El Presidente Felipe Calderón asistió el viernes 7 de octubre de 2011 a la clausura de la conferencia de líderes realizada por la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA).
Ahí Calderón reflexionó sobre los principales desafíos que enfrentan los gobiernos humanistas en la actualidad: la preservación de la democracia, la crisis económica internacional, la pobreza y el cambio climático.
Destacó que la democracia es un sistema de vida y de gobierno ideal pero reversible. Así, subrayó que el reto es conservarla, preservando los derechos humanos. Enseguida explicó su visión sobre el panorama económico internacional y sostuvo que la falta de responsabilidad y ética han complicado la coyuntura económica de algunas naciones. El humanismo económico, afirmó, impulsa una economía eficiente, moderna y equitativa en la redistribución de ingresos y oportunidades, lo que obliga a los gobiernos a actuar prudentemente, sin gastar más recursos de los disponibles.
Discurso:
Muy buenas tardes, compañeros y amigos.
Estimado Senador Eduardo Frei Ruiz-Tagle, expresidente de la República de Chile.
Señor Senador Jorge Ocejo, Presidente de la Organización Demócrata de Centro.
Señor Senador Gustavo Madero Muñoz, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN.
Muy estimados amigas, amigos del presídium.
Querida Margarita.
Muy estimado Coordinador del Senado de la República, Presidente del Senado, José González Morfín.
Muy estimada Canciller.
Muy estimado Secretario de Gobernación.
Muy estimados servidores públicos, aquí presentes.
Muy estimados compañeros del Partido Acción Nacional.
Muy estimado Embajador de Chile en México. Ya lo había saludado anoche, pero le reitero mis saludos.
Saludo a todos los visitantes que hoy recibimos de distintas partes de América Latina y, también, del mundo; de Alemania, de España, de Cataluña, de Italia, de todas partes.
Agradezco, nuevamente, el poder compartir algunas reflexiones, y celebro que se haya organizado aquí, en México esta conferencia, estos foros de la Organización.
Hay que recordar que se realizan en el marco de ya el 50 Aniversario de la IDC, Internacional Demócrata de Centro, y del 65 Aniversario de la Organización Demócrata Cristiana, o Demócrata de Centro, que es más antigua, como se ve, que la propia Internacional.
Muchas felicidades.
Y celebro que estemos reunidos aquí, para compartir ideas acerca de los desafíos de la humanidad, y la forma en que nuestras agrupaciones deben enfrentarlo.
Cuando surge esta pregunta provocadora, de que si tienen viabilidad, si tiene viabilidad nuestro pensamiento, nuestra doctrina, me vinieron a la mente innumerables respuestas.
Pero, haciendo un poco un repaso de lo que ha sido la historia de esta Organización, la historia de nuestros partidos, y recordándola a la luz de algunos comentarios que ha expresado el expresidente Frei Ruiz-Tagle, de que nuestras organizaciones crecieron, yo diría, se forjaron frente a los totalitarismos, frente a los fascismos, frente a los autoritarismos militares o no, en nuestra América Latina.
Uno puede empezar a hacer el recuento de los ejes ideológicos a los cuales, finalmente nos ha tocado oponernos: Ideológicos y pragmáticos. Y aquí me viene una primera reflexión. Finalmente, los partidos demócratas de Centro, Demócrata Cristianos, los fundados en el humanismo cristiano, que aquí en el PAN, lo hicimos desde el principio en lo que llamó don Efraín González Luna: El humanismo político.
Primero. Son partidos ideológicos. Y creo que esta es una primerísima reflexión. Una gran aportación a un mundo que reclama referentes en pleno Siglo XXI, es que nosotros tenemos referentes. Nosotros tenemos referentes ideológicos. Nosotros tenemos referentes filosóficos, doctrinarios. Podrán ser buenos o malos a juicio de los electores, podrán ser debida o indebidamente aplicados o en el ejercicio de Gobierno, o en la práctica personal y política de los partidos, pero son, a final de cuentas, principios universales.
Ese solo dato nos da, verdaderamente ya, una enorme fortaleza que no podemos desdeñar. Y nos hará, yo creo, reiterar cada día, la imperiosa necesidad de volver a la afirmación de los principios como un activo en nuestros partidos, y no como un lastre, como muchas veces se ha querido considerar. Primero.
