían también, diferencias políticas naturales, que obedecían a la pluralidad de pensamiento de su época, pero ni sus diferentes puntos de vista ni la dificultad de la tarea fueron un obstáculo para que cumplieran con el papel que la historia les había encomendado.
Por eso, hoy nuestra obligación es estar a la altura de aquella generación valiosa de Constituyentes, y discutir abierta y francamente lo que sea mejor para México.
Por difícil que parezca la tarea, por controversiales que resulten los temas, por diferentes que sean nuestros puntos de vista y por hondos que sean los agravios, es momento de debatir, de pensar, de proponer y de tener la madurez política para encontrar el amplio caudal del consenso, en el cual la Nación a todos nos une.
Eso, y no menos, esperan los ciudadanos de nosotros. Y tengo plena confianza en que el bien superior de la Nación será lo que guíe a quienes representamos al pueblo de México en sus diferentes expresiones constitucionales.
Señoras y señores:
2010 es el Año de la Patria. En cada hogar y en cada rincón de nuestro país vibra con fuerza el orgullo de ser mexicano, el orgullo de nuestra historia y de nuestras raíces.
Por lo mismo, éste debe ser un año de reconciliación nacional, debe ser el año en el que todas las mexicanas y los mexicanos, todos los que deseamos lo mejor para nuestro país, reconozcamos lo mucho que nos une, lo mucho que nos hermana y lo que nos hace ser un solo pueblo, con una misma historia, un mismo ideal, y una misma Bandera, una misma Constitución.
Sé que se requerirá un enorme esfuerzo, una gran madurez y generosidad de todos los actores políticos, sin distinción.
Por eso, bienvenida la propuesta que aquí han hecho los señores gobernadores, de un pacto social sobre la base de reconocer la preeminencia del interés nacional por encima de cualquier interés parcial, partidista o de grupo, así sea interés legítimo.
Decía Octavio Paz que la Revolución trajo la reconciliación del mexicano con su historia y con su origen. El Centenario de la Revolución debe traer ahora la reconciliación de todos los mexicanos en su presente y para con su futuro. Traer consigo la unidad de todos para poder sumar esfuerzos y luchar por un porvenir posible y mejor para México.
Nosotros, quienes conformamos la generación del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, debemos ser capaces de alcanzar los acuerdos que transformen a la Nación en esta hora crucial, sin que eso implique en lo mínimo renuncia o claudicación alguna a las diferencias de ideas, de propuestas y de puntos de vista.
Simplemente, el poder de la Nación misma, la tarea que representa, precisamente, el encauzarla en este trascendental e histórico momento es, precisamente, motivo y razón suficiente para poder encauzar lo que son las coincidencias y las prioridades nacionales.
Nosotros, quienes por su mandato representamos a los mexicanos, debemos lograr acuerdos medulares que cambien, no sólo las reglas del juego, sino que nos permitan eficazmente transitar del conflicto político y la amenaza de parálisis a la cooperación y el consenso, que es precisamente lo que nos ha permitido avanzar en cada momento histórico.
Como generación debemos decidir si queremos dejar las cosas como están y que nos lleve años o décadas para superar los desafíos enormes que México tiene, o si somos capaces de tener la altura de miras necesaria para derribar los obstáculos que inhiben el desarrollo humano sustentable del país.
Aprendamos de la visión de Estado que caracterizó a los Constituyentes del 17; aprendamos de su capacidad para superar diferencias políticas e ideológicas y transformar a la Nación.
Por muchas que puedan ser las propuestas e iniciativas para superar los desafíos nacionales, si no existe voluntad política para discutirlas en el plano de la diferencia y de la pluralidad, simple y sencillamente no será posible impulsar el rumbo que merece México.
Hoy la Nación nos exige, no sólo que seamos auténticos demócratas, sino que tengamos la visión de Estado necesaria para ir más allá de la coyuntura y poner a México en la ruta del desarrollo y de la justicia.
Hoy la Nación exige de cada uno de nosotros que levantemos la mirada más allá de lo inmediato para alcanzar, finalmente, los ideales que trazaron las mujeres y los hombres que nos dieron Patria y que nos dieron Constitución.
