Cómo se negoció el triunfo de Mancera
Gloria Leticia Díaz
Revista Proceso # 1840, 5 de febrero de 2012;
Excepto la diputada Alejandra Barrales, los precandidatos de la izquierda al Gobierno del Distrito Federal reconocieron con su mejor sonrisa el triunfo de Miguel Ángel Mancera en las encuestas que se dieron a conocer el 19 de enero. Sin embargo, una grabación realizada el día 16, en la evaluación del desarrollo de dichas encuestas, revela cómo Manuel Camacho Solís y los partidos del Movimiento Progresista negociaron que los contendientes aceptaran los resultados a cambio de prebendas políticas.
En la plancha del Zócalo capitalino, con el Antiguo Palacio del Ayuntamiento de fondo, la fría mañana del 28 de enero un sonriente Miguel Ángel Mancera posó ante las cámaras con su equipo de campaña.
Con él estaban cuatro de sus excompetidores por la candidatura de la izquierda para la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal: Joel Ortega, Martí Batres, Carlos Navarrete y Laura Velázquez. Ante los periodistas, todos llamaron a la unidad y dieron por concluida la contienda.
El triunfo de Mancera aún debe validarse en el Consejo Estatal Electivo del PRD. Pero esos rostros de satisfacción en nada se parecían ya al gesto duro que por lo menos Ortega, Batres y Mancera tenían el 16 de enero, cuando se reunieron en las oficinas del DIA (Diálogo para la Reconstrucción de México) con el resto de los aspirantes y con los dirigentes de los partidos que apoyan a Andrés Manuel López Obrador para la elección presidencial.
Ortega, Batres, Mancera, Alejandra Barrales y Gerardo Fernández Noroña se reunieron, entre otros, con Manuel Camacho Solís, coordinador del DIA, y con los dirigentes partidistas Adolfo Orive (PT), Jesús Zambrano, Dolores Padierna, Manuel Oropeza (PRD) y Luis Walton (Movimiento Ciudadano). También estuvieron presentes el senador del PT Ricardo Monreal, coordinador de la campaña de López Obrador, y René Cervera, presidente de la Fundación Equidad y Progreso, leal a Ebrard.
A partir de una grabación de audio a la que tuvo acceso este semanario, se logró reconstruir la mayor parte de esa reunión, cuyo propósito fue evaluar el desarrollo de las 9 mil encuestas encargadas a las empresas Nodo, Covarrubias y Asociados, y Buendía y Loredo, que se realizaron del 14 al 16 de enero.
Desde el principio los aspirantes se quejaron del despojo de su propaganda, del excesivo despliegue de mantas, pendones y volantes por sus rivales, la transmisión de un reportaje biográfico de Mancera en TV Azteca el 14 de enero, la difusión de una declaración de René Bejarano (líder de Izquierda Democrática Nacional, IDN) a favor del exprocurador, y el uso de call center a favor de Mancera y de Barrales.
“Dimos una imagen de unos contra otros, de otros contra el gobierno y del gobierno contra mí, porque me quitaron prácticamente toda mi propaganda”, lamentaba por ejemplo Joel Ortega, a quien Mancera nombró ya coordinador general para su campaña.
Quien fuera secretario de Seguridad Pública, destituido por el caso News Divine, estimó que el call center realizó “cerca de 1 millón de llamadas”, en las que se escuchaba la voz de López Obrador elogiando a Mancera, lo que alteraría el resultado de las encuestas sin que el partido hiciera algo para evitarlo.
Ortega calculó que ese recurso, sumado a la propaganda en “espectaculares, valet parking y transporte urbano” superaba el tope de gastos de precampaña fijados por el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), de poco más de 7 millones de pesos: “Creo que se rebasaron y tengo la certeza que tanto el PRI como el PAN lo han tomado en cuenta”, advirtió.
Un informe de la Comisión de Asociaciones Políticas del IEDF reportaba que, hasta el viernes 3, de 100 denuncias formuladas contra perredistas en el proceso electoral que arrancó en octubre pasado, cuatro fueron contra Mancera por actos anticipados de campaña (El Universal, 3 de febrero).
A su vez, Barrales y Fernández Noroña señalaron que en las redes sociales se alertó de un operativo en el que personas afines a Mancera lo promovían en casas que después eran visitadas por los encuestadores oficiales.
