21 sept 2016

Meditación del Papa Francisco con líderes cristianos en Asís

Meditación del Papa Francisco con líderes cristianos en Asís
 El Papa Francisco rezó la tarde del martes 20 de septiembre junto a otros líderes cristianos en Asis, como parte del evento en el que se celebran los 30 años del encuentro de oración interreligiosa por la paz del mundo que San Juan Pablo II presidió en la ciudad italiana de Asís.
 Acompañado de su amigo Bartolomé I, Patriarca (ortodoxo) de Constantinopla; y de otros líderes cristianos como el arzobispo de Canterbury (anglicano), Justin Welby, el Santo Padre rezó en la Basílica inferior de San Francisco de Asís y dirigió la siguiente meditación:
La meditación comenzó con una lectura en inglés del capítulo 55 del libro de Isaías en la que el profeta afirma “a todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche (…) Inclinad vuestros oídos, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros un pacto eterno”.

 Después el Patriarca (ortodoxo) ecuménico de Constantinopla, meditó sobre la lectura del Apocalipsis y afirmó que “la salvación no se ha anunciado como un evento sino como una persona de la que se debe hacer experiencia y amar (…) el sol de justicia, Cristo Dios nuestro”.
“En Jesús se ha cumplido toda la espera mesiánica. Esa espera es el principio que se ha cumplido y que se nos pide hoy para ser testigos privilegiados (…) Hoy a los cristianos se les pide un testimonio de comunión: ‘los reconocerán por cómo se aman’”. 
La meditación del Papa
 Tras la lectura del pasaje del evangelio de San Juan en el que se relata cómo le dieron vinagre al Señor en la cruz, el Santo Padre ofreció su meditación y dijo que “ante Cristo crucificado, ‘fuerza de Dios y sabiduría de Dios’, nosotros los cristianos estamos llamados a contemplar el misterio del Amor no amado, y a derramar misericordia sobre el mundo”.
 “En la Cruz, árbol de vida, el mal ha sido transformado en bien; también nosotros, discípulos del Crucificado, estamos llamados a ser ‘árboles de vida’, que absorben la contaminación de la indiferencia y restituyen al mundo el oxígeno del amor”.
 “Ante Jesús crucificado, resuenan también para nosotros sus palabras: ‘Tengo sed’”. “¿De qué tiene sed el Señor?”, cuestionó el Pontífice y respondió: “ciertamente de agua, elemento esencial para la vida. Pero sobre todo de amor, elemento no menos esencial para vivir. Tiene sed de darnos el agua viva de su amor, pero también de recibir nuestro amor”.
 Tras recordar el ejemplo de la Madre Teresa en su servicio a los más pobres, el Papa dijo que en la frase “Tengo sed” del Señor, “podemos escuchar la voz de los que sufren, el grito escondido de los pequeños inocentes a quienes se les ha negado la luz de este mundo, la súplica angustiada de los pobres y de los más necesitados de paz”.
 “Imploran la paz las víctimas de las guerras, las cuales contaminan los pueblos con el odio y la Tierra con las armas; imploran la paz nuestros hermanos y hermanas que viven bajo la amenaza de los bombardeos o son obligados a dejar su casa y a emigrar hacia lo desconocido, despojados de todo”.
 Todos ellos, lamentó el Papa, encuentran “demasiadas veces el silencio ensordecedor de la indiferencia, el egoísmo de quien está harto, la frialdad de quien apaga su grito de ayuda con la misma facilidad con la que se cambia de canal en televisión”.
Por ello, alentó Francisco, que “el Señor nos conceda, como a María junto a la cruz, estar unidos a él y cerca del que sufre. Acercándonos a cuantos hoy viven como crucificados y recibiendo la fuerza para amar del Señor Crucificado y resucitado, crecerá aún más la armonía y la comunión entre nosotros”.
Al final todos los líderes cristianos rezaron la oración del Padre Nuestro e intercambiaron el saludo de la paz. 

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