Las mujeres y los hombres que han luchado valientemente por la Independencia de México, por la justicia entre los mexicanos, por la libertad de cada una y de cada uno de nosotros, de quienes han luchado por el progreso de esta gran Nación.
Asumir como propio el interés nacional y encontrar en él la necesaria coincidencia en favor de México, es la mejor manera de honrar, ahora y siempre, a quienes nos dieron, precisamente, la organización moderna del Estado mexicano en la Constitución de 1917.
Que el Año de la Patria sea, no sólo el año en el que celebremos nuestro pasado, sino en el que definamos los trazos generosos de un mejor futuro para nuestro país.
Antes hablaron:
1. José Eduardo Calzada Rovirosa, Gobernador del Estado de Querétaro.
Ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa.
Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Senador Carlos Navarrete Ruiz, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores.
Diputado Francisco Ramírez Acuña, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Doctor Leonel Godoy Rangel, Gobernador del Estado de Michoacán y Presidente de la CONAGO.
Señoras y señores gobernadores.
Legisladores federales y locales.
Ciudadanos presidentes municipales.
Señoras y señores:
Si las reuniones de la República siempre han encontrado plena justificación y simbolismo, en la Conmemoración del Aniversario de la Promulgación de la Carta Magna, el significado de este encuentro tiene una trascendencia singular. Por la memoria, por los días que nos ha tocado vivir y por el México que deseamos para las generaciones venideras, la ocasión es pródiga para la reflexión y los acuerdos.
Este es un año de memorias eminentes. Pero no basta recordar las gestas, sino también imitar los ejemplos de sus protagonistas y ser dignos herederos de sus frutos.
Los festejos de los centenarios deben servir para repensar los afanes de quienes nos dieron una Patria independiente y establecieron el punto de partida de instituciones sólidas.
Los ciclos fundacionales se reviven en la capacidad que tengamos para reconstruir, transformar y reconciliar.
De qué serviría el homenaje a los héroes que nos dieron libertad y a los apasionados Constituyentes que forjaron los principios de nuestro Estado de Derecho, si no somos leales a sus sueños de unidad nacional y de paz social.
La República se ha vuelto a reunir. Tal como lo hicieron hace 93 años, poco más de 200 hombres que se encontraron en la palabra y en las ideas.
Aquel grupo de inteligencias y pensamientos heterogéneos coincidieron en las razones y en los anhelos, supieron ponerse de acuerdo al margen de sus diferencias para crear un proyecto que pusiera fin a la lucha armada, y sirviera de marco legal para dar cauce y sentido a sus afanes de justicia.
El mejor homenaje a la Ley Suprema es que bajo, cualquier circunstancia, estemos convencidos que debe servir para cumplirla y hacerla cumplir, para normar nuestra convivencia, para fortalecer nuestra democracia.
El espíritu de nuestra Constitución trascendió a la letra. El objetivo, sin duda, fue sentar las bases para forjar un país de oportunidades para todos.
Por ello, no puede haber libertad cuando existe desigualdad, cuando se carece de satisfactores, cuando no se tiene una vida digna, cuando no se disfruta de paz social, cuando la política económica no alcanza la política de los individuos en sus hogares.
No basta el reconocimiento de la ley. La existencia de derechos civiles, políticos y sociales requiere de una puesta en práctica de su sentido primordial: la justicia como valor superior, la justicia en su connotación más amplia, como garantía de los mexicanos al bienestar dentro de la paz.
Los días complejos en materia económica y las jornadas de violencia nos urgen a una nueva reingeniería institucional. Acordemos el diseño y la aplicación de políticas públicas que, primero, nos hagan reconocer en dónde hemos fallado, para coincidir en las medidas necesarias para recomponer el rumbo en torno a las necesidades de nuestra gente.
Lo que aspiramos para nuestros hijos es un México en progreso y en concordia. Lo que queremos para las generaciones que ya están aquí y las generaciones que vienen es la legalidad y la ética como valores indeclinables del pacto social.