Mancera se defendió. Mostró actas levantadas ante el Ministerio Público para deslindarse de las llamadas en su favor y para denunciar otras, en las que “imitando la voz del licenciado López Obrador se decía que yo era un peligro para la ciudad y que era un ratero”. Aseguró también que fracasó su intento de impedir la transmisión del programa de TV Azteca. Sobre el apoyo de René Bejarano, dijo que su difusión “era un servicio informativo, y no sé cómo se puede comprar un servicio informativo”.
El presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano, manifestó su preocupación por las quejas. Dijo que aun cuando llegó a pensar que podría tratarse de un asunto “provocado desde afuera para provocar un pleito gratuito para quienes luego somos bastante dados a tomarlos”, tras escuchar a sus compañeros concluyó que la situación “no deja de ponernos en foco amarillo, porque lo peor que nos puede pasar a estas alturas es que se descomponga” el proceso interno.
En su turno, Martí Batres, actual responsable de la vinculación de Mancera con movimientos sociales, también deploró la “enorme desigualdad publicitaria”, pero fue conciliador: “A mí me interesaría respaldar el resultado, sea cual sea. Finalmente una crisis política derivada de un cuestionamiento puede ser letal para la elección constitucional. Realmente no estaría inconforme con el resultado desigual, como está; nosotros somos responsables: ganó quien ganó y punto. Después, la perspectiva es de inclusión o de alejamiento”.
Fue más claro: “Mi perspectiva es: si me favorecen los resultados, creo que todo mundo (los perdedores) se integra al proceso político, esto es la integración de todos al gobierno, y si no fuera así (que no ganara la encuesta), yo creo que de todas maneras tenemos muchos derechos a formar parte de este proceso, hemos luchado durante muchos años y no durante unas horas”.
Fernández Noroña, diputado federal del PT, reclamó a los dirigentes de los partidos que se les diga a los aspirantes con menos publicidad: “Se aguantan aunque ocurrió chingadera y media”. Les dijo a quienes inundaron la ciudad con propaganda: “¿Creen que nosotros no queremos avanzar, que no tenemos sangre en las venas? No, seguimos teniendo expectativas del resultado final”.
De todas formas, ante la difusión de las presuntas irregularidades durante el fin de semana en que se levantaron las encuestas, el exvocero del PRD conminó a sus compañeros a que no hicieran declaraciones, se apegaran “al resultado de la encuesta, y aquí discutimos cómo queda cada uno”.
Sólo pidió que los acuerdos a que llegaran los precandidatos fueran avalados por los partidos que conforman el Movimiento Progresista: “Es complicado, nunca fui palomeado en el PRD, nunca fui diputado. Sería muy desafortunado que hubiera un acuerdo sólo de los precandidatos, cuando las direcciones políticas de los partidos son las que tienen que cerrar los acuerdos”.
La negociación
Ricardo Monreal, senador por el PT, exgobernador de Zacatecas por el PRD y exdiputado federal por el PRI, explicó: “El DF es clave para el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, si no se asume así, hay irresponsabilidad política (…) Estuve en comunicación con Manuel (Camacho), con Chucho Zambrano, con Luis Walton y Beto Anaya, y a todos nos preocupaba el desenlace (de la elección de candidato para el Distrito Federal). Por eso nuestra presencia en esta reunión con ustedes. Me gustaría un comentario de que podamos lograr un acuerdo de aceptar los resultados”.
El acapulqueño Luis Walton, de Movimiento Ciudadano, retomó la idea de Batres de que el aspirante ganador “incluyera” al resto, pues “no son fuerzas políticas individuales, debe haber un compromiso de incluir a todos porque todos son importantes y todos tienen voz”. Propuso que acordaran las formas de “inclusión” antes de que se dieran a conocer los resultados de las encuestas.
Manuel Camacho Solís, a quien Marcelo Ebrard le confió la supervisión del proceso de selección del candidato, dio respuesta a los aspirantes. Sobre las quejas contra Mancera y Barrales, dijo que la más delicada era la referente a los call center, pero descartó que éstos influyeran en el resultado final. “Las llamadas que llegan a ser efectivas en una campaña son las llamadas negativas, no las positivas”, expuso.
Al hablar de las denuncias, dijo: “Me parecen muy legítimos los comentarios. No todo mundo hizo lo mismo, no todo mundo tiene que estar avalando esas cosas”.
