Vivir antes de morir
Antes de morirme. Jenny Downham. Traducción de Gema Moral Bartolomé. Salamandra. Barcelona, 2009. 320 páginas
El pato y la muerte. Wolf Erlbruch. Traducción de Moka Seco Reeg. Barbara Fiore Editora. Arcos de la Frontera, 2007. 32 páginas.
¿Cómo es posible? La historia de Elvis. Peter Schössow. Traducción de Eduardo Martínez. Loguez. Santa Marta de Tormes, 2006. 48 páginas.
NURIA BARRIOS
Babelia El País, 11/04/2009;
Las preguntas que plantean los niños sobre la vida y la muerte parecen, a menudo, flecos filosófico, con un suave humor y hermosas ilustraciones, ganó el Premio Hans Christian Andersen.
Y tras la muerte, viene la despedida. ¿Cómo es posible? (La historia de Elvis), del alemán Peter Schössow, cuenta cómo es posible convertir la tristeza del adiós en una ceremonia emocionante y alegre. El libro, ilustrado al igual que el anterior, comienza con el estupor indignado de una niña a quien se le ha muerto su canario, Elvis. Sus amigos y ella celebran en el parque un entierro, según la vieja e inteligente usanza que convierte ese acto en un momento único para recordar al muerto, contando anécdotas y riendo, a pesar de la tristeza. ¿Cómo es posible?, cálido e ingenioso, ganó el Premio Alemán al Libro Infantil.
La literatura infantil y juvenil ofrece tesoros asombrosos para todos aquellos que anhelan buenas historias, sea cual sea su edad. Basta con acudir a buscarlos. No hay excusas ni feroces dragones que guarden la cueva.
de una sabiduría prenatal. De hecho, la existencia de esa sabiduría y su olvido forman parte de varias tradiciones literarias. Al igual que el aire que entra por primera vez en los pulmones sale expulsado en forma de grito, así es eliminado el conocimiento que posee la nueva criatura en su salida al mundo. Un ángel, cuenta una leyenda judía, posa un dedo sobre los labios del bebé en el instante anterior a su nacimiento. Esa breve caricia borra en el infante la memoria del paraíso del cual procede. La marca del ángel es el leve surco vertical que recorre el espacio entre nuestra nariz y nuestros labios. Un río cumplía la misma función que el ángel judío entre los griegos antiguos. Antes de reencarnarse, las almas debían beber del Leteo, uno de los ríos del Hades, para destruir el recuerdo de sus vidas pasadas. Sus dulces aguas provocaban un olvido completo.Sometidos al imperio de la necesidad, los adultos convertimos la vida en un acto contable. Por eso nos asombra tanto la percepción infantil sobre asuntos fundamentales para los que nos hemos vuelto ciegos. Las preguntas y reflexiones sobre la muerte, formuladas por seres con una existencia tan breve, deslumbran como dardos en el centro de la diana. Luego, tras el paréntesis de la adolescencia, llega de nuevo el olvido. La edad madura: límites, restricciones, censuras... No es extraño que sean libros de literatura infantil y juvenil los que tratan la muerte con una agudeza ausente, a menudo, en la literatura para adultos. Parten de una premisa básica: una pregunta inteligente requiere una respuesta inteligente. Niño no es sinónimo de ñoñería.
Ése es el caso de la novela Antes de morirme y de los libros ilustrados El pato y la muerte y ¿Cómo es posible? Tres historias que se enfrentan al hecho de la muerte de una forma audaz, poética e inteligente: ¿qué es?, ¿cómo es?, ¿y después? Tres narraciones que mantienen a los lectores, sea cual sea su edad, absortos y pensativos hasta la última página. Tres relatos sobre la muerte que están llenos de vida y calientan el corazón. Libros así, sin moralina ni moralejas, podrían integrar una nueva rama filosófica. Ya decía Platón que la filosofía es una meditación sobre la muerte.
Las páginas de la literatura están llenas de muertos. La literatura infantil y juvenil, donde ser huérfano es condición muy valorada para convertirse en protagonista, no es una excepción. Hay muertos narradores y muertos vivientes, como en la reciente moda vampírica; hay airados jóvenes suicidas y niños que escapan de un violento final dando muerte a sus agresores, sean ogros, brujas, madrastras o hermanos codiciosos; están, por supuesto, los heridos por la pérdida de un ser querido cuyo recuerdo ensombrece sus vidas... Pero son pocos los libros que tienen la muerte como personaje fundamental y hablan sobre ella con ingenuidad, valentía y arrojo.