Es la redefinición de los destinos de la Nación sin renuncia a la tradición república, y con apego a los ideales de quienes lucharon por una Nación justa y una Nación independiente.
Las conmemoraciones, incluso este aniversario del orden constitucional, que fue el epílogo de un periodo sangriento, deben ser propicias para la gran reconciliación nacional.
Es hora de hacer una tregua en nuestros enconos históricos, es hora de las reformas profundas, sin egoísmos partidistas, sin oportunismos pragmáticos. Esa gran reforma que recupere el sentido de las instituciones republicanas, que se perdió en las exigencias de la inmediatez.
Señoras y señores:
Querétaro ha sido el cruce de caminos en los momentos decisivos que forjaron a la Nación mexicana: en la lucha emancipadora, en la consolidación de la República, y en el debate del proyecto que ha servido como marco jurídico para resolver en la paz social y en la equidad los grandes problemas de México.
Desde aquí han surgido los llamados culminantes de nuestra historia. Desde esta ciudad los mexicanos podemos reemprender una marcha que convoque a la acción colectiva, con el objeto de lograr la unidad nacional y el replanteamiento de aquellas estrategias políticas y sociales que cumplan con las expectativas del pueblo, que respondan al clamor de las familias mexicanas que aspiran y merecen una vida mejor.
Desde este recinto, donde hace 93 años se acordaron cambios trascendentales para la vida de la Nación convulsa y contrastante, intentemos un nuevo pacto social.
Renovemos el compromiso de actuar con oportunidad y decisión para frenar los enconos y atemperar las contradicciones.
Bienvenido siempre a esta tierra generosa, prodiga de anhelos libertarios y crisol de la memoria que siempre seremos.
Muchas gracias.
***
2. Leonel Godoy Rangel, Gobernador del Estado de Michoacán y Presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Licenciado Guillermo Ortiz Mayagoitia, Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Senador Carlos Navarrete Ruiz, Presidente de la Cámara de Senadores.
Diputado Francisco Javier Ramírez Acuña, Presidente de la Cámara de Diputados.
Licenciado José Eduardo Calzada Rovirosa, Gobernador Constitucional del Estado de Querétaro.
Distinguidos miembros del presídium.
Señoras y señores:
Hoy celebramos el XCIII Aniversario de la Promulgación de la Constitución Mexicana. El 5 de febrero de 1917 aquí, en Querétaro, se aprobó el Pacto Social que dio a México rumbo e instituciones.
Los Constituyentes tuvieron el talento y la sabiduría de plasmar los anhelos de quienes ofrendaron su vida por un país democrático, con profundo sentido social.
Estamos en pleno Siglo XXI y, por ello, es necesario reflexionar qué de ese consenso nacional, surgido de los sentimientos profundos de la Revolución Mexicana, nos sirven para avanzar y cuales deben de ser revisados y proponer nuevos acuerdos para enfrentar mejor los retos de esta nueva centuria.
De unos años para acá se ha discutido si debe de darse una nueva Constitución o sólo hacerle modificaciones a la actual para adecuarla a nuestros tiempos.
En estricta teoría constitucional no puede derogarse la actual Carta Magna, sólo puede reformarse. A mi juicio, dejando para otro momento ese debate, lo que está claro es que sí se requieren cambios constitucionales.
Cuáles.
Primero. Plantearía qué es lo que está vigente conforme al desarrollo actual de México. Creo, sin duda, que los derechos sociales, las garantías individuales y los derechos humanos, las garantías procesales, los derechos políticos, la división de poderes y la separación Estado-Iglesia son conquistas del pueblo que están vigentes y, por tanto, no deben modificarse.
Por ejemplo, nadie pone en duda que en un país pobre la educación pública, el sistema de salud, la seguridad social, el ejido, la comunidad indígena, la pequeña propiedad, las libertades públicas de expresión y asociación, el sistema de justicia basado en la presunción de inocencia, la soberanía nacional, los derechos laborales y el Estado laico deben prevalecer, pues le dan certeza a los más pobres y evitan riesgos de inestabilidad social y política.
