Los cautivos de las FARC
El gran fiasco de Emmanuel y las FARC
La guerrilla supo al menos hace un mes que el hijo de la rehén no estaba en su poder, pero mantuvo la negociación con Chávez para entregarle secuestrados
Reportaje de MAITE RICO - Madrid - El País, 06/01/2008;
"¡Hasta ahora las FARC no me han mentido!", proclamó Hugo Chávez el 31 de diciembre. La guerrilla colombiana acababa de suspender la liberación de tres rehenes que habían prometido entregarle. Entre ellos estaba la abogada Clara Rojas y su hijo de tres años, Emmanuel, fruto de la relación con uno de sus captores. Furioso, Chávez acusó a su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, de frustrar la operación. El presidente venezolano ha tenido que tragarse sus palabras: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [FARC] reconocieron ayer que el hijo de Clara se encontraba, en realidad, en un orfanato de Bogotá, tal y como había adelantado Uribe y ha confirmado después una prueba de ADN.
El fiasco de la Operación Emmanuel, organizada por Chávez para restañar su vapuleada imagen internacional, ha sido el último revés en su particular annus horribilis, jalonado con el enfrentamiento con el rey Juan Carlos y la derrota en el referéndum constitucional. En su obsesión por acorralar a Uribe, a quien llama "lacayo de Washington y peón del Imperio", Chávez ha acabado siendo víctima de las mentiras de las FARC.
Como si de una venganza involuntaria y conmovedora se tratara, un niño de tres años ha desenmascarado a una vieja guerrilla marxista que hoy, al cabo de 43 años, vive del narcotráfico y engrosa la lista de organizaciones terroristas de la UE.
La trama arranca el 16 de junio de 2005 en el hospital de San José del Guaviare, una región del sureste de Colombia surcada por ríos y selvas. Un hombre se presentó en urgencias con un bebé en brazos. En sus años de enfermera en el municipio, María había visto muchos niños "en situación precaria". Pero el cuadro que presentaba aquella criatura "de mirada triste" era crítico. Estaba desnutrido. Padecía paludismo y leishmaniasis, una peligrosa parasitosis de la selva. Tenía el brazo izquierdo inmóvil, por una fractura mal curada, y gateaba arrastrando la cadera. Lo milagroso es que aquel niño de apenas 11 meses, hubiera sobrevivido a tanto sufrimiento.
El hombre que lo llevó al hospital, José Crisanto Gómez, explicó vagamente que su sobrino Juan David había estado hasta hacía poco al cuidado de una familia indígena. Las alarmas del férreo sistema de protección infantil colombiano se activaron ante un caso tan evidente de "maltrato crónico". El Instituto de Bienestar Familiar asumió la custodia del niño, que fue enviado a Bogotá.
El pasado mes de diciembre, dos años después de aquel episodio, José Crisanto se presentó en las oficinas de Bienestar Familiar, en la capital colombiana. Estaba angustiado. Dijo que era el padre de Juan David, y que quería recuperarlo. El día 31, acabando el año, acudió al defensor de la familia de San José del Guaviare. El hombre se derrumba. "Ese niño es de las FARC. Si no lo entrego hoy, me matarán".
En ese momento, la atención mundial estaba concentrada en Villavicencio, una ciudad de 350.000 habitantes, puerta de la Amazonia colombiana. Esa era la base logística elegida por Hugo Chávez para rescatar a Clara Rojas, a su hijo Emmanuel y a la congresista Consuelo González. Allí, acalorados, esperaban desde hacía días delegados de ocho Gobiernos escogidos por Chávez (entre ellos Argentina y Francia), 200 periodistas, el Comité Internacional de la Cruz Roja y el cineasta Oliver Stone, invitado por Chávez a filmar la gesta.
Dos meses antes, Uribe había suspendido la mediación del presidente venezolano en la negociación de un acuerdo con las FARC, que pretenden canjear a 45 de sus más de 600 rehenes a cambio de 500 guerrilleros presos. A juicio del Gobierno colombiano, Chávez estaba sirviendo a los intereses de la guerrilla. Pero ahora, de nuevo, Uribe se veía obligado a ceder la batuta al venezolano y a aceptar la llegada de sus helicópteros, mientras las familias de los rehenes esperaban en Caracas un reencuentro escasamente íntimo.
Pero algo falla. Los días pasan y la guerrilla no entrega a Caracas las coordenadas del lugar donde liberaría a los rehenes. El 28, el Gobierno colombiano recibe una información de sus servicios de espionaje: las FARC no tienen a Emmanuel y están intentando sacarlo de un centro de acogida. La fiscalía se lanza a investigar contrarreloj a los niños entregados al servicio social desde 2004 en el Guaviare, el departamento donde la guerrilla tiene a los secuestrados. Criban un centenar de expedientes.
Los únicos datos que se tienen de Emmanuel los había facilitado John Pinchao, un policía que había compartido cautiverio con Clara Rojas y que logró fugarse este año. El crío habría nacido en julio de 2004 en condiciones deplorables. Su brazo se había fracturado en el parto y tenía marcas de leishmaniasis. Su llanto molestaba a los guerrilleros. A los pocos meses se lo habían arrebatado a su madre, que imploraba a gritos que se lo devolvieran. Su padre, de nombre Juan David y apodado Rigo, había sido castigado por la dirigencia de la guerrilla.
