14 abr 2009

Conferencia de Seguridad Pública Municipal

El secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, advirtió que en el combate al narcotráfico y el crimen organizado la intervención de las Fuerzas Armadas no se llevará a cabo de manera permanente, porque tiene un calendario que debe ser acortado por las autoridades responsables en materia de seguridad.
Durante la instalación de los trabajos de la Conferencia de Seguridad Pública Municipal, el secretario enfatizó que las Fuerzas Armadas no atenderán de manera infinita "deberes que no le son naturales".
Al inaugurar la Conferencia Nacional de Seguridad Pública Municipal, advirtió a los 64 alcaldes presentes se que la conforman a encontrar las herramientas y recursos morales y materiales para cumplir con el deber de garantizar la seguridad a la ciudadanía.
El secretario Gómez Mont Urueta estuvo acompañado del titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, y del secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Jorge Tello Peón. (quien dio la parte introductoria).
Disurso completo de Gomez Mont
Señores compañeros integrantes del Gabinete de Seguridad Nacional que nos acompañan, don Genaro, Alejandro, Jorge; señoras y señores presidentes municipales aquí presentes:
Ante la lúcida intervención o introducción que hace don Jorge Tello, renuncio a leer un discurso escrito, ya que él pone pie a la necesidad de hacer una serie de reflexiones importantes que nos tienen que llevar a analizar para qué estamos instalando esta Conferencia y cuál es su sentido en todo el contexto del esfuerzo nacional que se está haciendo para recuperar la potencia del Estado mexicano en sus distintos niveles de Gobierno, para darle la seguridad a los mexicanos y a las mexicanas, a sus familias, a los niños, a los ancianos, sobre todo a los más vulnerables.
Vivimos un momento en nuestro desarrollo como sistema político, un momento de especial dificultad, pero también de especial madurez.
En los últimos años, a partir de procedimientos democráticos, la representación política de la ciudadanía mexicana ha discutido cuál es el papel del Estado en los términos de la seguridad, cuáles son las facultades y atribuciones que necesita el Estado para hacer eficaz la seguridad.
Si en un principio, la transición de un sistema autoritario a un sistema democrático pasó por sospechar de todos los mecanismos de autoridad existentes; el desarrollo político de México pasa por revisar esas cautelas y asumir nuevas convicciones.
La democracia sin seguridad puede llevar a la ingobernabilidad, la seguridad sin democracia al autoritarismo.
En este momento del desarrollo del sistema político nos planteamos la gobernabilidad democrática sobre dos premisas fundamentales del Estado: Su capacidad de poner un orden sustancial que permita el ejercicio de las libertades y los derechos, el cumplimiento de los deberes y la necesidad de hacerlo, desde la participación ciudadana, crítica, constante y constructiva.
Es en este momento del sistema político mexicano, donde revisamos las herramientas, instrumentos y procedimientos que se había venido dando al Estado desde las últimas décadas. Y donde se revisan muchos de los esquemas fundamentales, en términos de garantías individuales, derechos fundamentales, autorizaciones y procedimientos para que la autoridad pueda ser mucho más eficiente para combatir la violencia, producto de la criminalidad.
Se asume en el diagnóstico, y con razón, que esta violencia es una amenaza indubitable, insoslayable al régimen de libertades y derechos que los mexicanos reclaman y exigen. Y que sólo le toca al Estado, en términos democráticos, presentar la fuerza necesaria para someter esa violencia, para recuperar la tranquilidad de las calles, para recuperar la civilidad, para recuperar los fundamentos de la vida comunitaria.
Es en este momento de la historia que nos congregamos. Ya lo ha dicho don Jorge Tello: Se han venido dibujando y estableciendo distintas herramientas para darle más potencia a la autoridad en esta lucha.
Se generan estos foros para que se compartan experiencias. Aquí hay historias de éxito, de valor y de coraje de la lucha contra la delincuencia, y otras no tanto.
Aquí tenemos que encontrar en la experiencia compartida valor, solidaridad, experiencias, porque de estos mecanismos todos los niveles de gobierno tienen que salir más fortalecidos para cumplir su deber primordial.
Porque si no somos capaces de generar los instrumentos para defender al más débil frente al violento, la justificación del Estado entra en un riesgo irreversible, porque aquellos que decimos sostener una vocación política y de servicio público nos desdibujamos y no tenemos el valor fundamental de enfrentar a los enemigos primarios de la vida en sociedad. Y estos son aquellos que recurren a la violencia para someter a los otros.
Repito, en los últimos años este énfasis se ha vuelto un énfasis nacional. El nivel de esfuerzos ha sido diferenciado. No es ocasión esta de estigmatizar al que no ha sido el más eficiente, ni de vanagloriar al que ha sido más eficiente.
Es tiempo de entre todos compartir las fortalezas necesarias, porque todos tenemos que ser potentes en esta lucha, porque la impotencia es traición y deber incumplido y porque todos podemos hacernos a todos más fuertes.
Es en este ánimo que los convoco a la sinceridad, a la franqueza, al diálogo en corto.
La Federación tiene una competencia clara tratándose de la delincuencia organizada, pero la inseguridad se nutre de muchas fuentes.
La Federación tiene una responsabilidad subsidiaria frente a estados y municipios, fundamentalmente por su capacidad de recaudar la mayoría de los recursos fiscales y como ente redistribuidor en función de las necesidades, pero porque también bajo el sistema democrático se establece que las mayores potencias armadas en el país queden subordinadas a la Presidencia de la República que las ha puesto al servicio de las comunidades que lo han necesitado. Pero no bajo un efecto permanente.
Las Fuerzas Armadas han sido llamadas a cumplir un deber que no les es natural, que les es extraordinario para darle tiempo al sistema a reconstruirse y a recuperar las potencias necesarias para ser funcionales.
La intervención de las Fuerzas Armadas tiene calendario y ese es un calendario que debemos de apurar entre todos, sobre todo los responsables de los órganos en materia de seguridad pública.
Es en este diálogo fraternal, sincero, honrado al que estamos convocados en donde hemos de encontrar las herramientas y los recursos morales y materiales necesarios para cumplir con los deberes primarios que nos justifican como autoridad.
Bienvenidos a este ejercicio republicano, la Federación se compromete a hacer lo que le toca y espera con candor que ustedes hagan lo propio.
Muchas gracias.

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