Qué se requiere revisar.
Según nosotros, el procedimiento judicial, el régimen político, el sistema electoral, el sistema de partidos, urgen las candidaturas independientes; el modelo económico, el Régimen Fiscal y el Hacendario, y las modalidades del Pacto Federal.
Hoy son tiempos de cambio en base a profundas reflexiones, debates serios y responsables, en donde debe de plantearse un nuevo pacto social propio de este Siglo XXI.
Cómo lograrlo.
En base a grandes acuerdos nacionales, donde prevalezca el interés público sobre cualquier interés personal, de grupo o de partido. Debe de sobreponerse el interés de la Nación para darle oportunidades al pueblo mexicano: oportunidades de desarrollo, de igualdad, de justicia y de democracia.
Los grandes retos nacionales, como la pobreza, la democracia, la seguridad y la Independencia de México, se enfrentan mejor respetando el Estado de Derecho, que para mí es el respeto a la Constitución Mexicana.
Este es el significado concreto, no abstracto, de un país de leyes. Sin duda, debe de sufrir cambios nuestra Constitución, pero hoy, por ser Ley Suprema vigente debe de observarse. Sólo así México tendrá certeza jurídica y rumbo seguro. Nada por encima de la Constitución.
Hoy invito a velar por el respeto irrestricto a nuestra Constitución, tal como juramos al rendir protesta en nuestro cargos.
La Conferencia Nacional de Gobernadores surge con el noble fin de respetar el Federalismo, para llegar a acuerdos mediante los consensos entre las entidades y el Gobierno Federal, siempre pensando en México más allá de intereses partidistas o regionales. Mejorar el Pacto Federal es su objetivo.
Como Presidente en turno de este espacio de ejecutivos locales, convoco a que busquemos las soluciones que el país requiere, estemos a la altura, que el México del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, de las mujeres y de los hombres que nos han dado patria.
Este será el mejor homenaje que les debemos a los revolucionarios que hace 100 años lucharon por un México sin desigualdades, y que los Constituyentes del 17 de manera genial plasmaron en el Documento Patrio suscrito ese 5 de febrero aquí, en el Querétaro Constituyente.
Muchas gracias y buenos días.
***
3. Carlos Navarrete Ruiz, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores del Honorable Congreso de la Unión.
Ciudadano Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa.
Ciudadano Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia.
Ciudadano Diputado Francisco Javier Ramírez Acuña.
Ciudadano Leonel Godoy.
Señores gobernadores.
Señoras y señores:
Hace 93 años, en este mismo escenario y después de dos meses de intensas deliberaciones, los diputados Constituyentes entregaron a la Nación un nuevo Pacto Social.
El Congreso aprobó una nueva Constitución cuando el país pendía de un hilo y en el aire podía respirarse el olor de la pólvora, después de cinco años de guerra civil y de enfrentamientos entre las facciones y grupos que se disputaban la conducción de la Revolución.
El 1º de diciembre de 1916, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, Venustiano Carranza, entregó al Congreso Constituyente un proyecto de reforma a la Constitución de 1857.
El 5 de febrero, al final de los trabajos, los diputados aprobaron no una reforma, sino una nueva Constitución, que sustentada en la de 1857, recogió los ideales y los anhelos revolucionarios.
Uno de los historiadores más destacados de la época escribió: Carranza apareció en la Sala de Sesiones debidamente escoltado. Un auditorio joven, en donde había obreros, profesionales, liberales, pequeños comerciantes, periodistas, maestros, escuchó su discurso con respeto, pero sin sumisión. Carranza les hablaba desde otro siglo. Ellos eran impacientes y románticos y sólo confiaban en la ley como palanca inmediata del cambio revolucionario. No representaban a la Reforma. Representaban a la Revolución.
Sí, así fue, porque los Constituyentes de 1917, provenían de la vida, no de la academia. Por eso, hicieron una Constitución social.
En el proceso de discusión y de aprobación se formaron dos bandos: uno a favor y otro en contra del proyecto enviado al Congreso por Carranza.
