El Presidente Calderón en la XXV Conferencia de Gobernadores Fronterizos, Puerto Peñasco, Sonora, 27/09/2007;
Gracias, muy buenas tardes a todos.
Señor Gobernador Eduardo Bours Castelo, Gobernador del Estado de Sonora y Presidente de la XXV Conferencia de Gobernadores Fronterizos, México y Estados Unidos.
Señor Arnold Schwarzenegger, Gobernador de California y Vicepresidente de esta Conferencia de Gobernadores Fronterizos.
Señor Gobernador Eugenio Hernández Flores, Gobernador de Tamaulipas.
Señor Gobernador Eugenio Elorduy, Gobernador de Baja California.
Señor Gobernador Humberto Moreira, Gobernador de Coahuila.
Señor Gobernador José Reyes Baeza, de Chihuahua.
Señor Gobernador José Guadalupe Osuna, Gobernador Electo de Baja California.
Señora Gobernadora Janet Napolitano, de Arizona, muy bienvenida a este nuestro México.
Señores representantes de los gobiernos de Nuevo México y de Texas, muy bienvenidos a México.
Señoras y señores:
Para mí es un honor y gracias a la invitación de los gobernadores, el Presidente y Vicepresidente de esta Conferencia y de todos los participantes, el honor de acompañarlos en este importante encuentro fronterizo en favor de la cooperación y el desarrollo de mexicanos y estadounidenses.
En nombre del pueblo y del Gobierno de México le doy la más cordial bienvenida a la Gobernadora de Arizona y al Gobernador de California, y a los representantes de los gobernadores de Nuevo México y Texas.
Nos da mucho gusto recibirlos aquí a ustedes y a los funcionarios, empresarios que los acompañan en Puerto Peñasco, en esta tierra donde los sonorenses nos brindan su hospitalidad y donde habrán de reunirse con sus homólogos de Baja California, de Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas y, por supuesto, Sonora, el estado anfitrión.
Este es, sin duda, un encuentro de importancia, no sólo para la frontera, sino para ambas naciones.
En conjunto, los 10 estados que aquí se representan constituyen la región binacional más dinámica y más importante del mundo.
Son muchos los retos que mexicanos y estadounidenses enfrentamos en nuestra región fronteriza, pero también son enormes las oportunidades de desarrollo y de bienestar que aquí se generan.
Por eso son tan valiosos los esfuerzos de cooperación que desde 1980 propicia esta Conferencia de Gobernadores Fronterizos México-Estados Unidos en temas como la seguridad regional, el intercambio comercial, el crecimiento económico, el empleo o el uso racional y compartido de recursos naturales como es el agua.
Tengo la certeza de que esta Conferencia debe consolidarse como un poderoso instrumento para fortalecer el proceso de integración entre nuestras naciones.
Por eso mi Gobierno reconoce la alta relevancia que tienen las recomendaciones y las propuestas que esta Conferencia ha presentado.
Dos ejemplos de ello son, por un lado, las acciones que se realizan para agilizar y hacer más eficiente el flujo en los puentes y cruces internacionales y, por otro, los avances en materia de medio ambiente y mejora de la calidad del aire, gracias a una nueva normatividad para el uso obligatorio en México de diesel de bajo contenido de azufre.
Tenemos que seguir avanzando así, con voluntad de ambas partes para superar de manera conjunta los retos comunes.
Ustedes, gobernantes fronterizos, saben mejor que nadie que un desafío al que ambas naciones tenemos que hacer frente conjuntamente es el tema de la migración entre nuestras naciones.
La migración es un fenómeno natural socialmente, económicamente inevitable y, yo diría, también, económicamente conveniente para la economía de Norteamérica como región.
No hay en el mundo probablemente dos economías vecinas que sean tan claramente complementarias como la estadounidense y la mexicana.
La economía americana es intensiva en capital, la economía mexicana es intensiva en mano de obra; la economía americana tendrá en los próximos seis años casi 70 millones de jubilados, México por su parte es un país joven donde la mayoría de su población tiene menos de 30 años y los tendrá durante mucho tiempo.
Trabajo y capital son los factores de producción más relevantes para que una región económica crezca con competitividad.
Esto quiere decir que antes que rechazar nuestras naturales complementariedades tenemos que integrar de manera más acelerada nuestras potencialidades.
