20 ago 2016

(Amado) Nervo íntimo/Cáliz de amor y de fe/ Carlos Martínez Plata

Texto introductorio sobre Amado Nervo, del nayarita Carlos Martínez Plata,,
Será presentado el próximo sábado 27 de agosto de 2016, en  la 
Casa Museo de Amado Nervo, en el 146º. Aniversario del nacimiento del poeta.
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La literatura, al igual que todas las expresiones artísticas, constituye un espacio para ejercer la libertad, sin recato alguno, al abordar escenarios vinculados a la intimidad. Estos pueden adoptar formas libres directas o figuras alegóricas, bien sean de carácter confesional, declarativo, revelador, predicador o confidencial, ajenos a prejuicios de sentimientos de vergüenza o del pudor mismo. Sin embargo, la aceptación o no, queda sujeta a la moral del receptor y de la sociedad cultural de que se trate, en tiempo y lugar; y en su caso, a la interpretación del sector que ostenta el poder de la censura.
Es de reconocerse que en la literatura y el arte en general todo se puede ver, todo se puede mostrar a partir de la intimidad del artista, de la profundidad de su sensibilidad y, del deseo que anima la exteriorización de sus ensueños.
En contraparte, en estos tiempos, nuestros tiempos paranoicos, se vive acechado por múltiples ojos que invaden la intimidad: somos vigilados desde el espacio extraterreste; cámaras fijas, móviles, siguen nuestros pasos, nosotros mismos somos proclives a romper el espacio de nuestra intimidad. Soportamos una sociedad del control personal, que engendra sentimientos de impersonalidad. Ya desde el vientre materno somos observados. La mirada celestial y atributo divino, la omnivisión de Dios hacia los mortales, ahora se materializa a través de la video-vigilancia. El derecho al silencio es trastocado. 

La intimidad, si bien es cierto que recae en la esfera de la secrecía personal, y que puede hacerse pública a decisión propia, está expuesta a situaciones de invasión o ultraje. Reconocemos en Nervo, que ésta es para él, ventana abierta, alma y pensamiento transparente, de entrega al otro, los otros, secrecía que se vuelca en palabra, reflexión, mensaje…, rompe el derecho natural de lo propio. Nervo hace de su pensamiento fuente cristalina de vida, no teme a la intrusión, a la crítica; para él ciencia y religión, vida y muerte, son causa de expresión factibles de transitar por el mismo camino. El hombre culto -refiere Nervo- no puede negar la influencia de fuerzas que escapan a su cerebro y de principios que ignora. La ciencia, en efecto, desde hace ya algunos años, se encuentra invadida por la fe. Al avance de la ciencia, Nervo diría:


Cristo, la ciencia modernate arroja sin compasiónde todas partes; ¡no tienesdónde residir, Señor![…]¡Ya no tienes casa, Cristo![…]¡Ven, y permiteque confuso, con temblorde vergüenza, yo te hospedeen mi propio corazón!(Hospitalidad/Serenidad)
En Yo no soy demasiado sabio… expresa:Yo no soy demasiado sabio para negarte,Señor; encuentro lógica tu existencia divina;me basta con abrir los ojos para hallarte;la creación entera me convida para adorarte,y te adoro en la rosa y te adoro en la espina.(Yo no soy demasiado sabio…/Serenidad)
A los jóvenes concluyentes de Filosofía del Seminario de Zamora, les brinda esta reflexión:Corred con serenidaddel noble saber en pos.Juventud; mas recordadque la Ciencia es vanidadcuando se aleja de Dios.(La juventud y la sabiduría/Mañana del poeta)
Roberto Gómez Reyes, al momento de ser gobernador Constitucional de Nayarit, en el primer centenario del nacimiento de Amado Nervo (1970), en Tepic pronunciaría:
El poeta de Tepic, refieren sus biógrafos, había sido recibido con las sinfonías de las campanas en la levítica Zamora, en donde aprendió no solamente parábolas y sentencias latinas, sino a cultivar sus ansias celosamente en lo más íntimo del alma. En aquella primavera circundante cuyo paisaje es plegaria, el estudiante Amado Nervo afinó su sonrisa que hasta entonces había sido solamente amable, como si encerrara bajo un manto el tesoro de múltiples secretos, hasta hacerla
magnética dentro del misterioso marco de su amplia frente en la que parecía dibujarse toda una gama de silencios.
El propósito incipiente de llegar a vestir el atuendo sacerdotal, se despertó en el curso de unos ejercicios espirituales de reclusión en Zamora; fue entonces cuando Amado sintió los impulsos místicos, quedando después de tales ejercicios ya como interno en el seminario. Su director espiritual el canónigo Mendoza le había ofrecido que cuando el novel seminarista regresara de su ciudad natal, después de pasar sus vacaciones, le impondría las órdenes religiosas. Pero Amado no regresó a Zamora; partió hacia Mazatlán y allá inició su carrera periodística. Después, en la capital mexicana, el destino le deparaba un sitio de honor en el complejo y anchuroso campo de las letras.
Amado Nervo nació poeta. Su lirismo y filosofía profundamente humanos se desarrollan paralelamente a través de las rutas inquietantes del saber y de la verdad, con anhelos gigantes de encontrar las fórmulas que eficazmente ayudaran a los individuos y a los pueblos a cumplir su destino, conscientes de sí mismos y de sus capacidades e impulsos.
Nervo, desde sus tiempos hasta los de ahora, ha sido criticado por la íntima revelación de su vocación religiosa perturbada por la carne y el deseo amoroso; por su apasionado romanticismo; por la búsqueda de un nuevo lenguaje; por su fe religiosa; por el abandono a la orden eclesiástica; por el misterio de un amor secreto…, por expresar lo más profundo de su intimidad. Asomémonos a algunos pasajes de esa su intimidad:

En 1895 se publicó mi primer libro, una novela corta; con él mi nombre empezó a difundirse […] El Bachiller, por lo audaz e imprevisto de su forma, y especialmente de su desenlace, ocasionó en América tal escándalo, que me sirvió grandemente para que me conocieran. Se me discutió con pasión, a veces con encono; pero se me discutió, que era lo esencial…
En 1898 al publicar Perlas Negras y Místicas, refiere:
[…] fueron dos libros de versos que me publicaron, casi simultáneamente, en 1898. El primero “es el libro de mi adolescencia. Tiene muchos defectos, pero también muchas sinceridades. Si algo vale la sinceridad en el arte, que ella me escude”.
El segundo, que es de poesía religiosa, sonó de una manera insólita y me valió un anatema de excomunión lanzado por el obispo de Tepic.
La prensa y los críticos en general se han preocupado muchísimo de mí; pero casi siempre para decirme horrores. Me he comido diez toneladas de sapos frescos… y los he digerido…
 La siguiente entrevista cambiaría el afortunado nuevo rumbo en la vida del poeta, que él mismo describe:
-Rafael, vengo a despedirme de ti.-¿Pues a dónde vas?-Me voy a suicidar. El editor estupefacto, me miró largamente y me dijo, poniéndome una mano sobre el hombro:¿Y qué te parecería si en vez de irte a suicidar te fueras a Europa?Fue así como mi espíritu se reconfortó y encaminé mis pasos al viejo mundo.El destino le deparaba ser corresponsal de El Mundo a la Exposición Universal de París 1900.
En agosto de 1901, se presentaría ante Nervo, la mujer de su vida:
 Yo iba en busca de una muchacha del Barrio Latino, con quien me permitía matar el tiempo, que por aquel entonces, y a raíz de grandes contrariedades, no tenía más que tedio. La muchacha no acudió a la cita, en cambio, la mano misteriosa que teje los destinos nos puso a Ana (Cecilia Dailliez) y a mí frente a frente […]Yo no soy mujer para un día –me dijo enérgica, pero sonriente.-¿Para cuánto tiempo? –le pregunté, entre ligero y ansioso.–Para toda la vida.-¡Para toda la vida! 
…Y durante diez años fue suya, porque en enero de 1912, decía a su hermana Concha y a Rubén Darío:
Mi querido Rubén: Me ha pasado lo más espantoso que podía pasarme en la vida. El 7 de este mes, después de veintiún días de agonía, se me murió mi Mita. Casi once años habíamos vivido juntos y amándonos en paz. Usted fue testigo de lo comienzos de nuestro amor. He agotado el sufrimiento humano, y en vario pido consuelo a mis ideas espiritualistas que sólo me sirven de estorbo.
Definitivamente, ahora más que nunca no podremos ocultar la vista a su pensamiento, pleno de sinceridad y de valores morales y espirituales, un cáliz pletórico de amor y de fe.
El silencioso recogimiento y melancólico de Nervo era un ensueño quieto e intenso, precedente de un susurro poético en voz baja. Gustaba de vivir retraído, aislado, entre libros y escritos a la cercanía de sus constelaciones amigas y del alma de las plantas, con el misticismo que le permitiera la armonía moral, la paz universal.
Sus cantos habrán de calmar el incesante dolor de las heridas del planeta: por cada planta que sucumbe; por cada témpano de hielo que se esfume; por cada valle que se marchite y por cada mar que se contamine. Ojalá no resulte sentencia trágica mayor, que mayo no es eterno y, de que en tanto llegará para la Tierra, el día de la suprema tristeza.
Con su espíritu franciscano ama la gloria del alma múltiple en La Hermana Agua:

El alma del Agua me ha hablado en la sombra -el alma santa del Agua- y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino […]

Calixto Oliyuela lo consideró como un apóstol poético en el que:

derraman por sus versos, ya un soplo fresco y confortante, ya un delicado aroma de piedad, ya un acento de energía, ya una tristeza crepuscular. Su alma está siempre en consonancia con todo lo que sufre y llora; lo que vacila, anhela o espera. Busca y halla la serenidad y la elevación de su espíritu; pero en vez de perderse en vanas quimeras, o encerrarse en desdeñosa torre de marfil, siente un inmenso anhelo de que todos se serenen y eleven con él, por la acción y la meditación, hasta que llegue el momento de recibir el bálsamo de la muerte. Esto es, a mi juicio, lo que principalmente caracteriza a Amado Nervo, y le da personalidad inconfundible entre los poetas contemporáneos.
Enrique González Martínez, así lo caracteriza:

[…] por sus matices de sentimentalismo aristocrático, por su don musical, por su verso en voz baja, por su percepción aguda en las cosas pequeñas de la intimidad amorosa, llegó al corazón de las mujeres. Por su palabra trascendental, por su sinceridad humana, por su limpieza de doctrina y por su unción de iluminado, se hizo oír y se hizo amar de todos los hombres. Nervo limpió su pensamiento y lo hizo diáfano, lustró su emoción y la hizo trémula, purificó su verbo y le dio alas para escalar los montes excelsos y descender a las sismas más hondas. A fuerza de querer penetrar en el misterio de las cosas, alcabo de tanto soñar y de tanto mirarse el alma, vino el afán de edificar una doctrina, de lanzar al mundo un credo propio.Habló a millones de hombres en una lengua de diáfana cristalina, en un verso de incomparable sonoridad, como arrancando a las cuerdas de un arpa invisible y misteriosa, bajo la luz tenue y fantástica de un paisaje lunar en que dormita el alma del silencio. Reveló las reconditeces de su vida en baja voz, y como la vida era tan bella, fue fascinación y fue ejemplo. Predicó en una dulce sencillez franciscana y sostuvo con las cosas diálogos eternos. Vivió lo bastante para cantar al mundo su poema de belleza y de santidad, y murió a tiempo, cuando su voz había adquirido timbres extrahumanos. 
La honda y perenne sinceridad del poeta Nervo queda plasmada no sólo en su obra rimada, sino también en su extensa prosa como es el caso de sus cuentos y novelas y, particularmente en su extenso epistolario; páginas íntimas impregnadas de sucesos y confesiones personales. La Amada Inmóvil, es el más claro ejemplo; devocionario sentimental en la desnudez total, que corona con sentida plegaria poética. Es Ana Cecilia, su Ángel del Amor; el amor, su religión, ambos ideales expuestos a la posibilidad del cambio. Siguiendo la luz de su prosa, veamos lo que externa en Relligio/Cuentos de Juventud:

[…] -Oye -exclamó (su pareja)- imponme una religión: la que más te agrade para mí. Sentiré placer inmenso en creer lo que tú quieras que crea.-Voy a imponértela más sencilla que la de Moisés; sus preceptos pueden condensarse en uno.-¿Cuál? Dímelo.-Ámame mucho.-Facilísimo, en verdad.Y enredando sus brazos a mi cuello y pegando sus labios a mi oído, añadió en secreto:¡Tanto ha que la practico!-Entonces -y la oprimía dulcemente-, entonces, en nombre del amor, yo, su Pontífice, te canonizo…Las lentas campanadas de media noche ahogaron nuestros besos. 
* * *
Y esta fue una de las religiones más fielmente observadas… durante algún tiempo. En breve también se hizo vieja y ella, la neófita, abjuró del culto a que tan devota fuera u ofreciera ser.
Bueno, pues Nervo fue un devoto de la religión del amor, a la última de sus Anas, tristemente para él, no le fue posible expresarle a Carmen, su último amor, cuando tocaba la puerta de la eternidad, acerca del embeleso que le producía su voz y su risa tan peculiar. En la última carta, a ella le confesaría:

[…] su voz de oro, su frente serena, sus ojos claros, sus largas manos elegantes […] ¡si yo hubiese podido tener siquiera unos segundos su adorada mano entre las mías, claro que habría sanado enseguida! Dios hará que no nos olvide…
Se distingue en Nervo, al poeta de ayer, hoy y siempre. Su vigencia y gusto por sus letras no fenece, puesto que cada tópico, cada estrofa, cada línea suya refleja su pensamiento, sentimiento y expresión que calan la condición humana. Su espíritu es un viento de eternidad; y su dicho, un sentimiento con destello cristiano hecho poesía. Nervo pasó por el arco triunfal de la muerte; sus obras fueron ensayo hacia ella para encontrarse con los misterios de la vida.
Y… es precisamente en el ensayo Brevedad, en que Nervo dibuja con claridad el conformismo del ser humano al contentarse en pasar su existencia al tenor de un sólo acto, de un rutinario peregrinar, sin haber encontrado al final del camino el día maravilloso y diamantino, todo por no saber observar que somos luz que guía; termina con esta sentencia:

Habremos sido como esos cocuyos de mi tierra, que fulguran misteriosamente en la noche, con fosfórea y furtiva luz, y a quienes no siempre el caminante puede seguir con la vista.
Brillaron un instante y pasaron; mas el trémulo relámpago de oro bastó al viajero para ver la bifurcación del camino ¡y ya no se perdió en medio de la noche!

A la intimidad de Nervo, expresa Alfonso Reyes, que:

Podemos entrar, empujar la puerta: esa voz secreta que nos detiene cuando violamos un derecho sagrado no se deja oír esta vez. Hay permiso. Somos convidados.

Al acercarse el momento del destino inexcusable, a voz baja diría:
 -Me he confesado. ¡Qué feliz me siento! ¡Me siento completamente feliz! […] ¡Qué paz, que tranquilidad siento en mi alma!
Por la mente del poeta amado, desde lo más íntimo de su espíritu, a nuestro corazón susurraría: “Amar, eso es todo, querer ¡todo es eso!/ los mundos brotaron al eco de un beso, […] (La raza de bronce); esa necesidad de amar y de ser amado no vacila en reafirmarlo; en ¡Amemos! nos dice:
 
Si nadie sabe ni por qué reímosni por qué lloramos;si nadie sabe ni por qué vinimosni por qué nos vamos;Si en un mar de tinieblas nos movemos,si todo es noche en rededor y arcano,¡a lo menos amemos!¡Quizás no sea en vano!(¡Amemos!/Serenidad)
Fiel a sus votos de entrega, rezaría Si Tú me dices: “¡Ven!”:
 Si Tú me dices: “¡Ven!”, lo dejo todo…No volveré siquiera la miradapara mirar a la mujer amada… (Si Tú me dices: “¡Ven!”/Elevación)
El ensayo Nervo íntimo/Cáliz de amor y de fe que ahora se me invita ponerlo a la consideración de ustedes, pretende contribuir en que las blancas perlas que integran el collar del pensamiento de Nervo, sean fuente de reflexión e inspiración de nuestra existencia y que permanezcan vigentes en las nuevas generaciones. Rosario literario que al igual de las que constituyen el gran tesoro filosófico de la humanidad, tantos otros como los de Shakespeare, Cervantes, los de la India, los hilvanados por los Salmos…, sirva para coadyuvar en la ilusión de encontrar la sabiduría divina.
De ese vasto collar, en el que en cada perla impregnó lo más íntimo de sí, a veces catequista y moralizador, otras filósofo consejero y predicador amoroso, -siempre poeta que nos envuelve con sus caricias- he tomado alrededor de 60 perlas correspondientes a 10 de sus libros, tanto en prosa como en verso, con tonalidades cristianas, budistas y del hinduismo, bajo un sentido ecléctico, para dar así cuerpo a la inquietud de elevar nuestro espíritu en íntima tranquilidad y con ello entrar a la gloria de la felicidad.
En ese hálito de elevación, nos lega:
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,[…]Amé, fui amado, el sol acarició mi faz,¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! (En paz/Elevación)

Carlos A. Martínez Plata
Casa Museo de Amado Nervo, Tepic, Nayarit, 27 de agosto de 2016
146º. Aniversario del nacimiento de Amado Nervo
AMADO NERVO ÍNTIMO
Cáliz de amor y de fe/Carlos A. Martínez Plata

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