Antes de morirme, de Jenny Downham, narra cómo Tessa, una inglesa de 16 años que padece una leucemia terminal, afronta el breve tiempo que le queda. "Quiero vivir antes de morir. Es lo único que tiene sentido". La joven elabora una lista de las diez cosas que desea hacer antes de que todo acabe, y la primera es: sexo. Tessa no quiere morir virgen. Ella no es una sombra sin voz ni sangre, como los muertos en la literatura griega. Al contrario: tiene una voz propia y obstinada y una sangre enferma pero ardiente. "Sólo sé que tengo dos opciones: quedarme metida en la cama y seguir muriéndome, o volver a mi lista y seguir viviendo".
Conocer que su muerte está próxima la hace vulnerable y, al mismo tiempo, le da fuerza. Una paradoja nada racional, pero muy real, que la ayuda a levantarse y a salir de su dormitorio para realizar su lista: robar, drogarse, conducir sin permiso, conseguir que sus padres divorciados vuelvan a unirse, enamorarse... Las acciones de Tessa provocan, a menudo, dolor en las personas que la rodean: sus padres, su hermano, su mejor amiga y su novio. Está aterrada, furiosa y triste porque va a morir y sólo tiene 16 años, pero su coraje ilumina la vida con una intensidad conmovedora y estimulante ante los ojos del lector.
La muerte adquiere rostro en el magnífico cuento El pato y la muerte, del ilustrador y escritor alemán Wolf Erlbruch. "Desde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño. '¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido?'. La muerte le contestó: 'Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte'. El pato se asustó". Quién no lo habría hecho. "¿Ya vienes a buscarme?". "He estado cerca de ti desde el día en que naciste... por si acaso". Así se inicia el diálogo entre el atónito pato y la muerte, una elegante calavera de expresión amable y sonriente, que viste camisón y bata a cuadros, como si acabara de levantarse o estuviera a punto de regresar a la cama. El libro,
Y tras la muerte, viene la despedida. ¿Cómo es posible? (La historia de Elvis), del alemán Peter Schössow, cuenta cómo es posible convertir la tristeza del adiós en una ceremonia emocionante y alegre. El libro, ilustrado al igual que el anterior, comienza con el estupor indignado de una niña a quien se le ha muerto su canario, Elvis. Sus amigos y ella celebran en el parque un entierro, según la vieja e inteligente usanza que convierte ese acto en un momento único para recordar al muerto, contando anécdotas y riendo, a pesar de la tristeza. ¿Cómo es posible?, cálido e ingenioso, ganó el Premio Alemán al Libro Infantil.
La literatura infantil y juvenil ofrece tesoros asombrosos para todos aquellos que anhelan buenas historias, sea cual sea su edad. Basta con acudir a buscarlos. No hay excusas ni feroces dragones que guarden la cueva.
de una sabiduría prenatal. De hecho, la existencia de esa sabiduría y su olvido forman parte de varias tradiciones literarias. Al igual que el aire que entra por primera vez en los pulmones sale expulsado en forma de grito, así es eliminado el conocimiento que posee la nueva criatura en su salida al mundo. Un ángel, cuenta una leyenda judía, posa un dedo sobre los labios del bebé en el instante anterior a su nacimiento. Esa breve caricia borra en el infante la memoria del paraíso del cual procede. La marca del ángel es el leve surco vertical que recorre el espacio entre nuestra nariz y nuestros labios. Un río cumplía la misma función que el ángel judío entre los griegos antiguos. Antes de reencarnarse, las almas debían beber del Leteo, uno de los ríos del Hades, para destruir el recuerdo de sus vidas pasadas. Sus dulces aguas provocaban un olvido completo.Sometidos al imperio de la necesidad, los adultos convertimos la vida en un acto contable. Por eso nos asombra tanto la percepción infantil sobre asuntos fundamentales para los que nos hemos vuelto ciegos. Las preguntas y reflexiones sobre la muerte, formuladas por seres con una existencia tan breve, deslumbran como dardos en el centro de la diana. Luego, tras el paréntesis de la adolescencia, llega de nuevo el olvido. La edad madura: límites, restricciones, censuras... No es extraño que sean libros de literatura infantil y juvenil los que tratan la muerte con una agudeza ausente, a menudo, en la literatura para adultos. Parten de una premisa básica: una pregunta inteligente requiere una respuesta inteligente. Niño no es sinónimo de ñoñería.
