2 abr 2011

Beatificación de Juan Pablo II, acontecimiento sin precedentes

Beatificación de Juan Pablo II, acontecimiento sin precedentes/Por Giovanni Maria Vian
CIUDAD DEL VATICANO sábado 15 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito Giovanni Maria Vian, director de "L'Osservatore Romano", sobre la beatifcación de Juan Pablo II, anunciada este viernes por la Santa Sede, que tendrá lugar el 1 de mayo, domingo de la Divina Misericordia.
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La beatificación de Juan Pablo II, que su sucesor presidirá en el aniversario litúrgico de su muerte, es un acontecimiento histórico sin precedentes. En realidad, es preciso remontarse al corazón de la Edad Media para encontrar ejemplos análogos, pero en contextos no comparables a la decisión de Benedicto XVI: en los últimos diez siglos ningún Papa ha elevado al honor de los altares a su inmediato predecesor.
Pietro del Morrone (que fue Celestino V) fue canonizado en 1313, menos de veinte años después de su muerte, por su tercer sucesor; más de dos siglos antes se reconoció casi inmediatamente la santidad de León IX y de Gregorio VII, que murieron respectivamente en 1054 y 1085. No por casualidad al inicio de aquel papado reformador celebrado pocos decenios más tarde en el oratorio lateranense de San Nicolás a través de la representación de algunos Pontífices contemporáneos definidos cada uno sanctus.
Sobre la sobriedad hagiográfica de la Iglesia romana -que venera como santos casi sólo a los papas de la edad más antigua- intervinieron después las modificaciones innovativas de la modernidad, con las decisiones tomadas en los últimos treinta años del siglo XIX y luego, sobre todo, con las de Pío XII y del propio Juan Pablo II. Así se reconoció el culto de algunos Pontífices medievales y fueron elevados al honor de los altares Pío X, el último Papa santo, Inocencio XI, Pío IX y Juan XXIII.
En el centro de toda causa de beatificación y canonización está exclusivamente la ejemplaridad de la vida de quien, con expresión de la Sagrada Escritura, es definido al servicio de Dios. Para asegurar a la historia -como dijo Pablo VI al anunciar la introducción de las causas de sus dos predecesores inmediatos- "el patrimonio de su herencia espiritual", más allá de "cualquier otro motivo que no sea el culto de la verdadera santidad, es decir, la gloria de Dios y la edificación de su Iglesia".
Y auténtico servidor de Dios fue Karol Wojtyla, testigo apasionado de Cristo desde su juventud hasta su último aliento. Muchísimos, incluso no católicos y no cristianos, se dieron cuenta de esto durante su vida ejemplar; esto lo documenta su testamento espiritual, escrito en varias etapas en los años de pontificado; por esto ya el 28 de abril de 2005, menos de un mes después de su muerte, su sucesor dispensó de los términos prescritos para el inicio de la causa; y por esto ha decidido presidir su beatificación: para presentar al mundo el modelo de la santidad personal de Juan Pablo II.
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La beatificación de Juan Pablo II: acoger la bondad de Dios
Los obispos portugueses divulgan una nota pastoral para la ocasión
ROMA, miércoles 16 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La beatificación de Juan Pablo II, el 1 del próximo mayo, es una oportunidad para dar gracias y acoger la bondad de Dios, que suscita personas disponibles para señalar a Cristo como un camino seguro.
Es lo que se lee en la Nota Pastoral de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP) con ocasión de la beatificación de Juan Pablo II, difundida el pasado martes por el organismo episcopal, reunido en Fátima en un retiro espiritual.
Beatificando a Juan Pablo II, afirma la Nota, la Iglesia “está destacando algunos rasgos de una santidad particular, considerando que no sólo merece ser conocida y admirada, sino que puede ser luz que guía y estimula a caminar en el camino de conversión al amor de Dios y del servicio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.