Segundo. A qué cosas nos hemos enfrentado, además, si nos hemos enfrentado a los autoritarismos, a las dictaduras, a las dictablandas, a las dictaduras perfectas, a las imperfectas. En fin. A todo lo que vivimos en el siglo pasado.
Ha sido, por una cuestión medular, también, definitoria de nuestro humanismo, y que es que somos partidos demócratas. Somos partidos democráticos, y no afirmamos a la democracia simplemente desde un punto de vista teórico, sino de que partimos de la premisa de la persona; que el ser humano es persona libre, es un sujeto ético, es un sujeto social que es responsable ante sí mismo, y ante los demás.
Tiene deberes y tiene derechos propios de su naturaleza. Y qué es la libertad humana, derivada de esa dignidad en la que creemos, no puede ser constreñida arbitrariamente por el Estado, y no puede ser acotada, ni puede tener otros límites jurídicos que los que imponga el derecho de los demás, el interés nacional, y del bien común, que está mucho más allá del mero respeto al interés de otros.
Por eso, hemos sido opciones ideológicas, las del humanismo, democráticas. Y eso es fundamental en un mundo que no acaba de definir la democracia verdaderamente.
Algo nos pasó en América Latina a final del Siglo XX. Finalmente, todos los países, por lo menos los continentales, fuimos llegando, más o menos, a la vida democrática. Y creo que, en el momento en que llegamos a la vida democrática, a la alternancia en México, que fue, digamos, la prueba de fuego para ello, quizá supusimos que la democracia había llegado para quedarse.
Que habíamos, finalmente, hecho una larga transición a la democracia, y luego, como se cuenta a los niños los cuentos infantiles: Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, y vivieron muy felices. Y la verdad es que no es así.
De hecho, en los cuentos no nos cuentan qué pasa después de que se casa el príncipe y la princesa. Nadie nos relata que el príncipe se quedó con su vieja afición, cuando era sapo, de seguir besando princesas por todas partes.
Entonces, en la democracia resulta que, efectivamente, vienen los problemas del arribo democrático. Y algo todavía peor, vienen, también, las amenazas de regresión autoritaria, presentes con distintos matices en nuestra América Latina, pero bien presentes, mucho más que antes.
De hecho, la formación de regímenes autoritarios o semiautoritarios; es decir, regímenes que inician cancelando garantías, cerrando medios de comunicación, encarcelando a opositores; son regímenes que crecen arrolladoramente a nuestra vista.
Y quizá, una de las grandes reflexiones que debemos hacernos, es la aportación doctrinaria del humanismo político como humanismo democrático, que tiene no sólo viabilidad, sino una misión que cumplir en este Continente, que es, precisamente, preservar la democracia y los derechos humanos en nuestras sociedades y en nuestras regiones.
Otro parámetro ideológico contra el cual nos enfrentamos fue el cómo salirnos de la falsa disyuntiva que durante décadas rechazamos de o capitalismo o socialismo.
Nos definimos, nunca aceptamos asumirnos como partidos de tercera vía, pero a final de cuentas, casi por exclusión, lo éramos, partidos humanistas rechazando, precisamente, el socialismo, y partidos humanistas, rechazando el capitalismo.
Empiezo por el primero.
La pelea, por ejemplo, con el marxismo del humanismo político fue una pelea de prácticamente medio siglo o un poco más, lo vivieron nuestros compañeros alemanes, en carne propia, al ver su propia Nación dividida y dividida por un muro, además, asesino.
Y esta lucha que sostuvimos, creo que en todo el mundo y en nuestra América Latina, frente al marxismo, frente al socialismo, fue una lucha que, estoy seguro, se planteó en todos los terrenos.
Yo recuerdo aquí a Carlos Castillo Peraza, en paz descanse, preparándonos insistentemente a un grupo de muchachos para dominar totalmente El Capital, para tener plenamente claros los argumentos de mayor debilidad y hasta para construir las ironías más estilizadas sobre el sueño de Marx, en que un día, finalmente, ya las sociedades que habían resuelto sus contradicciones, vivirían jugando ajedrez y yendo a pescar. Porque eso dice, además, él.