Los diputados Constituyentes, con visión, responsabilidad y habilidad, lograron una mayoría parlamentaria que asumió decisiones fundamentales para el Estado Mexicano y el destino que, a partir de ese momento, siguió a la Revolución.
El Artículo 27 del proyecto decía que el texto original de la Constitución del 57 era suficiente para el propósito de adquirir tierras y repartirlas. Pero la realidad no era así.
El estallido social de los campesinos del Sur, encabezados por Zapata, y los pequeños propietarios del Norte demandaban un cambio de fondo en la posesión de la tierra y explotación de los recursos naturales.
Sensibles a esta situación, en este mismo Artículo, la mayoría de los diputados establecieron claramente que la propiedad de la tierra, las aguas y los recursos naturales del suelo y del subsuelo correspondían originariamente a la Nación.
El Artículo 5º del proyecto incluía algunos cambios referentes a los derechos individuales de los trabajadores. Los Constituyentes reaccionaron a esta propuesta. Se creó una comisión para el caso, y de aquellas maratónicas y apasionadas sesiones emergió el Artículo 123 Constitucional.
La pretensión de encauzar los grandes temas nacidos de la Revolución sólo mediante reformas a las leyes y la expedición de decretos, como lo quería Venustiano Carranza, fue rebasada por los integrantes del Congreso, decididos a plasmar en tinta lo que había costado sangre.
Señoras y señores:
En la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, una generación brillante de compatriotas introdujo la separación del Estado y de la Iglesia. Hoy, tenemos que reafirmar con toda energía el carácter laico del Estado mexicano.
Es necesario reafirmarlo. El Estado laico no es religioso, pero tampoco anticlerical; desde la ley garantiza la plena libertad y el respeto a cada mexicano para profesar la religión que desee, así como la más libre expresión de sus puntos de vista y convicciones sin que creyentes o iglesias tengan que enfrentar persecución, hostigamiento o censura.
Hoy, en 2010, la aseveración de que a partir de la pluralidad y la alternancia en el Gobierno existe parálisis legislativa y que no han existido reformas de fondo a nuestra Constitución, resulta equivocado.
Para demostrarlo, basta recordar que de 2000 a 2006, con un Gobierno sin mayoría en las Cámaras del Congreso se hicieron 17 reformas. Y de 2006 a la fecha, con una situación similar en el Congreso, han sido aprobados y publicados 22 decretos con diversas modificaciones a nuestra Carta Magna.
Ya transcurrió la primera década de este siglo, son tiempos difíciles para la Nación. Los 20 años de paulatino avance hacia la democracia no han propiciado un mejoramiento significativo de las condiciones de vida de un importante segmento de la población que hoy, pese a los esfuerzos de diferentes gobiernos, sigue viviendo en condiciones de pobreza y desigualdad.
Desde finales de 2008, el país atraviesa por una crisis económica que ha afectado severamente a todos los sectores de la economía; ha propiciado el cierre de empresas y la pérdida de empleos, y ha mermado los niveles de vida de los mexicanos.
Por si esto fuera poco, el país padece la violencia del crimen organizado y el embate de fenómenos naturales y epidemias. Hoy mismo el ciudadano Presidente de la República, deberá atender la emergencia en Michoacán, porque las cosas están difíciles.
Ante estos retos necesitamos tener la altura de miras de los Constituyentes. El país exige políticos con visión de Estado y no jefes de facción que sólo vean por la defensa de su tendencia política.
Los políticos que estén en el Gobierno o los políticos que estemos en la oposición, a todos nos exige lo mismo.
Estoy seguro que con responsabilidad y trabajo los grupos parlamentarios, representados en el Senado de la República, en una relación de respeto, sin sumisión, con los otros poderes de la Unión, podrán lograr los acuerdos para el beneficio del país y de los mexicanos.
Les agradezco mucho su atención. Muchas gracias.
***
4 . Francisco Javier Ramírez Acuña, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión.
Señor licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
Senador Carlos Navarrete Ruiz, Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Licenciado José Eduardo Calzada Rovirosa, Gobernador Constitucional del Estado de Querétaro.