La descripción de Pinchao encajaba exactamente con el pequeño Juan David. "En ese momento comuniqué a la Cruz Roja nuestras sospechas, pero decidimos no hacer nada, puesto que Chávez insiste en que la liberación de los tres rehenes es inminente", cuenta vía telefónica el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
El día 31, algunos medios publican que el Gobierno colombiano está boicoteando la operación. Uribe se enfurece y acude a Villavicencio. En el trayecto, una llamada de la fiscalía le alerta de que un hombre quiere sacar del orfanato al niño Juan David Gómez. "Eso terminó de cerrarnos el círculo", dice Juan Manuel Santos. Uribe se reúne con los delegados internacionales, encabezados por el ex presidente argentino Néstor Kirchner. Durante el encuentro, el ministro de Defensa recibe una nota. "Chávez está en televisión, anunciando que las FARC suspenden la entrega por culpa de las maniobras militares".
Es entonces cuando Uribe decide hacer pública la información. "Fue un contrapunteo mediático terrible, pero no podíamos callarnos", dice desde Bogotá Luis Carlos Restrepo, comisionado de Paz. Con los insultos de Chávez como telón de fondo, un equipo forense toma muestras genéticas a la madre y el hermano de Clara Rojas, que esperan angustiados en un hotel de Caracas. La secuencia de su ADN mitocondrial es la misma que la de Juan David.
José Crisanto es acogido en el programa de protección de testigos. En la aldea de El Retorno, a 25 kilómetros de San José del Guaviare, sus vecinos no dan crédito. "Se fue hace cuatro días, con su mujer y sus cinco hijos", explica Arcenio Argumero, presidente del concejo municipal. "La gente comenta que su hermano estaba en las FARC. Él era albañil, muy trabajador".
"Es muy posible que los altos mandos de las FARC creyeran que el niño estaba con ellos", comenta Luis Carlos Restrepo. "Crisanto lo llevó al hospital porque se le moría, pero no pensó que le retirarían la custodia. Quizás no dijo nada, por miedo. Luego intentan sacar al niño del sistema de protección social. Y sostienen la mentira hasta donde pueden. Creo que las FARC engañaron a Chávez. Él está ahora en una posición muy difícil".
Inasequible al desaliento, la guerrilla acusó ayer al Gobierno "de haber secuestrado a Emmanuel en Bogotá con el infeliz propósito de sabotear su entrega", informa Pilar Lozano.
El Gobierno colombiano se declara abierto a nuevas negociaciones, pero se muestra cauto. "No es la primera vez que las FARC prometen liberar a Clara Rojas", recuerda el ministro Santos. "En diciembre del año pasado, pidieron un corredor en el Valle del Cauca. Lo despejamos. Entraron dos delegados de Francia y Suiza para recogerla. Cuatro días después, la guerrilla dijo que era un malentendido".
El Gobierno esgrime un nutrido historial de fracasos para justificar su escepticismo. Desde hace 13 años, tres presidentes (Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe) han intentado infructuosamente llegar a un acuerdo para el intercambio de rehenes. "Cuando quieren soltar secuestrados a cambio de rescates, lo hacen sin problemas. Pero con los 45 canjeables quieren territorio".
En esa categoría de rehenes las FARC incluyen a los políticos y miembros de las fuerzas de seguridad. Para negociar su liberación, la guerrilla exige el despeje de Florida y Pradera, dos municipios de 800 kilómetros cuadrados y 110.000 habitantes. El despeje significa la salida de las instituciones del Estado, desde la policía a los jueces. Ya hay antecedentes. Andrés Pastrana les cedió a las FARC, entre 1998 y 2002, un territorio del tamaño de Suiza en el departamento del Caguán. El "laboratorio de paz" se convirtió en un infierno para sus habitantes, y la guerrilla se fortaleció. "¿En qué país un Estado de derecho puede aceptar esto?", se pregunta el comisionado Restrepo. "¿Vamos a dejar a 110.000 rehenes más en manos de las FARC? Cada secuestro es un drama, pero no podemos aceptar el chantaje".
Emmanuel fue operado del brazo, y en estos dos años se ha recuperado de sus enfermedades. Su abuela Clara y su tío Iván no pueden esperar el momento de abrazarlo y cuidarlo hasta que regrese su madre.
El gran fiasco de Emmanuel y las FARC
La guerrilla supo al menos hace un mes que el hijo de la rehén no estaba en su poder, pero mantuvo la negociación con Chávez para entregarle secuestrados
Reportaje de MAITE RICO - Madrid - El País, 06/01/2008;
"¡Hasta ahora las FARC no me han mentido!", proclamó Hugo Chávez el 31 de diciembre. La guerrilla colombiana acababa de suspender la liberación de tres rehenes que habían prometido entregarle. Entre ellos estaba la abogada Clara Rojas y su hijo de tres años, Emmanuel, fruto de la relación con uno de sus captores. Furioso, Chávez acusó a su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, de frustrar la operación. El presidente venezolano ha tenido que tragarse sus palabras: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [FARC] reconocieron ayer que el hijo de Clara se encontraba, en realidad, en un orfanato de Bogotá, tal y como había adelantado Uribe y ha confirmado después una prueba de ADN.
El fiasco de la Operación Emmanuel, organizada por Chávez para restañar su vapuleada imagen internacional, ha sido el último revés en su particular annus horribilis, jalonado con el enfrentamiento con el rey Juan Carlos y la derrota en el referéndum constitucional. En su obsesión por acorralar a Uribe, a quien llama "lacayo de Washington y peón del Imperio", Chávez ha acabado siendo víctima de las mentiras de las FARC.
Como si de una venganza involuntaria y conmovedora se tratara, un niño de tres años ha desenmascarado a una vieja guerrilla marxista que hoy, al cabo de 43 años, vive del narcotráfico y engrosa la lista de organizaciones terroristas de la UE.