Y, finalmente, un día, en 1989, ante ese debate que no se acababa de dilucidar, cuál era la vía para nuestro Continente. Un día cayó el Muro de Berlín. Asombrados vimos en la televisión cómo la gente tiró a pedazos el muro.
Y con ello se derrumbó, finalmente, todo el poderoso entramado ideológico que había sido el marxismo para América Latina. Con eso se derrumbó fatalmente quien había sido uno de nuestros principales referentes por oposición o adversarios ideológicos, que era el marxismo.
De tal manera que, ante la pregunta: Y es viable el humanismo político. Es un poco la pregunta de, cuando después de una batalla muy, muy larga, y finalmente quedar uno de los contendientes en pie, con su espada blandiendo, dice: Y será viable mi propuesta, cuando la otra está, finalmente, derrotada.
El gran campeón ideológico, el gran adversario que parecía invencible en el Siglo XX fue el marxismo. Parecía arrollador, incontestable, ganaba los Juegos Olímpicos, mostraba las maravillas que había prometido. Eso nos decían, etcétera, etcétera.
El otro enemigo, el adversario, el capitalismo, del cual nos diferenciábamos era, precisamente, la expresión de una economía sin ser humano. Una expresión que desconoce al ser humano como un sujeto ético, que desconoce a la persona humana como centro de la acción pública, y que desconoce a la persona humana como dignidad.
Sí. Sí. Nosotros afirmamos en el humanismo económico, así lo sostienen la proyección de Principios de Doctrina del PAN de 2002, de desarrollo humano sustentable.
Sí, sí afirmamos en el humanismo económico que el mercado es necesario. Sí. Condición necesaria para generar un adecuado sistema de producción y distribución de bienes y servicios, pero condición insuficiente para generar, precisamente, las condiciones de equidad y de justicia, que son conditio sine qua non, no puede expresarse el sentido, verdaderamente, humano de la persona.
Y por eso, si el mercado es condición necesaria no suficiente, en el humanismo económico, nosotros nos empeñamos en que el Estado, la acción rectora del Estado debe ser, precisamente, la que corrija las terribles desigualdades que la voracidad del mercado y el capital generan, y que hacen, precisamente, opresivas nuestras sociedades, entre ellas, las nuestras, las más mal distribuidas, quizá, de muchas partes del mundo.
El humanismo político se planteó en la economía, la justicia, y una justicia deliberada y buscada ex propósito, una justicia que nos diferencia sustancialmente de opciones políticas, simplemente, tiradas a la laissez faire, laissez passer, a la capitalización, simplemente, de las competencias económicas.
Por eso, el humanismo político tiene vigencia hoy, precisamente, ante los problemas de la economía. Y no hablo de los problemas de las economías en el inicio de la edad industrial, hablo del problema de las economías, hoy.
Por ejemplo, el humanismo político parte de un principio fundamental, que es la responsabilidad en la vida económica y la responsabilidad significa esta ética de la responsabilidad, significa en política que nosotros somos responsables, no sólo del destino propio, sino del destino de los demás, somos solidarios.
Y en economía significa, además, de ello, el respeto a la libertad y al trabajo como único medio para salir adelante en una familia, una empresa o una economía. Y, también, implica la responsabilidad del destino de los demás que padecen, precisamente, las injusticias y significa también el manejo responsable de las economías.
Qué es lo que está padeciendo, precisamente, hoy el mundo en Europa, fundamentalmente, y en Estados Unidos y en Japón, en ciertas partes.
Está padeciendo, en cierta forma, una pérdida de responsabilidad económica y un elemento indispensable, obvio. La responsabilidad económica es que nadie puede gastar más de lo que puede. Eso lo sabe una madre de familia. Eso lo sabe una empresa responsable y eso lo debemos saber los Gobiernos.
Y lo que tenemos ahora, es una reiteración, toda proporción guardada, de los problemas que nosotros cuestionamos en América Latina, en los 70 y los 80 en México y en Chile y en Argentina y en Uruguay y en Brasil, que fueron los Gobiernos que gastaron mucho más de sus posibilidades de pago, los déficits inmanejables que llevaron a crisis de deuda y que mantuvieron una década pérdida a América Latina. Las inflaciones exorbitantes derivadas de aquel colapso de nuestras monedas.