Esto significa también que para crecer de manera sostenida México necesita de toda la inversión posible para generar más y mejores empleos, aquí para los mexicanos y, por su parte, Estados Unidos para beneficiarse también necesita, hay que decirlo con claridad, la mano de obra mexicana para mantener y mejorar su desempeño económico.
Los trabajadores mexicanos en Estados Unidos complementan a los trabajadores estadounidenses, no los sustituyen, además la presencia de trabajadores mexicanos contribuye a la innovación, tiene un impacto fiscal positivo en la economía de los Estados Unidos, pagan impuestos y son buenos ciudadanos cuando llegan a adquirir esta categoría.
No sólo por su aportación a la economía norteamericana, sino por una elemental consideración de la dignidad humana, los trabajadores mexicanos, como cualquier persona, merecen un trato digno.
Por eso México defiende los derechos de quienes migran y exigimos que se les respete y se les proteja, y al mismo tiempo, trabajamos y trabajamos duro para generar aquí, en México, las condiciones que permitan a cada mexicana y a cada mexicano encontrar aquí, en nuestro país, las oportunidades de empleo digno y bien remunerado que demandan.
Quienes hemos vivido en estados una alta migración hacia Estados Unidos, no nos alegra la migración, sabemos que lo mejor de nuestra gente se va, la más fuerte, la más audaz, la que tiene las agallas para enfrentar, incluso, el riesgo de muerte en busca de un mejor futuro para los suyos.
No nos alegra la migración porque sabemos que se dividen nuestras familias, que se dividen nuestros pueblos, que se divide nuestra comunidad, porque sabemos que la migración es un permanente desgarramiento.
Pero también sabemos que la única manera en que en el largo plazo podremos solucionar el tema migratorio, es generando claras condiciones de prosperidad en nuestro país, y no habrá claras condiciones de prosperidad, mientras no sea la región de Norteamérica, a la que ambos países pertenecemos, una región próspera y competitiva.
Y no será ésta una región próspera y competitiva, si no entendemos que es la libertad la que genera prosperidad.
La libertad para comerciar bienes y servicios, como a tratado el Tratado de Libre Comercio y lo ha logrado; la libertad para la movilidad de capital e inversión, pero también la libertad para trabajar donde se pueda aportar mejor al crecimiento y al progreso de las personas y de las naciones.
No hay libertad sin mercado libre de bienes, servicios e inversión, pero tampoco la hay sin mercado libre de trabajo y de esfuerzo laboral.
Para mi Gobierno la prioridad es clara, generar en México condiciones de prosperidad y de trabajo para que los mexicanos no tengan que emigrar por necesidad, para que emigrar sea una de tantas alternativas y no la única opción y, por la otra, asegurar que la migración que haya sea una migración legal, segura, ordenada, respetuosa de la ley y de los derechos de las personas.
Estamos convencidos de que en beneficio de ambas regiones, de ambas naciones y en beneficio de la región, en ambos lados de la frontera, es imprescindible que se retome el debate legislativo para crear una legislación migratoria que dé certeza a los trabajadores mexicanos y a los empleadores en Estados Unidos y que responda, precisamente, a las exigencias de prosperidad que americanos y mexicanos compartimos.
Las persecuciones contra trabajadores migrantes, los muros, no son la solución al enorme reto compartido de garantizar la seguridad en nuestras fronteras.
He dicho y reitero que puede más detener la migración un kilómetro de carretera en Zacatecas o en Michoacán, que 10 kilómetros de muro en Texas, en California o en Arizona.
Siento que una tarea común es buscar cosas que nos acerquen y no cosas que nos alejen, que el buscar la manera de evitarnos sólo va a crear distancias entre dos naciones que están llamadas a no sólo ser vecinas, sino a permanecer unidas y a ser firmes aliadas frente a retos comunes que sólo en conjunto podemos enfrentar y podemos superar.
Precisamente por eso, porque tenemos que enfrentar retos comunes, por eso también comparto el propósito de tener una frontera segura entre Estados Unidos y México.
Nuestras naciones deben construir un concepto de seguridad fronteriza fundado en valores y en prácticas democráticas, y en el respeto pleno a la soberanía de ambos estados y a los derechos humanos.
Los mexicanos hemos enfrentado con toda la fuerza del Estado a la delincuencia organizada, no hemos escatimado esfuerzos ni recursos en la guerra contra las organizaciones criminales y contra la inseguridad, pero este es un problema que va mucho más allá de nuestras fronteras y que de hecho tuvo en su momento como principal causa el consumo de drogas en los Estados Unidos.