La trama arranca el 16 de junio de 2005 en el hospital de San José del Guaviare, una región del sureste de Colombia surcada por ríos y selvas. Un hombre se presentó en urgencias con un bebé en brazos. En sus años de enfermera en el municipio, María había visto muchos niños "en situación precaria". Pero el cuadro que presentaba aquella criatura "de mirada triste" era crítico. Estaba desnutrido. Padecía paludismo y leishmaniasis, una peligrosa parasitosis de la selva. Tenía el brazo izquierdo inmóvil, por una fractura mal curada, y gateaba arrastrando la cadera. Lo milagroso es que aquel niño de apenas 11 meses, hubiera sobrevivido a tanto sufrimiento.
El hombre que lo llevó al hospital, José Crisanto Gómez, explicó vagamente que su sobrino Juan David había estado hasta hacía poco al cuidado de una familia indígena. Las alarmas del férreo sistema de protección infantil colombiano se activaron ante un caso tan evidente de "maltrato crónico". El Instituto de Bienestar Familiar asumió la custodia del niño, que fue enviado a Bogotá.
El pasado mes de diciembre, dos años después de aquel episodio, José Crisanto se presentó en las oficinas de Bienestar Familiar, en la capital colombiana. Estaba angustiado. Dijo que era el padre de Juan David, y que quería recuperarlo. El día 31, acabando el año, acudió al defensor de la familia de San José del Guaviare. El hombre se derrumba. "Ese niño es de las FARC. Si no lo entrego hoy, me matarán".
En ese momento, la atención mundial estaba concentrada en Villavicencio, una ciudad de 350.000 habitantes, puerta de la Amazonia colombiana. Esa era la base logística elegida por Hugo Chávez para rescatar a Clara Rojas, a su hijo Emmanuel y a la congresista Consuelo González. Allí, acalorados, esperaban desde hacía días delegados de ocho Gobiernos escogidos por Chávez (entre ellos Argentina y Francia), 200 periodistas, el Comité Internacional de la Cruz Roja y el cineasta Oliver Stone, invitado por Chávez a filmar la gesta.
Dos meses antes, Uribe había suspendido la mediación del presidente venezolano en la negociación de un acuerdo con las FARC, que pretenden canjear a 45 de sus más de 600 rehenes a cambio de 500 guerrilleros presos. A juicio del Gobierno colombiano, Chávez estaba sirviendo a los intereses de la guerrilla. Pero ahora, de nuevo, Uribe se veía obligado a ceder la batuta al venezolano y a aceptar la llegada de sus helicópteros, mientras las familias de los rehenes esperaban en Caracas un reencuentro escasamente íntimo.
Pero algo falla. Los días pasan y la guerrilla no entrega a Caracas las coordenadas del lugar donde liberaría a los rehenes. El 28, el Gobierno colombiano recibe una información de sus servicios de espionaje: las FARC no tienen a Emmanuel y están intentando sacarlo de un centro de acogida. La fiscalía se lanza a investigar contrarreloj a los niños entregados al servicio social desde 2004 en el Guaviare, el departamento donde la guerrilla tiene a los secuestrados. Criban un centenar de expedientes.
Los únicos datos que se tienen de Emmanuel los había facilitado John Pinchao, un policía que había compartido cautiverio con Clara Rojas y que logró fugarse este año. El crío habría nacido en julio de 2004 en condiciones deplorables. Su brazo se había fracturado en el parto y tenía marcas de leishmaniasis. Su llanto molestaba a los guerrilleros. A los pocos meses se lo habían arrebatado a su madre, que imploraba a gritos que se lo devolvieran. Su padre, de nombre Juan David y apodado Rigo, había sido castigado por la dirigencia de la guerrilla.
La descripción de Pinchao encajaba exactamente con el pequeño Juan David. "En ese momento comuniqué a la Cruz Roja nuestras sospechas, pero decidimos no hacer nada, puesto que Chávez insiste en que la liberación de los tres rehenes es inminente", cuenta vía telefónica el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
El día 31, algunos medios publican que el Gobierno colombiano está boicoteando la operación. Uribe se enfurece y acude a Villavicencio. En el trayecto, una llamada de la fiscalía le alerta de que un hombre quiere sacar del orfanato al niño Juan David Gómez. "Eso terminó de cerrarnos el círculo", dice Juan Manuel Santos. Uribe se reúne con los delegados internacionales, encabezados por el ex presidente argentino Néstor Kirchner. Durante el encuentro, el ministro de Defensa recibe una nota. "Chávez está en televisión, anunciando que las FARC suspenden la entrega por culpa de las maniobras militares".
Es entonces cuando Uribe decide hacer pública la información. "Fue un contrapunteo mediático terrible, pero no podíamos callarnos", dice desde Bogotá Luis Carlos Restrepo, comisionado de Paz. Con los insultos de Chávez como telón de fondo, un equipo forense toma muestras genéticas a la madre y el hermano de Clara Rojas, que esperan angustiados en un hotel de Caracas. La secuencia de su ADN mitocondrial es la misma que la de Juan David.
José Crisanto es acogido en el programa de protección de testigos. En la aldea de El Retorno, a 25 kilómetros de San José del Guaviare, sus vecinos no dan crédito. "Se fue hace cuatro días, con su mujer y sus cinco hijos", explica Arcenio Argumero, presidente del concejo municipal. "La gente comenta que su hermano estaba en las FARC. Él era albañil, muy trabajador".
"Es muy posible que los altos mandos de las FARC creyeran que el niño estaba con ellos", comenta Luis Carlos Restrepo. "Crisanto lo llevó al hospital porque se le moría, pero no pensó que le retirarían la custodia. Quizás no dijo nada, por miedo. Luego intentan sacar al niño del sistema de protección social. Y sostienen la mentira hasta donde pueden. Creo que las FARC engañaron a Chávez. Él está ahora en una posición muy difícil".