Esa falta de ética de la responsabilidad económica, toda proporción guardada, insisto, también está en los déficits que ahora tiene Grecia, del 14 por ciento de déficits que tuvo. Y están en Irlanda y están en parte en Portugal, y en parte de España, y en parte de Italia. Es decir, no pueden. Y el déficit, desde luego, de Estados Unidos, de más del 10 por ciento de su PIB. No pueden las naciones, ni las personas, ni las empresas, obviar la ética de la responsabilidad en la conducción de los asuntos públicos.
Y eso, coincido con el Presidente Frei, también debe caracterizar a los Gobiernos humanistas, la ética de la responsabilidad en la economía y en todos los órdenes.
Habrá que imaginarse que ahora quienes tienen las crisis de deuda no son nuestros pueblos, sino los países más desarrollados ahora. Habrá que ver lo que ahora se discuta en el G-20, es ver cómo se diseña un modelo que puede resarcir el problema de la deuda de esos países, y quizá puedan ver hacia la experiencia que nuestros países tuvieron que desarrollar.
Quitas sustanciales en la deuda, emisiones de colaterales internacionales, como fue en su tiempo el bono Brady, y, algo que nos faltó en América Latina y que debe considerarse en el mundo, una justa distribución de los costos de esas medidas, porque simplemente cargarle a la gente y a la gente más pobre esos ajustes son, precisamente, también faltas a una ética de la responsabilidad.
A qué nos enfrentamos en el humanismo político entonces, y hoy.
Otra expresión de la ética, de la no responsabilidad es el populismo mismo, es decir, la conducción de la vida pública fuera de toda responsabilidad y sensatez. Es la exacerbación del despotismo personal. Es la falta de sensatez, es la contención artificial e inútil de los mercados mismos. Es el control de precios, son las vías de las expropiaciones y las cancelaciones de los derechos patrimoniales de las personas.
A eso hoy nos enfrentamos, como nos enfrentamos ayer en el humanismo político. Por eso pienso, amigas y amigos, que en lo político la democracia sigue siendo la opción viable y esa es la nuestra.
Y en la economía, el humanismo económico, el del mercado como condición necesaria, no suficiente, y que requiere la acción rectora y rectificadora del Estado, esa economía social de mercado es la opción viable y es la opción nuestra.
Y vamos más. La opción de la sustentabilidad. La opción que hemos definido en el desarrollo humano sustentable, y que ahora es doctrina, por ejemplo, en Naciones Unidas, es doctrina de varios partidos como el PAN, y es doctrina de mi Gobierno y es doctrina de países demócrata cristianos en América Latina.
Es decir, la ampliación de las libertades y de las capacidades de las personas, sin comprometer las capacidades y libertades de las generaciones futuras. Eso es el desarrollo humano sustentable.
Y tiene que ser integral, tiene que ver con lo económico, con lo político, con lo ambiental, con el Estado de Derecho, con la legalidad, con las relaciones internacionales, y eso es lo que implementamos.
Y, por eso, en lo social nos centramos a la igualdad de oportunidades, porque creemos, precisamente, que es en el humanismo político, en el humanismo económico, la distribución de oportunidades iguales, lo que iguala a la sociedad.
Se trata, sí, de respetar los derechos patrimoniales de cada quien. Sí. Pero también se trata de que el hijo de un rico no tenga, necesariamente, más oportunidades de salir adelante en la escuela que el hijo de un pobre.
Y por esa razón, sabemos que el Estado tiene que invertir, como lo hemos hecho los gobiernos humanistas, en construir nuevas universidades, 96 nuevas universidades en lo que va de mi Gobierno; nuevos bachilleratos, especialmente técnicos, 985 bachilleratos, casi mil este año, en lo que va de mi Gobierno.
Y, por eso, creemos que el sufrir frente a una enfermedad no debe ser simplemente condena a la muerte para un pobre frente a un rico. Y, por eso, hemos llevado la cobertura de salud en México de 45 millones de mexicanos a 103 millones de mexicanos.
Y, sí, los gobiernos humanistas, vamos a lograr la Cobertura Universal de Salud: médico, medicinas, tratamiento, y hospital para cualquiera que lo necesite.