Por éstas y otras razones, es indispensable que ambas naciones establezcamos cuanto antes una estrategia conjunta para enfrentar conjuntamente este problema común.
Con pleno respeto a la soberanía y a la jurisdicción de cada país, a través del principio de corresponsabilidad cada uno debemos asumir la parte de trabajo y el compromiso que nos corresponde.
Si queremos ganar la batalla contra la inseguridad, si queremos que las niñas y los niños, lo mismo de Sonora, que Tamaulipas, o Arizona, o California puedan crecer, jugar con libertad y en paz.
Si queremos que nuestras familias mexicanas y norteamericanas sean familias que vivan seguras y se puedan realizar y superar conforme a su trabajo es necesario que Estados Unidos y México intensifiquemos las acciones para reducir el consumo y el tráfico de drogas y combatir la delincuencia organizada que actúa en ambos lados de la frontera.
De la misma manera que el Gobierno mexicano tanto a nivel Federal como estatal ha redoblado y debe redoblar los esfuerzos para recobrar la tranquilidad en las calles y en los hogares de las ciudades fronterizas de México, también es necesario que en Estados Unidos se intensifiquen las acciones para reducir el consumo y combatir a la delincuencia organizada que también actúa en y desde el territorio americano.
Es fundamental que se refuercen las medidas para detectar e impedir, sí, el flujo de drogas, pero también el flujo de dinero ilícito.
Es prioritario, como ha señalado el Gobernador de Sonora, que se frene el tráfico de miles de armas de Estados Unidos que entran a nuestro territorio, pues contribuyen al incremento de la violencia y la criminalidad, son utilizadas por las organizaciones criminales y el narcotráfico y han costado la vida de decenas de policías y soldados mexicanos en el cumplimiento de su deber tan sólo en el último año.
Juntos debemos construir y trabajar bajo una estrategia común que contribuya a fortalecer y complementar las capacidades de México y Estados Unidos para combatir en ambos lados de nuestra frontera a la delincuencia en beneficio de nuestros pueblos.
Finalmente, expreso el total respaldo y el compromiso del Gobierno Federal con dos prioridades vinculadas a la problemática de la frontera común.
Una. La de impulsar mayor y mejor infraestructura, en especial la de impulsar un mayor número de cruces fronterizos para personas, para vehículos y para carga ferroviaria.
Tener mayores cruces en la frontera no implica que se reduzca la seguridad, al contrario, la frontera puede ser más fluida y al mismo tiempo podemos, con tecnología y con voluntad política, hacerla una frontera mucho más segura.
Y el otro tema en el que externo también mi compromiso es en el del medio ambiente.
A mí me alegra que sean, precisamente, la Gobernadora de Arizona y el Gobernador de California quienes están a la vanguardia de este tema en los Estados Unidos, en la medida en que los Gobiernos de estos estados hermanos están tomando acciones contra el cambio climático y contra la preservación del ambiente, también están forzando a la mayor economía del mundo a que se comprometa aún más en este tema y al mismo tiempo reitero el criterio de mi Gobierno, que no obstante que somos un país en desarrollo eso no excluye nuestra responsabilidad ni la de ninguna nación en desarrollo con emisiones de carbono, de hacer lo que le corresponde en la lucha contra el cambio climático.
En la tarea de rescatar el medio ambiente, la señora y los señores gobernadores de ambos lados de la frontera pueden contar también en este tema con todo el apoyo del Gobierno Federal mexicano.
Señoras y señores:
Todos los días millones y millones de mexicanas y mexicanos y de estadounidenses conviven, trabajan, estudian, comercian, dialogan, cooperan a lo largo de la frontera común.
Todos los días los ciudadanos de nuestras naciones fortalecen de manera constructiva las relaciones entre México y Estados Unidos, todos los días millones de voluntades norteamericanas y mexicanas hacen con su esfuerzo que la frontera en lugar de dividirnos, nos separe.
Yo estoy convencido de que esta dinámica de convivencia, de cooperación y de entendimiento debe fortalecerse a nivel de nuestros gobiernos, la solución a nuestros problemas comunes sólo podrá darse a través de un diálogo, un diálogo sincero, pero que sea seguido también de una sincera voluntad de cooperación mutua, el desarrollo de la región fronteriza debe ser pensado como una ruta de acceso a la prosperidad de nuestra sociedad.