Ése es el caso de la novela Antes de morirme y de los libros ilustrados El pato y la muerte y ¿Cómo es posible? Tres historias que se enfrentan al hecho de la muerte de una forma audaz, poética e inteligente: ¿qué es?, ¿cómo es?, ¿y después? Tres narraciones que mantienen a los lectores, sea cual sea su edad, absortos y pensativos hasta la última página. Tres relatos sobre la muerte que están llenos de vida y calientan el corazón. Libros así, sin moralina ni moralejas, podrían integrar una nueva rama filosófica. Ya decía Platón que la filosofía es una meditación sobre la muerte.
Las páginas de la literatura están llenas de muertos. La literatura infantil y juvenil, donde ser huérfano es condición muy valorada para convertirse en protagonista, no es una excepción. Hay muertos narradores y muertos vivientes, como en la reciente moda vampírica; hay airados jóvenes suicidas y niños que escapan de un violento final dando muerte a sus agresores, sean ogros, brujas, madrastras o hermanos codiciosos; están, por supuesto, los heridos por la pérdida de un ser querido cuyo recuerdo ensombrece sus vidas... Pero son pocos los libros que tienen la muerte como personaje fundamental y hablan sobre ella con ingenuidad, valentía y arrojo.
Antes de morirme, de Jenny Downham, narra cómo Tessa, una inglesa de 16 años que padece una leucemia terminal, afronta el breve tiempo que le queda. "Quiero vivir antes de morir. Es lo único que tiene sentido". La joven elabora una lista de las diez cosas que desea hacer antes de que todo acabe, y la primera es: sexo. Tessa no quiere morir virgen. Ella no es una sombra sin voz ni sangre, como los muertos en la literatura griega. Al contrario: tiene una voz propia y obstinada y una sangre enferma pero ardiente. "Sólo sé que tengo dos opciones: quedarme metida en la cama y seguir muriéndome, o volver a mi lista y seguir viviendo".
Conocer que su muerte está próxima la hace vulnerable y, al mismo tiempo, le da fuerza. Una paradoja nada racional, pero muy real, que la ayuda a levantarse y a salir de su dormitorio para realizar su lista: robar, drogarse, conducir sin permiso, conseguir que sus padres divorciados vuelvan a unirse, enamorarse... Las acciones de Tessa provocan, a menudo, dolor en las personas que la rodean: sus padres, su hermano, su mejor amiga y su novio. Está aterrada, furiosa y triste porque va a morir y sólo tiene 16 años, pero su coraje ilumina la vida con una intensidad conmovedora y estimulante ante los ojos del lector.
La muerte adquiere rostro en el magnífico cuento El pato y la muerte, del ilustrador y escritor alemán Wolf Erlbruch. "Desde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño. '¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido?'. La muerte le contestó: 'Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte'. El pato se asustó". Quién no lo habría hecho. "¿Ya vienes a buscarme?". "He estado cerca de ti desde el día en que naciste... por si acaso". Así se inicia el diálogo entre el atónito pato y la muerte, una elegante calavera de expresión amable y sonriente, que viste camisón y bata a cuadros, como si acabara de levantarse o estuviera a punto de regresar a la cama. El libro,
Antes de morirme. Jenny Downham. Traducción de Gema Moral Bartolomé. Salamandra. Barcelona, 2009. 320 páginas. 17,50 euros. El pato y la muerte. Wolf Erlbruch. Traducción de Moka Seco Reeg. Barbara Fiore Editora. Arcos de la Frontera, 2007. 32 páginas. 15 euros. ¿Cómo es posible? La historia de Elvis. Peter Schössow. Traducción de Eduardo Martínez. Loguez. Santa Marta de Tormes, 2006. 48 páginas. 14 euros.
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