Y, por eso, hemos construido mil hospitales o clínicas nuevas y hemos remodelado más de dos mil adicionales.
Y, sí, el desarrollo humano sustentable implica un compromiso con las generaciones futuras, a través del medio ambiente.
Y por eso, a pesar de ser país en desarrollo y con pobreza, no caímos en el garlito de que el compromiso frente al medio ambiente era sólo de naciones desarrolladas. Rompimos ese paradigma, y propusimos el primer plan voluntario de reducciones de emisiones de carbono en el mundo.
Y, por eso, condujimos la COP-16 y forzamos acuerdos, y creamos el Fondo Verde que propusimos, y establecimos ahí Mecanismos por Reducción de Emisiones por Deforestación.
Amigas y amigos:
El compromiso del humanismo político, es absolutamente viable, y no me atrevo a decir sólo viable, digo es la mejor opción política, para México y para toda América Latina.
Me atrevería a decir, también, que ante la falta de partidos ideológicos, es incluso, la única opción viable en muchos países.
Por qué razón.
Porque sí vemos, en el espectro de la competencia electoral, el surgimiento de nombres, de membretes, de logos, de candidaturas personales, de los caudillismos que tanto nos costó trabajo vencer aquí en México y en toda América Latina, que no representan ni ideologías, ni referentes, ni opciones de fondo. Representan eso: nombres, intereses, caudillismos y logos, pero no necesariamente opciones políticas.
Cuáles serán, entonces, los retos del humanismo político a futuro.
Terminaré mi intervención, quizá, mencionando dos o tres:
El primer reto y, quizá el más importante, es el de la congruencia.
Si somos un partido de principios y valores. Si somos una organización que profesa principios y valores. Es muy difícil que si nosotros no llevamos a la práctica tales principios y valores, en las políticas públicas, en la vida misma de los partidos e, incluso, me atrevería a decir, hasta en la vida personal, por lo menos la pública; es muy difícil, muy difícil que nuestras opciones tengan sentido para nadie en la arena electoral. Bien dice la Escritura, que un ciego no guía a otro ciego.
Segundo. Debe ser el valor de la eficacia. Creo que tenemos que sí, retomar una y otra vez la afirmación de nuestros principios en abstracto, pero lo verdaderamente complejo es aplicarlas en concreto. Y ahí es donde se modela, verdaderamente, la validez de las afirmaciones.
Y aplicar los principios en abstracto, las situaciones complejas en concreto, es harto difícil. Qué más quisiéramos, amigas y amigos, poder resolver siempre entre dos opciones buenas, o resolver entre una buena y una mala. Ahí no hay posibilidad de extraviarse. No hay ningún conflicto.
Pero la ética de la responsabilidad nos obliga, a los gobiernos humanistas, a resolver, las más de las veces, entre dos opciones no necesariamente buenas, o por lo menos, no percibidas como buenas.
Tú qué haces como gobernante. O ajustas las finanzas públicas, en un momento de riesgo, es decir, elevas ingresos públicos y reduces gastos públicos, o bien, dejas abierto el déficit y entonces más tarde, probablemente, tengas una crisis mucho mayor.
Las dos cosas pueden representar afectaciones para la gente, el elevar los ingresos públicos va a afectar, además, una gran molestia para los contribuyentes, pero el padecer otra crisis, el reventar al país, es un mal absolutamente mayor que en términos éticos tiene que evitar.
Y por eso, una política de la ética de la responsabilidad opta, precisamente, por hacer las cosas así. Y qué bueno que lo hicimos. Por supuesto, que a mí me dolió muchísimo, como a ustedes, el ver en el Paquete Fiscal para el 2010, a finales del 2009, una gran irritación entre mucha gente. Tomar medidas que fueron difíciles, la propia liquidación de Luz y Fuerza, por ejemplo.
Y, sin embargo, amigos, si México no hubiera hecho eso, los referentes de quiebra y de fracaso no serían sólo Grecia o Islandia o Irlanda o Portugal, sería también, México y probablemente otros países. Esa ética de la responsabilidad es importante.
Otro punto. Tenemos no sólo que ser eficaces, sino tenemos también que ser capaces de traducir nuestros principios a los tiempos que tenemos, que son tiempos seculares, es decir, el Siglo XXI es un momento secular, no lo podemos olvidar, ni ignorar.
