Dos columnas sobre los dizque narcoterroristas.
¡Siempre he considerado que es un buen montaje, la información es evidente.
La columna Templo Mayor de Reforma, señala:
LA TARDE del jueves 25 de septiembre, un comando de agentes federales tomó posiciones en torno a una casa en el poblado de Antúnez, en Michoacán.
UNA DENUNCIA ANÓNIMA había advertido a las autoridades que en ese lugar se encontraban los "terroristas" que lanzaron dos granadas contra la multitud que celebraba la Noche del Grito en Morelia.
EN EFECTO, en el interior se encontraban los tres sicarios presuntamente responsables del ataque: "El Tierra Caliente", "El Grande" y "El Socio", quienes se encuentran ahora bajo arraigo y son investigados por la SIEDO.
LA HISTORIA hasta ahí es más o menos conocida, lo que muy pocos saben es que, de acuerdo con versiones oficiales, cuando los agentes federales llegaron al lugar, escucharon gemidos y gritos de auxilio de los propios... ¡terroristas!
RESULTA QUE, de acuerdo con el reporte oficial, los tres temibles sujetos estaban "amarrados de sus pies, esposados de sus manos y vendados de la cara".
COMO QUIEN DICE, estaban envueltos para regalo para las autoridades federales. ¿Y de parte de quién? Según esto, de parte de sus propios compañeros de la banda de "Los Zetas".
Y SI ALGUIEN CREE que esta nueva versión es algo confusa, no se preocupen que en la SIEDO siguen sin entender qué fue lo que pasó."
UNA DENUNCIA ANÓNIMA había advertido a las autoridades que en ese lugar se encontraban los "terroristas" que lanzaron dos granadas contra la multitud que celebraba la Noche del Grito en Morelia.
EN EFECTO, en el interior se encontraban los tres sicarios presuntamente responsables del ataque: "El Tierra Caliente", "El Grande" y "El Socio", quienes se encuentran ahora bajo arraigo y son investigados por la SIEDO.
LA HISTORIA hasta ahí es más o menos conocida, lo que muy pocos saben es que, de acuerdo con versiones oficiales, cuando los agentes federales llegaron al lugar, escucharon gemidos y gritos de auxilio de los propios... ¡terroristas!
RESULTA QUE, de acuerdo con el reporte oficial, los tres temibles sujetos estaban "amarrados de sus pies, esposados de sus manos y vendados de la cara".
COMO QUIEN DICE, estaban envueltos para regalo para las autoridades federales. ¿Y de parte de quién? Según esto, de parte de sus propios compañeros de la banda de "Los Zetas".
Y SI ALGUIEN CREE que esta nueva versión es algo confusa, no se preocupen que en la SIEDO siguen sin entender qué fue lo que pasó."
¡Caray!
En la misma línea el comentario de Enrique Aranda en su columna "De naturaleza política, en Excelsior, 22 de octubre de 2008;
Morelia, la otra versión…
Con las primeras luces del 25 de septiembre pasado, elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI), que horas antes habían recibido la instrucción de dar seguimiento a una “denuncia anónima” —recogida en la averiguación previa número AP/PGR/SIEDO/UEITA/110/2008— sobre los presuntos responsables del atentado con granadas ocurrido la noche del Grito en Morelia, dejaron la ciudad para adentrarse en la sierra michoacana.
Algunas horas después, ya en el poblado de Antúnez, cerca de Apatzingán, y tras realizar diversos recorridos, ubicaron, al filo de las 16 horas, una casa que —de acuerdo con su decir— “coincidía con la señalada en la denuncia anónima… una casa que está protegida por un zaguán color blanco, de herrería, que está en construcción, ubicada junto al campo de futbol rápido y enfrente de la casa se encuentra una antena de acero de aproximadamente 20 metros de alto…”, por lo que procedieron a acercarse con la intención de intentar su reconocimiento o eventual cateo.
