Actuaciones
dudosas, escándalos y fracasos/PATRICIA
DÁVILA
Revista Proceso No 2000, a 28 de febrero de 2015
El
primer caso que puso a prueba a Jesús Murillo Karam como procurador general de
la República fue la explosión del 31 de enero de 2013 en el edificio B-2 del
Complejo Administrativo de Pemex, en la Ciudad de México. El último: el de los
43 normalistas de Atoyzinapa desaparecidos, que quiso sepultar con su repudiada
frase de la “verdad histórica”.
Además
de esta última, tuvo otras derrotas: la insostenible acusación por lavado de
dinero que pretendió fincar a Elba Esther Gordillo, exdirigente del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE); el caso del albergue La Gran
Familia de Rosa Verduzco, Mamá Rosa, en Zamora, Michoacán; la puesta en
libertad de Rafael Caro Quintero, que irritó al gobierno de Estados Unidos…
Como
procurador, Murillo Karam también estuvo implicado en escándalos familiares,
entre ellos la denuncia penal interpuesta por Alexia Ímaz –hija de Eugenio Ímaz
Gispert, director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen)–
contra su exnovio Gerardo Saade Murillo –nieto de Murillo Karam–, quien la
golpeaba, según expuso la denunciante. La querella fue retirada súbitamente;
meses después salió a relucir el nombre de Gabriela Saade Murillo, hermana de
Gerardo, por presunto “tráfico de influencias”.
Gestión
errática
Los
infortunios de Murillo Karam al frente de la PGR se iniciaron cuando tenía un
mes al frente de la dependencia. La tarde del 31 de enero de 2013 una explosión
en el edificio B-2 del Complejo Administrativo de Pemex cimbró al país. Hubo 37
muertos y más de 100 heridos.