Y creo que en el PAN, afortunadamente nuestros fundadores supieron resolver ese dilema a tiempo, incluso, antes que otros partidos.
Por qué razón.
Porque el hostigamiento mismo que había en México a las denominaciones religiosas y la convicción misma de nuestros fundadores, de Gómez Morín, fundamentalmente, de Christlieb, hizo que el partido separara perfecta y nítidamente desde el principio la religión y la política, el Estado y la Iglesia.
Y, por eso, el nuestro fue siempre humanismo político. Un dilema que resolvió bien la ODCA, por cierto, bajo la presidencia de Gutenberg Martínez, aquí presente; cuando la ODCA hizo como optativa su propia denominación, la Organización Demócrata Cristiana u Organización Demócrata de Centro.
Y eso, amigas y amigos, nos permite dar ese salto fundamental para nuestros partidos, que es, sin abandonar nuestros principios y valores, sí poder traducir en una política laica, en una política y una propuesta secular, lo que creemos y por lo que luchamos. Particularmente, en un siglo donde las nuevas generaciones, los miles o cientos de millones de jóvenes que buscan opciones políticas, tienen más referentes, precisamente, en el mundo secular que hoy vivimos.
Esa necesaria traducción a lo secular. Esa necesaria traducción o separación, es el reto, un reto fundamental: Cómo traducir para los jóvenes de hoy lo que creemos, y los valores por los que luchamos.
Se puede, y no sólo se puede, sino que se debe hacer. Respetando la creencia o la no creencia, cada vez mayor, por cierto, en esas nuevas generaciones. Entendiendo, precisamente, los límites de religión y política, separando nítidamente, perfectamente, política y Estado.
Por eso, las opciones del humanismo cristiano en América Latina, traducidas en opciones de humanismo de centro o humanismo político, como la llamamos en México, deben ser opciones de futuro, no del pasado.
Y en esa lógica, debemos ver cómo poder construir propuestas sólidas de nuestros valores en una sociedad secularizada. Por ejemplo, la defensa de la vida o la defensa de la familia; principios irrenunciables de nuestros entramados ideológicos, cómo traducirlos y cómo hacerlos entender en una sociedad que hoy tiene una multiplicidad de factores de información y de presión.
Cómo luchar y cómo combatir con, precisamente, principios e ideas en opciones de futuro.
Y, finalmente, amigas y amigos, tomar entre las manos y ser vanguardia de los temas de nuestro tiempo. La democracia sigue siendo tema de nuestro tiempo, pero lo es ahora, también, otro tema que acompañó a ODCA y que debemos reforzarlo: La lucha por la igualdad social y en contra de la pobreza.
Hoy, ese mercado sin ética, esa especulación desprovista de escrúpulo, lleva, por ejemplo, los precios de los alimentos a niveles sin precedentes. Es cierto, China, India crecen; eso hace aumentar la demanda, y eso aumenta los precios de los llamados commodities, incluido en los alimentos, sí.
Pero no olvidemos que a finales de los 80, las empresas financieras sólo intervenían el siete por ciento del precio de los alimentos. Hoy, las empresas financieras en el mundo tienen casi el 40 por ciento de las compras de alimentos.
Lo cual, hay un factor de especulación que está exacerbando el precio de los alimentos y, en consecuencia, llevando al hambre a más gente y a la pobreza a más gente.
Qué tiene que hacer el humanismo frente a ello.
Políticas públicas que neutralicen el impacto, precisamente, de las crisis económicas. Eso lo hicimos aquí.
Aumentamos el apoyo de Oportunidades en número y en cantidad a los beneficiarios, y con ello logramos que, a pesar de que el ingreso de los mexicanos en esta crisis doble, económica y de precios, redujo el ingreso medio nacional 12 por ciento, la pobreza extrema en el país que vio compensada dentro de esos apoyos esos cambios. No sólo no aumentó porcentualmente, sino que se redujo en el margen, de 10.4 a 10.2 más o menos, de entre 2008 y 2010.
Eso tenemos que hacer los gobiernos humanistas, pero también, ser capaces de enfrentar el problema de pobreza.
