10 ene 2012

La perfección del hombre: Gibrán

 

¡A veces uno debe morirse como animal para hacerse hombre
De repente vienen a mi mente la frase sabia del poeta libanés Gibrán Jhalil Gibrán cuando nos dice:
“Hermano,
me preguntas cuándo alcanzará la perfección el hombre.
Te respondo.
El hombre se acerca a la perfección
cuando siente que es un espacio infinito,
un mar sin orillas.
Un fuego eterno, una luz inextinguible.
Un viento calmo o una tempestad rabiosa,
un cielo tronante o un firmamento lluvioso.
Un arroyo cantarín o un riachuelo gimiente,
un árbol florido en primavera
o un renuevo desnudo en otoño.
Una montaña altiva o un valle profundo.
Una fértil pradera o un desierto.
Cuando el hombre siente todo esto
ya ha recorrido la mitad del camino hacia la perfección.
Para lograr su objetivo debe comprender,
en consecuencia,
que es un niño que depende de su madre,
un padre responsable por su familia,
un joven entregado al amor,
un anciano que lucha con su pasado,
un fiel en su templo,
un criminal en prisión,
un estudioso entre sus papeles,
un alma ignorante
que oscila entre la oscuridad de su noche y la negrura de su día,
una monja que sufre
entre las flores de su fe y las espinas de su soledad,
una prostituta
encerrada entre los colmillos de su debilidad y las garras de sus necesidades,
un hombre pobre atrapado entre su amargura y su sumisión,
un hombre rico entre su codicia y su conciencia,
un poeta entre la bruma de su crepúsculo y las rosas de su amanecer.
El que puede experimentar, ver y comprender estos hechos,
puede alcanzar la perfección
y llegar a ser una sombra
de la sombra de Dios….”
Gibran Khalil Gibran fue un poeta, pintor, novelista y ensayista libanés nacido en Bisharri, Líbano, el 6 de enero de 1883 y difunto el 10 de abril de 1931 en Nueva York, tenía 48 años; vivió 14  años en EU.
Es el segundo de cuatro hermanos, vivió con ellos hasta los 11 años, cuando gran parte de su familia emigra a EU en busca de nuevas oportunidades para trabajar y vivir. Antes de ese viaje, aprende de otras personas, entre ellas su abuelo materno, del conocimiento del arte y del saber universal, que fueron base para la literatura y la pintura. Ya con el tiempo aprendió y cultivó con devoción el inglés, lengua que haría famosas sus novelas, aunque no olvidó el árabe, que perfeccionó tras su regreso a Líbano en 1898. Durante esa estancia en su país natal, destaca por su habilidad en el dibujo y nace en él la idea de escribir un libro, El Profeta, que con el tiempo sería su obra cumbre.

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