Yo pienso en lo que será nuestra región de Norteamérica: Canadá, México y Estados Unidos en tres o cuatro décadas, y la imagino, no puedo hacerlo de otra manera, como una región próspera, como una región democrática, como una región segura, como una región libre, como una región justa, como una región limpia.
Pienso en la nuestra como una región privilegiada, en la que cada persona, indistintamente de su nacionalidad, puede encontrar la plena realización suya y de su familia.
Para construir esa región de Norteamérica, tenemos que entendernos mucho mejor de lo que hacemos ahora, más que vernos como vecinos distantes, debemos vernos como naciones que si se entienden pueden encontrar la prosperidad que necesitan.
El futuro que llega ya en este Siglo XXI debe ser la oportunidad para construir una convivencia en donde las diferencias sean superadas por el trabajo conjunto a favor de un desarrollo humano sustentable que no debe distinguir fronteras humanas.
Un futuro común, que sólo puede construirse si la competitividad de Norteamérica como región mejora, y la competitividad sólo podrá venir si hay mejores mecanismos de integración social y económica.
Yo estoy seguro que éstos y otros temas de importancia fundamental para nuestros pueblos serán analizados en el curso de esta XXV Reunión de la Conferencia de Gobernadores Fronterizos, México-Estados Unidos.
Yo los invito a seguir contribuyendo a ustedes, ciudadanos de ambas naciones, y a los gobernadores que responsablemente conducen el destino de sus pueblos, en sus respectivas demarcaciones a que esta Conferencia sea un verdadero puente de cooperación y entendimiento entre nuestros pueblos.
Les agradezco su presencia, les reitero todo el apoyo del Gobierno de México.
Y si me permiten todos ustedes voy a proceder ahora a inaugurar formalmente este encuentro:
Hoy, 27 de septiembre de 2007, fecha de la consumación de la Independencia de México, en Puerto Peñasco, Sonora, declaro formalmente inaugurados los trabajos de la XXV Reunión de la Conferencia de Gobernadores Fronterizos México-Estados Unidos, deseándoles el mejor de los éxitos.
Muchísimas gracias.
Señor Gobernador Eduardo Bours Castelo, Gobernador del Estado de Sonora y Presidente de la XXV Conferencia de Gobernadores Fronterizos, México y Estados Unidos.
Señor Arnold Schwarzenegger, Gobernador de California y Vicepresidente de esta Conferencia de Gobernadores Fronterizos.
Señor Gobernador Eugenio Hernández Flores, Gobernador de Tamaulipas.
Señor Gobernador Eugenio Elorduy, Gobernador de Baja California.
Señor Gobernador Humberto Moreira, Gobernador de Coahuila.
Señor Gobernador José Reyes Baeza, de Chihuahua.
Señor Gobernador José Guadalupe Osuna, Gobernador Electo de Baja California.
Señora Gobernadora Janet Napolitano, de Arizona, muy bienvenida a este nuestro México.
Señores representantes de los gobiernos de Nuevo México y de Texas, muy bienvenidos a México.
Señoras y señores:
Para mí es un honor y gracias a la invitación de los gobernadores, el Presidente y Vicepresidente de esta Conferencia y de todos los participantes, el honor de acompañarlos en este importante encuentro fronterizo en favor de la cooperación y el desarrollo de mexicanos y estadounidenses.
En nombre del pueblo y del Gobierno de México le doy la más cordial bienvenida a la Gobernadora de Arizona y al Gobernador de California, y a los representantes de los gobernadores de Nuevo México y Texas.
Nos da mucho gusto recibirlos aquí a ustedes y a los funcionarios, empresarios que los acompañan en Puerto Peñasco, en esta tierra donde los sonorenses nos brindan su hospitalidad y donde habrán de reunirse con sus homólogos de Baja California, de Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas y, por supuesto, Sonora, el estado anfitrión.
Este es, sin duda, un encuentro de importancia, no sólo para la frontera, sino para ambas naciones.
En conjunto, los 10 estados que aquí se representan constituyen la región binacional más dinámica y más importante del mundo.
Son muchos los retos que mexicanos y estadounidenses enfrentamos en nuestra región fronteriza, pero también son enormes las oportunidades de desarrollo y de bienestar que aquí se generan.