Maestro Leonel Godoy Rangel, Gobernador Constitucional del Estado de Michoacán y Presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
Señores Gobernadores.
Distinguidos miembros del presídium:
Hoy celebramos el Aniversario de la Promulgación de la Constitución de 1917, aquella que las diferentes fuerzas políticas crearon con el claro objetivo de darle a México una Carta Magna, un rumbo, acorde a la realidad del México posrevolucionario.
Nuestra Constitución es el punto de partida para iniciar la pacificación del país, de ahí de que cobre especial significado conmemorar nuestras Gestas históricas, el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, luchas en las cuales nuestros ideales de libertad y progreso han transformado a nuestra Patria.
Esta celebración debe ser, además del festejo, impulso para el trabajo comprometido por nuestra Patria. Los mexicanos debemos hacer una contribución más clara y decidida al crecimiento de nuestro país con altas exigencias, principalmente para aquellos que tenemos mayor responsabilidad y que debemos de estar más cerca de los que menos tienen.
Todos debemos trabajar para garantizar el desarrollo integral de las personas, a través de la generación de condiciones sociales y económicas, y políticas, que nos permitan ejercer plenamente nuestras libertades que quedaron consagradas en esta Constitución.
Este aniversario es también una oportunidad para un ejercicio de reflexión sobre el México que queremos construir y que queremos dejar a las nuevas generaciones. El Constituyente de Querétaro resolvió las diferencias ideológicas, puso por encima el bien de todos los mexicanos, la construcción del México que hoy gozamos.
Hoy, como entonces, el interés por atender las necesidades de los ciudadanos debe superar cualquier diferendo ideológico y doctrinario; más allá de los compromisos políticos está el compromiso con nuestra Patria.
Al igual que los hombres y las mujeres nos dieron Patria, trabajaron para alcanzar acuerdos que permitieran construir una nueva Nación, los actores políticos del México de hoy, independientemente de nuestro signo o filiación partidista, debemos dar respuesta clara y decidida a las exigencias que los mexicanos nos demandan en ejercicio de sus derechos consagrados en la Constitución.
Hoy los mexicanos nos exigen que atendamos requerimientos sociales, que resolvamos de manera puntual la necesidad de una mayor seguridad, que brindemos una mejor atención a las víctimas del delito y que devolvamos a través de ejercicios políticos los derechos libertarios a cada uno de los ciudadanos.
Hoy es el día en que la historia nos recuerda que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es la norma jurídica fundamental y más importante que rige a nuestro país, forjándonos como una Nación libre e independiente y de nuestras responsabilidades hacia el futuro.
Nuestra Constitución es la gran convocatoria que cohesiona a los mexicanos y llama a la participación de todos en la tarea de consolidar un Estado fuerte y soberano, donde todos cabemos, donde todos somos necesarios, donde todos tenemos y debemos de comprometernos para solucionar todos los problemas que hoy pasan en nuestro país.
Esta ocasión nos invita a que acudamos a la historia para darnos cuenta de que los procesos de reformas constitucionales son imperativos, dado los cambios políticos y sociales que acontecen.
El sinnúmero de iniciativas presentadas tanto en la Cámara de Senadores, como en la Cámara de Diputados, es una prueba inequívoca de que estamos ciertos, que es urgente realizar grandes modificaciones a nuestro Derecho Constitucional para crear el México del futuro.
El Constituyente de Querétaro plasmó su huella de pasión e ingenio, traduciendo el reclamo social de la ciudadanía en la norma fundamental de los mexicanos, tomando en cuenta postulados tan importantes, como el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la vida y a la educación, los derechos agrarios y laborales y la consolidación de los derechos del ciudadano.
Hoy la sociedad mexicana exige, exige ser escuchada, exige que estemos atentos a sus necesidades, nos exige a los políticos verticalidad, a sus dirigentes transparencia tanto en el manejo de sus dineros, como en el proceso de los asuntos públicos.