Inasequible al desaliento, la guerrilla acusó ayer al Gobierno "de haber secuestrado a Emmanuel en Bogotá con el infeliz propósito de sabotear su entrega", informa Pilar Lozano.
El Gobierno colombiano se declara abierto a nuevas negociaciones, pero se muestra cauto. "No es la primera vez que las FARC prometen liberar a Clara Rojas", recuerda el ministro Santos. "En diciembre del año pasado, pidieron un corredor en el Valle del Cauca. Lo despejamos. Entraron dos delegados de Francia y Suiza para recogerla. Cuatro días después, la guerrilla dijo que era un malentendido".
El Gobierno esgrime un nutrido historial de fracasos para justificar su escepticismo. Desde hace 13 años, tres presidentes (Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe) han intentado infructuosamente llegar a un acuerdo para el intercambio de rehenes. "Cuando quieren soltar secuestrados a cambio de rescates, lo hacen sin problemas. Pero con los 45 canjeables quieren territorio".
En esa categoría de rehenes las FARC incluyen a los políticos y miembros de las fuerzas de seguridad. Para negociar su liberación, la guerrilla exige el despeje de Florida y Pradera, dos municipios de 800 kilómetros cuadrados y 110.000 habitantes. El despeje significa la salida de las instituciones del Estado, desde la policía a los jueces. Ya hay antecedentes. Andrés Pastrana les cedió a las FARC, entre 1998 y 2002, un territorio del tamaño de Suiza en el departamento del Caguán. El "laboratorio de paz" se convirtió en un infierno para sus habitantes, y la guerrilla se fortaleció. "¿En qué país un Estado de derecho puede aceptar esto?", se pregunta el comisionado Restrepo. "¿Vamos a dejar a 110.000 rehenes más en manos de las FARC? Cada secuestro es un drama, pero no podemos aceptar el chantaje".
Emmanuel fue operado del brazo, y en estos dos años se ha recuperado de sus enfermedades. Su abuela Clara y su tío Iván no pueden esperar el momento de abrazarlo y cuidarlo hasta que regrese su madre.
Ver el reportaje del periódico El Tiempo, enero 5 de 2008; la historia de Emmanuel
EL TIEMPO reconstruye su corta vida, y revela apartes inéditos del testimonio que José Crisanto Gómez, el hombre que lo recibió, en el 2005, de manos de la guerrilla, dio a la Fiscalía.
"'Raúl Reyes' me lo confirmó verbal y físicamente, frente a mí, mirándome a los ojos".
El periodista Jorge Enrique Botero recordó así el día en que supo, por accidente, que Clara Rojas -secuestrada hace casi 6 años por las Farc- había tenido un hijo con un guerrillero y que el niño se llamaba Emmanuel.
La existencia del menor comenzó a circular en los primeros días de abril del 2006, cuando Botero promocionaba su libro 'Últimas noticias de la guerra'.
Allí narró cómo un guerrillero fue quien le habló por primera vez de Emmanuel, el primer niño en el país nacido secuestrado, cuya ubicación -realizada hace apenas 8 días, por unidades del CTI de la Fiscalía- tiene hoy literalmente contra la pared a la organización ilegal que lo proclama como hijo suyo.
Las propias Farc reconocieron el viernes, en un escueto y confuso comunicado, que el niño había sido entregado a una familia y que es el mismo que, bajo el nombre de Juan David Gómez Tapiero, está hoy en manos del ICBF.
Solo un puñado de funcionarios del más alto nivel del Gobierno conocen el paradero del niño, de 3 años y medio, que permanece custodiado por agentes en cubierta.
La primeras pruebas
Tras la versión de Botero, vinieron nuevos datos sueltos: que Emmanuel nació por cesárea en plena selva y sin las mejores condiciones médicas. Que Clara y el papá del bebé habían sido separados desde el embarazo...
Los primeros en reaccionar ante esta dramática historia fueron los familiares de la abogada secuestrada: Iván Rojas, su hermano, pidió que Botero que se retractara y congelara la venta del libro. Y Clara González de Rojas, madre de la abogada, rechazó que la versión se basara en "un rumor" sin mayores pruebas.
Pero esas pruebas empezaron a llegar un año después, el 28 de abril de 2007, con el intendente de la Policía John Frank Pinchao, quien tras fugarse de un campo de secuestrados de las Farc -en el que permaneció encadenado por 9 años- confirmó el nacimiento del bebé, al que había visto un par de veces.
Contó que a través de unos huecos en las paredes de tabla de un campamento al que fue llevado se dio cuenta del embarazo de Clara Rojas. Y agregó que el cuidado del bebé era similar al de un niño indígena y que guerrilleros y secuestrados le fabricaban la ropita.
'Gritaba que no se lo quitaran'
Pinchao también dijo que meses después del nacimiento, ocurrido en julio del 2004, se llevaron al pequeño y Clara clamaba por que se lo devolvieran: "Ella gritaba el nombre del niño y les pedía que se lo dejaran ver. La guerrilla no le ponía atención. Durante la caminata lo volvimos a ver, pero lo llevaba la guerrillera a la que llamaban 'Rosa'".
Del papá, dijo Pinchao, se comentaba que lo iban a matar. Hoy el CTI sabe que se llama Juan David, que su alias es 'Rigo' y que pertenece al frente 54 de las Farc.
Pinchao narró que "en los primeros meses un guerrillero que hacía las veces de enfermero, conocido como 'Guillermo', llevó al pequeño a su campamento y se lo mostró: era un niño blanquito que tuvo problemas al nacer". Según su relato, 'Guillermo' le puso una férula o yeso en uno de los brazos debido a una fractura que había sufrido durante el parto.