Hoy en el mundo, amigas y amigos, las nuevas escenas dantescas que se ven, de cientos de miles de personas muriendo de hambre en el Cuerno de África y en otras partes, obedecen a este fenómeno.
Es cierto. Podemos decir que el Twitter pudo llevar a la movilización en las calles en el Norte de África, en el Medio Oriente y derribar a viejos dictadores.
Pero no crean que la gente no sabía que eran dictadores. Lo que ocurre es, cuando el trigo y el precio del pan se cuadriplican la gente, quizá tiene otro pensamiento político.
Necesitamos, amigas y amigos, traducir, precisamente, opciones públicas y sensatas desde la ética de la responsabilidad para estos problemas que no son nuevos, pero que son nuevos desafíos, a la vez.
Y, finalmente, el tema del medio ambiente.
Yo soy un convencido, amigas y amigos, que nuestro desarrollo humano sustentable que hemos abrazado, es la respuesta moderna a la que será una de las mayores inquietudes del Siglo XXI. Uno de los mayores desafíos de la humanidad y, también, uno de los problemas más apremiantes para los jóvenes que ahora buscamos: el medio ambiente.
Y tenemos que encontrar, como decía mi padre, y lo cito frecuentemente, la manera de cerrar los dos desafíos apremiantes para la humanidad.
Él citando al Club de Roma, a principios de los 70, decía: Dos brechas se abren desafiando el futuro de la civilización: la brecha entre el hombre y la naturaleza y la brecha Norte-Sur, ricos y pobres. Ambas brechas tienen que cerrarse simultáneamente a riesgo de ver comprometido el futuro de la humanidad. Y eso sólo se logrará si se reconoce la unidad global, lo finito de la tierra y la característica esencial de solidaridad del hombre.
Cómo cerrar la brecha de pobreza y, al mismo tiempo, la brecha ambiental.
Con programas que a la vez que puedan aliviar al pobre, puedan reducir, por ejemplo, emisiones. Sustituyendo las lámparas incandescentes por otras que le ahorren dinero a la gente y ahorren emisión. Pagándoles a las comunidades indígenas por tener sus árboles y bosques, en pie en lugar de derribarlos, para que ellos mejoren su ingreso y nosotros mejoremos el ambiente. Y muchas cosas que, por supuesto, hemos puesto en práctica en los gobiernos humanistas.
Amigas y amigos:
Perdón por la extensión, pero evidentemente, son temas que a mí me apasionan.
Quiero decirles que el Partido Acción Nacional es un partido que ha profesado el humanismo político y de eso, como militante, me enorgullezco, pero también creo que ha llegado la hora en que los partidos de América Latina y del mundo seamos capaces de luchar por los mismos ideales, de defender nuestros principios.
Hay alguna amenaza a la democracia en nuestra región. Ha llegado la hora de hacer valer lo que vale la democracia y los derechos humanos. Hay alguna amenaza sobre nuestros pueblos que exacerba la miseria en la que viven todavía millones de nuestros compatriotas, hay que hacer valer desde la ética de la responsabilidad políticas públicas viables.
Hay esta confusión y desesperanza entre los electorados, entre los jóvenes, especialmente, que no aciertan exactamente cuál es la opción política que vale, hagamos valer el peso de nuestra propia viabilidad y seamos lo suficientemente talentosos para traducir, de manera atractiva, lo que pensamos y lo que queremos.
Hagamos de nuestro tiempo, precisamente, el tiempo por venir, un tiempo de renovación y de fuerza de la Organización Demócrata de Centro en América Latina.
Sé que se puede. Sé que tenemos los activos y la fortaleza necesaria, la experiencia, los principios, los valores. Y desde ese compromiso con nuestra América Latina, vayamos adelante a hacerlo realidad y a escribir nuevas páginas de gloria, de fuerza y de organización, de la Organización Demócrata de Centro.
Muchísimas gracias.
Bienvenidos.
Siendo las 14 horas con 11 minutos, del 7 de octubre de 2011, declaro formalmente clausurada la Conferencia de Líderes de la Organización Demócrata Cristiana de América y la Internacional Demócrata de Centro, felicitando ampliamente a todos los líderes que han participado.
Muchas gracias.
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