Por eso son tan valiosos los esfuerzos de cooperación que desde 1980 propicia esta Conferencia de Gobernadores Fronterizos México-Estados Unidos en temas como la seguridad regional, el intercambio comercial, el crecimiento económico, el empleo o el uso racional y compartido de recursos naturales como es el agua.
Tengo la certeza de que esta Conferencia debe consolidarse como un poderoso instrumento para fortalecer el proceso de integración entre nuestras naciones.
Por eso mi Gobierno reconoce la alta relevancia que tienen las recomendaciones y las propuestas que esta Conferencia ha presentado.
Dos ejemplos de ello son, por un lado, las acciones que se realizan para agilizar y hacer más eficiente el flujo en los puentes y cruces internacionales y, por otro, los avances en materia de medio ambiente y mejora de la calidad del aire, gracias a una nueva normatividad para el uso obligatorio en México de diesel de bajo contenido de azufre.
Tenemos que seguir avanzando así, con voluntad de ambas partes para superar de manera conjunta los retos comunes.
Ustedes, gobernantes fronterizos, saben mejor que nadie que un desafío al que ambas naciones tenemos que hacer frente conjuntamente es el tema de la migración entre nuestras naciones.
La migración es un fenómeno natural socialmente, económicamente inevitable y, yo diría, también, económicamente conveniente para la economía de Norteamérica como región.
No hay en el mundo probablemente dos economías vecinas que sean tan claramente complementarias como la estadounidense y la mexicana.
La economía americana es intensiva en capital, la economía mexicana es intensiva en mano de obra; la economía americana tendrá en los próximos seis años casi 70 millones de jubilados, México por su parte es un país joven donde la mayoría de su población tiene menos de 30 años y los tendrá durante mucho tiempo.
Trabajo y capital son los factores de producción más relevantes para que una región económica crezca con competitividad.
Esto quiere decir que antes que rechazar nuestras naturales complementariedades tenemos que integrar de manera más acelerada nuestras potencialidades.
Esto significa también que para crecer de manera sostenida México necesita de toda la inversión posible para generar más y mejores empleos, aquí para los mexicanos y, por su parte, Estados Unidos para beneficiarse también necesita, hay que decirlo con claridad, la mano de obra mexicana para mantener y mejorar su desempeño económico.
Los trabajadores mexicanos en Estados Unidos complementan a los trabajadores estadounidenses, no los sustituyen, además la presencia de trabajadores mexicanos contribuye a la innovación, tiene un impacto fiscal positivo en la economía de los Estados Unidos, pagan impuestos y son buenos ciudadanos cuando llegan a adquirir esta categoría.
No sólo por su aportación a la economía norteamericana, sino por una elemental consideración de la dignidad humana, los trabajadores mexicanos, como cualquier persona, merecen un trato digno.
Por eso México defiende los derechos de quienes migran y exigimos que se les respete y se les proteja, y al mismo tiempo, trabajamos y trabajamos duro para generar aquí, en México, las condiciones que permitan a cada mexicana y a cada mexicano encontrar aquí, en nuestro país, las oportunidades de empleo digno y bien remunerado que demandan.
Quienes hemos vivido en estados una alta migración hacia Estados Unidos, no nos alegra la migración, sabemos que lo mejor de nuestra gente se va, la más fuerte, la más audaz, la que tiene las agallas para enfrentar, incluso, el riesgo de muerte en busca de un mejor futuro para los suyos.
No nos alegra la migración porque sabemos que se dividen nuestras familias, que se dividen nuestros pueblos, que se divide nuestra comunidad, porque sabemos que la migración es un permanente desgarramiento.
Pero también sabemos que la única manera en que en el largo plazo podremos solucionar el tema migratorio, es generando claras condiciones de prosperidad en nuestro país, y no habrá claras condiciones de prosperidad, mientras no sea la región de Norteamérica, a la que ambos países pertenecemos, una región próspera y competitiva.
Y no será ésta una región próspera y competitiva, si no entendemos que es la libertad la que genera prosperidad.
La libertad para comerciar bienes y servicios, como a tratado el Tratado de Libre Comercio y lo ha logrado; la libertad para la movilidad de capital e inversión, pero también la libertad para trabajar donde se pueda aportar mejor al crecimiento y al progreso de las personas y de las naciones.