Testimonio clave
José Crisanto Gómez le aseguró al Fiscal 12 Antisecuestro que los problemas de salud del niño -afectado además por paludismo y leishmaniasis- obligaron a las Farc a entregárselo a él: "Lo llevaron a mi casa en la vereda La Paz, en el municipio de El Retorno (Guaviare) en donde mi suegro, un curandero, lo empezó a atender".
Gómez Tovar, oriundo de Ortega (Tolima), había ido a parar a La Paz para raspar coca. Sin embargo, con la entrega del bebé lo que halló fue más líos.
"No es de las Farc dejar que las guerrilleras tengan hijos, y cuando es demasiado tarde para abortar, al nacer los entregan a milicianos en las poblaciones más cercanas", dice un ex director del hospital de El Retorno.
Lo entregaron de meses
"Aquí traemos este niño para que le curen la picadura de pito y le arreglen el brazo", le dijeron a Gómez Tovar los guerrilleros.
El hombre, que se desempeña como albañil, le dijo a la Fiscalía que era visible la fractura y que tenía tres marcas por leishmaniasis, una de ellas en el pómulo derecho.
"Yo tenía cinco hijos en ese momento y vivía con mi esposa y a ella no le gustó nada (...) pero era una situación de que a mi, si me negaba, pues iba a tener problemas", dijo Gómez Tovar.
Según él, el niño tendría unos tres meses de nacido y aunque le habían dicho que regresarían al otro día con pañales y leche, "pasaron cuatro meses sin nada".
Después de ese tiempo regresaron los guerrilleros, vieron al niño y se dieron cuenta de que había mejorado un poco de salud. Dejaron un tarro de leche y pañales y se marcharon. Una de las guerrilleras que lo fue a ver dijo que era muy lindo y parecido a su padre, Juan David. Por eso fue registrado con ese nombre.
Las circunstancias en las que vivía Gómez Tovar no eran las mejores. "La situación económica del raspachín en El Retorno era muy crítica, incluso varias personas le colaborábamos con mercados para que subsistiera", aseguró a EL TIEMPO Jairo Martínez Bonilla, ex candidato a la Alcaldía de ese municipio.
Escape a El Retorno
Gómez Tovar se fue a ese municipio del Guaviare luego de que los guerrilleros le negaron el permiso para salir de La Paz.
"Según me contó -relata un amigo de José Crisanto- , él hizo la solicitud para salir porque uno de sus siete hijos tenía paludismo y el niño que le habían entregado también estaba muy enfermo".
Aunque al principio los dos infantes fueron atendidos mediante infusiones y emplastos elaborados con hojas de árboles, la salud de ambos menores empeoró.
"La desesperación que le producía el llanto de los niños hizo que, sin la autorización del grupo guerrillero, Gómez Tovar emprendiera con su familia el viaje hacia el casco urbano de El Retorno, sabiendo de antemano que no podía regresar", explica un funcionario de la Alcaldía de ese municipio.
"Contra viento y marea y contra la voluntad de ella (la esposa), alisté por ahí unos chiritos y cogimos una canoa y echamos todos los niños y me traje al niño que le decían 'pegui'. Al niño que me habían dado le decíamos 'pegui' por un personaje de la televisión", narra Gómez Tovar.
Después de un viaje de dos días y de pasar por un retén de la guerrilla, llegaron cerca a El Retorno.
José Crisanto se hospedó en una residencia, pero las malas condiciones que presentaban, especialmente el más pequeño de los niños, hicieron que una vecina denunciara el hecho ante la oficina municipal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
"No tenían ropa, estaban muy pálidos y no paraban de llorar", dice una señora que afirma haber visto a la familia recién llegada.
Tras su arribo al pueblo, el campesino apenas tuvo cuatro días en su poder a Emmanuel, pues luego de su ingreso al hospital local fue remitido a San José del Guaviare, el 15 de junio del 2005. Allí, un juez de familia se lo quitó.
Gómez Tovar contó que estando en el hospital de San José del Guaviare, un hombre que se identificó como integrante del séptimo frente de las Farc lo amenazó y le dijo que se hiciera pasar como familiar para sacar al bebé del centro médico.
Entonces fue cuando dijo ser el tío abuelo del niño, a quien llamó Juan David Gómez Tapiero.
También afirmó que su madre era Martha Gómez Tapiero, de 22 años, y que ella había desaparecido ocho meses atrás. En su declaración, Gómez Tovar aceptó que había inventado el nombre de la supuesta mamá basándose en el de una sobrina.
Fue este el momento cuando las Farc perdieron el rastro de Emmanuel.
Cuatro meses después volvieron a llamar a Gómez Tovar para preguntar por Emmanuel y él les mintió diciendo que lo tenía una hermana en Bogotá, "que se le estaba haciendo todo el tratamiento que, incluso, yo la llamaba a ella cada quince días (...) pero nunca me dijeron 'usted necesita plata' (...) jamás, ellos desentendidos", narró.
Hace tres meses el comandante 'Jerónimo' le dijo que necesitaba hablar con él sobre el niño y amenazó a toda su familia si no le daba razón del bebé.
A mediados de diciembre pasado, las amenazas fueron más directas, ordenándole que devolviera al niño y le dieron un ultimátum hasta el 30 de diciembre para devolverlo.
En medio de su desesperación, Gómez Tovar fue a la Fiscalía y no lo escucharon, según narra, "porque ya no había atención". Y en la Sijín le indicaron que ellos no recibían denuncias.
Su salida fue llamar a un amigo que lo contactó con el Defensor del Pueblo de San José del Guaviare y el Personero de El Retorno, quienes ayudaron para que las autoridades le brindaran seguridad.
Luego se dio su traslado y el de su familia a Bogotá.
'En la noche llama a su mamá'
En una rueda de prensa del 31 de diciembre pasado, el presidente Álvaro Uribe y el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, contaron lo que sucedió mientras el niño estuvo al cuidado de las autoridades.