La santidad, indica el texto, “es el fruto de la relación entre la gracia de Dios y la Libertad humana”.
Características
Destacando algunas características de la santidad de Juan Pablo II, la Nota Pastoral afirma que Wojtyla fue “un hombre de una intensa vida interior que se transmitía”.
 “¿Quién no recuerda de que modo intenso y profundo celebraba la Eucaristía, como se recogía en la oración durante mucho tiempo, allá donde estuviese, y la devoción con la que hablaba espontáneamente de Cristo y de la Virgen?”.
 “Al mismo tiempo, manifestaba una capacidad de comunicación personal, del mismo modo cuando estaba delante de las multitudes que cuando estaba solo, atrayendo magnéticamente a muchos jóvenes, entre los cuales muchos se manifestaban como lejanos a la Iglesia”.
El texto de la CEP destaca también que Juan Pablo II fue “un profeta de intervenciones audaces en nombre de la justicia y de la paz”.
 “En las primeras palabras que dijo al pueblo reunido en la Plaza San Pedro, justo después de haber sido elegido Papa, nos exhortó de esta manera: '¡No tengáis miedo!'. Y el fue un hombre sin miedo, que afrontó muchas y difíciles situaciones políticas, sociales y morales”.
“Y fue un hombre valiente, sin miedo, con respecto a las políticas internacionales, en particular en el Este de Europa. No hay dudas sobre su papel en la caída del régimen comunista totalitario, en la promoción de los derechos humanos y en la defensa de la vida y de los valores morales”.
 “Señalando siempre vías de reconciliación y de paz, viajó por todo el mundo, corriendo riesgos de todo tipo en la misión de Jesucristo, una acción sin descanso en la nueva evangelización”, destaca la Nota.
Para los obispos de Portugal, el Papa polaco fue un “servidor del amor y de ternura para con los más débiles y de perdón a los enemigos”.
 “Juan Pablo II siempre manifestó una particular atención y un afecto especial por los niños, los más pobres y los frágiles. Era conmovedor cuando, lleno de alegría y seriedad, se salía del protocolo y tocaba a los niños y los enfermos”.
La CEP añadió que el Pontífice fue “un testigo de la alegría en la salud y en la enfermedad, con el máximo respeto por la vida”.
Afrontó su enfermedad de “modo humilde y sereno”, aceptó “su imagen desfigurada, su propia incapacidad de hablar, sin avergonzarse de presentar su verdad públicamente, solidario con todos los que sufren”.
 “Luchó hasta el final sin dejar de estar presente para transmitir la fe, la certeza del amor de Dios, en todas las circunstancias, también las que el mundo pretende olvidar o a las que ha quitado la dignidad”.
 “También cuando ya estaba gravemente enfermo e iba a dejar este mundo, nos dio lecciones elocuentes, como maestro y pastor hasta el final”.
Acogida
Comentando el testimonio de vida de Juan Pablo II, la CEP destaca que la santidad “no está reservada a un grupo restringido de genios y héroes de la virtud. Con la gracia de Dios, está al alcance de todos dar una alta calidad de amor a la vida común”.
 “La beatificación del Papa Juan Pablo II es una llamada y una oferta que la Iglesia hace a todos los hombres y a todas las mujeres de buena voluntad. Estamos invitados a dar gracias a Dios por la vida y la acción de este Papa, por todo el bien y el estímulo que nos continúa transmitiendo con su ejemplo y su intercesión”.
 “Estamos también invitados a dar gracias y a acoger la bondad de Dios que, de nuevo, se muestra atento a nuestras necesidades y alegrías, tristezas y esperanzas, suscitando siempre, en el momento justo, personas disponibles para indicar de forma renovada, a Jesucristo, camino seguro, verdad luminosa y vida abundante”, afirma la Nota.
Concluyendo el texto, los obispos portugueses invitan a los fieles a implicarse en la conmemoración de la beatificación, en ámbito nacional, en una celebración que se desarrollará en Fátima el próximo 13 de mayo.
 “María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, nos inspire a proseguir en este camino de santidad al que Dios nos llama en la vida común de nuestra cotidianidad” espera el episcopado.

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