Los legisladores como representantes populares, sea cual fuere nuestro punto de vista personal, debemos privilegiar la tarea legislativa, eficiente y el debate parlamentario responsable, a fin de incorporar en la Reforma Política la opinión de la ciudadanía que exige mayores y mejores espacios de participación para ejercicios de sus derechos.
México enfrenta en la actualidad muchos desafíos que no podemos ocultar, ni debemos ignorar. No podemos pasar por alto los recientes acontecimientos de violencia en nuestra Patria.
Los mexicanos debemos de cerrar filas, cada uno desde nuestra trinchera para no dejar espacio a que estos lamentables hechos vuelvan a repetirse. Es indispensable que los tres niveles de Gobierno se coordinen de manera estrecha y eficiente para combatir la delincuencia en cualquiera de sus expresiones.
Por su parte, la sociedad debe estar alerta y denunciar ante las autoridades las irregularidades, delitos y abusos que se vean en su entorno. Este año, en el que celebramos los acontecimientos medulares de la historia de México, debemos actuar con responsabilidad, conciencia social y civismo, a fin de alcanzar el bienestar que México hoy demanda, y que llegando al Centenario de la Constitución, el 2017, con una nueva realidad en la cual nuestra democracia ofrezca a la sociedad mexicana mayores y mejores oportunidades.
Muchas gracias.
***
5. Ministro Guillermo Iberio Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Que todo aquel que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario. Con esta frase que hemos repetido en todos los tribunales y juzgados federales, don José María Morelos y Pavón preconizó para todos el Derecho de Acceso a la Justicia.
Señor licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Señor Diputado Francisco Ramírez Acuña, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Señor Senador Carlos Navarrete Ruiz, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores.
Señor licenciado José Eduardo Calzada Rovirosa, Gobernador Constitucional del Estado de Querétaro.
Señor licenciado Leonel Godoy, Gobernador Constitucional del Estado de Michoacán y Presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
Señores Secretarios de Estado.
Señores Gobernadores.
Señora y señores titulares de los órganos constitucionales autónomos.
Distinguidos asistentes.
Congregados en este recinto, los tres Poderes de la Unión regresan a la Ciudad de Querétaro donde fueron reconstituidos hace exactamente 93 años por el Congreso Constituyente de 1917, resultado del Movimiento Revolucionario de 1910, cuyo Centenario conmemoramos este mismo año junto con el Bicentenario el inicio del Movimiento de la Independencia.
Es así que en este histórico Teatro de la República se une, en nuestra mente y en nuestro recuerdo el corazón y la sangre, el alma y el espíritu, la idea y la palabra de quienes nos precedieron, de aquellos que hace 93 años discutían aquí el futuro de México, convencidos en hacer de la ley justicia, de la Constitución garantía y protección, de la igualdad y la libertad una convicción y del orden jurídico un instrumento de convivencia y de solución, y no un motivo de conflictos. Esa misma esencia constituyente se respira en esta fecha y nos invita a reflexionar en el siglo por venir.
Conmemorar a nuestra Constitución, a la Revolución que le dio origen y al movimiento que nos dio nombre como mexicanos, significa ser los responsables de la gran herencia recibida y del legado que estamos obligados a transmitir a quienes nos sigan.
La Independencia dio curso a la voluntad nacional de hacerse cargo del destino propio y a la determinación de reconocer la soberanía del pueblo en la igualdad y en la libertad del otro.
La Revolución fue el reconocimiento de las legítimas diferencias que organizan a la sociedad en grupos, que debemos convivir con mucho más compromiso que la simple y pasiva tolerancia, para sabernos y sentirnos socios en lo económico, corresponsables en lo político, copropietarios de la gran riqueza nacional y, sobre todo, parientes y hermanos unidos en el linaje de la historia y del futuro de México, porque para nuestra Constitución todos somos iguales, por nuestra propia decisión soberana.
Nuestra esencia constitucional mexicana nació, seguramente desde la abolición de la esclavitud decretada por don Miguel Hidalgo y Costilla en 1810. Está en los Sentimientos de la Nación de 1813 y en la Constitución de Apatzingán de 1814. Está en el Acta Constitutiva y en la Constitución Federal de 1824; en las Siete Leyes Constitucionales de 1836, en las Bases Orgánicas de 1843, en el Acta Constitutiva de 1847 y en la Constitución de 1857.