Después urgió a elaborar un plan de acción política más allá de la resolución de estos problemas de la precampaña: “No es irnos punto por punto sino al fondo… Pero no lo tenemos que hacer dentro de tres años o dentro de seis, sino que hay que hacer algo de inmediato”.
El que fuera regente del Distrito Federal en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari se explayó en su propuesta: “Una especie de gobierno de coalición política, en el que se pacta el programa y después la composición política, de tal manera que si alguien no sacó la suficiente mayoría (porque no creo que sea el caso de que alguien diga: ‘Yo aquí gané todo’) va a necesitar de los demás. Entonces de una vez armemos un programa y una especie de pacto de tal manera que todos vamos a quedar bien”.
Enseguida, Camacho Solís les encargó a los precandidatos que definieran sus aspiraciones de acuerdo “a sus posibilidades” y “potencialidades”, para que las expusieran ante los dirigentes de los partidos y el propio Camacho antes de que se conocieran las cifras de las encuestas, a fin de que aceptaran el triunfo de quien tuviera mayores preferencias.
Una vez que se declaró a Miguel Ángel Mancera como “el bueno”, la integración de los demás aspirantes fue casi un trámite. En esa labor fue determinante el jefe de gobierno, aunque los acuerdos fueron ratificados por Mancera.
De acuerdo con fuentes cercanas a la negociación, Joel Ortega pidió la coordinación de la campaña; Martí Batres apartó para su grupo la jefatura delegacional de Iztapalapa y se le ofreció salir bien librado de las investigaciones de la Contraloría del Distrito Federal sobre su gestión como secretario de Desarrollo Social.
De acuerdo con las mismas fuentes, el senador Carlos Navarrete –actual coordinador de vinculación con la sociedad civil en la campaña de Mancera–, consiguió la promesa de que su corriente, Nueva Izquierda (NI), tendrá el control en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Navarrete pudo acomodarse pese a que el 11 de enero, tras el debate de los precandidatos, declinó a favor de Barrales. Un dirigente de NI pidió el anonimato a cambio de confiar a la reportera que Navarrete primero le ofreció a Ebrard su declinación y el apoyo a Mancera, pero que el jefe de gobierno lo “maltrató”.
El entrevistado añade que “en la decisión por Barrales también influyó que hace seis años, a cambio de que Jesús Ortega le levantara la mano, Marcelo nos ofreció varios espacios en su gobierno. Para empezar, la Secretaría de Gobierno para Zambrano. Pero no cumplió. Ahora el acuerdo es con Mancera, quien no tiene equipo y nos necesita”.
La “inclusión” también benefició a la exsecretaria de Desarrollo Económico, Laura Velázquez Alzúa, leal a René Bejarano, ya nombrada coordinadora de gestión social de Mancera y registrada como aspirante a diputada local.
Velázquez quería ser candidata a la jefatura de gobierno pero no pudo posicionarse en las encuestas, por lo que al igual que Benito Mirón –también de IDN– desistió del intento como parte de un acuerdo entre “el profesor” Bejarano y el jefe de gobierno.
“Para aceptar a Mancera –narró un integrante de IDN– el profesor le pidió a Marcelo que se respetaran los puestos que la corriente tiene en el gabinete (tres secretarías) y respetar las candidaturas que alcanzáramos para diputados locales y federales, para jefes delegacionales y el Senado, que es la aspiración de Dolores Padierna.”
En cuanto a la diputada local Alejandra Barrales, su posición varió en la semana. De declarar que se reservaba su derecho a calificar las encuestas, pasó a aceptar de facto a Mancera al comprometerse a “acatar la resolución del Consejo Estatal Electivo” del PRD, que el 11 y 12 de febrero validará la designación del exprocurador como su candidato a jefe de gobierno.
Hasta el cierre de edición, Barrales se abstuvo de hacer declaraciones. Proceso solicitó una entrevista con ella, pero se negó. Únicamente porque el 25 de enero Ebrard dijo que “sería extraordinario” que Barrales fuera al Senado, se ha difundido que esta es la salida para que ella reconozca la candidatura de Mancera.
Ese mismo día se le preguntó a la secretaria general del PRD, Dolores Padierna, su opinión sobre esa supuesta oferta, a lo que respondió molesta que en el caso de Barrales “se necesita algo más que estar arriba en las encuestas”, y que en todo caso “el jefe de gobierno tiene los votos (en el PRD) para meterla”.
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