30 jul 2011

Fuerza vs. justicia /Ana Laura Magaloni

Fuerza vs. justicia /Ana Laura Magaloni Kerpel
Publicado en Reforma, 30 de julio de 2011
El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que lidera Javier Sicilia, ha sido el que por primera vez se enfrenta de forma consistente y con un amplio apoyo social al discurso bélico de las autoridades
"Nosotros rechazamos la falsa elección entre nuestra seguridad y nuestros ideales...Estos ideales -el Estado de derecho y los derechos humanos- aún iluminan el mundo y no vamos a renunciar a ellos por una conveniencia momentánea". Estas fueron palabras de Obama en la ceremonia donde rindió protesta para asumir la Presidencia de Estados Unidos hace ya casi tres años.
Una y otra vez parece ser que las crisis de seguridad, sean provocadas por terroristas, por narcotraficantes o por cualquier otra amenaza, enfrentan a las autoridades y a las sociedades al falso postulado de tolerar la arbitrariedad y la violación de derechos humanos a cambio de reducir al crimen violento o, al menos, la percepción de vivir amenazado por éste. En los momentos álgidos de una crisis de seguridad, los ciudadanos le demandan a las autoridades que acaben con la violencia y con la amenaza latente a ser víctimas de ésta no importa a qué precio. El discurso autoritario se percibe casi como un asunto de supervivencia. En ese momento, cuando el consenso político y social de mano dura contra el crimen parece incuestionable, las voces que logran mover conciencias y voluntades en sentido inverso terminan siendo, paradójicamente, salvavidas en el naufragio.
Algo así me parece que fue la llegada de Obama a la Presidencia norteamericana después de ocho años del discurso autoritario de Bush. Si bien los cambios en la estrategia de guerra contra el terrorismo norteamericana han sido lentos y sujetos a muchas restricciones, el discurso político con respecto a dicha la guerra ha cambiado radicalmente. Este cambio en el discurso ha tenido consecuencias. Por lo menos, ha frenado el avance de las posturas más radicales. Lo que quiere decir que las palabras de los detentadores del poder y de los líderes sociales no son un rollo estéril, tienen efectos en el ambiente colectivo.
En el caso de México, de forma muy distinta a la de Estados Unidos, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que lidera Javier Sicilia, ha sido el que por primera vez se enfrenta de forma consistente y con un amplio apoyo social al discurso bélico de las autoridades y una parte importante de la sociedad. Sicilia, por decirlo de alguna manera, ha contrapuesto el lenguaje la guerra con el lenguaje de la justicia.
En la reunión del jueves pasado entre legisladores y algunos de los integrantes del Movimiento por la Paz, una vez más quedó claro que hay que elegir entre dos formas de resolver la encrucijada de violencia en la que se encuentra sumergido el país: el camino de la fuerza o el camino de la justicia. Javier Sicilia planteó por primera vez, según yo, la agenda y las propuestas del movimiento: una ley de víctimas y un fondo para apoyarlas, una comisión de la verdad, aprobación de la reforma política y freno a la ley de seguridad nacional. Las primeras dos propuestas me parece que son las más importantes para comenzar a sanar las "heridas" sociales que ha dejado la guerra.
"¿Cómo respondemos a los 50 mil muertos y a sus familias en términos de política de Estado?". Esta pregunta la lanzó Emilio Álvarez Icaza y me parece el quid del asunto. Ante los horrores inconmensurables de las fosas clandestinas, los descabezados, las masacres, las jovencitas violadas y desaparecidas, los migrantes secuestrados, los policías torturados, ¿qué hacer? Poner la verdad, el perdón y la justicia en el centro nuestra discusión, como lo quiere hacer el Movimiento por la Paz, es quizá el único camino para volvernos a pegar como sociedad, para aprender las lecciones y para asumir las responsabilidades colectivas e individuales que nos corresponden. Sólo así, quizá, estemos en condiciones de pasar a otra página la historia de México.

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