ENTREVISTA: DESAYUNO CON... ENRIQUE KRAUZE
"En política, amor y literatura, todo tiene que picar"
JUAN CRUZ
"En política, amor y literatura, todo tiene que picar"
JUAN CRUZ
Publicado en EL Pais, (www.elpais.com), 16/10/2008;
A esta hora de la mañana, este mexicano de padres y abuelos polacos ha desayunado varias veces; así que cuando le sugerimos que coma huevos rancheros, como por las mañanas en su país, dice: "Llevo dos días sin huevos rancheros, y es como si me faltara la sal". Pero en el hotel no hay.
Y un desayuno sin huevos rancheros es difícil de llevar. Así que se conforma con los cruasansitos del hotel ("acá los hacen muy buenos"), y los mastica mientras habla de los huevos. Enrique Krauze, que es este mexicano de 61 años que está ante nosotros y que viene a Madrid para hablar hoy en la Casa de América, en el séptimo aniversario de su revista, Letras libres, considera que "todo en la vida, en la política, en el amor y en la literatura, tiene que picar algo".
Así que sin chile ("¡todo debería tener chile!") no concibe casi nada. Ni las revistas. La suya (que lleva 10 años de vida en México y siete en España) "tiene mucho chile dentro, y es un chile contra el fanatismo". El primer número de la versión española de Letras libres "ya era contra cualquier clase de fanatismos, y sobre todo contra los fanatismos de la identidad".
La revista nació de una experiencia. A los 28 años, él dejó la litografía de su padre; ingeniero ya, e historiador, se fue a trabajar con Octavio Paz a Vuelta; él hacía las cuentas y Paz ponía las ideas, hasta que ambos confluyeron en las ideas, pero Krauze siguió llevando también las cuentas. Fue una empresa exitosa, que duró mientras duró el poeta, más de doscientos números después de la fundación de la mítica revista. Después de la muerte de Paz, Krauze inició Letras libres. Decía Borges que una revista es algo que hace un grupo de amigos que ama apasionadamente algo; si no, explicaba el poeta argentino, "es una antología".
Así que la revista nació con chile dentro. "En Letras libres amamos apasionadamente las dos palabras que componen el título, y lo expresamos con exigencia literaria y crítica, en defensa de la libertad, el más antiguo de los valores frente a los ismos".
El primer número español fue titulado así, Los fanatismos de la identidad, y esta tarde Krauze va a subirse a la tribuna de la Casa de América para hablar de una de las variantes de ese fanatismo, el caso venezolano. "Llevo tiempo trabajando en la figura de Hugo Chávez, y de eso voy a hablar, de ese tipo de mesianismo que tan perjudicial puede ser para América Latina".
Y lo pone en contraste con alguien que para él tiene lo que llamaríamos "chile positivo", Lula da Silva; "cualquier reconocimiento que se le otorgue es poco". "Ha creado una vía democrática, de preocupación social, y ha demostrado, como dijo su antecesor José Sarney, que sabe el valor de lo concreto. Chávez no sabe el valor del 10%; los mesías no regatean, de modo que no saben cómo conducir sus países".
Ése es su asunto de esta tarde. Pero su asunto de siempre, el que cruza la conversación mientras va cayendo el cruasán sin chile, es el placer de vivir. Y comer. Krauze tiene el retrogusto de una fabada que tomó anoche, "ah, con un ribera fantástico, el Alión". Por eso vale la pena venir cada año "a este país que adoro" y al que ha traído Letras libres. Ah, no había chile, pero nos inundamos de café; él lo tomó cafeinado, "por divertirlo un poco".
Hotel Wellington. Madrid
- Diez cafés: 48,60.
- Vichy catalán: 4,35.
- Agua Bezoya: 4,35.
- Minibollería: 4,21.
Total con IVA: 65,82 euros.
Y un desayuno sin huevos rancheros es difícil de llevar. Así que se conforma con los cruasansitos del hotel ("acá los hacen muy buenos"), y los mastica mientras habla de los huevos. Enrique Krauze, que es este mexicano de 61 años que está ante nosotros y que viene a Madrid para hablar hoy en la Casa de América, en el séptimo aniversario de su revista, Letras libres, considera que "todo en la vida, en la política, en el amor y en la literatura, tiene que picar algo".
Así que sin chile ("¡todo debería tener chile!") no concibe casi nada. Ni las revistas. La suya (que lleva 10 años de vida en México y siete en España) "tiene mucho chile dentro, y es un chile contra el fanatismo". El primer número de la versión española de Letras libres "ya era contra cualquier clase de fanatismos, y sobre todo contra los fanatismos de la identidad".
La revista nació de una experiencia. A los 28 años, él dejó la litografía de su padre; ingeniero ya, e historiador, se fue a trabajar con Octavio Paz a Vuelta; él hacía las cuentas y Paz ponía las ideas, hasta que ambos confluyeron en las ideas, pero Krauze siguió llevando también las cuentas. Fue una empresa exitosa, que duró mientras duró el poeta, más de doscientos números después de la fundación de la mítica revista. Después de la muerte de Paz, Krauze inició Letras libres. Decía Borges que una revista es algo que hace un grupo de amigos que ama apasionadamente algo; si no, explicaba el poeta argentino, "es una antología".
Así que la revista nació con chile dentro. "En Letras libres amamos apasionadamente las dos palabras que componen el título, y lo expresamos con exigencia literaria y crítica, en defensa de la libertad, el más antiguo de los valores frente a los ismos".
El primer número español fue titulado así, Los fanatismos de la identidad, y esta tarde Krauze va a subirse a la tribuna de la Casa de América para hablar de una de las variantes de ese fanatismo, el caso venezolano. "Llevo tiempo trabajando en la figura de Hugo Chávez, y de eso voy a hablar, de ese tipo de mesianismo que tan perjudicial puede ser para América Latina".
Y lo pone en contraste con alguien que para él tiene lo que llamaríamos "chile positivo", Lula da Silva; "cualquier reconocimiento que se le otorgue es poco". "Ha creado una vía democrática, de preocupación social, y ha demostrado, como dijo su antecesor José Sarney, que sabe el valor de lo concreto. Chávez no sabe el valor del 10%; los mesías no regatean, de modo que no saben cómo conducir sus países".
Ése es su asunto de esta tarde. Pero su asunto de siempre, el que cruza la conversación mientras va cayendo el cruasán sin chile, es el placer de vivir. Y comer. Krauze tiene el retrogusto de una fabada que tomó anoche, "ah, con un ribera fantástico, el Alión". Por eso vale la pena venir cada año "a este país que adoro" y al que ha traído Letras libres. Ah, no había chile, pero nos inundamos de café; él lo tomó cafeinado, "por divertirlo un poco".
Hotel Wellington. Madrid
- Diez cafés: 48,60.
- Vichy catalán: 4,35.
- Agua Bezoya: 4,35.
- Minibollería: 4,21.
Total con IVA: 65,82 euros.
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