No hay libertad sin mercado libre de bienes, servicios e inversión, pero tampoco la hay sin mercado libre de trabajo y de esfuerzo laboral.
Para mi Gobierno la prioridad es clara, generar en México condiciones de prosperidad y de trabajo para que los mexicanos no tengan que emigrar por necesidad, para que emigrar sea una de tantas alternativas y no la única opción y, por la otra, asegurar que la migración que haya sea una migración legal, segura, ordenada, respetuosa de la ley y de los derechos de las personas.
Estamos convencidos de que en beneficio de ambas regiones, de ambas naciones y en beneficio de la región, en ambos lados de la frontera, es imprescindible que se retome el debate legislativo para crear una legislación migratoria que dé certeza a los trabajadores mexicanos y a los empleadores en Estados Unidos y que responda, precisamente, a las exigencias de prosperidad que americanos y mexicanos compartimos.
Las persecuciones contra trabajadores migrantes, los muros, no son la solución al enorme reto compartido de garantizar la seguridad en nuestras fronteras.
He dicho y reitero que puede más detener la migración un kilómetro de carretera en Zacatecas o en Michoacán, que 10 kilómetros de muro en Texas, en California o en Arizona.
Siento que una tarea común es buscar cosas que nos acerquen y no cosas que nos alejen, que el buscar la manera de evitarnos sólo va a crear distancias entre dos naciones que están llamadas a no sólo ser vecinas, sino a permanecer unidas y a ser firmes aliadas frente a retos comunes que sólo en conjunto podemos enfrentar y podemos superar.
Precisamente por eso, porque tenemos que enfrentar retos comunes, por eso también comparto el propósito de tener una frontera segura entre Estados Unidos y México.
Nuestras naciones deben construir un concepto de seguridad fronteriza fundado en valores y en prácticas democráticas, y en el respeto pleno a la soberanía de ambos estados y a los derechos humanos.
Los mexicanos hemos enfrentado con toda la fuerza del Estado a la delincuencia organizada, no hemos escatimado esfuerzos ni recursos en la guerra contra las organizaciones criminales y contra la inseguridad, pero este es un problema que va mucho más allá de nuestras fronteras y que de hecho tuvo en su momento como principal causa el consumo de drogas en los Estados Unidos.
Por éstas y otras razones, es indispensable que ambas naciones establezcamos cuanto antes una estrategia conjunta para enfrentar conjuntamente este problema común.
Con pleno respeto a la soberanía y a la jurisdicción de cada país, a través del principio de corresponsabilidad cada uno debemos asumir la parte de trabajo y el compromiso que nos corresponde.
Si queremos ganar la batalla contra la inseguridad, si queremos que las niñas y los niños, lo mismo de Sonora, que Tamaulipas, o Arizona, o California puedan crecer, jugar con libertad y en paz.
Si queremos que nuestras familias mexicanas y norteamericanas sean familias que vivan seguras y se puedan realizar y superar conforme a su trabajo es necesario que Estados Unidos y México intensifiquemos las acciones para reducir el consumo y el tráfico de drogas y combatir la delincuencia organizada que actúa en ambos lados de la frontera.
De la misma manera que el Gobierno mexicano tanto a nivel Federal como estatal ha redoblado y debe redoblar los esfuerzos para recobrar la tranquilidad en las calles y en los hogares de las ciudades fronterizas de México, también es necesario que en Estados Unidos se intensifiquen las acciones para reducir el consumo y combatir a la delincuencia organizada que también actúa en y desde el territorio americano.
Es fundamental que se refuercen las medidas para detectar e impedir, sí, el flujo de drogas, pero también el flujo de dinero ilícito.
Es prioritario, como ha señalado el Gobernador de Sonora, que se frene el tráfico de miles de armas de Estados Unidos que entran a nuestro territorio, pues contribuyen al incremento de la violencia y la criminalidad, son utilizadas por las organizaciones criminales y el narcotráfico y han costado la vida de decenas de policías y soldados mexicanos en el cumplimiento de su deber tan sólo en el último año.
Juntos debemos construir y trabajar bajo una estrategia común que contribuya a fortalecer y complementar las capacidades de México y Estados Unidos para combatir en ambos lados de nuestra frontera a la delincuencia en beneficio de nuestros pueblos.
Finalmente, expreso el total respaldo y el compromiso del Gobierno Federal con dos prioridades vinculadas a la problemática de la frontera común.
