Las fronteras interiores
Columna Razones/Jorge Fernández MenéndezExcélsior, 17 de febrero de 2011;
Los ataques contra dos agentes aduanales estadunidenses en San Luis Potosí se inscriben en una escala muy importante de Los Zetas contra instituciones y funcionarios del Estado. Mientras los otros cárteles, luego de lo sucedido en 1985 con el agente de la DEA Enrique Camarena, han sido muy cuidadosos en no tocar, salvo casos muy particulares, a agentes estadunidenses, Los Zetas y sus grupos aliados han roto esa norma. Basta recordar aquella historia en la que dos de la DEA enviados desde el Distrito Federal a Matamoros fueron secuestrados y estuvieron a punto de ser asesinados por Osiel Cárdenas, o más tarde los asesinatos de trabajadores del consulado en Ciudad Juárez o los ataques al consulado en Monterrey.
No está claro qué sucedió con la agresión a los dos agentes estadunidenses, aunque la información oficial sostiene que iban por carretera de la Ciudad de México a Monterrey, lo que suena por lo menos extraño en dos funcionarios de seguridad. Una agresión directa de este tipo no puede deslindarse de lo sucedido en los últimos días: en esta ocasión los ataques, los multihomicidios, no fueron en las fronteras, se dieron en Monterrey, con el secuestro y asesinato del director del centro de mando e inteligencia de Nuevo León, Homero Salcido Treviño, el ataque en un bar de Gudalajara donde entre las víctimas había venezolanos y colombianos, y el asesinato de varios jóvenes, aparentemente narcomenudistas, en Nezahualcóyotl. En otras palabras, quizá fue casualidad, pero lo cierto es que estos hechos simultáneos se dieron en tres de las principales ciudades del país. Y poco después fue el ataque a los agentes estadunidenses.
Este último se da en una coyuntura también especial: cuando el gobierno de Barack Obama ha enviado al Congreso la propuesta para los recursos destinados a la Iniciativa Mérida con miras al año fiscal 2012, cuando el debate en ese país sobre la llamada narcoinsurgencia sigue generando opiniones encontradas y son algunos ya los funcionarios de primer nivel que se han referido al tema (la más reciente, Janet Napolitano, del Homeland Security, la Secretaría de Seguridad Interior para la que trabajaban estos agentes atacados). Y, también, cuando en nuestra otra frontera, la sur, crece la preocupación por la fuerte presencia de grupos del narcotráfico en los países centroamericanos, particularmente Guatemala, donde un cable revelado ayer por WikiLeaks afirma que los cárteles mexicanos controlan 80% del territorio de esa nación.
Hace ya tiempo dijimos que México no requiere un Plan Colombia, pero sí necesitamos un Plan México que involucre cada vez más a Estados Unidos y a las naciones centroamericanas, en primer lugar a Guatemala. De la misma forma en que será imposible atacar este desafío sin la corresponsabilidad de los tres niveles de gobierno, sin el involucramiento directo de alcaldes, gobernadores y gobierno federal, tampoco se podrá hacerlo plenamente sin una cooperación internacional mucho más estrecha. Y mientras en Estados Unidos sientan que es un problema que se puede contener en sus fronteras y naciones como Guatemala se sientan indefensas ante un alud del crimen organizado que en ocasiones los supera, en México tampoco tendremos soluciones completas.
Por cierto, la iniciativa del presidente Álvaro Colom, de otorgarles a quienes transitan por México una suerte de documentación o pase que les evite detenciones o agresiones, es positiva, pero el problema va mucho más allá. Por supuesto que algunas autoridades abusan de los indocumentados, pero los mayores abusos los cometen los grupos criminales, que no se detendrán porque sus víctimas porten o no un papel que los identifique.