Todos ellos, antecedentes evolutivos del texto sancionado en este Teatro de la República, que a su vez ha merecido innumerables reformas que lo adaptan a nuevas condiciones, siempre para dar respuesta y solución pacífica a los problemas que enfrentamos.
Por eso, conmemorar nuestra historia constitucional es recordar la decisión nacional de convertir nuestros más graves enfrentamientos y conflictos en soluciones normativas exigibles mediante procedimientos jurídicos.
Ese es el relato de los caminos de la justicia en México; esa es la historia del acceso a la justicia y la razón de ser del Poder Judicial de la Federación. Por eso, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como tributo respetuoso a las conmemoraciones centenarias y como exhorto público para que los mexicanos sigamos defendiendo nuestros derechos y libertades, hemos designado al 2010 como el Año del Acceso a la Justicia.
Señoras y señores:
La justicia no se reduce a su expresión jurídica, demanda una convicción social, un compromiso de la sociedad consigo mismo y un ideal compartido.
Sea este día una fecha propicia para refrendar nuestra voluntad individual y colectiva, para seguir construyendo con ahínco el país que nació hace 200 años y que ha tenido la capacidad de reconstituirse para bien y para darnos cobijo.
Es preciso que todos veamos en las leyes y en la Constitución una cultura y un modo de vida digno de ser enseñado, transmitido y compartido.
Es preciso que la legalidad se ostente como virtud social para que la ilegalidad no sea admiraba como válida astucia.
Es preciso que proclamemos juntos que nadie tiene jamás derecho ni razón para hacerse justicia por propia mano, ni hay cabida para que mecanismos o corporaciones paralelas, resuelvan nuestros problemas individuales o colectivos.
Es preciso que todo individuo se sujete al orden previsto en las leyes, porque ese es el equilibrio que nos garantiza la tranquilidad y la seguridad como sociedad.
Es preciso que los derechos humanos y las libertades fundamentales sean nuestro más valioso tesoro en lo más cotidiano de nuestra existencia social.
Así, la justicia no estará únicamente en las sentencias y en los procesos judiciales, porque se volverá parte de nuestro código moral de convivencia.
El valioso aprendizaje revolucionario que culminó aquí, en esta sede, es que sólo la discusión democrática y la deliberación Constituyente son el camino para ordenar nuestra vida pública y nuestro entorno social. Sólo la Constitución garantiza paz y orden, y fuera de ella la justicia no puede tener lugar.
Revolución es cambio. Actualmente importantes iniciativas buscan modificar el Juicio de Amparo, ampliar el acceso a la justicia mediante acciones colectivas, hacer posible la defensa de los derechos humanos, económicos, sociales y culturales ante los tribunales y hacer más dinámica la jurisprudencia para que sea más útil a la sociedad en cada región.
La justicia penal, también está en proceso de renovación. La Constitución, ella misma, nos ha ordenado a todos los poderes y órdenes de Gobierno a concurrir en una instancia de coordinación para ello.
El fortalecimiento y modernización de la justicia es objetivo común de todos, absolutamente todos los juzgadores mexicanos.
Distinguido auditorio:
La Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Poder Judicial de la Federación en su conjunto, son producto de la Constitución; son baluarte de la Constitución y son fieles custodios de los grandes anhelos que nos mueven a seguir avanzando y construyendo los caminos de la justicia en México.
A nosotros nos corresponde garantizar que todo aquél que se queje con justicia tenga un Tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario.
Esa es nuestra esencia Constitucional, esa es nuestra razón de ser, ese es nuestro compromiso y en eso estamos empeñados, porque somos convencidos de que el mejor homenaje que podemos rendirle a nuestra Constitución es honrar la protesta de cumplirla y hacer cumplir las disposiciones que emanan de ella.
Muchas gracias.
El presiente Calderón fue el sexto orador (su discurso arriba)

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