Columna Razones
Estertores sexenales/Jorge Fernández Menéndez
Excelsior,
Con un abrazo solidario para mi querida amiga
Gloria Shein, por el fallecimiento de su mamá, María Trujillo.
Terminan los sexenios y siempre existe una suerte de vacío, donde lo viejo no ha terminado de morir y lo nuevo no ha terminado de nacer, dice el lugar común. Peña Nieto trató de que se llenara ese vacío dejando prácticamente todo, desde la elección, seis meses, en manos de López Obrador. Se podrían haber hecho muchas cosas, asegurar y negociar otras, como el aeropuerto en Texcoco, por lo menos mostrar que, más allá del tránsito democrático, se trataba de dos proyectos diferentes. Pero se rindió con demasiada rapidez, desde antes de las elecciones, la plaza.
Esta transición ha sido diferente: López Obrador ha decidido, lo ayuda el resultado electoral, conservar todo el protagonismo posible y quiere gobernar hasta el último día, tanto que impone la agenda legislativa que quiere que se apruebe en el primer mes del periodo de sesiones de esta Legislatura, dejándole un escaso espacio de operación en septiembre a una Claudia Sheinbaum que, por su parte, ha decidido, creo que con sensatez, que no opondrá resistencia a un Presidente protagónico.
Pero los estertores de una administración muchas veces la gente y los factores de poder los perciben de otra forma. Están tan ocupados el mandatario y el gobierno federal en finalizar el sexenio, en exhibir un legado, en autofestejarse, que olvidan que la vida cotidiana exige una operación y un cuidado que no puede dejarse simplemente a los sucesores.
Un ejemplo claro es lo que está sucediendo en Chalco, en el Estado de México. Son miles los pobladores de ese municipio que están desde hace tres semanas inundados en aguas negras y el problema no sólo no se soluciona, sino que se extiende y profundiza. Ninguna autoridad, ni municipal ni estatal ni mucho menos federal ha buscado poner una solución. No sé si está muy bien que cada fin de semana se haga una gira del Presidente en funciones con la mandataria electa para celebrar el triunfo electoral, ¿pero no tendrían que asomarse a un territorio en desgracia que exige actuación de las autoridades, un territorio que, además, ha votado consistentemente por Morena? En lugar de paseos triunfales, ¿no sería mejor ir a donde la gente necesita realmente del gobierno, en sus tres niveles, para solucionar sus problemas?, ¿a qué funcionario de alto nivel hemos visto en estos días en esas zonas inundadas de aguas negras en Chalco? A ninguno.
Comenzó el paro de trabajadores del Poder Judicial. La iniciativa de reforma que se aprobará en comisiones tiene cien cambios respecto a la que envió el Presidente, y dicen que se hicieron atendiendo lo dicho en los foros de consulta. Es mentira. La iniciativa es todavía peor que la original. Es un verdadero desastre que acabará con las carreras judiciales y meterá al Poder Judicial en un marasmo del que difícilmente podrá salir. En lugar de usar estas semanas en la búsqueda de una reforma judicial que solucione las demandas reales que tiene la justicia en México, se ha creado un Frankenstein que se ajusta a las demandas del Presidente saliente, lo que dejará a la nueva administración con una crisis en la justicia que quién sabe cómo la solucionará.
Los principales empresarios del país reclaman por la reforma de justicia y la sobrerrepresentación y la respuesta es agraviarlos en la mañanera. Es una insensatez querer sacar esa reforma en unas semanas sin negociarla, debatirla y ajustarla. La anterior reforma judicial, la que se aprobó en el sexenio de Felipe Calderón, mucho menos ambiciosa que ésta, se negoció durante meses y luego se estableció un periodo de ocho años para su implementación gradual. Lo saben perfectamente los hombres y mujeres que están trabajando con Claudia Sheinbaum porque varios de ellos, en forma notable Arturo Zaldívar y Olga Sánchez Cordero, tuvieron un rol protagónico en ese proceso.
Los trabajadores están en paro y seguirán porque la reforma, como está planteada, acaba con la carrera judicial de miles de trabajadores. El sistema se paralizará, en buena medida ya lo está, no sólo hasta junio de 2025, cuando se plantea la próxima elección, sino también durante muchos meses más, hasta que cientos de funcionarios se hagan cargo de sus posiciones. Hay muchos jueces, cerca de 600, que plantean renunciar desde ya si se aprueba la reforma. ¿De verdad puede darse el lujo la nueva administración de iniciar su gestión con semejante crisis en el aparato de justicia? Llevamos casi un mes de la llegada de El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López a Estados Unidos y el gobierno federal sigue ignorando lo que pasó. En Sinaloa, el vacío es aún mayor porque las estructuras del estado están carcomidas por las sospechas y el temor. Y ya comenzaron los ajustes de cuentas.
Mientras tanto, el presidente López Obrador le envía una carta a Joe Biden (como si no hubiera teléfonos) protestando por el apoyo de USAID a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, y la Unidad de Inteligencia Financiera, que no recuerdo cuándo fue la última investigación financiera que hizo sobre El Mayo, Los Chapitos, El Mencho, dedica horas a “investigar” a una organización no gubernamental cuyo mayor pecado ha sido publicar información que no le gusta al Presidente.
Por lo pronto, el presidente Biden ha ignorado la carta y al gobierno mexicano, con temas infinitamente más importantes, comenzando con todo lo relativo al Mayo y Los Chapitos, y se apresta a dedicar todo septiembre y buena parte de octubre a canalizar los procesos contra narcotraficantes reconvertidos en testigos protegidos: El Mayo, Los Chapitos, El Nini. En el banquillo de los acusados estará México. Y si alguno cree que Kamala Harris, en caso de ganar la elección, será menos dura que Trump, que vea el nuevo anuncio de la candidata demócrata sobre migración, frontera y fentanilo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario