14 oct 2007

Reacciones a Memorias de un fiscal

Cartas a Enfoque/
Autoexculpación de un fiscal
Pubicado en Enfoque de Reforma, 14/10/ 2007;
Sr. Director:
He leído con interés el artículo de Ignacio Carrillo Prieto en el que intenta repartir las responsabilidades de su fracaso al frente de la fiscalía de nombre kilométrico que creó Vicente Fox con el propósito de pavimentar el camino de la impunidad a los criminales de lesa humanidad. También vi las fotografías que lo ambientan, las que lo pintan de cuerpo entero como el personaje inestable que es.
Las "Memorias de un fiscal" son en realidad una autoexculpación. Con un intelectualismo pasado de moda, se dedica a citar autores y personajes con el objetivo (evidente y fallido) de otorgar autoridad moral a sus argumentos. La verdad lisa y llana es que no tuvo los arrestos para cumplir lo que prometió cuando se hizo cargo de la fiscalía para la guerra sucia.
Dice Carrillo que la "chamba" de la fiscalía no fue "requerida ni deseada". Como si le hubiesen rogado que la aceptara y que continuara en ella, a pesar de que -dice- desde que vio el edificio en que funcionaría se percató de que "se había elegido un muy inconveniente escenario para la tarea y había un fondo permanente de oscilación dubitativa en la cima del Estado, en la que no estaba el presidente Fox, para estos efectos". Deja fuera de su crítica a la figura presidencial, pero no dice por qué no renunció en ese mismo instante, ya que no requería ni deseaba la "chamba". O después, cuando percibió que "la presupuestación de la nueva entidad ministerial era -lo fue siempre- insuficiente y desproporcionada a la tarea". ¿Estará ahora enderezando sus lanzas contra Creel, ahora que se peleó con los televisos?
Cuando se refiere a su Comité Ciudadano de Apoyo, Carrillo cae en el frenesí. Asegura haber derrotado a falsos apóstoles de los derechos humanos, cuyas medallas son de latón y que con ese bagaje se lanzó a la tarea de constituir aquél. En esa parte me acusa de haber incurrido en la sinrazón de pretender dinamitar el citado comité, movido por el deseo de que la derecha en el gobierno no enarbolara "la causa de la verdad histórica y del enjuiciamiento a los culpables de delitos contra la humanidad entera". Junto con Antonio Crespo y Germán Dehesa (a quienes no se atreve a mencionar), yo habría maniobrado desde la oscuridad para acabar con su organismo, al anunciarle a unas horas de su asunción del cargo, que no nos integraríamos a él. Al hacerlo, añade, no me importó que pudiera molestarse su jefe, el general Rafael Marcial Macedo de la Concha. La verdad es que simplemente nos negamos a ser parte de su claque, cosa que sí aceptaron los personajes que él mismo pondera.
Pero lo anecdótico carece de importancia. Lo relevante es que desde el primer momento manifesté a Carrillo Prieto que su flamante fiscalía estaba condenada al fracaso. Baste recordar que fue un mal sustituto de la Comisión de la Verdad prometida por Fox en su campaña y demandada por la sociedad. Cuando en el gobierno panista se dieron cuenta de lo riesgoso que resultaba para sus intereses establecer un organismo ciudadano que indagara los crímenes históricos del priato, metieron reversa a la comverdad e instalaron la fiscalía. Sólo los incautos pudieron creer que con ese instrumento podría llegar a la verdad y obtener justicia en los asuntos más delicados de la historia reciente de México. Porque para Fox y sus congéneres era más importante pactar con el PRI (Pemexgate a cambio de Amigos de Fox) que hacer justicia.
Ignacio Carrillo aprovechó sin escrúpulos el hecho de que su prima Dení Prieto Stock fue guerrillera. Se refiere a ella como si compartiera su nobleza y su arrojo, cuando siempre ha vivido cómodamente cobijado por el poder. Nunca ha tenido el valor de formular críticas de verdad a los dueños del dinero y de los aparatos del Estado.
No es agradable patear a un perro muerto, pero ahora me veo en la obligación de salir al paso de las fantasías de Carrillo. Desde el día en que me invitó a participar en su infortunada aventura, le advertí que terminaría en medio del ridículo, porque sus patrones lo iban a dejar solo. Desafortunadamente, no me equivoqué.
Si algo de inteligencia queda al ex fiscal, igual que a la ex pareja presidencial Sahagún-Fox, debiera usarla para proceder con reserva y con prudencia. Su exhibición frívola no le ayuda a repartir las culpas que lo acosan. Por el contrario, lo exponen al escrutinio severo de la sociedad a la que salió muy caro y en nada benefició.
Agradezco la publicación.
Atentamente,
José Enrique González Ruiz
Es coordinador del Programa de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; fue asesor jurídico de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a Derechos Humanos en México (Afaddem – Fedefam); en nombre de esta organización, presentó casi 150 denuncias penales contra el general Acosta Chaparro.
Asimismo, fue abogado y rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG); ahí le tocó conocer personalmente al entonces mayor y reclamarle la presentación con vida de algunos universitarios que habían sido secuestrados por organismos policíacos.

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