1 oct 2012

La década de México/ Tomás Ruiz González

La década de México/ Tomás Ruiz González
Reforma, (01-Oct-2012).-
Existen condiciones que permiten avizorar un periodo de crecimiento económico en México, como nunca antes en el pasado reciente. No es aventurado afirmar que ésta puede ser la década de México en materia económica. Ya se observan algunos rasgos que adelantan un escenario de prosperidad sin precedentes: en materia de inversión de portafolio, México ha superado este año a cualquier economía emergente, desde China hasta Brasil, país este último que ha dejado de ser el destino preferido en el Continente Americano para inversionistas en este tipo de economías, uienes han vuelto su mirada (y, más importante, sus inversiones de cartera) a nuestro país.

En la actualidad México goza de una estabilidad financiera y macroeconómica destacada, en comparación con países desarrollados y emergentes. Esto es resultado de las lecciones aprendidas a partir de la crisis de 1995. El gobierno mantuvo desde entonces una trayectoria para recuperar la disciplina fiscal y tener una estructura de vencimientos de deuda, tanto en moneda local, como extranjera, escalonada en el tiempo y de largo plazo. Un signo de la fortaleza de estos aspectos es la tenencia por parte de extranjeros de la deuda emitida por el gobierno federal: esta tenencia alcanza el 48% de bonos "M" en diversos plazos que van de los 3 hasta los 30 años.
Además, gracias a la autonomía otorgada desde 1993 al Banco de México, esta institución conduce una política monetaria que a lo largo del tiempo ha ganado credibilidad entre los agentes económicos, al sostener exitosamente el poder de compra de la moneda.
Todos estos elementos fueron fundamentales para que la economía mexicana sorteara el embate generado a partir de la crisis del 2008, cuyo inicio se asocia con la quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers y que detonó una recesión mundial. Sin embargo, justo es reconocer que mucho aportó también la rápida recuperación de la economía norteamericana que, contra lo que muchos analistas pensaban, ha logrado mantenerse en crecimiento, sin recaer en una etapa recesiva.
Es indudable que la cercanía con el mercado más grande del mundo es uno de los factores que subyacen en la expectativa de crecimiento económico para nuestro país. El otro, fundamental, es el retorno del PRI al gobierno federal, en la persona de Enrique Peña Nieto, quien ha propuesto desde su campaña una agenda reformista para el país. Así lo ha reconocido, por ejemplo, Nomura Securities, que ha señalado que en virtud de estos elementos (entre otros), México está listo para convertirse, durante la siguiente década, en la economía más grande de América Latina, superando a Brasil y volverse una de las economías más dinámicas de los mercados emergentes.
Para concretar un pronóstico tan promisorio, sin embargo, se requiere que las reformas estructurales se materialicen. Recordemos que la última ola de reformas, con una orientación de mercado, que modificaron fundamentalmente las condiciones de nuestra economía, abriéndola al mundo y devolviendo a manos privadas empresas en sectores clave (como el de telecomunicaciones e instituciones financieras), ocurrió en la década de los 90. Desde entonces y a pesar de la alternancia en el ámbito federal, los actores políticos, movidos por intereses económicos particulares, han trabado una segunda ola de reformas necesarias para dar impulso al crecimiento económico y al desarrollo del país.
La expectativa que ha vuelto más atractivo el destino México recientemente descansa en la posibilidad de que el nuevo gobierno logre destrabar la agenda reformista, con un Congreso en el que puede lograr mayorías con fuerzas políticas aliadas. Esto permitiría incrementar la competitividad del país, atrayendo de esta forma mayores inversiones nacionales y extranjeras. Se trata esta vez de inversión directa, ya no de portafolio, que haga crecer nuestra economía y genere empleos. En este terreno de la inversión directa, México tiene mucho aún por avanzar para ser el líder en América Latina: de acuerdo con el reporte anual de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en 2011 el país recibió casi 20 mil millones de dólares de inversión extranjera directa, menos de la tercera parte que Brasil, que el año pasado recibió más de 65 mil millones.
La década de México en lo económico está en puerta, pero se requerirá de una visión de largo plazo y gran responsabilidad de los actores políticos, para poder abrirla. Esta puerta, que conduce hacia mayores niveles de desarrollo y prosperidad para los mexicanos, ha permanecido cerrada los últimos 15 años por la cortedad de miras de actores políticos, quienes han antepuesto intereses personales y de grupo al interés nacional. Esta falta de visión o de responsabilidad enfrenta hoy la agravante de la situación económica mundial: Europa que se esfuerza por no perder décadas de avance en su integración, con un altísimo costo para las sociedades que la forman; China que se desacelera a gran velocidad y, más relevante para nosotros, Estados Unidos que no acaba de alejar los aires recesivos, ante la necesidad de recortar un déficit fiscal que rebasa cualquier parámetro antes visto.
La llave para lograr el dinamismo de nuestra economía y alcanzar un mayor desarrollo, lo que ya algunos analistas pronostican para México, pasa por la revisión en el ámbito político de asuntos de gran relevancia, que deben reformarse: la hacienda pública, el sector energético y el mercado laboral, cuando menos. En este último tema, la reforma aprobada hace apenas unos días, en la Cámara baja, contiene elementos que facilitarán la contratación y darán más flexibilidad a las relaciones laborales, mejorando la competitividad de nuestra economía. Como nunca en los últimos años, se conjugan elementos que permiten hoy albergar un cauteloso optimismo.
El autor es actualmente Secretario de Finanzas y Planeación del Gobierno de Veracruz. Anteriormente fue Subsecretario en la SHCP, Jefe del SAT, Director general de Banobras y Diputado Federal, entre otras responsabilidades.

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