Juan David, como era conocido en ese momento, salió del hospital el 27 de enero del 2005. Al siguiente día ingresó al Bienestar Familiar teniendo en cuenta el reporte que había realizado la trabajadora social del Hospital Regional de San José del Guaviare.
"De acuerdo con el diagnóstico de maltrato, negligencia y abandono del menor de edad. Lo mantienen encerrado, solo y no le daban de comer ni de beber", reportó entonces la funcionaria.
Los médicos agregaron a ese concepto que Emmanuel presentaba desnutrición, paludismo, enfermedad diarreica aguda, leishmaniasis, fractura de húmero y abandono.
El 26 de julio del 2005 se emitió la resolución para decretar la situación de peligro del menor y al otro día se aprobó su traslado a Bogotá, a un hogar sustituto del Bienestar Familiar.
El 31 de octubre de ese año le practicaron una cirugía en el Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt para corregirle la fractura en el húmero izquierdo.
Y bajo el cuidado de una madre sustituta se han tenido en cuenta los comportamientos del menor: "El niño es de buen apetito, tolera adecuadamente todos los alimentos, acostumbra a bañarlo una vez al día, disfruta el contacto con el agua, durante la noche suele despertarse, llamar a la mamá y volver a dormirse".
A pesar de que el niño se encuentra alerta, que pronuncia algunas palabras como 'mamá' y sílabas sueltas, que se muestra activo y con actitud de exploración del medio que le rodea, presenta retardo en su desarrollo psicomotor.
En la actualidad, "el niño se encuentra en buen estado de salud, con un desarrollo psicosocial adecuado para su edad, con valoraciones médica y nutricionales conforme a su proceso de desarrollo".
La rueda de prensa de Uribe, Restrepo y la plana mayor de las Fuerzas Militares, en el último día del 2007, marcó el final de tres días en los que la Cruz Roja y delegados internacionales, liderados por Hugo Chávez, esperaron en Colombia, sin éxito, las coordenadas de las Farc para rescatar a los tres rehenes.
Ahora, con la confirmación de que el ADN del niño es compatible con el de la familia Rojas y el comunicado de las Farc aceptando que sí es Emmanuel -quien hoy domingo tiene tres años, cinco meses y 17 días-, lo que resta es que el bebé esté con sus familiares, lo cual podría suceder en las próximas dos semanas.
Investigación de filigrana
El 28 de diciembre el CTI recibió la grabación de una llamada hecha al Gaula, en la que un hombre advertía que un niño de San José del Guaviare iba a ser sacado ilegalmente del ICBF en Bogotá. Juan David fue ubicado y vino una segunda llamada que lo relacionó con el caso de Emmanuel: que no iba a ser entregado porque estaba en manos del ICBF. El fiscal Mario Iguarán, y la jefe del CTI, Marilú Méndez, tomaron el caso y le avisaron al presidente Uribe. Allí se inició una rigurosa indagación judicial.
15 días para ser un Rojas
En dos semanas Clara de Rojas, abuela del pequeño Emmanuel, podría tener las custodia temporal del niño y así poner fin a la larga espera por conocer a su nieto.
Elvira Forero, directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) , afirmó que el procedimiento para que Emmanuel se quede con los Rojas es "sencillo y se adelantará desde la próxima semana" con la familia verdadera del menor. "Vamos a sentarnos a trabajar con doña Clara para empezar con el proceso de desarrollo sicosocial", señala.
La funcionaria agregó que Emmanuel es un niño "feliz, dulce y amoroso" y que debido a su temprana edad aún no tiene conciencia de lo que le ha sucedido. El sitio donde se encuentra el menor no fue revelado y su imagen y características físicas serán conocidas por el país previa autorización de la familia Rojas.
Para la expedición del registro civil es necesario interponer una acción ante un juez de menores. En poco tiempo, Emmanuel adoptaría el apellido Rojas.
Con reportería de Jhon Alfonso Moreno C., enviado especial a El Retorno (Guaviare
"'Raúl Reyes' me lo confirmó verbal y físicamente, frente a mí, mirándome a los ojos".
El periodista Jorge Enrique Botero recordó así el día en que supo, por accidente, que Clara Rojas -secuestrada hace casi 6 años por las Farc- había tenido un hijo con un guerrillero y que el niño se llamaba Emmanuel.
La existencia del menor comenzó a circular en los primeros días de abril del 2006, cuando Botero promocionaba su libro 'Últimas noticias de la guerra'.
Allí narró cómo un guerrillero fue quien le habló por primera vez de Emmanuel, el primer niño en el país nacido secuestrado, cuya ubicación -realizada hace apenas 8 días, por unidades del CTI de la Fiscalía- tiene hoy literalmente contra la pared a la organización ilegal que lo proclama como hijo suyo.
Las propias Farc reconocieron el viernes, en un escueto y confuso comunicado, que el niño había sido entregado a una familia y que es el mismo que, bajo el nombre de Juan David Gómez Tapiero, está hoy en manos del ICBF.
Solo un puñado de funcionarios del más alto nivel del Gobierno conocen el paradero del niño, de 3 años y medio, que permanece custodiado por agentes en cubierta.
La primeras pruebas
Tras la versión de Botero, vinieron nuevos datos sueltos: que Emmanuel nació por cesárea en plena selva y sin las mejores condiciones médicas. Que Clara y el papá del bebé habían sido separados desde el embarazo...
Los primeros en reaccionar ante esta dramática historia fueron los familiares de la abogada secuestrada: Iván Rojas, su hermano, pidió que Botero que se retractara y congelara la venta del libro. Y Clara González de Rojas, madre de la abogada, rechazó que la versión se basara en "un rumor" sin mayores pruebas.
