Columna JAQUE MATE / Nuevo ministro/Sergio Sarmiento
Publicado en Reforma, 29 noviembre 2010).-
"¿Por qué no mejor rifamos las vacantes en la Suprema Corte?" José CarbonellHan pasado las semanas y se han vuelto meses desde la muerte el 19 de septiembre del ministro José de Jesús Gudiño sin que el presidente de la República haya presentado la terna requerida al Senado para la selección del nuevo ministro de la Suprema Corte de Justicia. La designación es una de las más importantes dentro de la estructura del Estado mexicano. Quien sea nombrado ocupará un lugar durante 15 años en un tribunal cuya importancia e independencia son cada vez mayores para nuestro país.
No soy un experto en temas jurídicos, pero he escuchado dos posiciones sensatas de personas que sí lo son y que me parece vale la pena compartir. La primera es que el nuevo ministro debe ser un especialista en materia penal; la segunda, que debe haber hecho carrera en el sistema judicial.
La Corte está en riesgo de quedarse sin un penalista, me dice un abogado a quien respeto. La muerte del ministro Gudiño dejó una vacante en la primera sala, precisamente la penal. La decisión de José Ramón Cossío Díaz de no contender por la presidencia de la Corte abre las puertas a Juan Silva Meza para ocupar el máximo sitial. Esto dejaría, me dice este abogado, a la primera sala sin un verdadero especialista penal.
El país está enfrentando, por otra parte, la reforma penal más importante de todos los tiempos. El ministro Gudiño representaba a la Corte en la comisión de aplicación de la reforma que encabeza Felipe Borrego. Esto hace más importante que nunca que el remplazo de Gudiño sea un penalista.
Otro abogado a quien también respeto me dice que es importante que el nuevo ministro sea un magistrado de carrera en el poder judicial. Éste era el caso del ministro Gudiño. Tras su muerte sólo quedaron cuatro jueces de carrera en la Corte.
La Suprema Corte de Justicia, de hecho, envió originalmente al presidente Calderón una propuesta de ocho magistrados, cuatro hombres y cuatro mujeres, con carrera en el poder judicial y trayectoria impecable. Si bien la Corte se reservó los nombres, la lista al parecer incluye a magistrados como Alberto Pérez Dayán, del Séptimo Tribunal Colegiado en materia administrativa, que no son conocidos fuera del medio judicial. Me dicen que otros magistrados se inconformaron con esa lista y al final la Corte envió al Presidente una nueva lista con los nombres de todos los magistrados.
Al final, el Presidente puede escoger la terna que enviará al Senado sin más limitación que los candidatos cumplan los requisitos de ley: que sean ciudadanos mexicanos, con 35 años cumplidos, grado de abogado, gocen de buena reputación, etcétera. No hay plazo para mandar la terna: tras la muerte del ministro Humberto Román Palacios en 2004, el presidente Vicente Fox se tardó 105 días en hacerlo.
Los senadores deben escoger al nuevo ministro por una votación de dos terceras partes entre los candidatos de la terna presidencial. Si no llegan a un acuerdo, el Presidente deberá proponer otra terna. Si tampoco hay un acuerdo en el Senado, el Presidente podrá nombra al ministro de entre los integrantes de esta última terna.
Lo peor que nos podría ocurrir como país sería, por supuesto, que la designación del nuevo ministro se hiciera por consideraciones políticas. Es atendible la petición de los especialistas para que se escoja a un magistrado de carrera judicial o a un especialista en materia penal. Lo que ya no tendría sentido es escoger a alguien porque favorece las posiciones de uno u otro partido político.
La noticia más vista
Los indicadores de visitas a páginas de internet revelan sin duda que la boda del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, y Angélica Rivera fue la noticia más vista del fin de semana. Nos dicen los comentaristas que estos temas no son importantes. Quizá. Pero la experiencia nos dice que los acontecimientos sociales son los que más llaman la atención a un pueblo que más adelante saldrá a votar.
No soy un experto en temas jurídicos, pero he escuchado dos posiciones sensatas de personas que sí lo son y que me parece vale la pena compartir. La primera es que el nuevo ministro debe ser un especialista en materia penal; la segunda, que debe haber hecho carrera en el sistema judicial.
La Corte está en riesgo de quedarse sin un penalista, me dice un abogado a quien respeto. La muerte del ministro Gudiño dejó una vacante en la primera sala, precisamente la penal. La decisión de José Ramón Cossío Díaz de no contender por la presidencia de la Corte abre las puertas a Juan Silva Meza para ocupar el máximo sitial. Esto dejaría, me dice este abogado, a la primera sala sin un verdadero especialista penal.
El país está enfrentando, por otra parte, la reforma penal más importante de todos los tiempos. El ministro Gudiño representaba a la Corte en la comisión de aplicación de la reforma que encabeza Felipe Borrego. Esto hace más importante que nunca que el remplazo de Gudiño sea un penalista.
Otro abogado a quien también respeto me dice que es importante que el nuevo ministro sea un magistrado de carrera en el poder judicial. Éste era el caso del ministro Gudiño. Tras su muerte sólo quedaron cuatro jueces de carrera en la Corte.
La Suprema Corte de Justicia, de hecho, envió originalmente al presidente Calderón una propuesta de ocho magistrados, cuatro hombres y cuatro mujeres, con carrera en el poder judicial y trayectoria impecable. Si bien la Corte se reservó los nombres, la lista al parecer incluye a magistrados como Alberto Pérez Dayán, del Séptimo Tribunal Colegiado en materia administrativa, que no son conocidos fuera del medio judicial. Me dicen que otros magistrados se inconformaron con esa lista y al final la Corte envió al Presidente una nueva lista con los nombres de todos los magistrados.
Al final, el Presidente puede escoger la terna que enviará al Senado sin más limitación que los candidatos cumplan los requisitos de ley: que sean ciudadanos mexicanos, con 35 años cumplidos, grado de abogado, gocen de buena reputación, etcétera. No hay plazo para mandar la terna: tras la muerte del ministro Humberto Román Palacios en 2004, el presidente Vicente Fox se tardó 105 días en hacerlo.
Los senadores deben escoger al nuevo ministro por una votación de dos terceras partes entre los candidatos de la terna presidencial. Si no llegan a un acuerdo, el Presidente deberá proponer otra terna. Si tampoco hay un acuerdo en el Senado, el Presidente podrá nombra al ministro de entre los integrantes de esta última terna.
Lo peor que nos podría ocurrir como país sería, por supuesto, que la designación del nuevo ministro se hiciera por consideraciones políticas. Es atendible la petición de los especialistas para que se escoja a un magistrado de carrera judicial o a un especialista en materia penal. Lo que ya no tendría sentido es escoger a alguien porque favorece las posiciones de uno u otro partido político.
La noticia más vista
Los indicadores de visitas a páginas de internet revelan sin duda que la boda del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, y Angélica Rivera fue la noticia más vista del fin de semana. Nos dicen los comentaristas que estos temas no son importantes. Quizá. Pero la experiencia nos dice que los acontecimientos sociales son los que más llaman la atención a un pueblo que más adelante saldrá a votar.
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