12 feb 2011

¡La libramos!: Magaloni

¡La libramos!/

Ana Laura Magaloni Kerpel
Reforma, 12 Feb. 11;

Calderón sí tenía la opción de imponer a Díaz de León más allá de lo que el Senado estimara conveniente. Bastaba con que, en la segunda terna, Calderón volviera a incluir a la magistrada Elvia Díaz de León
Ya hay nuevo ministro: Jorge Mario Pardo Rebolledo. El jueves pasado, 97 senadores votaron a su favor. Pardo Rebolledo ocupará ese cargo hasta febrero de 2026. Es difícil intentar predecir qué significará este nombramiento en términos de los balances internos de la Corte. No contamos con información fácilmente accesible para analizar algunas de sus principales decisiones como juez y como magistrado federal. No sabemos, por tanto, cómo concibe su papel de juez constitucional, cuál será su calidad y capacidad argumentativa, ni qué va a aportar a la Suprema Corte. Lo que sí sabemos, y ello no es menor, es que Pardo Rebolledo no es el ministro de Calderón, pues su nombramiento fue avalado por todas las fuerzas políticas en el Senado. Ello, aunque parezca un dato trivial, en este caso ha sido de extrema importancia. El nombramiento del sustituto de Gudiño pudo haber salido muy, pero muy mal. No fue así. Esta vez la libramos. No obstante, debemos aprender de las lecciones de este caso y reformar el sistema de nombramiento de ministros que establece la Constitución antes que, la siguiente vez, los arrebatos y enojos coyunturales propios de la política terminen vulnerando la autonomía y fortaleza de nuestro máximo tribunal.

Tomó cinco meses resolver la sustitución de Gudiño. La primera terna que envió el Presidente y que rechazó el Senado a fines del año pasado había dejado claras las prioridades del Ejecutivo federal. Todo indicaba que los atributos relevantes del siguiente ministro eran tres: 1) que fuese mujer, 2) que fuese una juez federal de carrera y, 3) que fuese ideológicamente conservadora en los temas resueltos por la Corte altamente sensibles para el PAN (aborto y matrimonio entre personas del mismo sexo). La magistrada Elvia Díaz de León era la única opción posible para Calderón. A pesar de que las otras dos candidatas cumplían con los primeros dos atributos (mujer y juez de carrera), el tercero parecía ser un atributo exclusivo de Díaz de León, dada su cercanía con algunas organizaciones de la Iglesia Católica. El nombramiento de Díaz de León era, para el Presidente, una forma de tener contentos a los militantes del PAN, de garantizarles que no habría más sorpresas en la Corte en los temas que para ellos son muy delicados. Los seis ministros designados durante los sexenios de Fox y de Calderón (Cossío, Luna, Valls, Franco, Zaldívar y Aguilar, aunque Luna se ausentó por motivos de salud de la votación sobre los matrimonios) habían votado a favor de la constitucionalidad de los matrimonios entre personas del mismo sexo y de la adopción de hijos. Díaz de León les garantizaba que ello no seguiría sucediendo.
Es absolutamente común y legítimo que el Ejecutivo proponga candidatos a la Corte afines a la ideología de su partido. El caso de la magistrada Díaz de León me recuerda el caso del juez Robert Bork, postulado por Reagan a la Corte Suprema norteamericana en 1987. Reagan, al igual que Calderón, quería un juez en la Corte que revocara el derecho constitucional de las mujeres a abortar establecido en la conocida sentencia de Roe vs. Wade. Bork, al igual que la magistrada Díaz de León, le garantizaba a Reagan un voto a favor de la inconstitucionalidad de las leyes que permitieran el aborto. Sin embargo, una cosa era lo que quería Reagan y otra lo que era posible en términos políticos: el Senado norteamericano, en una votación de 58 vs. 42, rechazó la candidatura de Bork. Reagan tuvo que postular un juez menos conservador que su primera opción. Anthony Kennedy fue el designado.
A diferencia de lo que le sucedió a Reagan con Bork, Calderón sí tenía la opción de imponer a Díaz de León más allá de lo que el Senado estimara conveniente. Bastaba con que, en la segunda terna, Calderón volviera a incluir a la magistrada Elvia Díaz de León y que, como había sucedido la primera vez, todos los senadores panistas votaran a favor de ella. Con ello, las demás fuerzas políticas no hubiesen tenido otra alternativa que rechazar la segunda terna, pues, sin los votos del PAN, no podrían haber alcanzado la mayoría calificada de dos terceras partes a favor de otro de los candidatos de la terna. Si el Senado hubiese rechazado la segunda terna, según nuestra Constitución, Calderón podría haber designado, en solitario, ministra a Díaz de León.
Habla muy bien del presidente Felipe Calderón que privilegiara el consenso frente a la imposición; que optara por la fortaleza de la Suprema Corte y no por el aplauso de los militantes de su partido. Felipe Calderón actúo como estadista. Sin embargo, nadie nos asegura que, en el futuro, otro Presidente no se encuentre frente al mismo dilema y opte por la salida equivocada. Antes que ello suceda, valdría la pena eliminar la prerrogativa del Presidente a nombrar por sí solo un ministro. Estuvimos cerca esta vez. La siguiente igual no la libramos.
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Dijo Ricardo Monreal el día que se nombró a Pardo Rebolledo:
"..lo que necesitamos es conocer su vida académica, su desempeño, su función e incluso acceder a las resoluciones emitidas a lo largo de su carrera judicial, si éstos han sido presionados por ajenos intereses o han sido presionados para resolver en tal sentido en contra del sentido jurídico, todo esto no pudimos revisarlo; bastaron dos días para que en este ejercicio apresurado vayamos a emitir un acto de ratificación...
"...y los tres deben de saber que van, uno de ellos a elegirse, pero que no le deben nada a nadie, porque surgirán de un amplio consenso, porque luego surgen padrinos que intentan presionar para torcer la ley o la resolución de un caso determinado.
¿Cuántos jueces de consigna hay en el país?  No podría generalizar, sé que el Poder Judicial, como la clase política de este país atraviesa por una etapa profunda de deterioro, las instituciones están sufriendo profundo deterioro; la deshonestidad y la corrupción permean los órganos de justicia en nuestro país, la justicia al mejor postor existe, por eso la importancia de este acto que vamos a ejercer. 
No podría generalizar, conozco jueces y magistrados rectos, que no aceptan presiones ni convertirse en jueces de consigna, así me gustaría que hoy nombráramos a uno de ellos, que no aceptara ser de consigna y que luchara por convertirse en ser la diferencia....
"A mí lo que me preocupa es esta etapa de apresuramiento. Los escuché a los tres, fui uno de los diez que estuvimos escuchándolos, me hubiera gustado que hubieran estado más, los escuché con atención y con respeto, y obviamente nadie va a votar en contra de este dictamen porque los tres reúnen los requisitos de legibilidad, los tres son idóneos, el problema de fondo es saber quién es cada uno, cuál fue su desempeño, cuáles fueron las resoluciones emitidas; de dónde provienen, cuál cuál es su carrera y cuál es, incluso, su inclinación, por supuesto, nosotros no queremos una Corte conservadora, y en este caso de ahora que nos ocupa, puede ser la diferencia.
El perfil de la persona que nombremos o ratifiquemos como ministro de la Corte, es un acto trascendente en la vida de la República ejercido por el Senado de la República, ojalá y logremos este amplio consenso y no renunciemos a nuestra facultad de ratificación de este alto puesto del Poder Judicial Federal"

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