Pero esas pruebas empezaron a llegar un año después, el 28 de abril de 2007, con el intendente de la Policía John Frank Pinchao, quien tras fugarse de un campo de secuestrados de las Farc -en el que permaneció encadenado por 9 años- confirmó el nacimiento del bebé, al que había visto un par de veces.
Contó que a través de unos huecos en las paredes de tabla de un campamento al que fue llevado se dio cuenta del embarazo de Clara Rojas. Y agregó que el cuidado del bebé era similar al de un niño indígena y que guerrilleros y secuestrados le fabricaban la ropita.
'Gritaba que no se lo quitaran'
Pinchao también dijo que meses después del nacimiento, ocurrido en julio del 2004, se llevaron al pequeño y Clara clamaba por que se lo devolvieran: "Ella gritaba el nombre del niño y les pedía que se lo dejaran ver. La guerrilla no le ponía atención. Durante la caminata lo volvimos a ver, pero lo llevaba la guerrillera a la que llamaban 'Rosa'".
Del papá, dijo Pinchao, se comentaba que lo iban a matar. Hoy el CTI sabe que se llama Juan David, que su alias es 'Rigo' y que pertenece al frente 54 de las Farc.
Pinchao narró que "en los primeros meses un guerrillero que hacía las veces de enfermero, conocido como 'Guillermo', llevó al pequeño a su campamento y se lo mostró: era un niño blanquito que tuvo problemas al nacer". Según su relato, 'Guillermo' le puso una férula o yeso en uno de los brazos debido a una fractura que había sufrido durante el parto.
Testimonio clave
José Crisanto Gómez le aseguró al Fiscal 12 Antisecuestro que los problemas de salud del niño -afectado además por paludismo y leishmaniasis- obligaron a las Farc a entregárselo a él: "Lo llevaron a mi casa en la vereda La Paz, en el municipio de El Retorno (Guaviare) en donde mi suegro, un curandero, lo empezó a atender".
Gómez Tovar, oriundo de Ortega (Tolima), había ido a parar a La Paz para raspar coca. Sin embargo, con la entrega del bebé lo que halló fue más líos.
"No es de las Farc dejar que las guerrilleras tengan hijos, y cuando es demasiado tarde para abortar, al nacer los entregan a milicianos en las poblaciones más cercanas", dice un ex director del hospital de El Retorno.
Lo entregaron de meses
"Aquí traemos este niño para que le curen la picadura de pito y le arreglen el brazo", le dijeron a Gómez Tovar los guerrilleros.
El hombre, que se desempeña como albañil, le dijo a la Fiscalía que era visible la fractura y que tenía tres marcas por leishmaniasis, una de ellas en el pómulo derecho.
"Yo tenía cinco hijos en ese momento y vivía con mi esposa y a ella no le gustó nada (...) pero era una situación de que a mi, si me negaba, pues iba a tener problemas", dijo Gómez Tovar.
Según él, el niño tendría unos tres meses de nacido y aunque le habían dicho que regresarían al otro día con pañales y leche, "pasaron cuatro meses sin nada".
Después de ese tiempo regresaron los guerrilleros, vieron al niño y se dieron cuenta de que había mejorado un poco de salud. Dejaron un tarro de leche y pañales y se marcharon. Una de las guerrilleras que lo fue a ver dijo que era muy lindo y parecido a su padre, Juan David. Por eso fue registrado con ese nombre.
Las circunstancias en las que vivía Gómez Tovar no eran las mejores. "La situación económica del raspachín en El Retorno era muy crítica, incluso varias personas le colaborábamos con mercados para que subsistiera", aseguró a EL TIEMPO Jairo Martínez Bonilla, ex candidato a la Alcaldía de ese municipio.
Escape a El Retorno
Gómez Tovar se fue a ese municipio del Guaviare luego de que los guerrilleros le negaron el permiso para salir de La Paz.
"Según me contó -relata un amigo de José Crisanto- , él hizo la solicitud para salir porque uno de sus siete hijos tenía paludismo y el niño que le habían entregado también estaba muy enfermo".
Aunque al principio los dos infantes fueron atendidos mediante infusiones y emplastos elaborados con hojas de árboles, la salud de ambos menores empeoró.
"La desesperación que le producía el llanto de los niños hizo que, sin la autorización del grupo guerrillero, Gómez Tovar emprendiera con su familia el viaje hacia el casco urbano de El Retorno, sabiendo de antemano que no podía regresar", explica un funcionario de la Alcaldía de ese municipio.
"Contra viento y marea y contra la voluntad de ella (la esposa), alisté por ahí unos chiritos y cogimos una canoa y echamos todos los niños y me traje al niño que le decían 'pegui'. Al niño que me habían dado le decíamos 'pegui' por un personaje de la televisión", narra Gómez Tovar.
Después de un viaje de dos días y de pasar por un retén de la guerrilla, llegaron cerca a El Retorno.
José Crisanto se hospedó en una residencia, pero las malas condiciones que presentaban, especialmente el más pequeño de los niños, hicieron que una vecina denunciara el hecho ante la oficina municipal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
"No tenían ropa, estaban muy pálidos y no paraban de llorar", dice una señora que afirma haber visto a la familia recién llegada.
Tras su arribo al pueblo, el campesino apenas tuvo cuatro días en su poder a Emmanuel, pues luego de su ingreso al hospital local fue remitido a San José del Guaviare, el 15 de junio del 2005. Allí, un juez de familia se lo quitó.
Gómez Tovar contó que estando en el hospital de San José del Guaviare, un hombre que se identificó como integrante del séptimo frente de las Farc lo amenazó y le dijo que se hiciera pasar como familiar para sacar al bebé del centro médico.