Éste, sin embargo, no fue necesario en virtud de que “junto al zaguán escuchamos —dicen los agentes— gemidos… (que luego fueron) varias voces que decían que no podían (salir con las manos en alto, como se les exigió) porque estaban amarrados y esposados, solicitaban auxilio y que entráramos por ellos…”
Ya en el interior, los de la AFI refieren cómo encontraron a tres individuos, “sentados en el piso… amarrados de sus pies, esposados de sus manos y vendados de sus caras… (que) dijeron llamarse Julio César Mondragón (a) César o Tierra Caliente… Juan Carlos Galeana (a) El Grande… y Alfredo Rosas Elicea (a) El Socio…”, y quienes manifestaron —así nomás porque sí— “pertenecer al grupo de Los Zetas y que sus compañeros los tienen aquí desde el 16 de septiembre ya que… nosotros fuimos los que lanzamos las granadas (la noche del 15)… fueron Los Zetas quienes nos tienen aquí, porque cuando nos dimos cuenta del daño que habíamos causado y de la magnitud de las muertes, le reclamamos al sujeto que le dicen La Bola… por lo que pensaron que nosotros desertaríamos…”
Los agentes, obvio, los detuvieron y llevaron ante sus jefes para cerrar así esta “exitosísima pesquisa” ante la cual, sin embargo, habría que preguntar: ¿quién “puso” a estos supuestos responsables del ataque con granadas? ¿De verdad fueron Los Zetas, sus cómplices? ¿Son éstos y no otros los culpables del demencial ataque..?
Y esto porque, cuando una lee esta historia, se antoja pensar que sólo faltó un comité de recepción, el mariachi y una copa de tequila para que la acción de los agentes —la detención de los malos— se convirtiera en una fiesta ‘familiar’… ¿O no?
Con las primeras luces del 25 de septiembre pasado, elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI), que horas antes habían recibido la instrucción de dar seguimiento a una “denuncia anónima” —recogida en la averiguación previa número AP/PGR/SIEDO/UEITA/110/2008— sobre los presuntos responsables del atentado con granadas ocurrido la noche del Grito en Morelia, dejaron la ciudad para adentrarse en la sierra michoacana.
Algunas horas después, ya en el poblado de Antúnez, cerca de Apatzingán, y tras realizar diversos recorridos, ubicaron, al filo de las 16 horas, una casa que —de acuerdo con su decir— “coincidía con la señalada en la denuncia anónima… una casa que está protegida por un zaguán color blanco, de herrería, que está en construcción, ubicada junto al campo de futbol rápido y enfrente de la casa se encuentra una antena de acero de aproximadamente 20 metros de alto…”, por lo que procedieron a acercarse con la intención de intentar su reconocimiento o eventual cateo.
Éste, sin embargo, no fue necesario en virtud de que “junto al zaguán escuchamos —dicen los agentes— gemidos… (que luego fueron) varias voces que decían que no podían (salir con las manos en alto, como se les exigió) porque estaban amarrados y esposados, solicitaban auxilio y que entráramos por ellos…”
Ya en el interior, los de la AFI refieren cómo encontraron a tres individuos, “sentados en el piso… amarrados de sus pies, esposados de sus manos y vendados de sus caras… (que) dijeron llamarse Julio César Mondragón (a) César o Tierra Caliente… Juan Carlos Galeana (a) El Grande… y Alfredo Rosas Elicea (a) El Socio…”, y quienes manifestaron —así nomás porque sí— “pertenecer al grupo de Los Zetas y que sus compañeros los tienen aquí desde el 16 de septiembre ya que… nosotros fuimos los que lanzamos las granadas (la noche del 15)… fueron Los Zetas quienes nos tienen aquí, porque cuando nos dimos cuenta del daño que habíamos causado y de la magnitud de las muertes, le reclamamos al sujeto que le dicen La Bola… por lo que pensaron que nosotros desertaríamos…”
Los agentes, obvio, los detuvieron y llevaron ante sus jefes para cerrar así esta “exitosísima pesquisa” ante la cual, sin embargo, habría que preguntar: ¿quién “puso” a estos supuestos responsables del ataque con granadas? ¿De verdad fueron Los Zetas, sus cómplices? ¿Son éstos y no otros los culpables del demencial ataque..?
Y esto porque, cuando una lee esta historia, se antoja pensar que sólo faltó un comité de recepción, el mariachi y una copa de tequila para que la acción de los agentes —la detención de los malos— se convirtiera en una fiesta ‘familiar’… ¿O no?
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