Una. La de impulsar mayor y mejor infraestructura, en especial la de impulsar un mayor número de cruces fronterizos para personas, para vehículos y para carga ferroviaria.
Tener mayores cruces en la frontera no implica que se reduzca la seguridad, al contrario, la frontera puede ser más fluida y al mismo tiempo podemos, con tecnología y con voluntad política, hacerla una frontera mucho más segura.
Y el otro tema en el que externo también mi compromiso es en el del medio ambiente.
A mí me alegra que sean, precisamente, la Gobernadora de Arizona y el Gobernador de California quienes están a la vanguardia de este tema en los Estados Unidos, en la medida en que los Gobiernos de estos estados hermanos están tomando acciones contra el cambio climático y contra la preservación del ambiente, también están forzando a la mayor economía del mundo a que se comprometa aún más en este tema y al mismo tiempo reitero el criterio de mi Gobierno, que no obstante que somos un país en desarrollo eso no excluye nuestra responsabilidad ni la de ninguna nación en desarrollo con emisiones de carbono, de hacer lo que le corresponde en la lucha contra el cambio climático.
En la tarea de rescatar el medio ambiente, la señora y los señores gobernadores de ambos lados de la frontera pueden contar también en este tema con todo el apoyo del Gobierno Federal mexicano.
Señoras y señores:
Todos los días millones y millones de mexicanas y mexicanos y de estadounidenses conviven, trabajan, estudian, comercian, dialogan, cooperan a lo largo de la frontera común.
Todos los días los ciudadanos de nuestras naciones fortalecen de manera constructiva las relaciones entre México y Estados Unidos, todos los días millones de voluntades norteamericanas y mexicanas hacen con su esfuerzo que la frontera en lugar de dividirnos, nos separe.
Yo estoy convencido de que esta dinámica de convivencia, de cooperación y de entendimiento debe fortalecerse a nivel de nuestros gobiernos, la solución a nuestros problemas comunes sólo podrá darse a través de un diálogo, un diálogo sincero, pero que sea seguido también de una sincera voluntad de cooperación mutua, el desarrollo de la región fronteriza debe ser pensado como una ruta de acceso a la prosperidad de nuestra sociedad.
Yo pienso en lo que será nuestra región de Norteamérica: Canadá, México y Estados Unidos en tres o cuatro décadas, y la imagino, no puedo hacerlo de otra manera, como una región próspera, como una región democrática, como una región segura, como una región libre, como una región justa, como una región limpia.
Pienso en la nuestra como una región privilegiada, en la que cada persona, indistintamente de su nacionalidad, puede encontrar la plena realización suya y de su familia.
Para construir esa región de Norteamérica, tenemos que entendernos mucho mejor de lo que hacemos ahora, más que vernos como vecinos distantes, debemos vernos como naciones que si se entienden pueden encontrar la prosperidad que necesitan.
El futuro que llega ya en este Siglo XXI debe ser la oportunidad para construir una convivencia en donde las diferencias sean superadas por el trabajo conjunto a favor de un desarrollo humano sustentable que no debe distinguir fronteras humanas.
Un futuro común, que sólo puede construirse si la competitividad de Norteamérica como región mejora, y la competitividad sólo podrá venir si hay mejores mecanismos de integración social y económica.
Yo estoy seguro que éstos y otros temas de importancia fundamental para nuestros pueblos serán analizados en el curso de esta XXV Reunión de la Conferencia de Gobernadores Fronterizos, México-Estados Unidos.
Yo los invito a seguir contribuyendo a ustedes, ciudadanos de ambas naciones, y a los gobernadores que responsablemente conducen el destino de sus pueblos, en sus respectivas demarcaciones a que esta Conferencia sea un verdadero puente de cooperación y entendimiento entre nuestros pueblos.
Les agradezco su presencia, les reitero todo el apoyo del Gobierno de México.
Y si me permiten todos ustedes voy a proceder ahora a inaugurar formalmente este encuentro:
Hoy, 27 de septiembre de 2007, fecha de la consumación de la Independencia de México, en Puerto Peñasco, Sonora, declaro formalmente inaugurados los trabajos de la XXV Reunión de la Conferencia de Gobernadores Fronterizos México-Estados Unidos, deseándoles el mejor de los éxitos.
Muchísimas gracias.
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