Entre particulares
La semana pasada, además de consideraciones de otra índole, decíamos que el que se había dado entre la periodista Carmen Aristegui y la empresa MVS era un conflicto entre particulares, donde convivían una serie de elementos que trascendían la libertad de expresión. Ambas partes han anunciado ya un acuerdo, lo que confirma ese dicho. Lo que no hemos visto es una disculpa pública a quien resultó infamado, sobre todo después de que el periodista Federico Arreola se adjudicó la creación de ese rumor sobre el supuesto alcoholismo del presidente Calderón y admitió lisa y llanamente que era una mentira. En 2005, el presentador estrella de CBS, Dan Rather, dejó esa posición debido al manejo en un reportaje de 60 Minutes de septiembre de 2004. En ese reportaje, Rather cuestionaba, negaba, el paso de George Bush por la Texas Air National Guard. El Pentágono negó la autenticidad de los documentos que respaldaban la investigación y luego se comprobó que eran falsos. La CBS creó una comisión investigadora que confirmó la falsedad. Rather tuvo que disculparse y dejar ese noticiero, aunque continuó ligado a CBS unos pocos meses más. Había estado 44 años en esa empresa.
Este último se da en una coyuntura también especial: cuando el gobierno de Barack Obama ha enviado al Congreso la propuesta para los recursos destinados a la Iniciativa Mérida con miras al año fiscal 2012, cuando el debate en ese país sobre la llamada narcoinsurgencia sigue generando opiniones encontradas y son algunos ya los funcionarios de primer nivel que se han referido al tema (la más reciente, Janet Napolitano, del Homeland Security, la Secretaría de Seguridad Interior para la que trabajaban estos agentes atacados). Y, también, cuando en nuestra otra frontera, la sur, crece la preocupación por la fuerte presencia de grupos del narcotráfico en los países centroamericanos, particularmente Guatemala, donde un cable revelado ayer por WikiLeaks afirma que los cárteles mexicanos controlan 80% del territorio de esa nación.
Hace ya tiempo dijimos que México no requiere un Plan Colombia, pero sí necesitamos un Plan México que involucre cada vez más a Estados Unidos y a las naciones centroamericanas, en primer lugar a Guatemala. De la misma forma en que será imposible atacar este desafío sin la corresponsabilidad de los tres niveles de gobierno, sin el involucramiento directo de alcaldes, gobernadores y gobierno federal, tampoco se podrá hacerlo plenamente sin una cooperación internacional mucho más estrecha. Y mientras en Estados Unidos sientan que es un problema que se puede contener en sus fronteras y naciones como Guatemala se sientan indefensas ante un alud del crimen organizado que en ocasiones los supera, en México tampoco tendremos soluciones completas.
Por cierto, la iniciativa del presidente Álvaro Colom, de otorgarles a quienes transitan por México una suerte de documentación o pase que les evite detenciones o agresiones, es positiva, pero el problema va mucho más allá. Por supuesto que algunas autoridades abusan de los indocumentados, pero los mayores abusos los cometen los grupos criminales, que no se detendrán porque sus víctimas porten o no un papel que los identifique.
Entre particulares
La semana pasada, además de consideraciones de otra índole, decíamos que el que se había dado entre la periodista Carmen Aristegui y la empresa MVS era un conflicto entre particulares, donde convivían una serie de elementos que trascendían la libertad de expresión. Ambas partes han anunciado ya un acuerdo, lo que confirma ese dicho. Lo que no hemos visto es una disculpa pública a quien resultó infamado, sobre todo después de que el periodista Federico Arreola se adjudicó la creación de ese rumor sobre el supuesto alcoholismo del presidente Calderón y admitió lisa y llanamente que era una mentira. En 2005, el presentador estrella de CBS, Dan Rather, dejó esa posición debido al manejo en un reportaje de 60 Minutes de septiembre de 2004. En ese reportaje, Rather cuestionaba, negaba, el paso de George Bush por la Texas Air National Guard. El Pentágono negó la autenticidad de los documentos que respaldaban la investigación y luego se comprobó que eran falsos. La CBS creó una comisión investigadora que confirmó la falsedad. Rather tuvo que disculparse y dejar ese noticiero, aunque continuó ligado a CBS unos pocos meses más. Había estado 44 años en esa empresa.
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