Ha generado mucho ruido la Declaración Fiducia supplicans del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, de entrada, el Cardenal Prefecto del Dicasterio, Víctor Manuel Fernández, explica, entre otras cosas, lo que la Declaración no es: no es una luz verde al matrimonio gay y no es un cambio en la doctrina de la Iglesia de que las relaciones sexuales fuera del matrimonio son siempre materia grave de pecado. ¿No cambia nada, entonces? No, cambia mucho, es casi una revolución. En la historia de la Iglesia, toda auténtica revolución, sin embargo, es también al mismo tiempo un retorno al origen, a la presencia misionera de Cristo en la historia humana.
La situación de partida que la Declaración tiene en mente es la de una pareja "irregular" que pide la bendición. Para despejar el campo de cualquier malentendido, imaginemos que no se la piden a un sacerdote, sino a sus padres. ¿Daría usted esta bendición? Yo la daría. No bendeciría las relaciones sexuales irregulares, pero bendeciría el cuidado de uno por el otro, el apoyo que se dan mutuamente en la vida, el consuelo en el dolor y la compañía ante las dificultades. El amor nunca es malo...., dice, pero señala que sexo si.