Entonces fue cuando dijo ser el tío abuelo del niño, a quien llamó Juan David Gómez Tapiero.
También afirmó que su madre era Martha Gómez Tapiero, de 22 años, y que ella había desaparecido ocho meses atrás. En su declaración, Gómez Tovar aceptó que había inventado el nombre de la supuesta mamá basándose en el de una sobrina.
Fue este el momento cuando las Farc perdieron el rastro de Emmanuel.
Cuatro meses después volvieron a llamar a Gómez Tovar para preguntar por Emmanuel y él les mintió diciendo que lo tenía una hermana en Bogotá, "que se le estaba haciendo todo el tratamiento que, incluso, yo la llamaba a ella cada quince días (...) pero nunca me dijeron 'usted necesita plata' (...) jamás, ellos desentendidos", narró.
Hace tres meses el comandante 'Jerónimo' le dijo que necesitaba hablar con él sobre el niño y amenazó a toda su familia si no le daba razón del bebé.
A mediados de diciembre pasado, las amenazas fueron más directas, ordenándole que devolviera al niño y le dieron un ultimátum hasta el 30 de diciembre para devolverlo.
En medio de su desesperación, Gómez Tovar fue a la Fiscalía y no lo escucharon, según narra, "porque ya no había atención". Y en la Sijín le indicaron que ellos no recibían denuncias.
Su salida fue llamar a un amigo que lo contactó con el Defensor del Pueblo de San José del Guaviare y el Personero de El Retorno, quienes ayudaron para que las autoridades le brindaran seguridad.
Luego se dio su traslado y el de su familia a Bogotá.
'En la noche llama a su mamá'
En una rueda de prensa del 31 de diciembre pasado, el presidente Álvaro Uribe y el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, contaron lo que sucedió mientras el niño estuvo al cuidado de las autoridades.
Juan David, como era conocido en ese momento, salió del hospital el 27 de enero del 2005. Al siguiente día ingresó al Bienestar Familiar teniendo en cuenta el reporte que había realizado la trabajadora social del Hospital Regional de San José del Guaviare.
"De acuerdo con el diagnóstico de maltrato, negligencia y abandono del menor de edad. Lo mantienen encerrado, solo y no le daban de comer ni de beber", reportó entonces la funcionaria.
Los médicos agregaron a ese concepto que Emmanuel presentaba desnutrición, paludismo, enfermedad diarreica aguda, leishmaniasis, fractura de húmero y abandono.
El 26 de julio del 2005 se emitió la resolución para decretar la situación de peligro del menor y al otro día se aprobó su traslado a Bogotá, a un hogar sustituto del Bienestar Familiar.
El 31 de octubre de ese año le practicaron una cirugía en el Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt para corregirle la fractura en el húmero izquierdo.
Y bajo el cuidado de una madre sustituta se han tenido en cuenta los comportamientos del menor: "El niño es de buen apetito, tolera adecuadamente todos los alimentos, acostumbra a bañarlo una vez al día, disfruta el contacto con el agua, durante la noche suele despertarse, llamar a la mamá y volver a dormirse".
A pesar de que el niño se encuentra alerta, que pronuncia algunas palabras como 'mamá' y sílabas sueltas, que se muestra activo y con actitud de exploración del medio que le rodea, presenta retardo en su desarrollo psicomotor.
En la actualidad, "el niño se encuentra en buen estado de salud, con un desarrollo psicosocial adecuado para su edad, con valoraciones médica y nutricionales conforme a su proceso de desarrollo".
La rueda de prensa de Uribe, Restrepo y la plana mayor de las Fuerzas Militares, en el último día del 2007, marcó el final de tres días en los que la Cruz Roja y delegados internacionales, liderados por Hugo Chávez, esperaron en Colombia, sin éxito, las coordenadas de las Farc para rescatar a los tres rehenes.
Ahora, con la confirmación de que el ADN del niño es compatible con el de la familia Rojas y el comunicado de las Farc aceptando que sí es Emmanuel -quien hoy domingo tiene tres años, cinco meses y 17 días-, lo que resta es que el bebé esté con sus familiares, lo cual podría suceder en las próximas dos semanas.
Investigación de filigrana
El 28 de diciembre el CTI recibió la grabación de una llamada hecha al Gaula, en la que un hombre advertía que un niño de San José del Guaviare iba a ser sacado ilegalmente del ICBF en Bogotá. Juan David fue ubicado y vino una segunda llamada que lo relacionó con el caso de Emmanuel: que no iba a ser entregado porque estaba en manos del ICBF. El fiscal Mario Iguarán, y la jefe del CTI, Marilú Méndez, tomaron el caso y le avisaron al presidente Uribe. Allí se inició una rigurosa indagación judicial.
15 días para ser un Rojas
En dos semanas Clara de Rojas, abuela del pequeño Emmanuel, podría tener las custodia temporal del niño y así poner fin a la larga espera por conocer a su nieto.
Elvira Forero, directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) , afirmó que el procedimiento para que Emmanuel se quede con los Rojas es "sencillo y se adelantará desde la próxima semana" con la familia verdadera del menor. "Vamos a sentarnos a trabajar con doña Clara para empezar con el proceso de desarrollo sicosocial", señala.
La funcionaria agregó que Emmanuel es un niño "feliz, dulce y amoroso" y que debido a su temprana edad aún no tiene conciencia de lo que le ha sucedido. El sitio donde se encuentra el menor no fue revelado y su imagen y características físicas serán conocidas por el país previa autorización de la familia Rojas.
Para la expedición del registro civil es necesario interponer una acción ante un juez de menores. En poco tiempo, Emmanuel adoptaría el apellido Rojas.
Con reportería de Jhon Alfonso Moreno C., enviado especial a El Retorno (Guaviare
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